El 10 de octubre la Revolución cubana cumplió 154 años. No existe otra experiencia similar y duradera en el tiempo humano. Ese acontecimiento, abiertamente conocido, es sin embargo, ocultado por nuestra modestia política.

Si la autoridad moral y política de Fidel y el sustento de su tesis en la prueba de la Historia, de que en Cuba ha existido una sola Revolución, desde Céspedes hasta nuestros días, y el pueblo, y la teoría científica histórica y cultural, los han legitimado, entonces el 10 de octubre de 1868, no solo se inició el camino emancipador e independentista de Cuba por la vía armada, sino que paralelamente inició el proceso político-social-militar-económico-cultural más radical y transformador en esta geografía después de la Revolución haitiana y la de independencia latinoamericana conducida por las mentes y los sables de los padres Hidalgo y Morelos, de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y José de San Martín.

Es la Revolución más longeva, porque a la par de que ha tenido los enemigos más tozudos, tiene un pueblo noble, laborioso, humano, solidario y combativo.

De esos 154 años, tenemos 63 (y contando) con el Pueblo en el Poder.

En mi opinión Cuba vive uno de los momentos más definitorios de su existencia como nación-Revolución.

El primero, en mi entender, fue la derrota ideopolítica que sobrevino después del “Pacto del Zanjón”, suceso que puso fin a 10 años de dura, épica y lírica epopeya independentista, salvada en lo moral para el bien histórico de este pueblo, por la viril Protesta de Baraguá, protagonizada por Antonio Maceo y por otra protesta poco conocida y por ende escasamente divulgada, la de “Hornos de Cal” o del “Jarao”, que tuvo como figura cumbre a Ramón Locadio Bonachea.

El segundo momento fue el “robo” de nuestra independencia por parte del oportunismo imperialista en 1898, con él la frustración nacional y la imposición de una república capitalista neocolonial, a partir del primero de enero de 1899 (Gobierno Militar Yanqui en Cuba) y después en forma de una caricatura de República independiente en 1902, reverso total del ideal martiano de edificar “una república independiente y democrática, con todos y para el bien de todos”.

El tercer momento más álgido de la Revolución sobrevino con la caída del campo socialista este europeo y el derrumbe de la URSS, suceso que unido al inhumano recrudecimiento del Bloqueo yanqui contra Cuba, generaron una fuerte coyuntura de crisis económica, conocida como Período Especial para Tiempo de Paz.

Y el cuarto que identificamos tiene sus causas directas en el impacto de la covid-19 y las 243 medidas que desde la administración Trump reforzaron implacablemente el ya prolongado e inhumano Bloqueo económico, financiero y comercial, generando desabastecimiento en el comercio interior, ralentización del comercio exterior, depresión del Turismo, contracción en los accesos a los mercados de materias primas y la sobrecarga de una hiperinflación inducida desde los Estados Unidos, que cuenta con el entusiasmo y militancia de los que desean restablecer el capitalismo neocolonial en Cuba y apuestan a introducir el neoliberalismo como antesala al derrocamiento del sistema político, económico y cultural del país.

Ante este panorama, algunos se preguntan: ¿qué haría Fidel de estar vivo junto a nosotros?

Fidel habría hecho lo que está haciendo el presidente Díaz-Canel, pues este está inspirado en el ejemplo de Fidel.

Fidel estaría conversando muchísimo con el pueblo, en todos los lugares y todos los días, hasta perder casi la voz.

Fidel no dirigiría las acciones, sobre todo político-ideológicas, desde frías oficinas, estaría en las fábricas, escuelas, centros médicos y científicos, en el surco, en las cuadras, dialogando, explicando, esclareciendo, polemizando, escuchando, rebatiendo, criticando, orientando, inspirando, entusiasmando, persuadiendo, convenciendo, argumentando, movilizando y comprometiendo.

Fidel convocaría al debate y a la movilización popular para encontrar por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos las soluciones a los problemas que más afectan al pueblo: desabastecimiento, inflación, corrupción, burocracia, inmovilismo, egoísmo, la insensibilidad y acciones de subversión ideológica, pero presidido por una interrogante: ¿qué harías tú también?

En el Socialismo a la Economía la rige la voluntad y la sapiencia popular. Los servidores públicos deben articular todos los mecanismos y canales de recepción, procesamiento, emisión y materialización de los intereses del pueblo, sobre todo de los más humildes, vulnerables y desposeídos de riquezas materiales, que les permitan vivir en la opulencia del decoro y de una prosperidad económica que asegure la verdadera calidad de vida, que lo que más lleva es salud y dignidad.

