Autores :
ATILIO BORÓN – ANAÍS ANDREINA PÉREZ PALACIOS – CARLOS AZNÁREZ – CARMEN BOHÓRQUEZ – ENRIQUE UBIETA – FERNANDO BUEN ABAD – GABRIELA CULTELLI – GERALDINA COLOTTI – HELENA SALCEDO – IGNACIO RAMONET – IÑAKI GIL DE SAN VICENTE – IRENE LEÓN – JOSÉ ERNESTO NOVÁES GUERRERO – LAURA TAFFETANI – LUIS DELGADO ARRIA – LUIS BRITTO GARCÍA – MICHELO – TANIA DÍAZ – TXEMA SÁNCHEZ – VERÓNICA DÍAZ
Publicado por La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM)
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Manifiesto de la comunicación. Por Fernando Buen Abad Domínguez
Para cambiarle la suerte a la Cultura, la semiótica, la ética y la comunicación
Diagnóstico
Este Manifiesto de la Comunicación aparece hoy porque importa, más que nunca, organizarnos contra las amenazas y los enemigos: la prostitución imperialista, el “mercado global” de los buitres, la guerra ideológica acompañada con misiles, los mass media y su “opio del pueblo” evangélico y mercantil. Aparece este manifiesto hoy porque la explotación contra los trabaja- dores de la comunicación y contra los pueblos se agudiza y porque hay, más que nunca, lebreles hambrientos, pagados para reprimir, por los patrones neoliberales en fábricas, aulas, oficinas, calles… porque vivimos en una realidad de miseria y barbarie, explotación y alienación donde el arte, la ciencia, la creación, la inteligencia podrían servir a la Revolución con independencia y libertad relativas, contra toda imposición.
Este Manifiesto apunta a un orden nuevo, de abajo a arriba, con organización de trabajadores entusiasmados con dar un estirón fuerte, sensible e inteligente. Entre el mundo burgués y nosotros, los trabajadores de la comunicación; la ruptura está claramente establecida. No podemos engañarnos porque es suicida. Es necesario un golpe letal contra la alienación, la mentira, la deformación de las conciencias, el mercadeo obsceno de las farándulas impunes, la vorágine de los buitres sobre los cerebros de los niños, la prostitución emocional y física de las mujeres, el desparpajo de los machismos discriminadores y racistas, la barbarie rentable de los milagreros mediáticos, curas, candidatos, ejecutivos de empresas…Hace falta una gran revolución cultural, informativa y comunicacional. No adelante de los pueblos, no encima, no escondida… sí al lado de sus mejores luchas.
Padecemos el gran embrollo de las mafias mercantiles transnacionales que secuestraron las herramientas para la producción de la comunicación, y hay que expropiárselas. Porque, entre otras cosas, sirven para censurar y asesinar al espíritu rebelde de los trabajadores y los pueblos, sus creaciones, enseñanzas y comunicaciones legítimas. En general el esmero, detalle, pulcritud y palabrería con que se elaboran los planes y plataformas para la comunicación burguesa, con sus lenguas y sus lenguajes… con los gobiernos al servicio de los monopolios mass media… sirven como púlpitos para todo tipo de clientelismo que extorsiona a los pueblos con todo tipo de jugarretas emocionales y fraudes intelectuales. Golpes bajos. No les faltan especialistas, títulos ni argumentos de clase, son impecables en la logística de las prebendas y canonjías. Son suficientemente escolásticos y eclécticos, y, sobre todo, son eficientemente demagógicos. Rinden informes detallados, hacen pasar por riqueza una red miserable de auto-proclamaciones llenas de aplausos para un rey tuerto que gusta de tragar ojos de súbditos. Algunos ganan premios internacionales.
