Desde el origen de los tiempos sucedieron oleadas de invasiones, guerras esclavistas y colonialistas, guerras civiles, guerras de secesión y sucesión y golpes de estado. Se destruyeron civilizaciones y culturas para construir otras sobre los escombros con nuevas reglas. En oposición estallaron guerras de liberación, luchas de clases, revoluciones políticas y sociales. Es la guerra infinita.
En Hiroshima y Nagasaki 300.000 hombres, mujeres y niños fueron quemados por bombas atómicas. Una masiva guerra nuclear destruirá la capa de ozono y matará de hambre a cinco mil millones de personas. El objetivo de la guerra no conducirá a eliminar la guerra, como creía Sun Tzu. También extinguirá la vida sobre la tierra.
La hegemonía de Occidente se expande a través de la dominación económica, política, militar y cultural, controlando un sector considerable del comercio internacional, promoviendo un culto de la masacre y originando una narrativa unanimista a través del monopolio de potentes medios de comunicación. Estados Unidos amenaza con escalar más enfrentamientos militares, involucrando nuevos ejércitos con el apoyo de la OTAN, para vender armas y apoderarse de materias primas y recursos naturales que su voraz apetito demanda.
El imperialismo y el neocolonialismo asfixian las libertades colectivas de los pueblos y profundizan la expoliación y la miseria de cientos de millones de personas, acreciendo los índices de analfabetismo, insalubridad y carencia de seguridad social, envenenando el aire, extinguiendo fuentes de agua y más especies de fauna y flora, destruyendo lenguas y culturas primigenias, y dirigiéndose al final del camino a destruir las culturas y la vida sobre el planeta. Solo un frente mundial como el que están configurando los BRICS, puede afrentar la suprema amenaza de Occidente, enfrentándolo en todos los terrenos para restaurar y proteger la vida y la cultura humana.
El pensamiento sociológico, filosófico y literario ha ilustrado el impacto de la cultura y de la literatura en la sociedad. Las obras de grandes poetas y escritores reflejan la esencia de los tiempos que corren. La Ilíada y la Odisea de Homero encarnaron en su momento el espíritu griego. Dante intentó salvar a la Edad Medio de su infierno cotidiano en la Divina Comedia. Dostoievski y Pushkin expresaron mejor que nadie el espíritu ruso, y acreditando que las obras de los grandes genios son el patrimonio cultural de la sociedad humana. En palabras del poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, la poesía es la única prueba de la existencia del hombre. El lenguaje poético sintetiza la historia cultural y espiritual de la humanidad.
Subsisten dialectos aborígenes que carecen de alfabeto. La tradición oral de múltiples pueblos no ha sido vertida a la escritura. Como sus lenguas, en la memoria de esos pueblos ancestrales se conservan las cosmogonías, las leyendas míticas y las historias de la antigüedad, sin la cuales esos pueblos simplemente desaparecerían. En el origen de sus tradiciones mitológicas y leyendas antiquísimas respira el alma del universo. Es sobre todo en la prodigiosa e incesante actividad creadora del espíritu donde mejor se preserva la intimidad de los seres humanos. El espíritu poético está inmerso en las artes y en las actividades productivas de hombre.
Se han descrito minuciosamente, en interminables investigaciones y obras, los estragos de la guerra, desde los tiempos de Sumeria, que destruyeron célebres culturas, monumentos del arte y civilizaciones de nombres que nunca conoceremos. En el presente, guerras defensivas y de ocupación pueden ser relacionadas con el tema central de este evento. El pueblo palestino está abocado a la pérdida total de sus territorios y a la destrucción de su cultura, mediante el ejercicio sistemático de exterminio que ejercen sin piedad tropas sionistas.
Frente a la continuada masacre en Gaza y Palestina, no hay una iluminada bandera que señale la ruta a la solidaridad material de fuerzas internacionales para defender la soberanía, la integridad territorial y la milenaria cultura de ese entrañable país. En la continuada acción agresiva contra los pueblos árabes parece subyacer un propósito semejante. El saqueo del milenario patrimonio cultural por parte de fuerzas invasoras en Irak y Siria conlleva un interés similar: invisibilizar y desaparecer toda huella de esas culturas en el tiempo, para borrar la memoria de sus antepasados, las raíces y escalones que permitieron a los pueblos agredidos construir sus culturas hacia el presente. Su objetivo es aniquilar los eslabones de la identidad cultural.
