Intervención de Katrien Demuynck, Coordinadora del capítulo belga de la REDH, en el Panel de la REDH: “La amenaza fascista en el mundo contemporáneo” en la VI Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo – 28 al 31 de enero de 2025


La situación de Bélgica dentro de Europa

Europa se mueve cada vez más a la derecha. En dos Estados miembros de la Unión Europea, Italia y Hungría, la extrema derecha suministra a los primeros ministros: Giorgia Meloni, de Fratelli d’Italia desde 2022, y Viktor Orban, primer ministro de Hungría desde 2010. En los Países Bajos, el Partido para la Libertad, Partij voor de Vrijheid, de Geert Wilders se impuso en las elecciones a la Cámara de Representantes de noviembre de 2023. En Austria, el FPÖ, de extrema derecha, dirigirá el próximo gobierno. En Finlandia, Eslovaquia y Suecia, los partidos de extrema derecha participan en el gobierno. Alternative für Deutschland, AfD, está en alza en Alemania, al igual que Marine Le Pen del Front National – ahora Rassemblement National – en Francia. Al igual que en el resto de Europa, el ascenso del fascismo avanza rápidamente en Bélgica.

En varios Estados miembros de la UE también se observan vínculos directos entre partidos y movimientos sociales de ultraderecha. Un ejemplo es Bélgica, donde el movimiento juvenil flamenco de extrema derecha Schild & Vrienden, el nombre se refiere a un acontecimiento en Flandes en 1302, está dirigido por Dries Van Langenhove, antiguo diputado de la fracción del partido fascista Vlaams Belang, Interés Flamenco.

Bélgica es un país pequeño, el tamaño es la tercera parte de Cuba con 11 millones de habitantes. Es un país federal con una separación de poderes cada vez mayor entre Flandes en el norte y Valonia  en el sur, desde la década de 1970. En las últimas elecciones del 9 de junio de 2024, en Flandes, el partido de extrema derecha N-VA, que obtuvo 23,9% de los votos, y el fascista Interés Flamenco, Vlaams Belang, que obtuvo 22,7% por poco juntos consiguieron la mayoría. En Valonia, el derechista MR logró un 29,6%, y el socialdemócrata PS un 23,2%.  El partido comunista PTB, único partido nacional, ocupó el cuarto lugar, con un 12,1%.

También a nivel federal, N-VA y Interés Flamenco fueron los más grandes, con el 16,7% y el 13,8% de los votos respectivamente. Les siguió el partido de derechas valón Mouvement Réformateur con un 10,3 %. El PTB con 9,9 % obtuvo el cuarto lugar.

En la sociedad belga en los últimos años hemos visto una evolución hacia más represión, repetidos ataques al poder judicial, más racismo e incitación a la xenofobia, fuertes ataques a los partidos de izquierda y a las voces de izquierda, acompañado de un mayor contraste entre ricos y pobres, siempre más millonarios frente a más pobres, y medios de comunicación sociales y corporativos que expresan cada vez más opiniones de derecha y extrema derecha.

Surgimiento de los partidos fascistas y la diferencia entre el norte y el sur

En Flandes, la primera versión incipiente de un partido nacionalista flamenco fue el partido del Frente, Frontpartij, que surgió de la primera Guerra Mundial, injertado en la discriminación lingüística de los soldados flamencos dirigidos por oficiales francófonos. La burguesía belga, incluso en Flandes, hablaba francés.

En los años ‘30-‘40 se produjo el ascenso del fascismo en Alemania e Italia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Bélgica fue invadida y ocupada por Alemania. En Flandes, la sucesora del Partido del Frente, la Alianza Nacional Flamenca, VNV, de Staf Declercq, colaboró con el ocupante. En Valonia surgió el Rexismo de Léon Degrelle, que siguió creciendo con el apoyo financiero de Hitler y Mussolini, llegando a ganar hasta un 20% en las elecciones de 1937. El partido Rex también tenía una sección flamenca y más tarde se incorporó a la Alianza Nacional Flamenca bajo la presión de los ocupantes alemanes.

