Tuve el alto honor de ser Delegado al X Congreso de los CDR, aún más, el raro privilegio de que mis compatriotas de barrio se sintieran representados, por alguien, que quizás, no supere en mérito a muchos de los que no pudieron asistir.

En retribución a la confianza depositada y sin perder la perspectiva de ser útil, comparto las reflexiones que expuse en la Comisión que abordó el tema del trabajo político-ideológico y la atención a la niñez, la adolescencia y la juventud y otras, que por tiempo no pude expresar:

Los Comités de Defensa de la Revolución responden a la concepción de lucha de todo el pueblo del Comandante en Jefe y no a un arrebato de combativo entusiasmo del 28 de septiembre de 1960. Para las condiciones materiales de Cuba y las cualidades morales y patrióticas de la cubana y el cubano; para vencer al enemigo que nos supera en recursos financieros y económicos, entonces habría que hacerlo por medio de métodos de guerra irregular, recurriendo a la territorialidad (no entendida en este caso a nivel de provincia, región operativa o municipios, sino a nivel de circunscripción, barrio, manzana, cuadra), acudiendo a la independencia táctica, a la maniobra activa y constante, con el empleo de pocas, pero efectivas fuerzas, haciendo prevalecer ante la adversidad, la iniciativa, la creatividad, la disciplina consciente, la moral combativa, la fe en la victoria y la resolución de que las palabras rendición y derrota están totalmente abolidas en la terminología de un combatiente revolucionario.

Toda la estrategia de destrucción de la Revolución concluye en la desestabilización psíquica del pueblo, o sea, apunta a hacer prevalecer nuestros reflejos condicionados e instintos primitivos de conservación, por encima de la conciencia, de la capacidad de razonar, de discernir para la toma de decisiones, cada vez menos consciente y más inducidas, más emocionales y sentimentales, que pensadas, reflexionadas. Busca la estrategia exacerbar dormidos resentimientos, resquemores y temores de unos pocos. Despertar un inexistente odio entre cubanos, de dentro y de fuera. Generar incertidumbres, depresiones, tensiones, ansiedad, desespero, agobio, confusión, desorientación, miedo, pánico, zozobra y sensación de desamparo.

En lo ideológico, “poner de moda” la apatía, el desinterés, la desconfianza, la desmotivación, el desánimo, el cansancio, el aburrimiento y la desidia. Con esas manifestaciones provocar la deserción, la reorientación de la identidad personal, familiar, colectica, social y patriótica, la enajenación política e ideológica, la desmoralización colectiva y el derrotismo popular.

En lo semiótico-cultural, buscan que aceptemos e introduzcamos el modo de vida capitalista-burgués y sus símbolos, sobre todo el del «American Way of Life», la asunción de los fetiches del «Éxito de los Winner»: Poder (autoridad de opinión y decisión; libertad de actuación, con irresponsabilidad e impunidad y abuso de privilegios y derechos); Dinero, Fama y la Belleza.

En lo axiológico y ético, o sea, nuestro sistema de valores y la moral, la estrategia imperial nos impone el egoísmo, el individualismo, el cinismo, el hedonismo, el pragmatismo, la hipocresía, la traición, la mentira, deshonestidad, la desfachatez, la corrupción, la indecencia, la vulgaridad, la banalidad, el mal gusto, la tergiversación, la difamación, el chisme, la mediocridad, la estupidez, el sin sentido, el absurdo, la exageración, la manipulación, el acoso y la agresividad como respuestas a los conflictos y contradicciones lógicas de las relaciones humanas.

Y en lo volitivo-conductual, la apuesta va dirigida al descompromiso, a la desmovilización, al abandono de la causa revolucionaria, a la renuncia a ideales y principios, a la simulación, la adulación y al infantilismo revolucionario.

