A pocas horas de la toma de posesión este 20 de enero del electo presidente de EEUU, Donald Trump, la comunidad internacional permanece muy atenta y alerta ante las decisiones que pueda tomar el más controvertido inquilino de la Casa Blanca, a quien no pocos califican de bravucón.

Lo definen así tanto aliados suyos como adversarios porque Trump es solo valiente en la apariencia, y su actuar es propio de un simulador y de un  actor mediocre que busca llamar la atención.

Las declaraciones en los últimos días del repitente próximo jefe del régimen de Washington confirman su fanfarronería, mediocridad y escasez de credibilidad.

Habló de comprarle Groenlandia a Dinamarca, hacerse con el control del Canal de Panamá, cambiarle el nombre al Golfo de México por de América, e imponerle aranceles superiores a los productos canadienses, entre otras barbaridades.

Además, chantajeó a sus sumisos súbditos de Europa, a los que llamó a contribuir con más financiamientos de sus presupuestos nacionales a la guerrerista Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que siempre ha dirigido EEUU.

Tales afirmaciones del mandatario generaron un tsunami de críticas y respuestas contundentes, pero más que ello una gran incertidumbre acerca de lo que pueda hacer en lo adelante.

Agrava aún más la conducta de Trump el equipo de gobierno que lo acompañará en los venideros cuatro años en la Casa Blanca, conformado por delincuentes de cuello blanco, algunos de ellos incluso vinculados con el terrorismo internacional.

Sobre el nuevo gabinete de Washington, comentarios en América Latina señalaron que es como una de esas películas solo para mayores de edad que contienen violencia, lenguaje de adultos,  sexo, además de drogas, alcohol, corrupción y tiroteos.

Con esos augurios, el regreso del bravucón al despacho oval constituye realmente una seria amenaza, pero sus locos propósitos imperiales no los tendrá tan fácil materializar porque hoy tiene enfrente a un mundo multipolar liderado por las superpotencias de China y Rusia, y otras naciones poderosas aliadas a Beijing y Moscú.

 

 

 

 

 

Por REDH-Cuba

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