La ultraderecha mundial, como expresión política del capital trasnacional, impone una cultura de la masacre y la expoliación que oprime a la sociedad humana. Y es otra cultura, emancipadora y visionaria, la que se opone a la matanza y prevalecerá.
Considerando que hay bienes culturales y artísticos de elevadas cifras, parecería que otros productos artísticos tienen menor valor. Los fascistas atesoran objetos de arte, codiciados en incursiones de saqueo y anexiones de tierras. Sin embargo, ellos no guardan en sus cajas fuertes libros de poesía, ellos los queman. Ellos no tienen ningún aprecio sobre el desarrollo del pensamiento que desenvuelve la sociedad humana para tomar en sus manos el presente y el porvenir. Ellos queman los libros de filosofía y de política rebelde, obras que expresan pensamiento libre. No obstante, no queman los libros científicos, ellos usan a la ciencia y a sus hacedores para asegurar su dominación.
La cultura no es un elemento estático que abre vías a un intercambio pasivo de conocimientos sin horizontes. La cultura es un poderoso instrumento que trasciende las barreras lingüísticas y las fronteras nacionales y que permite comprender la dimensión de las luchas y los logros de los pueblos. Es la suma de creaciones materiales y espirituales en el curso de la evolución de las naciones.
El arte como expresión magna de las culturas, puede custodiarse en lugares seguros. La preservación de las culturas es un deber esencial en el camino de la supervivencia humana. Es impactante para la población establecer contacto con las expresiones artísticas de las sociedades en sus diferentes períodos históricos, pero puede tener una mayor influencia en sus vidas el hecho de que los espectadores no reciban de manera pasiva el influjo de esas manifestaciones. Lo verdaderamente impactante es cómo los pueblos pueden hacer suya la esencia de las culturas humanas y de qué manera se apropian de ese conocimiento que les pertenece y que son parte suya desde sus genes.
El lenguaje y la consciencia interactúan sin tregua, retroalimentándose y esclareciendo el tortuoso momento que afronta la historia humana. Es un nuevo lenguaje el que puede contribuir de forma decisiva a crear una nueva sociedad. No podemos estar de acuerdo en preservar la literatura como espejo del espíritu de la cultura. El patrimonio literario no se conserva en los estantes de las bibliotecas y librerías del mundo, ni en los millones de páginas de internet dedicados a la ficción o la recreación de la realidad de la existencia. La literatura y la poesía son el alma de los pueblos, y es en su sangre, en su memoria y en su consciencia donde resisten.
En la batalla de las ideas, oponemos pensamientos emancipadores a la obsesiva pulsión de destrucción y de muerte de la burguesía, enfrentamos formas liberadoras del lenguaje a grafías del odio, igual que se oponen los símbolos de las libertades en el arte visual al arte decadente y a los signos de sociedades deshumanizantes. La poesía y la literatura no son manifestaciones artísticas que deban guardarse en un depósito ante la evidencia del peligro, ellas combaten y defienden vivamente la cultura humana del peligro de extinción.
El lenguaje contribuye a cambiar la vida. A través de los procesos de cambio de las sociedades, se ha valorado la función histórica de la poesía y la literatura como instrumentos sustanciales de transformación social. Grandes poetas han desplegado sus obras en el ritmo y sobre la ola de los grandes saltos del devenir histórico. La voz de Mayakovski se hizo imprescindible en la Revolución Bolchevique. Los poemas de René Char y Paul Éluard fueron íconos de la resistencia francesa contra los nazis, como lo fueron los cantos de Yanis Ritsos entre los partisanos griegos durante la segunda guerra. Pablo Neruda fue un símbolo de la lucha contra la dictadura militar en Chile. El poeta senegalés Leopoldo Sedar Senghor, primer presidente de su país después de la victoria contra el colonialismo francés, encarnó el espíritu de unidad de los pueblos africanos.
