No hay modo de fijar una idea que no sea mediante el debate de la misma. Las otras operaciones psicológicas que se plantan en los individuos y sociedades, por las hordas de la colonización cultural y la subversión ideológica, no son ideas, son reflejos. Son procedimientos de experimentos y laboratorios de toxicidad para anular la capacidad de razonar y de asumir un pensamiento crítico-consecuente.

Este modo de fijar una idea, de “sembrar conciencia”, puede ser sosegado o violento, según el contexto, la urgencia, prioridad y el actor o actores implicados. El Comandante en Jefe Fidel Castro la denominaba “Batalla de Ideas”: “…no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumento, réplica y contrarréplica, destruir mentiras y sembrar verdades significa hechos y realizaciones concretas…”.[1]

Lo anterior es importante a la hora de analizar un polémico “post”, publicado en la red sociodigital Facebook, en la cual su autor escribió: “Hoy en la UH se materializó una de esas jornadas que lo llenan a uno de orgullo al constatar el nivel científico que se ha acumulado en ella. Organizado por el Consejo Científico, se desarrolló -por casi tres horas- un panel que examinó la profundidad de la crisis económica cubana y sus múltiples correlatos. Se analizaron, sin ambages y con los numeritos inherentes a la ciencia, las múltiples falencias de un modelo que demuestra su insostenibilidad y con ello la necesidad de transformarlo sustancialmente. No hubo economicismo ajeno al sentir de la gente, no hubo palabras amables que soslayan los problemas. Existió rigor y compromiso, variables igualmente presentes en las intervenciones y preguntas generadas por un público también especializado. Estuvo ausente la catarsis y cobró vida la exigencia de convertir la ciencia en un pilar del hacer política”.[2]

El que realice un abordaje del mismo no obedece a analizar las razones que motivaron al autor, tampoco a satanizarlo o ponderarlo, menos que menos a valorar las interioridades del Consejo Científico, las posiciones asumidas o por asumir, todas estas aristas y otras, amplia y polémicamente abordadas en el muro del autor, no son los objetivos de este artículo.

Lo que me motivó, y no en forma de respuesta directa o indirecta a la opinión del autor de la “breve crónica”, sino como idea flameada públicamente, es emitir públicamente lo que considero acerca del presupuesto destacado, resaltado y subrayado en el párrafo de su post.

¿Es el modelo económico cubano un modelo agotado, fracasado, fallido o sencillamente insostenible? El sí o el no de la respuesta que se asuma exigirá un estudio profundo, concienzudo, responsable y con apoyo de las ciencias económicas, históricas, políticas y sociológicas, por solo mencionar las que no deben faltar. La propia interrogante, es en sí una pregunta científica, o sea, solo respondida desde la Ciencia y no por “criterios de bodega”, como suelo decir a lo que le falta rigor académico y científico.

Este artículo, obligatoriamente tiene que ser breve, para que sea mejor asimilado. No obstante, en otros trabajos estaré abordando otras argumentaciones.

¿Cómo surge nuestro modelo socio-económico, político y cultural? La Cuba socialista[1] inició en 1959, exactamente después de 60 años de capitalismo dependiente, servil y semicolonial de los Estados Unidos y la corrupta y cruenta burguesía nacional. Era la continuidad y triunfo de una epopeya iniciada el 10 de octubre de 1868 y que se nutría de las aspiraciones de aborígenes exterminados, de africanos arrancados de sus tierras y sembrados como esclavos en esta Isla y de criollos que se convirtieron en cubanos, cuando comprendieron las enseñanzas del Santo de Cuba, el Padre Félix Varela, de que teníamos que ser isla en lo político, como mismo lo éramos en lo geográfico; o sea, ser independientes.

