En junio hicimos pública la declaración “Entre Monroe y Ayacucho”, en referencia a los dos proyectos de país que se enfrentarían en las elecciones venezolanas fijadas para el 28 de julio.
Ayer triunfó en las urnas el espíritu de Ayacucho, a pesar de la guerra híbrida de los EE.UU. contra Venezuela y de la incesante campaña mediática en la prensa hegemónica y en las redes sociales. La mayoría del pueblo venezolano votó por Nicolás Maduro, el heredero del Comandante Chávez. Y votó por la continuidad de la Revolución Bolivariana, por la paz y la justicia social.
Sin embargo, el espíritu de Monroe sigue vivo y activo en Nuestra América. Aquel “nuevo fascismo envalentonado y eufórico” que denunciamos el pasado mes de junio reaparece, con algunos aliados repentinos, para sembrar dudas sobre la limpieza de las autoridades electorales venezolanas y solicitar la intervención de la siniestra OEA, siempre dispuesta a legitimar las agresiones del imperio. Nueve naciones latinoamericanas representadas por sus cancilleres se precipitaron, antes del anuncio oficial del Consejo Nacional Electoral, para manifestar una “profunda preocupación por el desarrollo de las elecciones presidenciales de la República Bolivariana de Venezuela” y exigir “la revisión completa de los resultados con la presencia de observadores electorales independientes”.
El presidente argentino Javier Milei fue mucho más lejos en sus declaraciones. Anunció “una victoria aplastante de la oposición” sobre un proyecto que solo ha significado “años de socialismo, miseria, decadencia y muerte”. Y concluyó: “Argentina no va a reconocer otro fraude y espera que las Fuerzas Armadas esta vez defiendan la democracia y la voluntad popular”.
Mauricio Macri, unas horas antes, había declarado la derrota del candidato del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y convocado a las Fuerzas Armadas de Venezuela a «ponerse del lado correcto de la historia y garantizar que se respete la voluntad del pueblo”.
Curiosos demócratas aquellos que no vacilan en proponer un golpe de Estado, en cualquiera de sus variantes, y en servir de coartada y aval al clima de inestabilidad que necesitan la oposición local, la derecha global y el Imperio para destruir la alternativa fundada por Chávez. Pocas veces se ha visto de modo más transparente el secuestro de la palabra “democracia” por sus peores enemigos.
De este modo, se suman al guion diseñado por los laboratorios imperiales, que trabajan para promover todo tipo de planes subversivos contra procesos y líderes asociados a la defensa de la soberanía y la emancipación. Participa de la farsa hasta una patética expedición de expresidentes —encabezada por Fox y Mireya Moscoso— que querían “observar” el proceso electoral de Venezuela.
La maquinaria mediática aplaude frenéticamente con cada nueva adhesión al libreto previsto. El amenazante espíritu de Monroe se hace visible todo el tiempo.
En sus primeras palabras como presidente reelecto, Maduro subrayó que “El fascismo en Venezuela, la tierra de Bolívar y Chávez, no pasará ni hoy ni nunca”.
La Casa de las Américas quiere reiterar hoy sus felicitaciones al pueblo de Bolívar y Chávez y al presidente Maduro por la gran victoria obtenida hace unas horas. Rechaza, además, la escalada injerencista, los planes desestabilizadores en marcha y el empleo impúdico de la mentira. Hoy nos toca defender la verdad y la democracia de Venezuela.
La Habana, 29 de julio de 2024