Ante el auge de los movimientos progresistas en América Latina a finales del siglo XX y el posible ascenso al poder de gobiernos de izquierda –Venezuela, 1999–, el Gobierno de Estados Unidos, en alianza con las fuerzas más retrógradas del continente americano y Europa, se plantearon la necesidad urgente de fabricar líderes de nuevo tipo a partir de un amplio programa de becas para formar a los cabecillas de la reacción y “sembrar” en las universidades latinoamericanas a sus adalides.

Trabajar en las Universidades fue una prioridad, captar profesores, futuros académicos, pero los más importante, preparar a los que en un porvenir mediato serían los líderes de la economía, la política y la defensa en el Continente.

La estrategia de los servicios especiales estadounidenses apuntó, además, a bastardear los movimientos juveniles y estudiantiles, convirtiéndolos en organizaciones no gubernamentales (ONG) administradoras de recursos para la sedición provenientes del Instituto Republicano Internacional (IRI), de la National Endowment for Democracy (NED), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), etc., subordinándolos a estas organizaciones.

No es despreciable el aporte económico del Instituto Norteamericano para la Paz, el Centro Internacional para el Conflicto No Violento (ICNC) y de Freedom House, que brindan apoyo a los centros donde se preparan concienzudamente, a los futuros CEO, ministros, generales y presidentes latinoamericanos.

Sería injusto dejar fuera de esta lista de preceptores a Open Society de George Soros, –el multimillonario húngaro–, organización que maneja miles de millones de dólares y financia a cientos de ONG que promueven la “lucha no violenta”, es el “tercero independiente” más eficaz en promover y defender el poder global del imperio, tras la fachada de defensa de las causas “justas”.

Esta mega “empresa” es responsable del caos en muchos lugares del mundo su lista de acciones desestabilizadora es larga y su mano “generosa” llega hoy a todas partes.

Los viajes “académicos” de “líderes” juveniles a Europa y EE.UU. se utilizaron para instruirlos en acciones de enfrentamiento a gobiernos no convenientes para Norteamérica y sirvieron además para seleccionar a los mejores elementos y hacerles subir un escalón en los planes de subversión.

El plan es simple, denigrar, calumniar a los “enemigos”, disminuir su autoestima, crear y financiar opositores, fomentar disturbios internos, crear el caos, promover a sus “marionetas” convenientemente camufladas.

Las semillas sembradas durante años eclosionan, quizás con diversos matices, colores y discursos, pero todos coinciden en el mismo objetivo, impedir el triunfo de revoluciones radicales en la región y garantizar la permanencia en el poder de las élites entreguistas, subordinadas al poder del Imperio estadounidense.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Tomado de Cuba en Resumen

Por REDH-Cuba

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