¿Qué entonces deben hacer los CDR?: ¡Defender la Revolución! Esa es su misión histórica. ¿Cómo defenderla en estas nuevas circunstancias? Lo primero que no debe perderse de vista, es que la defensa debe ser desde el barrio, desde la cuadra, desde la comunidad. Eso supone que, desde los disímiles modos en que se manifieste la Revolución allí, entiéndase, en forma de sistema escolar, higiénico-sanitario, de comercio interior, agropecuario, eléctrico, de recursos hidráulicos, de servicios comunales, desde el trabajo y la asistencia social, desde el movimiento deportivo y cultural y desde la vida política, ideológica, religiosa y de gobierno con el poder popular, entre otras expresiones, los CDR, deben proyectarse tareas que les vinculen a esa rica y dinámica vida en nuestras comunidades.

Ya no pueden actuar como una organización para sí mismas ni pretender centralizar el protagonismo revolucionario en el barrio, sino que, en articulada coordinación con los demás factores de la comunidad, bajo el liderazgo político del Delegado de Circunscripción o el Presidente del Consejo Popular, desencadenar todas las iniciativas y tareas que se planifiquen como organización de las familias cubanas.

Quien no lo vea así, sólo pregúntese de qué modos podría hoy un presidente de CDR o un Coordinador de Zona, movilizar a la comunidad para las tareas tradicionales o las actuales, más complejas, si no está el aporte decisivo del Núcleo de Zona, la organización de base de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, el bloque de la Federación de Mujeres Cubanas, la intervención del médico y la enfermera de la familia, el papel orientador del Coordinador Político del PCC y la UJC, entre otros actores del Grupo de Trabajo Comunitario.

En la definición fidelista de UNIDAD está la clave del trabajo comunitario: aglutinar y dirigir a todas las familias a “compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias…a luchar contra anexionistas, vendepatrias y corruptos”; sin olvidar que, se logra promoviendo el más amplio y transparente espacio de análisis, debates y la discusión respetuosa y productiva; propiciando la reflexión colectiva y la búsqueda permanente del consenso de las mayorías.

En cierta ocasión, el Comandante en Jefe le dijo a Chávez: “¿tú me permites que te diga crudamente dos o tres cosas?”. “Tú tienes autorización para decirme lo que tú quieras”, -le respondió el líder bolivariano. Y Fidel le dijo: “Dos cosas inicialmente”. “He sacado una conclusión, Chávez. Ninguna Revolución que yo conozca, ni la cubana, logró tanto por su pueblo en lo social, sobre todo en tan poco tiempo como la Revolución Bolivariana”. “He concluido que ustedes no quieren sacarles provecho político a estos avances sociales”.

El presidente venezolano comentó que la crítica era dura, porque decir que “no quieren”, supone que alguien pudiera pensar en negligencia o dejadez. Tal vez, considerar que no se puede, que no se sabe transferir con la misma intensidad el beneficio social, todo lo logrado, al capital político. Pero la conclusión de Fidel fue dura: “que no queremos, ¿ves? Y tiene también mucho de que algunos es que no saben. Hay que aprender, que la gente perciba todo lo que la Revolución ha venido transfiriéndole al pueblo, y compare con el pasado”. Así razonó con humildad y autocríticamente el líder revolucionario.

Lo otro que le dijo Fidel fue: “¿qué pasaría si la contrarrevolución vuelve al gobierno en Venezuela?”

Este pasaje nos tiene que hacer recordar unas desconocidas, poco divulgadas y a la postre olvidadas palabras del primero que nos “enseñó en pensar antes de actuar”, y que en el recibimiento a Su Santidad, el Papa Francisco, en septiembre del 2015 el General de Ejército Raúl Castro Ruz nos recordaba: “Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la Nación. Tenemos la más firme decisión de enfrentar todos los retos para alcanzar una sociedad virtuosa y justa, con altos valores éticos y espirituales. Como señaló el venerable presbítero Félix Varela, …queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla…

Para lograr “sacar provecho político” y no tener que lamentar lo que dejemos perder si se derrota a la Revolución, los CDR tienen que intencionar la organización de la comunicación ideológica en la comunidad, hoy reconocida en la Ley de Comunicación Social como comunicación en el ámbito comunitario. Pero la distingo como ideológica, porque estaría dirigida a informar, orientar, concientizar, brindar argumentos y razones, de modo que nuestros cederistas estén en condiciones de discernir y decidir por sí mismos en cualquier escenario, por adverso que sea, el tratamiento a dar a bolas, rumores, difamaciones, calumnias, mentiras, noticias falsas, manipulaciones y distorsiones de la realidad cubana.