A la comunicación, que es una de las más importantes conquistas de la humanidad, también le ha ocurrido el saqueo, la malversación, el robo y la censura para beneficio de unos cuantos y la explotación de la mayoría. Muchos de los mejores logros de la comunicación viven secuestrados bajo el imperio de comerciantes que hacen pasar por “logro moral” su habilidad impune de beneficiarse con lo que es propiedad humana colectiva: la producción del pensar y el saber… la comunicación, la cultura y el trabajo. Maquinarias, medicamentos, tecnología, medios de comunicación, pinturas, esculturas, lenguajes… un arsenal de conquistas humanas al servicio de un sector o clase que con violencia administrada (cultura bélica) saquea y destruye las fuerzas productivas a diestra y siniestra. ¿Qué nos falta para trabar tareas creativas y poderosas unidas contra la miseria que nos ahoga? Si los explotados somos mayoría. ¿Qué nos falta para caminar juntos aun con nuestros debates, qué nos falta para derrotar al circo de mentiras “informativas”, y a sus patrocinadores, que no son otra cosa más que barbarie cultural desatada en la ruta de la destrucción de toda fuerza productiva, fuerza creativa, fuerza comunicativa… la fuerza nuestra que, pese a todo, ignoramos tanto? ¿Qué nos falta, acaso comunicación?
¿Qué papel juegan los trabajadores de la comunicación?
Este Manifiesto de la Comunicación es un llamado a todos los trabajadores que la producen en cualquiera de sus especialidades: fotógrafos, intelectuales, camarógrafos, preguntadores, estudiadores y enseñadores; en la radio, la televisión, la prensa… y también en los teléfonos, las carreteras, los medios todos… que sueñan y luchan para transformar el mundo, que anhelan unirse en un frente único mundial por la construcción de una revolución también cultural, comunicacional e informativa permanente. Este Manifiesto aparece en un momento en que el imperialismo neo-nazi avanza, los gobiernos aplican políticas de supe explotación en todas partes. Las dos terceras partes del mundo son colonias. Los rebeldes sobreviven perseguidos, calumniados, encarcelados, o exiliados. Este Manifiesto de la Comunicación aparece con el sueño de organizarnos para ganar espacios en la transformación del concepto comunicación y su práctica, rumbo a la liberación definitiva de la humanidad.
Son nuestras armas… la poética engendrada por la revolución como arma de comunicación, además, el relato de la gesta gracias a necesidades conscientes y a una imaginación colectiva no alienada y en lucha. No son “panfletos”, no son pose o moda progre. Las armas de la Comunicación revolucionaria son relato de una teoría y práctica transformadoras que recuerdan siempre sus objetivos, como un reloj histórico que apunta, con sus manecillas, la hora del triunfo.
Nuestras armas no son distintas a las armas comunes en función revolucionaria. Es decir, el arma no es una representación simbólica de lo que la lucha, y el mundo son; sino herramienta de destrucción-construcción dialéctica bajo la brújula de un programa revolucionario consensuado ampliamente. Tatuado en las armas. Esta idea de revolución unida a la comunicación no es otra cosa que Comunicación al servicio de la Revolución.
En el corazón de la revolución reposa el amor, la poesía, lo maravilloso. La vida no es un fluir lineal predestinado, fluye en estallidos hacia fuera gracias al amor pleno, en todas su expresiones, por eso los modos más elevados de comunicación deben, y son, acción y reflexión en el pensamiento poético revolucionario. Hay que comunicarlo. Para transformar la cultura toda, una y otra son indisolubles. Nosotros no hablamos de hacernos comprender bajo las maneras ordinarias, hablamos de explorar lenguajes nuevos no exclusivos ni excluyentes.
Una Moral de Lucha
¿De qué manera hay que explicar lo urgente que una revolución comunicacional armada, con cuantos medios, sea necesaria para liberar a la humanidad de todo aquello que la hace prisionera en los límites de sus más elementales necesidades? Es necesaria una moral de lucha. No una “moral” normativa y atemporal, no una moral de “sanciones” o de preceptos extraterrestres. No una moral de patrones y de clérigos. Necesitamos una moral de revolucionarios, capaz de poner a salvo nuestro entusiasmo guerrero y nuestras convicciones más hondas y solidarias, es decir, colectivas; y capaz de poner por delante de todo el valor del trabajo, su dignidad y su liberación de todo cuanto lo explota, aliena y brutaliza. La moral de lucha de quien produce comunicación y se entiende como trabajador al lado de los trabajadores.