Fidel en este momento inspiraría mucha confianza en la Revolución, por lo que hizo, por lo que hace y el compromiso de siempre hacer por el pueblo.

Fidel encabezaría la lucha ideológica contra el imperialismo, contra la contrarrevolución, los blandengues y vendepatrias.

Fidel no estaría en una defensa a ultranza de sus razones y justezas, sino que desde la dialéctica revolucionaria y científica, idearía todo un movimiento ideológico, cultural (con fuerza en el arte) y con fuerte base social y lo opondría a la fuerte campaña político-comunicacional, simbólica, cultural y subversiva que desde el Imperio yanqui y sus corifeos; pero no como defensa o resistencia de barricada; sino como ofensiva generalizada, explotando el éxito de cada escenario simbólico reconquistado, de cada mente descolonizada, de cada espacio abierto, llenado con nuevas fuerzas combatientes y militantes por la vida y la justicia humanas.

Fidel encabezaría todo un programa de preparación, superación, capacitación y especialización ideológico-cultural, con énfasis en el conocimiento del enemigo, sus métodos de conquista, hegemonismo, dominación y destrucción. Nos enseñaría el valor de la audacia, la creatividad y la confianza para desafiarlo, anonadarlo, desgastarlo y vencerlo.

Fidel nos recordaría que fue más libre y dueño de sí, en la medida que dejó de ser esclavo y rehén de las necesidades monetario-mercantiles no esenciales para la vida digna y biológica humanas.

Como estoicos modernos, Fidel y el Che, nos legaron desde sus ejemplos, que ser humanos libres y plenos, verdaderamente ricos y prósperos, nada tiene que ver con ostentar y poseer abundantes bienes materiales.

Las carencias materiales se ahondan más si están condicionadas a las carencias morales y miserias humanas. La indigencia moral es más dañina e indigna que la indigencia material.

¿Si somos un pueblo hambriento, cómo es posible que no se registren muertes por desnutrición forzada, por desventaja económica o vulnerabilidad infanto-juvenil?

Que en Cuba no se vista como en las pasarelas de Nueva York, Londres o París, no significa que seamos un pueblo harapiento. Fidel nos enseñaría el valor de ser pobres, pero con honra.

Fidel razonaría con los que protestan, priorizando a los movidos por la ingenuidad e ignorancia políticas, la desinformación y la colonización cultural. Les revelaría, al menos tres contradictorias e incoherencias en las supuestas razones para protestar:

Se protesta por “hambre”, sin embargo, las protestas incluyen la necesidad de mantener el fluido eléctrico, pues “en las neveras” y refrigeradores se pueden echar a perder “múltiples alimentos”. ¿qué hambriento conserva alimentos?

Ninguna protesta en Cuba es motivada por los grandes males socioeconómicos de la Humanidad: desempleo, explotación, desahucio, abuso policial, arbitrariedad jurídica, falta de acceso a los servicios básicos de salud, educación, seguridad social, agua potable, salarios indecorosos, corrupción, violación individual o masiva de los derechos políticos, sociales y humanos de la población. Cuba, quizás sea la única nación en que con todos estos derechos conquistados y ejercidos a plenitud, aún en circunstancias tan adversas, una parte de su población salga a protestar.

Es contradictorio, que poseyendo nuestro país los niveles más altos, por per cápita, de graduados universitarios, médicos y maestros del mundo; y con el 100% de su población alfabetizada y con 10 grados de escolaridad promedio, no salgan a protestar los inconformes por y contra los que aplican el criminal bloqueo reforzado, contra los responsables de la inflación inducida, contra los que lucran y se enriquecen con las necesidades del pueblo, contra los abusadores, egoístas, ambiciosos, usureros y corruptos que están a la vista de todos y no son precisamente los principales cargos del Partido, el Estado y el Gobierno del país, sino convivientes e interactuantes de nuestras vidas personales.

Es por ello que Fidel le prestaría mucha atención a la preparación político-ideológica de la población.

Fidel estaría encabezando la lucha contra el criminal Bloqueo yanqui, compulsando, promoviendo y estimulando su derrota, no solo con admirable resistencia, sino con innovador y creativo desarrollo económico-social.

Fidel hoy desde su sempiterno ejemplo alentaría a no perder la fe en la victoria.

No hay nada más imprescindible para el triunfo que la voluntad de vencer frente a cualquier adversidad.

El Presidente Díaz-Canel va por el camino y con el ejemplo de Fidel y de Raúl. Con su pueblo vencerá también.

Por REDH-Cuba

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