En muy breve plazo se reforzó la pretensión histórica de los gobiernos de los Estados Unidos de América de restaurar la dominación en nuestro país, incrementando su agresividad con el apoyo de la dependiente y reaccionaria oligarquía burguesa-latifundista, a la que se sumaron otros sectores de la burguesía nacional. En medio de la agudización de la lucha de clases, el Gobierno Revolucionario emprendió un proceso de transformación radical de las relaciones de propiedad. El 17 de mayo de 1959 se promulga la Primera Ley de Reforma Agraria, se eliminaron los latifundios y durante 1960 fueron nacionalizados muchos otros medios de producción, lo que contribuyó a la desarticulación de las múltiples acciones de los enemigos para destruir la Revolución.[3]

En febrero de 1962 se oficializa el genocida, masivo, flagrante y prolongado bloqueo económico, financiero y comercial, que ha impedido a Cuba acceder, durante más de medio siglo, a importantes fuentes de financiamiento y a principales mercados de equipos, servicios, tecnologías y productos indispensables para el desarrollo y el progreso científico-tecnológico, la salud y el bienestar, provocando cuantiosos daños humanos económicos y materiales.

Es significativo, que el 3 de febrero de 1959, o sea tres meses antes de la adopción de la reforma agraria en mayo de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro advirtió a los Estados Unidos contra toda idea de tomar “medidas para hacer fracasar a la Revolución” y mencionó particularmente la “cuota de azúcar”. Opuesto a la nacionalización de las tierras que operó el Gobierno revolucionario con el objetivo de mejorar el nivel de vida de los campesinos y poner fin al latifundio, el Departamento de Estado sugirió en junio de 1959 no extender el acuerdo azucarero vigente para presionar a Cuba y “conseguir enmiendas a las propuestas de reforma agraria”, subrayando que el “azúcar [era] el punto más vulnerable de Cuba”. En un memorándum de julio de 1959, Washington decidió postergar la decisión final para 1960, año en que el Congreso preveía votar la nueva legislación azucarera que definía las cuotas respectivas de los países exportadores de azúcar, esperando mientras tanto lograr convencer a La Habana de cambiar la legislación.[4] Ello significa que desde el propio 1959, se levantaban los cimientos del criminal Bloqueo contra Cuba.

Destaco que, en realidad, más allá de las pérdidas materiales que se elevaron con la medida a unos 800 millones de dólares, cifra que, multiplicada hoy por el valor de la devaluada moneda yanqui frente al valor del oro, unos 9 dólares, sería como habernos arrancando, de un tajo, 7 mil 200 millones de dólares de nuestras arcas. Monto por el cual se nos debía indemnizar, según las declaraciones fiscales hechas por las multinacionales presentes en la Isla, en aquel año, pero la realidad era que Washington temía, sobre todo, que el resto de América Latina y del Tercer Mundo, confrontado a problemáticas socioeconómicas similares y que aspiraba a una emancipación mayor, siguiera la vía trazada por La Habana y reivindicara a su vez el derecho a gozar de sus recursos naturales y a decidir su propio destino.

Para evitar semejante trastorno geopolítico, la Administración de Eisenhower decidió aplicar drásticas medidas de retorsión económica para “sembrar el hambre, la desesperación y conseguir el derrocamiento del Gobierno”[5] revolucionario, y mostrar así al resto del continente y del mundo el precio a pagar en caso de puesta en tela de juicio del orden establecido. La Revolución Cubana era percibida como el principal peligro para la hegemonía estadounidense en la región a la vez por su radicalidad, la proximidad geográfica con los Estados Unidos y su economía modesta, su historia de nación largamente colonizada y su condición de república sometida durante sesenta años a la influencia estadounidense. Si, a pesar de estos obstáculos objetivos, Cuba lograba llevar a cabo su proyecto destinado a disponer de una independencia mayor, el llamado creado por semejante precedente constituiría indudablemente un peligro para los intereses de los Estados Unidos. Washington estaba lúcido al respecto: “Si la Revolución Cubana es un éxito, otros países en América Latina y quizás en otra parte la tomarán como modelo”[6].

Nos hemos detenido en explicar estos elementos, pues sigue siendo la clave y la condición sine qua non para analizar el modelo cubano de país, sus tropiezos, sus retrocesos, pero lo más esencial, sus logros significativos y sus impactos positivos de alcance universal.