Moral de lucha de trabajador que entiende su producción sometida a las mismas calamidades explotadoras que padecen todos los trabajadores. Habrá que valerse de cuantos medios se tenga al alcance para garantizar el triunfo definitivo de la humanidad en contra de todas las opresiones. Habrá que disponer de los mejores logros humanos para convertirnos en militantes de la verdad, transformadores revolucionarios de la conciencia para la creación de una sociedad sin clases, sin Estado, sin propiedad privada. Comunicadores sociales militantes en la ciencia, la educación, la tecnología… la poesía, para activar todas las fuerzas sociales en la resolución de los problemas de la vida práctica. El socialismo mismo.
Al lado (o detrás) de millones de obreros que levantan al cielo sus banderas de aurora, la única esperanza, la última esperanza contra el hambre eterna y el descorazonamiento, contra la angustia que cuelga de los pechos. Se trata de una revolución que hallará militantes amantes de la vida, que gozará por todos los poros una música organizadora contraria a lo arbitrario, la estupidez y la gratuidad. Y si logramos esa Comunicación Necesaria, Urgente, de la Revolución (no las de una secta, no las de una imposición dogmática, no las de una burocracia) le daremos otro valor y sentido a otra especie de música intelectual desde el fondo del corazón. Pero hace falta unidad fraternal y crítica que sirvan, sin contemplaciones, para debatir y construir abiertamente, sin excluir los paradigmas que faltaron en muchas discusiones, pensar en conjunto, incluir lo que antes no pudimos, por ignorancia, prejuicio o atraso. Y abrir los temas nuevos, encanarlos colectivamente, fecundarlos y cosecharlos. ¿Será esta la hora? Veremos.
Ganar la comunicación
Denunciemos la barbarie que nos acorrala y devasta, denunciemos los genocidios y la censura donde ocurran. Denunciemos la miseria. Somos testigos, protagonistas y víctimas de una guerra ideológica virulenta empeñada en imponer los valores burgueses más nocivos y aberrantes. Nos falta comunicación para organizarnos y nos falta organizarnos para ganar la comunicación. Comunicación transformadora que expanda e inaugure visiones, y conciencia de una humanidad sin clases, sin Estado, sin propiedad privada. Comunicación magnética que encienda todas las máquinas amorosas para la resolución de los problemas en la vida práctica, armada también con poesía, para liberar a la humanidad de todo aquello que la aprisiona en los límites de sus necesidades más elementales.
La comunicación es un hacer social que para movilizarse requiere coincidencia, asunción de riesgos, superación de problemas, programa y evaluación permanente. Un proceso inatomizable. Comunicarse es un trabajo y el trabajo mismo es comunicación. En esto radica la necesidad inobjetable de mantener clara la relación del trabajador de la Comunicación con lo que produce y en qué estado se encuentra su relación con lo producido y con el conjunto de las relaciones sociales de los demás trabajadores en lucha o no. Esta es una valoración inexcusable que permite reconocer problemas y tareas en condiciones de urgencia evidente. En nuestros días es necesario sembrar la Comunicación Revolucionaria por todas partes, impulsar lenguajes y “puesta en común” nuevos hasta que el espíritu alcance la idea permanente de la necesidad revolucionaria, en el sístole y el diástole, donde se pondrá en marcha la unidad, no uniforme, de todas las categorías poéticas. Comunicación hecha por todos, no por uno.
Revolución de la Comunicación y Comunicación de la Revolución
Como es imposible crear, por ejemplo, el ALBA de la Cultura y la Comunicación por decreto y de un plumazo, como eso no será tarea de pocos, acordemos mantener el sueño bien puesto al correr la legua (y la lengua) de nuestras luchas y contar a cuántos trabajadores nos sea posible, de la manera más fiel y verdadera. Qué clase de pretensión anida en ese sueño quijotero que no tiene dueño ni debe tenerlo, que no tiene límites, que no tiene santorales ni catedrales. Tiene lo que debe tenerse en estos casos, tiene un lenguaje que narra con símbolos propios el ascenso de la conciencia que hace posible imaginar semejante integración latinoamericana y mundial, el lenguaje propio de imágenes propias que resemantizan todas las luchas y las revoluciones todas, y especialmente las revoluciones en la cultura y la comunicación.
