Hay quienes ubican el origen del conflicto en el Medio Oriente en la Biblia. Se habla de causas interreligiosas. Nada más lejos de la verdad. Lo que lleva a pensar a muchas personas a ese criterio, es que el conflicto se lleva a cabo en territorios cercanos a la “Tierra Santa”, cuna de las tres religiones más influyentes del llamado mundo occidental: la judía, la islámica y la cristiana.
En la Ciudad Vieja de Jerusalén confluyen los tres sitios más importantes para esas religiones: el Muro de las Lamentaciones, lugar sagrado para el judaísmo, la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, centro del islam y la Iglesia del Santo Sepulcro, también conocida como basílica del Santo Sepulcro, considerado el lugar más sagrado del cristianismo y ha sido el más importante centro de peregrinación cristiana desde el siglo IV, debido a que, según la tradición, en él se encuentran el lugar donde Jesucristo fue crucificado y su tumba vacía, donde fue enterrado y desde la cual resucitó[1].
En el caso de la mezquita musulmana, “Masyid al-Aqsa”, que se traduce del árabe al español como «la mezquita más lejana», hace referencia al capítulo del Corán llamado «El Viaje nocturno», en el que se dice que Mahoma viajó de La Meca a la «mezquita más lejana» en el año 621 y desde allí ascendió a los Cielos a lomos de un equino alado llamado al-Buraq[2].
El Muro de las Lamentaciones o Muro de los Lamentos, vestigio del Templo de Jerusalén, significa en hebreo «muro occidental». Es uno de los cuatro muros de contención alrededor del monte Moriá, erigidos para ampliar la explanada sobre la cual fueron edificados el Primer y el Segundo Templo de Jerusalén, formando lo que hoy se conoce como la Explanada de las Mezquitas por la tradición musulmana o Explanada del Templo por la tradición judeocristiana. El nombre Muro Occidental se refiere no solamente a la pequeña sección de 60 metros de longitud expuesta en el Barrio Judío, sino a toda la pared de 488 metros, en su mayoría tapada por los edificios del Barrio Musulmán.
De acuerdo con la historia, cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron el templo, sólo una parte del muro exterior quedó en pie. El entonces general Tito dejó este muro para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea (de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones). Los judíos, sin embargo, lo atribuyeron a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío. Los judíos han orado frente a este muro durante los últimos dos mil años, creyendo que este es el lugar accesible más sagrado de la Tierra, ya que no pueden acceder al interior de la Explanada de las Mezquitas, que sería el más sagrado de todos. En todo caso, las oraciones hebraicas frente al muro no se limitan a los lamentos. Se lee el libro de los Salmos y se realizan ceremonias de Bar Mitzva. Alabanzas y peticiones (orales y escritas) son comunes y continuas[3].
Otra de las falacias asociadas al conflicto bélico entre Israel y los pueblos árabes de Oriente Medio, es supuestamente por diferencias culturales en sus raíces históricas. Sin embargo, se desconoce por muchos que comparten el mismo origen regional, por tanto, cultural.
Los semitas fueron un grupo de pueblos del Cercano Oriente (hoy: Arabia Saudí, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Israel y los territorios palestinos) y de África (Argelia, Egipto y Etiopía), en los que según el Antiguo Testamento bíblico fueron descendientes de Sem. Llamado el padre de los semitas, Sem era un hijo de Noé. Él y otros siete miembros de su familia entraron al arca, escaparon del diluvio y vivieron para repoblar la tierra. A través de Sem pasó la línea de descendencia al Mesías, Jesucristo. El bisnieto de Sem, Heber, fue el padre de aquellos que finalmente se llamaron «hebreos», incluyendo a Abram.[4]
También, el Libro sagrado de los Judíos y Hebreos, en el Génesis 10:22 registra que todos fueron hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones» (Génesis 10:23-31). Por tanto, hay un reconocimiento de que compartieron el mismo origen étnico y cultural.
Los descendientes de Sem se extendieron geográficamente desde Lidia (hoy Libia) hasta Siria (el centro norte de la actual Siria), Asiria (hoy, Iraq, Siria y parte de Turquía) y Persia (actual Irán). Actualmente, los miembros de los grupos de idiomas semíticos están dispersos por todo el norte de África y el Medio Oriente.