Para enfrentar esta estrategia de recolonización imperial, (llega hasta hoy) que incluye la combinación de guerras mediática, diplomática, cognitiva, cultural, de símbolos, psicológica, de subversión ideológica y de un implacable terrorismo de Estado y convencional; Cuba tuvo que aliarse y establecer justas relaciones de apoyo y solidaridad con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) –sin cuya contribución la Revolución Cubana no habría podido subsistir–, así como de los otros países del extinto campo socialista.

Ello le permitió a la joven Revolución triunfante y con el poder del Pueblo, hacer cumplir el Programa del Moncada, descrito por Fidel en su alegato de defensa tras los sucesos del 26 de julio de 1953, conocido como “La historia me absolverá” para desarrollar y alcanzar trascendentes conquistas políticas, sociales, culturales, científico-técnicas y económicas, partiendo de unas condiciones de precariedad, subdesarrollo en todos los órdenes socioeconómicos y una tasa de analfabetismo, semianalfabetismo y analfabetismo funcional, que rondó el 70% de la población, en cifras conservadoras. Más los niveles de insalubridad que eran dantescos: “El noventa por ciento de los niños del campo está devorado por parásitos que se les filtran desde la tierra por las uñas de los pies descalzos”.[7]

Ha sido el modelo socioeconómico cubano, socialista y democrático, “de los humildes, por los humildes y para los humildes”, el que hasta la década de los ochenta, del siglo XX, propició un significativo impulso a la electrificación, la construcción de industrias, viviendas, hospitales, policlínicos, centros educacionales, instalaciones culturales, deportivas y de infraestructura hidráulica, agropecuaria, portuaria, vial, de aeropuertos, centros científicos y otras.[8] Cimiento imprescindible para sostener la inmensa obra social erigida y mantenida hasta hoy.

El salto logrado en el nivel de instrucción del pueblo, el desarrollo integral de la conciencia, la cultura, la capacidad para enfrentar obstáculos, la formación de elevados valores morales, cívicos y principios éticos, dentro de los que resaltan el patriotismo, así como el humanismo y la solidaridad entre los cubanos y con otros pueblos, hechos patentes en disímiles misiones internacionalistas y de cooperación, en que se han compartido los limitados recursos del país, con
altruismo y disposición al sacrificio, ha sido posible con la base económica que sustenta el modelo socialista, que de no haber sido sostenible, evidentemente hubiese colapsado. No hace falta argumentar mucho más para deducir que una Cuba con un modelo económico capitalista no hubiese, ni desarrollado ni sostenido esos logros. De hecho, no hubiese llegado hasta la actualidad, exhibiendo estándares, solo posibles en naciones desarrolladas en sectores como la Salud, la Educación, la Educación Superior, la Enseñanza Artística, el Deporte, la Cultura, la Biotecnología, la Industria Farmacéutica, el Turismo, la Biotecnología y el desarrollo de modo armónico y sostenible con el medio ambiente, entre otros logros.

Ha sido el pueblo con su modelo socioeconómico socialista cubano, el que pudo vencer la dura y difícil coyuntura creada por la abrupta desintegración de la URSS y el campo socialista europeo, a finales de los años ochenta del pasado siglo, que hizo que desapareciera de golpe la mayor parte de
las relaciones económicas, comerciales, financieras y de colaboración científica y técnica de Cuba con esos países, lo que impactó de modo severo en muchos ámbitos, en particular en el económico y el social. A ello se sumó el impulso del neoliberalismo y las pretensiones del dominio hegemónico del Gobierno de los Estados Unidos de América a escala global, unido a su política genocida hacia Cuba, con el recrudecimiento permanente del bloqueo económico, comercial y financiero, la subversión político-ideológica y el terrorismo contra el pueblo cubano.[9]

Innegablemente es que, a lo largo de todo el proceso revolucionario el pueblo cubano ha logrado enfrentar innumerables agresiones y los efectos del más prolongado bloqueo comercial, económico y financiero, además de otras adversidades; principalmente, por la unidad, lealtad a los principios, firmeza y apoyo consciente a la dirección del Partido Comunista de Cuba, bajo la conducción de los líderes históricos Fidel y Raúl, y ahora el compañero Miguel Díaz-Canel.