La represión de posguerra contra los colaboracionistas frenó temporalmente el desarrollo de las ideas fascistas y de sus partidos. Además, la Unión Soviética había desempeñado un papel decisivo en la victoria sobre el nazismo y los logros del comunismo para la clase trabajadora habían llegado hasta aquí en el proceso. Dieron impulso a la militancia de los movimientos sociales y sindicales que en aquellos años, consiguieron forzar importantes mejoras socialeconómicas para la población.

Mientras tanto, en Flandes surgió de la misma raiz de la Alianza Nacional Flamenca colaboracionista un nuevo partido nacionalista flamenco, esta vez con un enfoque social bastante fuerte, Volksunie o Unión del Pueblo. En 1978, apareció una primera división  en el partido Unión del Pueblo: el Vlaams Blok o Bloque flamenco. Con un programa de setenta puntos, ultraderechista y muy radical, que contradijo en muchos aspectos la declaración universal de los derechos humanos.

Además, en Bélgica, en los años ‘80, en plena crisis económica y neoliberalización de la economía, surgió la llamada banda de Nivelles. Esa supuesta banda cometió sangrientos robos arbitrarios en supermercados de varios lugares del país. En el proceso, un total de veintiocho personas murieron y más de cuarenta resultaron heridas. Los asaltos de la banda estaban relacionados con militantes de extrema derecha infiltrados en la gendarmería, con el objetivo de desestabilizar los estados de Europa Occidental. Los crímenes se inscribían también en el marco de la ‘estrategia de la tensión’ llevada a cabo por la red secreta Gladio de los servicios de inteligencia estadounidenses. Se trataba de desalentar la influencia del comunismo en Europa Occidental. Así lo sugiere incluso una investigación del Senado belga. Sin embargo, la investigación sobre la banda de Nivelles fue constantemente saboteada desde las altas esferas y finalmente no condujo a nada. Los ataques indiscriminados de la banda aumentaron la sensación de inseguridad en la sociedad y justificaron una mayor militarización de las fuerzas policiales.

El éxito electoral en 1988 del ultraderechista Bloque Flamenco en Amberes daría lugar al inicio de un cordón sanitario contra ese partido. Cuando este Bloque Flamenco irrumpió en el parlamento el 24 de noviembre de 1991, día que se calificó de ‘Domingo Negro’, ese cordón sanitario quedó oficialmente consagrado. Significó que los partidos flamencos no iban a concluir ningún acuerdo administrativo con el Bloque Flamenco ni iban a llegar a un acuerdo político con ese partido. El cordón sanitario se aplicó tanto a nivel local como nacional. Como consecuencia, el Bloque Flamenco quedó aislado durante su primer periodo de crecimiento a partir de 1991.

En otoño de 2001 se produjo una nueva división en el partido Unión del Pueblo, Volksunie, tras desacuerdos internos sobre una mayor federalización de Bélgica y surge la N-VA, Nueva Alianza Flamenca. Este partido desempeñaría un papel fundamental en la generalización y propagación de la ideología de extrema derecha. La N-VA se convirtió en un importante partido del establishment.

Mientras que Interés Flamenco, Vlaams Belang, como se llama el Bloque Flamenco desde 2004, proclamaba abiertamente opiniones fascistas, la N-VA intentaba mantener cierta distancia con ellas. Ambos partidos se adhieren al nacionalismo flamenco extremo, es decir, a la secesión de Bélgica, mientras que menos del 20% de la población apoya la idea de la independencia de Flandes.