La comunicación ideológica en el barrio apunta a esclarecer dudas, persuadir, convencer, inspirar fe en la victoria, confianza en nuestras fuerzas y en la indestructibilidad de la Revolución. Transmitir contenidos motivacionales, entusiasmo, alegría y profundos sentimientos de amor, no importen las duras condiciones de vida y las complejas circunstancias en que nos desenvolvemos.

La comunicación ideológica no debe concluir sin comprometer y movilizar a las masas hacia las tareas de la Revolución.

Se le encargaría esta responsabilidad a los cederistas que son comunicadores sociales, periodistas, maestros, profesores, cientistas sociales, locutores, funcionarios y dirigentes políticos de la vida civil y de nuestras instituciones militares.

Un ejemplo de que es posible lo vivimos en Las Tunas en las pasadas elecciones nacionales. A partir de las indicaciones del Primer Secretario del Comité provincial del PCC en el territorio, de conjunto con la Universidad de Las Tunas, se desarrolló un movimiento político de barrio, que se denominó: “Encuentro de Familias”.

Se realizó un diagnóstico en 47 comunidades vulnerables y arrojó como conclusiones que la provincia estuvo por debajo de la media nacional en varios indicadores de impacto en el referéndum de aprobación del Código de Las Familias y en las elecciones municipales, que existía desconocimiento, desinformación y pobre aprovechamiento del sistema informativo nacional, un desinterés y apatía políticas inducidas por la colonización cultural en los sectores más jóvenes y fue poco efectivo e insuficiente el accionar político-ideológico desplegado con el pueblo, sobre todo en cuanto a comunicación ideológica.

Partiendo de ese análisis nos propusimos resolver la contradicción manifiesta en las elevadas potencialidades y fortalezas políticas, ideológicas, académicas y científicas de las comunidades y la Universidad y los pobres resultados que en materia de motivación, compromiso y participación exhibieron los últimos procesos democráticos.

Se creó un Grupo Temporal de Trabajo Universidad-Comunidad, para coordinar y asegurar el trabajo político-ideológico y de Partido a desplegar, para garantizar mejores resultados en las elecciones generales del país.

Se fijó como objetivo general movilizar la participación de manera consciente, voluntaria, comprometida, patriótica y revolucionaria e influir en la preparación política de las comunidades, para su participación masiva en las elecciones.

Se diseñó una concepción estratégica y un plan de acciones. Ello aseguró la realización de 102 encuentros comunitarios y otros 6 en instrucciones civiles y militares, para un total de 108, que abarcaron 47 circunscripciones, 12 Consejos Populares, para concientizar, comprometer y movilizar a más de 100 mil electores de tres distritos electorales.

Los resultados de más alto impacto fueron, que el 93.75% de los asistentes a los encuentros de familias”, consideró que la preparación recibida les influyó positivamente. El 89.53% calificaron el nivel de impacto de las acciones desplegadas como BUENO (36%), MUY BUENO (22.6%) Y EXCELENTE (30.8%), lo cual significó que se sintieron informados, que conocieron algo nuevo, que se les sensibilizó, orientó, que salieron esclarecidos de qué hacer el día de las elecciones, que se les comprometió y que se les movilizó.

Por otra parte, prevalecieron calificaciones de que los encuentros resultaron instructivos, enriquecedores, buenos, orientadores, esclarecedores, positivos, constructivos, excelentes y necesarios, entre otras evaluaciones.

Nos satisficieron las recomendaciones de la población, pues nos demandaban mantener estos tipos de encuentros, lo favorable del vínculo que se crea, los aportes mutuos que se obtienen. Fue permanente el encargo de realizar más a menudo, este tipo de intercambios con la comunidad.