La literatura es reconocida como una carrera o una profesión, los escritores viajan, dan conferencias, reciben títulos y honores, sus libros se reproducen en grandes tirajes. De todas las artes la más invisible suele ser la poesía. Los poetas se identifican con los intereses cardinales de la sociedad humana. No obstante, a menudo los poetas son vistos por algunas personas como seres incómodos, impredecibles y marginales. Es imposible prever a dónde se dirige la obra de un poeta. La poesía es el espíritu central de las artes. Es necesaria al teatro, a la música y al cine. Las artes interactúan sin cesar.
Hay artistas que han elegido el camino de la apoliticidad, hasta que los efectos de la política y las decisiones de los políticos irrumpen en sus vidas de manera abrupta. Cuanto mayor es la afectación, tanta mayor es su reacción a los hechos que los sitian. Vivimos una época cruda y violenta. La historia cotidiana del mundo inunda nuestros sentidos de verdades terribles. La matanza de bebés palestinos es una masacre perpetrada contra la humanidad. La muerte en Gaza es la muerte del mundo. Si los escritores y artistas no toman partido de inmediato por la vida, de manera automática se sitúan del lado de la muerte.
Las culturas están al borde del colapso. Frente al evento de una guerra nuclear, una gran parte de la especie humana perecería durante los primeros días de la hecatombe. No será posible preservar el arte y la cultura de la acción de la guerra infinita, de la fatal llamarada radioactiva. La única vía posible frente al día final es la acción mancomunada de los pueblos, acompañados por los poetas, los escritores, los artistas, los pensadores y los defensores de la cultura. Una acción poética y artística incesante es crucial para la humanidad. porque imprimirá energía para trascender el momento de fatiga extrema de la historia. Las expresiones de diversidad y potente resistencia cultural son activos de la paz.
Para restaurar el espíritu humano, ayudando a florecer el árbol de la especie al que pertenecemos y cuidar a todas las especies vivas, es esencial organizar una revolución espiritual y cultural en el mundo, empleando grandes medios de comunicación global, para construir espacios y atmosferas de diálogo hacia la solución de los conflictos militares, políticos y sociales, subsanando los grandes desequilibrios económicos y ecológicos, desencadenando procesos pedagógicos masivos que permitan el renacimiento y la reconstitución de la humanidad en el planeta.
Estamos a tiempo y es el momento en el que las fuerzas globales de la cultura con el apoyo de los países integrados por los BRICS, contribuyan a defender el patrimonio cultural, artístico y literario de la humanidad, propiciando que los poetas y los artistas como creadores sepan y puedan articular las organizaciones democráticas internacionales de la cultura, para contribuir a defender la vida sobre la tierra, el sueño de la justicia y de la dignidad, mediante un poderoso movimiento contra la injusticia y la desigualdad, por la verdad y la dignidad de la vida. El Movimiento Poético Mundial estará en primera fila de esta batalla.
Es vital que las naciones y fuerzas progresistas agrupados en los BRICS decidan la convocatoria y organización de una conferencia mundial para articular las potentes fuerzas de la cultura. La suma de sus acciones organizadas y acompasadas puede producir un vigoroso impacto político en la sociedad humana a corto plazo en el curso de la actual lucha antifascista.
Es a través del arte y de la poesía que la humanidad puede comprender y transformar mejor su propia naturaleza y el mundo que la rodea. El arte, el pensamiento y la ciencia tienen ante sí una ardua tarea en su camino de alianzas y acciones, para nutrir a la actual generación, destinada a reintegrar la Tierra dentro de sus fronteras biofísicas, promoviendo el cambio del sistema social errático e injusto, para construir una nueva vida, en un mundo próspero y armonioso para todos los seres vivientes.
Un movimiento cultural mundial tiene la misión fundamental de sensibilizar a los pueblos y descolonizar la educación. Los artistas y activistas utilizan sus plataformas para promover la creación de obras y el pensamiento liberador y contribuir a revertir la extinción de las especies, la destrucción de la biodiversidad y el consumismo depredador ¡El aire fresco de una cultura restauradora de la humanidad y de la tierra cambiará el mundo!
Imagen de portada: Tomada de la revista Meu Piauí.