Evolución peligrosa

Como en el resto del mundo occidental, en Flandes la legitimidad del actual sistema económico y político está por los suelos. La mitad de los flamencos dice no confiar en ningún político. El 58% está realmente disgustado con la política, solo el 30% cree que nuestro país está bien gobernado. La extrema derecha flamenca consiguió injertarse en ese descontento, apoyada por redes extranjeras de ultraderecha. Por otro lado, como en otros países europeos, los partidos del establishment han tomado posiciones más de derecha. Para superar a la extrema derecha, empezaron a adoptar sus puntos de vista, aunque estudios demuestran que adoptar o copiar los puntos de vista de la extrema derecha no ayuda a recuperar votantes, sino que en realidad contribuye a legitimar la agenda de estos partidos.

La N-VA, como partido del establishment, se ha convertido en un importante motor de legitimación y normalización de la ideología de extrema derecha. A través del N-VA, el discurso de extrema derecha se filtra a todos los partidos tradicionales. Gran parte de lo que decía el Bloque Flamenco en la década de 1990 se ha convertido en la corriente dominante. La N-VA ya no califica las exigencias del Interés Flamenco, actual nombre del Bloque Flamenco, de antidemocráticas o indeseables, sólo afirma que no son realizables de forma inmediata.

Las banderas del partido fascista Interés Flamenco son omnipresentes y se distribuyen de forma muy asertiva en los grandes festivales o acontecimientos deportivos. Utilizan la bandera de Flandes, sólo que en su bandera el león no tiene garras rojas, sino negras. Mucha gente ni siquiera conoce la diferencia y se deja engañar. Interés Flamenco tiene una milicia y afirma explícitamente tener vínculos con grupos de la Alt-Right dentro de la sociedad, como los ya mencionados Schild & Vrienden.El cordón sanitario contra el Interés Flamenco prácticamente ha desaparecido en Flandes hoy en día. Aunque siguen negándose a cooperar con Interés Flamenco, partidos como el democristiano CD&V y el liberal Open VLD están ayudando a aplicar puntos del plan de setenta puntos en los acuerdos de coalición.

El presidente de Interés Flamenco, Tom Van Grieken, había propuesto una clara «misión 2024»: alcanzar el 50% de los votos en Flandes junto con N-VA, con su partido como partido mayoritario. Ese objetivo se incumplió por poco. Juntos obtuvieron el 46,6% de los votos, con N-VA como mayor partido. A nivel local, el cordón sanitario se rompió en dos municipios, donde gobiernan partidos tradicionales juntos con Interés Flamenco. En un municipio, el Interés Flamenco local gobierna con mayoría absoluta.

La línea que separa el racismo manifiesto de Interés Flamenco y el nacionalismo supuestamente integrador de N-VA es difusa. La Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención de Ginebra son objeto de ataques, incluso por parte de N-VA. Además, los sindicatos están siendo atacados, la sociedad civil se está desmoronando y se endurece la represión contra las protestas.

La mayor diferencia entre N-VA y Vlaams Belang radica en las opciones que deja abiertas sobre quién puede pertenecer a «la nación». N-VA permite que personas de todo el mundo formen parte de la comunidad, siempre que se asimilen plenamente a la identidad del «pueblo originario». Para Interés Flamenco, el origen y la raza determinan la cultura, que no puede eludirse. El programa económico de ambos partidos es neoliberal. Interés Flamenco, mantiene una postura antisindical muy dominante. Nuevo es que la organización patronal flamenca Voka ha empezado hace poco a insistir activamente en la inclusión de Interés Flamenco en el gobierno. Recientemente el presidente de Interés Flamenco Van Grieken y no el primer ministro de Bélgica, fue invitado a la toma de posesión de Trump.

En Valonia, el fascismo no está consiguiendo implantarse por ahora, a pesar de la influencia del Rassemblement National de Marine Le Pen desde Francia. La tradición de izquierdas es históricamente mucho más fuerte en el sur de Bélgica, lo que puede verse, entre otras cosas, en los resultados del PTB comunista, que consiguió ganarse a una parte significativa de la clase trabajadora. Además, el cordón sanitario también resistió mejor en Valonia. Los partidos de extrema derecha y fascistas tampoco tienen voz en los medios de comunicación en esa región. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el pensamiento de extrema derecha está ganando terreno también aquí, lo que se ve en el avance del partido de derecha neoliberal Mouvement Réformateur, que ahora es el partido más grande.