Hoy en día, el término antisemitismo se ha utilizado para definir «el prejuicio o la hostilidad hacia los judíos como un grupo religioso, cultural o racial». Según la Enciclopedia Britannica, la palabra antisemitismo fue introducida en 1879 por Wilhelm Marr, un agitador alemán que la utilizó para describir las campañas antijudías que estaban teniendo lugar en Europa central en ese momento. En realidad, el término es un error, ya que el verdadero antisemitismo implicaría la discriminación contra cualquier persona de ascendencia semita, incluyendo a los árabes, etíopes y otros semitas.[5]
Es decir, tanto el pueblo judío como el árabe son pueblos semitas, pero, como explicamos, con el paso del tiempo la palabra semita se asoció al concepto de judío.
Quiere decir que, los orígenes del conflicto entre ambos pueblos (palestino e israelí) están en los siglos de segregación, conquista y despojos de esos pueblos por parte de potencias imperiales: desde el Antiguo Egipto, en el siglo IV antes de nuestra era, pasando por Persia, Alejandro Magno y sus sucesores, el Imperio Romano, varias dinastías musulmanas y los cruzados. En la época moderna, la zona estuvo gobernada por el Imperio Otomano y luego por el Reino Unido, hasta la participación en el reparto económico de potencias imperialistas como Francia y Estados Unidos.
La verdad que no se quiere revelar, es que “apoyados” en el legítimo derecho del pueblo judío de tener su propio territorio, las potencias imperialistas de la era contemporánea: Reino Unido, Francia y Estados Unidos (curiosamente miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y responsables de la actuación impune y genocida del Estado de Israel) han decidido, que, para dominar esa rica región geográfica, necesitan de un “gendarme”, de un “matón de barrio”, de una potencia nuclear que haga contrapeso geopolítico a naciones adversarias y “molestas” como Irán, anteriormente Irak, Siria, el Líbano y en un tiempo Jordania.
Para que se ponga fin al sempiterno conflicto, con un consumado y doloroso genocidio del pueblo palestino a cuestas y de decenas de miles de árabes de los países circundantes, es preciso cumplir lo que denunció el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz:
«Cito en primer término al sufrido y valeroso pueblo palestino. Ningún despojo más brutal de los derechos a la paz y existencia de un pueblo se ha cometido en este siglo. Entiéndase bien que no somos fanáticos. El movimiento revolucionario se educó siempre en el odio a la discriminación racial y los pogromos de cualquier tipo, y desde el fondo de nuestras almas, repudiamos con todas nuestras fuerzas la despiadada persecución y el genocidio que en su tiempo desató el nazismo contra el pueblo hebreo. Pero no puedo recordar nada más parecido en nuestra historia contemporánea que el desalojo, persecución y genocidio que hoy realizan el imperialismo y el sionismo contra el pueblo palestino. Despojados de sus tierras, expulsados de su propia patria, dispersados por el mundo, perseguidos y asesinados, los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época.»[6]
» La base de la paz justa en la región comienza por la retirada total e incondicional de Israel de todos los territorios árabes ocupados y supone para el pueblo palestino la devolución de todos sus territorios ocupados y la recuperación de sus derechos nacionales inalienables, incluido el derecho de retorno a su patria, a la libre determinación y al establecimiento de un Estado Independiente en Palestina, de conformidad con la Resolución 3236 de la Asamblea General. Ello implica la ilegalidad y nulidad de las medidas adoptadas por Israel en los territorios palestinos y árabes ocupados, así como del establecimiento de colonias o asentamientos en tierras palestinas y en los demás territorios árabes, cuyo desmantelamiento inmediato es un requisito para la solución del problema.»[7]
Así pensaba el Jefe de la Revolución Socialista de Cuba. ¡Así pienso yo también!
Notas:
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Santo_Sepulcro
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Mezquita_de_Al-Aqsa
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Muro_de_las_Lamentaciones
[4] https://www.gotquestions.org/Espanol/Semitas.html
[5] Ídem al anterior.
[6] Fidel Castro Ruz. Discurso pronunciado en la sesión inaugural de la VI Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No alineados, 3 de septiembre de 1979. http://www.fidelcastro.cu/es/citas-sobre/Palestina
[7] Discurso pronunciado en el XXXIV Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, 12 de octubre de 1979. http://www.fidelcastro.cu/es/citas-sobre/Palestina