Sólo nos falta estar a la altura de los obreros para recuperar, como ellos y con ellos, la cultura y la comunicación. Hablar entonces sin miedo del socialismo, hablara los cuatro vientos, comunicar libremente, sin miedo, cómo hay que construir, entre todos, el socialismo. ¿Podríamos apresurarnos? Todo es posible en este mirar sencillo la comunicación y la vida, nada será lo mismo. Esta comunicación revolucionaria teje ya su mañana. Se trata del estado superior de la humanidad con sus medios y modos de comunicación en desarrollo dialéctico destrabada de sus anclas capitalistas… con su “álgebra profunda” libre. Su realización purificada y purificante…la alquimia materialista del ser dialéctico. Terminada la causa de las heridas que nos atan las alas, liberada la magia poética que limará los barrotes y hurtará la llave de los sueños encerrados bajo una certeza de raíces en cielo rebelde… la comunicación será estrategia de la vida, producción humana monumental que escampará horizontes, revelará territorios, expandirá el deseo. No hay tiempo que perder.
Lo mejor es organizarse, no amontonarse: unidad no es uniformidad
No soñemos con una comunicación plena y libre en una sociedad partida en clases y enferma. Soñemos la transformación de la sociedad y además la transformación de su cultura, su comunicación y lenguajes. No se puede (o debe) pensar la comunicación, la cultura y los lenguajes al margen del estado que guarda objetivamente el desarrollo de las fuerzas productivas. No se debe pensar el trabajo de expresarse libremente (incluido el de la cultura, el arte, la filosofía…) sin los trabajadores, sus circunstancias, las calamidades que los marcan y también sus potencialidades revolucionarias objetivas. No hay tesis coherente sobre la comunicación, si se omiten las condiciones concretas donde se produce y de quienes la producen. Pero no para hacer triunfar intereses individuales, sino para cambiar la vida, las estructuras sociales y la realidad del individuo.
En todos sus significados la producción des alienada de la Comunicación revolucionaria, con sus lenguajes no alienados y no alienantes, supone la lucha por el trabajo no alienado y la posibilidad de participar libremente, y mundialmente, en la transformación de la sociedad toda. Supone un pie de igualdad en las condiciones de su producción, un acceso irrestricto a las herramientas de producción y la construcción de espacios, medios y modos para la exhibición libre de las propuestas y logros. Pero especialmente supone conciencia de las necesidades, puesta en programas legitimados colectivamente, para una comunicación no sectaria, no iluminista y no burocrática de la creación y recreación de la cultura. Sólo organizados, los trabajadores podremos avanzar en esta lucha.
Ya hemos visto que la Comunicación se usa como “Caballo de Troya”. En las escuelas, los espectáculos, los círculos intelectuales y científicos… para desembarcar ejércitos ideológicos y doctrinas domesticadoras que “elevan” el espíritu de los pueblos y lo alejan de esos de hábitos “ignorantes” que afean el decorado burgués. Ya hemos visto, bajo todas sus variantes, el ataque modelizador de conductas que se visten con lentejuelas “cultas” para esconder discursos donde sólo los valores dominantes tienen cabida. Ya hemos visto el circo oligárquico de los empresarios que ven en la comunicación ese toque de “gran estilo” que hace pasar por “culto” cualquier ardid para llenar teatros, hoteles, aviones… destinos turísticos. Ya hemos visto lo que las burocracias son capaces de hacer con la comunicación para hermosear, con dádivas tramposas, el ejercicio de su poder y de sus presupuestos.
Consejo Consultivo
Sobre la necesidad de un Consejo Consultivo Latinoamericano en materia de comunicación no alienada con 13 tareas concretas. Sin un diagnóstico contextuado, amplio y profundo, sobre las implicaciones económicas, culturales y políticas de la educación dominante en materia de “comunicación”… sin oponerle estrategias y tácticas de transformación consensuada; es imposible dar el menor paso hacia la asunción de tareas correctas dirigidas a la emancipación total de los trabajadores, los docentes y los estudiantes de comunicación: La lucha contra la alienación. Marco General: Es necesario acaso un Movimiento Consultivo Internacional Revolucionario que contribuya, no burocráticamente, a fortalecer metodologías concretas en la producción simbólica del imaginario revolucionario, el papel de los medios en la lucha contra la alienación mediática.