Nos encontramos en Bélgica en un baño que se calienta lentamente pero cuyo punto de ebullición nadie ve venir. Se trata de un proceso complejo. La población tiene siempre más dificultades económicas y sociales debido a las recetas neoliberales utilizadas para hacer frente a la crisis del capitalismo. Cada vez se desmantelan más conquistas democráticas y sociales: se debilita el derecho de huelga mediante la imposición de servicios mínimos, por ejemplo en el sector del transporte. La clase dirigente también quiere imponer personalidad jurídica a los sindicatos para poder perseguirlos. Las organizaciones de la sociedad civil críticas son objeto de recortes financieros mediante la supresión de subvenciones. Mientras tanto, la opinión pública se va ganando paso a paso las ideas de la extrema derecha. La ruptura del cordón sanitario en los medios de comunicación desempeña un papel fundamental. La exposición a los puntos de vista de extrema derecha a través de entrevistas acríticas en los medios de comunicación conduce a una mayor aceptación de estos puntos de vista. Muchas personas están abiertas a la demagogia de extrema derecha porque existe una brecha real entre la población y el mundo político.

Desafíos

Para combatir el ascenso del fascismo se necesita concientizar a la población sobre la ideología real de los partidos fascistas y de extrema derecha, promoviendo la identidad de clase. El descontento popular con el establishment existente está justificado. Es necesario revertir la falta de confianza en la política, lo que no puede hacerse bajo el neoliberalismo. Además hay que reforzar el «sentido común», como lo llamaba Gramsci, mediante la acción y la movilización, es decir, en la lucha, a pesar de que la represión aumenta cada vez más.

En Bélgica hay un actor positivo importante: el PTB, comunista, el único partido nacional que participa a la vida política en ambas partes del país. Este partido trabaja para reforzar la identidad de clase de los trabajadores y se esfuerza por desenmascarar a los partidos fascistas de extrema derecha. Organiza a los trabajadores en grupos de base en los barrios y las empresas, y refuerza el funcionamiento de los sindicatos. El PTB avanza en las elecciones restando votos a la extrema derecha y gana ahora cerca del 10% a nivel nacional, lo que es bastante teniendo en cuenta la campaña de desprestigio antiizquierdista y anticomunista. En Amberes, la mayor ciudad industrial de Bélgica, el PTB se convirtió en el segundo partido en las elecciones municipales de octubre de 2024, con el 20% de los votos, tras N-VA, con el 37%. Vlaams Belang obtuvo allí sólo el 10,6%.

El reto al que nos enfrentamos es enorme. La prioridad y el fundamento es eliminar el caldo de cultivo socioeconómico del fascismo. Restablecer la confianza en la política y las instituciones requiere un nuevo contrato social, con inversión pública en vivienda, educación y servicios sociales. Se necesita más que eso, es solo un comienzo. En cualquier caso, es necesario una ruptura con las políticas neoliberales de austeridad y con prioridades como el aumento previsto de los presupuestos de defensa, precisamente a expensas de los servicios sociales. Actualmente, los partidos tradicionales no consiguen mejorar la situación de la población, por lo que la presión de la sociedad civil, con un papel clave de los sindicatos, resulta esencial. La sociedad civil es crucial para proteger la democracia y garantizar un rumbo social e integrador. Además, hay que seguir luchando contra la extrema derecha y es necesario mucho más activismo de izquierdas en las redes sociales

Por tanto, estan plenamente vigentes las palabras de Graciela Ramírez en el Festival Mundial Antifascista de Caracas: «Al fascismo sólo se le puede derrotar con ideas, verdad y revolución».

 

 

Por REDH-Cuba

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