Para lograr avanzar en el noble propósito de hacer más justa y próspera a la Patria, de corregir distorsiones y reimpulsar la economía, de mantener la independencia, la soberanía, la Revolución Socialista, las conquistas por Cuba alcanzadas, para sí y para el mundo, no es destruyendo o denigrando el modelo socioeconómico, político y cultural erigido con sangre, esfuerzo y una elevada cuota de sudor y sacrificio, sino confiando en ese Modelo, perfeccionándolo y lo más importante: ¡DEFENDIÉNDOLO!

Cuba cuenta hoy, para seguir materializando lo anteriormente señalado con importantes fortalezas y oportunidades, entre las cuales se destacan:

  1. La unidad del pueblo cubano, patentizada en su firme y ejemplar conciencia, capacidad de resistencia, y soberana decisión de ser independientes y de continuar la construcción de una sociedad socialista.
  2. El ejemplar legado histórico del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, su concepto de Revolución y la convicción de que sí se puede alcanzar la victoria con nuestros propios esfuerzos, principios e ideales.
  3. El respaldo mayoritario del pueblo a su Partido único –el Partido Comunista de Cuba–, al Estado y a sus líderes, con reconocidos prestigio, honestidad y autoridad. Como ha expresado el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “… el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana es uno solo y únicamente el Partido Comunista, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en su líder”. Asimismo, la voluntad política de los cubanos de actualizar el Modelo, cohesionados en un proyecto político, económico y social socialista de amplio y profundo basamento popular.
  4. La firmeza de los valores esenciales arraigados en el pueblo cubano, entre los que sobresalen el humanismo, el patriotismo, el antiimperialismo, la dignidad, la responsabilidad y la honradez; la elevada vocación solidaria e internacionalista, así como una cultura cimentada en las mejores tradiciones éticas y espirituales de nuestra historia.
  5. La actitud de las jóvenes generaciones de vanguardia, exponentes de lo mejor de la obra revolucionaria, herederas de sus valores y protagonistas activas de su continuidad bajo las nuevas condiciones históricas.
  6. La universalidad de la política social que garantiza a todos sus derechos, con el acceso a los servicios fundamentales de educación, salud, cultura y deportes; la seguridad y asistencia sociales, así como la defensa ante todo tipo de discriminación lesiva a la dignidad humana.
  7. La existencia de una efectiva organización y coordinación de las instituciones armadas que –de conjunto con los órganos y organismos, las entidades económicas, instituciones sociales y la participación consciente de todo el pueblo– garantizan preservar la paz, la soberanía e independencia de la Patria, la seguridad y el orden interior, además de aportar al sostenimiento y perfeccionamiento de la economía.
  8. Un sistema legal confiable, transparente y de profunda raíz popular, que en el cumplimiento de sus funciones se corresponde con los valores, principios e idiosincrasia de nuestro pueblo y en particular, con sentido de justicia, orientado a garantizar los pilares del Estado Socialista de Derecho.
  9. El Sistema de Defensa Civil integrado por todas las fuerzas, actores y recursos de la sociedad, del Estado y el Gobierno, para asegurar la protección de las personas y sus bienes, la infraestructura social, la economía y los recursos, ante situaciones excepcionales y de desastres.
  10. La existencia de una activa y diversa sociedad civil, preparada y organizada en defensa de la Revolución.
  11. Las capacidades potenciales y ventajas naturales del país, como su ubicación geográfica, posibles fuentes renovables de energía y recursos naturales de relevancia nacional o local.
  12. Las extraordinarias capacidades creadas para la inserción internacional competitiva; en primer lugar, el potencial humano con elevados valores y niveles de instrucción. Importantes obras de infraestructura, industriales y agroindustriales a lo largo de todo el país, cuya imprescindible modernización es factible. Las posibilidades de continuar la ampliación y crecimiento de servicios internacionales de salud, turismo, educación y preparación deportiva, entre otros.
  13. El sistema de ciencia, tecnología e innovación y el nivel alcanzado en determinados sectores y actividades.
  14. El amplio prestigio y reconocimiento internacional de Cuba y su pueblo, por su capacidad de lucha y resistencia, vocación solidaria y humanista, su compromiso por la paz y el desarrollo, por un mundo más justo, democrático e inclusivo, sus relaciones con los pueblos e importantes sectores políticos y sociales, así como su lucha por una América Latina y el Caribe unida en su rica y multifacética diversidad.[10]