Nos demuestra la vigencia del vínculo estrecho que tiene que tener y mantener el Partido, el Gobierno, las organizaciones sociales y de masas, las instituciones y organismos del Estado con el Pueblo; también, que el diálogo directo, sincero, argumentado contribuye a inspirar, esclarecer, orientar, desbaratar falacias, manipulaciones y mentiras contra la Revolución; que el Pueblo tiene mucha confianza en sus instituciones y dirigentes, a pesar de los que con sus errores y desaciertos mellan este pilar de la unidad y firmeza revolucionarias.

Se demostró que la comunicación ideológica es insustituible como herramienta de concientización, compromiso y movilización.

El último y más efectivo de los resultados, lo fue que 45 (95.74%) de las 47 circunscripciones en las que se desplegaron las influencias de comunicación ideológica, se observó un incremento porcentual en las votaciones. Solo en 2 (4,26%) circunscripciones se apreció un retroceso.

El trabajo se inició conociendo que, en sentido general, las 47 circunscripciones no llegaban al 60% de participación y menos con los votos efectivos. Después del despliegue de las acciones de comunicación ideológica, ascendió al 68.99% de participación, o sea, +10.25% de incremento con respecto al dato inicial; lo que demuestra cuantitativamente el tamaño del impacto positivo y de calidad de las acciones de comunicación ideológica desplegadas en estas 47 comunidades caracterizadas.

La otra experiencia significativa resultó la “Semana de la Familia Cederista”. Una iniciativa que busca a contribuir a revitalizar el trabajo de la organización, tomando como premisa las tradicionales tareas de la organización de masas más grande del país: la vigilancia popular revolucionaria, las donaciones de sangre, la recuperación de materias primas, el trabajo voluntario en labores agrícolas, las acciones desde el barrio para evitar la propagación de enfermedades, la campaña contra el mosquito Aedes aegypti, la campaña antipolio, entre otras.

Así como incorporar otras que se encaminen a enfrentar resueltamente los problemas actuales, como el delito, el consumo de drogas, la ilegalidad, la indisciplina social, el desorden público, la corrupción, el burocratismo, la vagancia, los precios abusivos, la insensibilidad de servidores públicos y actores económicos que radican en nuestras comunidades, enfrentar la discriminación en todas sus manifestaciones, la violencia de género, contra las mujeres.

La lucha por disminuir hasta erradicar el embarazo precoz. Propiciar la recreación sana, culta e inteligente para los jóvenes, la atención a los jubilados, el mantenimiento de la tranquilidad ciudadana, y el apoyo a los programas sociales y a los proyectos medioambientales.

La idea es organizar y volcar un plan de acciones en una semana, que hemos propuesto sea en los meses de enero (saludo al aniversario del triunfo de la Revolución y al natalicio de Martí); abril, coincidiendo con la jornada por la “Victoria”; en julio, con las motivaciones del “Día de la Rebeldía nacional” y en septiembre, con las celebraciones populares alrededor de la fecha constitucional de los CDR.

Ello permite y asegura revitalizar, visibilizar y accionar con alto impacto en nuestras comunidades. Evita el desgaste de la organización y sus fuerzas cederistas, que se mantienen en permanente lucha en la cotidianidad. Y se concentran los esfuerzos principales, los recursos y las iniciativas hacia esas fechas, manteniendo en vilo, frustrado e impotente al enemigo; y a nuestras fuerzas motivadas, entusiasmadas, inspiradas y movilizadas.

Nada motiva más que las victorias, por eso, la comunicación ideológica hay que volcarla hacia las redes sociodigitales, haciendo visible el trabajo social-comunitario, sobre todo en la atención a las familias en situaciones de vulnerabilidad, allí donde precisen cuidado nuestros abuelos, participando en la transformación social de nuestras comunidades, “sembrando el pedacito” de tierra que tenemos en patios, parcelas, techos y desarrollando proyectos de investigación con las universidades para potenciar los sistemas productivos comunitarios y colaborando con las estrategias de desarrollo local.

El trabajo así, sin lugar a dudas nos permitirá, en el eslabón más importante de la sociedad cubana: el barrio, avanzar irreversiblemente a la construcción de un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano, la familia y la participación libre, democrática, consciente y creadora de toda la sociedad, en especial de los jóvenes.

Por REDH-Cuba

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