Una corriente incipiente, nada nueva, recorre el mundillo de la comunicación. Es una corriente de insurrectos no uniforme, no uniformada, que rema contra corriente esquivando sanciones, despidos, amonestaciones y descalificaciones que suelen imponer los “patrones”. Hay peligros y persecuciones, de todo tipo, al acecho tras las puertas de las aulas, las oficinas, los baños… hay “orejas” y “espías” voluntariosos atentos a “denunciar” todo lo que suene a “zurdito”, “rojo”, “rebelde”, “marxista”… cualquier queja, propuesta, observación, crítica, diagnóstico… que no coincida con el modelo de perfección patronal, enciende de inmediato las sospechas y los riesgos. Hay una corriente en pie de lucha contra eso, con resistencia, con oposición, y organización de importancia mayúscula.
Abrir los libros en todos los sentidos para ver cómo se reparten los puntos y los ascensos, las vacaciones, las becas, los apoyos didácticos. Cómo se negocian las investigaciones, las citas mutuas, cuántos puntos vale, cuánto vale asistir a congresos, cursos, postgrados… abrir los libros y sacar las cuentas en público y sin concesiones. Bonito lío. Es una lucha añeja. Tarea de los trabajadores. Una asamblea mundial y crítica con trabajadores delegados de los movimientos más avanzados, marcaría rutas muy claras. ¿Por qué no?
Derecho a la información y a la comunicación
No hay libertad social sin producción libre (revolucionaria) de la información, la comunicación y la cultura. Todas las relaciones sociales son, además de muchas otras cosas, intercambios febriles de información y comunicación. De punta a punta, en los extremos e intersticios de la lucha histórica entre clases, desiguales y combinadas, la información y la comunicación han sido consustanciales de la vida social. Con sus medios y mediaciones, virtudes, deformaciones y atrasos. Nuestro problema central frente a los mass media es, (además de su realidad odiosa como monopolios), su tableteo alienante y sus galimatías tecnológicos, ¿cómo expropiarlos y convertirlos en herramientas para la libertad y el desarrollo de las mejores fuerzas creadoras conscientes de sí? ¿Tenemos derecho?
Nuestro problema no es sólo identificar los males, nuestro verdadero problema es resolverlos científicamente, poéticamente… y cómo facultarnos para estar a la altura de las circunstancias dialécticas que las sociedades imponen hacia su liberación definitiva de toda esclavitud. Nuestro problema radica en atizar los amores, sea cuales fueren, suficientes y dinámicos para emprender la ruta pasional de una Comunicación enamorada de la Revolución permanente. Nuestros problemas son filosóficos y metodológicos, teóricos y prácticos (sin separarlos), saber qué hacer y cómo hacerlo sin traicionarnos; a sabiendas o no. Saber y hacer… hacer para saber. Y nos asiste la razón jurídica de la “Utilidad Pública”, en comunicación más que en otras actividades productivas. A la defensiva y a la ofensiva, contra el empirocriticismo, contra el neoliberalismo y contra el desánimo.
Cada fábrica, tierra, actividad laboral cualquiera, debe abrirse con furia, con nuestros motivos, profundos y pesados, por el vórtice y el vértigo, nuevo y eterno, contra un mundo esclavizante que nos ata los cascabeles de la explotación más infernal cabalgando a lomos de sollozos resignados. Va siendo la hora de rescatar el trabajo y la comunicación de ese mundo mutilado donde nos desgarramos, va siendo la hora de pegar un salto grande hacia la Revolución del Trabajo y de la Comunicación, de una vez por todas, que cambie el mundo… que cambie la vida. La revolución hecha por todos. Acordemos hacerlo juntos. Tenemos derecho pleno.