En esas catorce fortalezas y más, se definen también las razones por las que hay seguir defendiendo, hasta las últimas consecuencias, a la Revolución Socialista. Es fácil imaginar qué sería Cuba sin ellas, qué acciones acometerían los Estados Unidos, la mafia recalcitrante contrarrevolucionaria, fascista, odiadora, anexionista, sus mercenarios y “confundidos”, asalariados o no, para que la Patria se someta a los designios imperialistas.

Para evitarlo, como hasta ahora, sigamos cumpliendo con el legado de estos héroes:

Venerable presbítero Félix Varela: “…queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla…”.[11]

José Martí: “¡Los flojos, respeten: ¡los grandes, adelante! Esto es tarea de grandes”.[12]

Antonio Maceo: “Cuba será libre cuando la espada redentora arroje al mar sus contrarios. […] Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”[13].

Fidel Castro: “Es preciso resistir con privaciones, porque vale más pasar hambre en libertad que vivir en la opulencia esclavizados”.[14]

Notas:

[1] El carácter socialista de la Revolución fue proclamado por el Líder Histórico Fidel Castro, el 16 de abril de 1961, en el sepelio de las víctimas de los bombardeos mercenarios y de los Estados Unidos contra tres aeropuertos cubanos: Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños, en La Habana, y Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Sin embargo, las medidas de todo tipo, iniciadas desde ese año, eran conducentes al Socialismo como sistema político en Cuba.

[1] Fidel Castro Ruz. “Discurso pronunciado en el acto central por el Aniversario 40 de la Unión de Jóvenes Comunistas. Teatro «Carlos Marx», 4 de abril de 2002. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2002/esp/f040402e.html

[2] Tomado del muro de Fabio Fernández. https://www.facebook.com/share/p/JPxUUpgEGhYfw6d3/?mibextid=oFDknk

[3] Conceptualización del Modelo Económico de Cuba

[4] Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba. “Sembrar el hambre [y] la desesperación”

Salim Lamrani. https://doi.org/10.4000/amerika.16670

[5] Lester D. Mallory, «Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom) », 6 de abril de 1960, Department of State, Central Files, 737.00/4-660. Secret. Foreign Relations of the United States, 1958-1960, p. 885-86. (ver en ídem a la referencia anterior).

[6] Owen, «Memorandum of a Conversation, Department of State», 18 de septiembre de 1959. Department of State, Central Files, 611.37/9-1959. Confidential. Foreign Relations of the United States, 1958-1960, p. 603. (ver en ídem a la referencia anterior).

[7] Fidel Castro. La Historia me absolverá”. Editorial de Ciencias Sociales, 1981. P. 42. (pdf).

[8] Conceptualización del Modelo Económico de Cuba

[9] Ídem

[10] Ídem

[11] https://www.trabajadores.cu/20150919/discurso-de-bienvenida-del-presidente-raul-castro-al-papa-francisco/

[12] José Martí. EL TERCER AÑO DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO CUBANO. Obras Completas. T3. P. 143. Centro de Estudios Martianos. 2001. (pdf).

[13] El 13 de junio de 1884, desde San Pedro Sula (en Honduras), Maceo escribió una carta al patriota cubano José Dolores Poyo, director del periódico independentista El Yara, de Cayo Hueso, en la que acuñó esa idea. Wikipedia. ​

[14] Fidel Castro. Discurso pronunciado en las honras fúnebres de las víctimas del vapor “La Coubre”, La Habana, 5 de marzo de 1960. Periódico “Hoy”, La Habana, 6 de marzo de 1960. P.7. Ideología, Conciencia y Trabajo Político. 1959-1986. Editora Política. La Habana. 1986. P. 291.

Por REDH-Cuba

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