Mientras las calles venezolanas se engalanan para hacer realidad el pedido de la mayoría de la ciudadanía, algunos se encaprichan en entorpecer esos gestos de buenos deseos…
Fuente: CubaAhora
“Un nuevo fantasma recorre el mundo: el del auge de la extrema derecha y el ascenso del fascismo que creíamos desterrado a los libros de historia”. Así reza la Declaración de Casa de las Américas titulada: Entre Monroe y Ayacucho, fechada el pasado mes de junio.
El 28 de julio de 2024 Nicolás Maduro obtuvo la victoria en lo que constituyó el proceso eleccionario número treinta y dos en los últimos veinticinco años de historia venezolana.
El 10 de enero de 2025 será el acto oficial de Toma de Posesión, para lo cual desde ya las autoridades venezolanas se han encargado de, junto a las fiestas navideñas y las celebraciones por fin de año, hacer valer la tranquilidad requerida para una Juramentación de tal magnitud.
Entre los retos de un periodista o de un Investigador de las Ciencias Sociales está convertir la subjetividad de lo que indaga o razona en la mayor dosis posible de objetividad, buscando la certeza, lo racional en la conducta, tanto en la propia como en la que se dispone a interpretar. Aunque podamos errar, y ojalá en este caso así sea, circundan indicios que deben llamar cuando menos a la reflexión por su nivel de implicación fascista.
Mientras las calles venezolanas se engalanan para hacer realidad el pedido de la mayoría de la ciudadanía, algunos se encaprichan en entorpecer esos gestos de buenos deseos, tan necesarios para esta fecha. Existe la insistencia de un ex mandatario colombiano en el sentido de que ex presidentes latinoamericanos estarían interesados en acompañar a Edmundo González a juramentarse como presidente de Venezuela el próximo 10 de enero (coincidiendo con la Juramentación de Nicolás Maduro).
Erik Prince, fundador de la organización paramilitar estadounidense Blacwater USA, creada en 1996 y que posteriormente adoptó otros nombres, ha declarado que con cien millones de dólares que se recauden se puede “tumbar” al presidente Nicolás Maduro.
Esa empresa entrena a más de cuarenta mil personas anualmente procedentes de distintas ramas de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, así como de otras agencias de seguridad de varios países. Se presenta en ocasiones como el símbolo de la privatización de las guerras del siglo XXI.
Es actualmente la contratista más importante del Departamento de Estado, presta servicios a la CIA y cerca del noventa por ciento de sus beneficios proceden de contratos con el gobierno estadounidense.
Algunas de sus misiones internacionales han generado controversias debido al daño sufrido por ciudadanos ajenos a una confrontación bélica. En 2007, efectivos de Blackwater ametrallaron a diecisiete civiles inocentes durante la invasión a Irak. El Departamento de Estado encontró contradictorias las declaraciones de los miembros de esa agencia mientras el FBI determinó que catorce de los diecisiete civiles fueron tiroteados a mansalva.
María Corina Machado insiste en que sus Comanditos harán de las suyas nuevamente, y determinados intereses en los Estados Unidos y en la Unión Europea pugnan por reivindicar sentimientos fascistas al más rancio estilo.
Los Comanditos son más de mil micro grupos también con entrenamiento paramilitar causantes de graves daños a las instituciones y a las personas, apenas conocidos los resultados que dieron democráticamente ganador a Nicolás Maduro el 28 de julio.
En claras manifestaciones de rabia fascista, en esa ocasión los Comanditos llegaron a atacar negocios particulares de algunos de sus miembros, además de doce universidades del país, entre ellas la histórica Universidad Central de Venezuela (UCV), treinta y cuatro liceos y otras escuelas, un centro de salud de alta tecnología, seis locales de almacenamiento de alimentos, y once estaciones del metro de Caracas, entre otras manifestaciones violentas.
La oposición venezolana en su inmensa mayoría está en contra de esos intereses agresivos y así lo han reiterado sus principales dirigentes. No obstante existe el peligro latente de que se intente alterar nuevamente el orden, y entonces una vez más se irrespetaría lo decretado por Naciones Unidas y otras Organizaciones Internacionales en cuanto a la defensa de la integridad y soberanía de las Naciones.
No solo la denominada Izquierda o el Progresismo internacional deben desempeñar un papel que conlleve a contrarrestar actitudes agresivas e irrespetuosas para con Venezuela y su presidente electo. No es solo tarea (muy válida) de Frentes o Instituciones, debe ser labor de todo ciudadano honesto, latinoamericano y no, para que primen en la región los intereses integracionistas y de concertación.
Detrás de la pelea contra Maduro están los recursos venezolanos tan disputados, no solo el petróleo, también gas, minerales acogidos en las denominadas Tierras Raras, y otras inmensas riquezas que se obtienen en la codiciada geografía venezolana, unido a la importancia de la nación bolivariana en otros ámbitos, y a su ubicación geoestratégica.
Después del 2015 en que Venezuela fue decretada amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos, más de novecientas treinta y seis medidas coercitivas unilaterales intentaron hundir a la nación bolivariana y a toda su ciudadanía, chavista, opositora, o apolítica; sin distinción alguna.
El ex consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, ha insistido durante años en que los procesos eleccionarios venezolanos no son libres, justos, ni legítimos, que los opositores en Venezuela están en riesgo y por lo tanto es urgente que otros Gobiernos actúen, mientras que el ex subsecretario de estado para asuntos del Hemisferio Occidental, Elliot Abrams, sugirió a las autoridades estadounidenses ofrecer una amnistía a Maduro para que acepte su derrota en las elecciones del 28 de julio. Ambos reiteran públicamente la necesidad de reconocer el triunfo de Edmundo González; y como sus intentos han sido en vano es muy posible que continúen presionando.
Los Medios Sociales digitales, también denominados Redes, se han encargado de validar tanto lo bueno como lo malo. Entre lo negativo han hecho proliferar una guerra por la disputa de sentidos en la que la superficialidad, lo banal prime por sobre todos los elementos objetivos que puedan acompañar al análisis de una situación u acontecimiento, ya sea político, cultural o social.
El colonialismo cultural se ha encargado de que fructifiquen los intereses imperiales sobre el de las naciones que conforman el amplio espectro hemisférico. El poder de la Información ha trascendido a planos nunca antes sospechados, del llamado Cuarto Poder ha pasado a ser parte inherente del Primero, siempre que la información ofrecida obedezca a los intereses oligopólicos de los sectores económicos dominantes en las grandes naciones desarrolladas.
No olvidemos que algunos de esos Medios Sociales puestos al servicio del Fascismo fueron los que se prestaron para llevar a vías de hecho la fase final de la nombrada Operación Libertad, mediante la cual Juan Guaidó alentó la violencia, y mientras ayudaba a escapar al también opositor radical Leopoldo López quien se encontraba en prisión domiciliaria, instó a los militares a rebelarse y tomar las calles en contra del gobierno elegido por la vía democrática.
No es desdeñable que sectores extremistas radicales en la escena internacional, nuevamente apelen a la OEA, clásica receta de intromisión en asuntos internos, para reforzar una salutación a los militares que se rebelen, buscando como en otras ocasiones que la desidia entre los militares sea justificada con el apego a supuestos ideales democráticos.