Usar la ley
Toda ley es objetivamente insuficiente si no pertenece a una lucha y un movimiento social que la sostenga. Una Ley de Comunicación será insuficiente sin un movimiento social capaz de abandonar la idea de que la comunicación es sólo cosa de los “medios” y sus “dueños”. Una Ley de Comunicación será letra muerta sin un movimiento mundial que analice minuciosamente los rincones más inopinados, donde las relaciones sociales requieren una transformación profunda de sus relaciones e intercambios informativos y de Comunicación. Una ley de Comunicación será carne de buitres, palabrería de leguleyos o cementerio de voluntades si no se integra al armamento social contra las opresiones. Incluidas las laborales, las ideológicas… Información y comunicación no son sólo “medios”. Son ideas y fuerzas.
Aunque en la concepción burguesa de la comunicación se den cita enunciados con apariencia “pluralista”, “democrática” e incluso “revolucionaria” es necesario establecer que en una sociedad dividida en clases el debate sobre la comunicación es ineludiblemente un debate de clase. No sólo un debate de “leyes”. La comunicación no es un acontecer abstracto que puede despegarse de las condiciones concretas y las necesidades colectivas, laborales. La Comunicación sólo se desarrollará sobre sus mejores conquistas, dialéctica y colectivamente, cuando la sociedad logre su emancipación definitiva. Y permanezca armada para defenderse. Ninguna ley está por encima de esto.
Hay que decirlo en los talleres de artesanos, en los laboratorios científicos, en los centros de investigación, en las panaderías… hay que decírselo a los albañiles; y en las escuelas, institutos de dramaturgia y teatro, escuelas de arte, cine, atriles, caballetes, muros… a los profes, a los espectadores y a todo mundo: los demagogos de la comunicación se santiguan con sus sueldos y se sienten satisfechos por “llevar comunicación y cultura al pueblo” gozan orgásmicamente cuando el jefe les da una palmadita en la cabeza y les aumenta alguna ganancia económica o política. Mueven la cola complacidos con su esperpento ideológico… su “Comunicación” de élite triunfante, que sólo sirve a algunos elegidos. Millonarios.
Hay que erradicar todo modelo de élite con el que muchos leguleyos “planifican y programan” leyes a espaldas de quienes producen verdaderamente la comunicación.
Algunos acuerdos para pronto
Acordemos luchar contra quienes consienten que la comunicación sea sometida a disciplinas incompatibles con la libertad humana y la libertad de sus medios; ratifiquemos nuestra voluntad deliberada de atenernos a la fórmula: toda la libertad en Comunicación revolucionaria. Coincidamos en que bajo las condiciones actuales de genocidio, en todas sus formas, la tarea suprema de la comunicación, el arte, la ciencia y el pensamiento…es participar consciente y activamente en la preparación de la revolución. Acordemos que ni científicos, ni intelectuales, ni artistas pueden servir a la lucha emancipadora; a no ser que estén subjetivamente penetrados por la necesidad revolucionaria organizada, social e individual, que traduzca el sentido y drama de la revolución en sus nervios, para que procure libremente dar una encarnación artística, científica, comunicacional etc. a su mundo interior y exterior. Coincidamos en no someternos a burocracia o secta alguna. No aceptar la felicidad por etapas o en un solo país. No esperemos de la burguesía, de las burocracias, las sectas y del estalinismo nada que no sea execrable.
Es necesario que se sepa, es necesario que alguien lo diga con voz de mariposa milenaria, profeta de constelaciones, mientras bailamos sobre el azar de la vida y empezamos los años y los siglos nuevos como cascada épica sobre el cielo. Después de tantos siglos, y más siglos, andará por la tierra la comunicación revolucionaria con miríadas de frases proféticas que se convertirán en constelaciones. Como una ruta hacia el horizonte de la revolución ahora luciérnaga-volcán del futuro donde los astros crujirán las entrañas y el cielo cruzará la garganta del poeta que lo toma por asalto. Desafiaremos al silencio incluso con blasfemias y gritos hasta que caiga el rayo ansiado de esa alquimia de Comunicación revolucionaria que nos llevará al otro lado de la periferia consciente e inconsciente… Sonora como el fuego de una orquesta de sirenas. Como cuna de todas las lenguas nuevas de donde salga una flecha contra la barbarie, higiénica, limpia, entre ruinas de humanos en los mercados plantados de preceptos. Comunicación revolucionaria para escuchar la elocuencia de las estrellas y la oratoria del árbol, del alma y la luna almendra.
Darse prisa, darse prisa
Están listas las semillas y esperan una orden para florecer por su escalera proletaria antes del viaje al cielo. La comunicación revolucionaria hace temblar a la licantropía con sus garras viento. No hay tiempo que perder, conocemos el camino sin límites obediente al instinto de los sentidos. En el tapiz del cielo se juega nuestra suerte y urge tomarlo por asalto. Un cortejo de horas golpea el futuro, se juega el alma, la suerte vuela todas las mañanas, con los ojos llenos de fusiles, al refugio del cielo. La comunicación revolucionaria tiene los pies atados a su estrella propia que plantará continentes sobre los mares. Lo aprovechable, sólo lo aprovechable para la vida que preparan los obreros con sus astros sonrientes de color mundo y carne.
Catarata de libertad y río lleno de corazón sobre la tierra pájaro celeste, tras los barcos magnéticos de las comunicaciones que tienen sombra de astros. Comunicación que tiene fuego de rayos e incendios para que no se congele la lengua, comunicación con imanes para el alma de luz y cascadas lujosas. La Comunicación revolucionaria será música de espíritu, cítara plantada en el cuerpo que estallará en luminarias dentro del sueño. Comunicación revolucionaria mojada en mares no nacidos como un combate de estrellas y veleros que parten a distribuir el alma rebelde por el mundo. Verdaderamente no se puede jugar con la comunicación.
Sin comunicación puede suceder que, si sólo sabemos los lenguajes, nada tengamos que decir. Hay que estudiar los lenguajes todos mientras se estudian otras cosas, no en lugar de estudiar. La Poesía revolucionaria se baña en algún piano donde brotan las comunicaciones como recuerdo de música en el silencio. Al salto magnífico de lo cuantitativo y lo cualitativo hacia su desarrollo en contra de todo lo que lo frena. Lúcido y alerta, sale, después, a enfrentar un paso nuevo. Lo más importante radica en que es ineludible semejante experiencia, plena de emoción, que no dejará de expresar su campanilleo misterioso, ya que, efectivamente, la humanidad comienza a auto-pertenecerse. La comunicación revolucionaria tiene un mirar de vértigos. Alborada que borda certezas sobre el cielo que tomará por asalto y del que todos tomaremos tinta sin nombre.
Fecha de Inicio: Hoy
Y la tarea primera sigue siendo contribuir, sin dogmas, con la organización revolucionaria como un telescopio que apunta a la cola de un cometa infatigable. No hay puerta de salida sin la revolución y sin su comunicación. La unidad producirá grietas al fondo del infortunio, del tiempo y de nosotros mismos… por ahí se filtrará, a través de todos los espacios y todas las edades, el viento de la revolución que se enredará en la voz contra esta noche fría, de gruta, en huesos de miseria. ¿Eso es poco? Desorganizados somos como un barco que se hunde y apaga sus luces en las aguas de la impotencia, mientras, los perros burócratas ladran a las horas que se nos mueren.
Coincidamos en unirnos en un Frente Mundial Revolucionario, con lugar para disentir y construir. Frente que sea frente y no espaldas de algo o alguien. Frente que no nos diluya, que no nos corporativice. Frente para no dejar de ser lo que pensamos y somos y para dejar de serlo sólo si lo deseamos y lo acordamos. Frente para ganar, no para que nos ganen. Frente para acompañar la Revolución obrera y campesina, no para ilustrarla ni usufructuarla. Frente para la unidad no para la uniformidad. Frente confiable, no rentable.
Coincidamos, porque es posible, para lo inmediato y lo mediato. Para lo de hoy y lo de siempre. Por lo legal y por lo legítimo. Por la esperanza y por la panza. Por la dignidad y por la espontaneidad. Por el humor y por el amor. Por el salario y por el ideario. Esta revolución será indómita o será nada. Revolución, fuerza capaz de llevar en sí la única compensación perfecta a las miserias que soportamos.
Nada de esto es mucho pedir. Aguardamos la hora en que la humanidad entera, sea por las razones que sea, se decida a dictar la orden para su liberación definitiva, con sus mejores armas y sus causas justas. Aguardamos sin distracción y con intervenciones. Aguardamos con paciencia y con urgencia. Aguardamos enamorados y esperanzados. Aguardamos en acción y sin desbocarnos. Aguardamos en la hora prima, tercia, sexta, nona y en maitines también. Aguardamos la coincidencia, la organización y la movilización. Aguardamos con un ojo al gato y otro al garabato. Nada de esto es mucho pedir.
La revolución, el acto de amor, el acto de poesía y el acto de comunicación no son incompatibles. El amor como forma superior de la comunicación. La puesta en común. El “ismo” de lo común. Algo que tenemos en común es la lucha añeja por la liberación humana, y eso es un amor longevo. La comprensión de esta premisa complementa toda nuestra táctica y estrategia… mostrar al amor como una ceremonia (un lenguaje) que no se realiza a espaldas de la sociedad y que es una necesidad primordial para que la vida se dignifique en y con la lucha. Forma superior de la comunicación. Lucha en primera y última instancia con amor revolucionario en un mundo en transición hacia un amor revolucionario permanente. El amor es, en nuestra definición guerrera, reconocimiento de la revolución en la persona amada, es la libertad, es ceremonia, purificación y piedra de fundación: el misterio de la persona libre. La poesía y la comunicación tienen un lugar en el lecho como el amor. Sus sábanas deshechas son la aurora de las cosas. La comunicación revolucionaria se hace en los bosques y en las fábricas, en las escuelas y en los límites. Debe tener todo el espacio que necesite.
Para preguntar por la hora de la revolución, la humanidad debe preguntar por sí misma. Entonces otro mundo puede nacer de la contradicción entre lo que vivimos y cómo queremos, debemos, merecemos vivir. Puede nacer una revolución ahí donde la conciencia se disponga a evitar toda caída en la miseria del mundo. Eso será también poética y comunicación revolucionaria que, de la teoría a la práctica, y viceversa, contribuya objetiva y subjetivamente en la destrucción del imperio burgués y al ascenso del espíritu libre; hacia una humanidad plena. Seguramente, lo que no avance con la revolución terminará disecado en alguna vitrina de la historia, acaso como testimonio de lo que hubo de morir para que naciera lo nuevo. Y la poesía no está exenta de semejante dialéctica. Esa frase, la frase revolucionaria, parecerá en un instante casi atrevida como el cristal. Aparecerá como un lenguaje nuevo de guerra poética, que no podrá entenderse más que hundiendo sus raíces en el humus revolucionario de los obreros y los campesinos para nacer como una planta nueva siempre. Grabemos rápidamente tal frase en la memoria, y, cuando nos dispongamos a pasar a otro asunto, el carácter orgánico de la frase retendrá nuestra atención. Y entonces poblaremos su vientre con una militancia nueva que se prolongará en la sangre a que responderemos sobre el surco de un arado de luz y ojos enaltecidos. En el examen de la historia no sólo hay que saber, sino que hay que saber de una cierta manera poética… comunicativa. Tiemblen farsantes, uno conoce muy bien sus estrategias. Estamos en pie de guerra con nuestro cielo lleno de estrellas que esperan convertirse en Comunicación revolucionaria, con salpicaduras de astro que sopla sobre el pecho montañas a la altura de los deseos. El entusiasmo intacto. Vivitos y coleando. Nos daremos la vida, desde esta muerte que nos dan y contra ella, si juntamos todas las frases revolucionarias, si las organizamos, aquí y allá, para tomar el cielo por asalto, hoy cercado con balas.
Fernando Buen Abad Domínguez. Doctor en Filosofía. Rector Internacional de la Universidad Internacional de las Comunicaciones. Integrante de la Red en Defensa de la Humanidad
La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM)
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