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Lo grave de que un guión se repita es que revela la falta de imaginación del libretista o del productor. En cuanto un país desarrolla cierta coherencia –política, cultural, económica- se le requiere subordinación total. Si se niega, vienen bloqueos; si éstos no lo derruyen, llegan extorsiones coercitivas unilaterales; si no resultan, se lo acusa de peligro mundial porque supuestamente piensa, espera, planea, desea, imagina o sueña tener armas de destrucción como las de sus agresores: obvio motivo para aniquilarlo. Es la misma melodía desde las inexistentes “armas de destrucción masiva” que se invocaron para destruir Irak, o las alucinatorias “bases terroristas” que las fake news inventaron en Margarita.
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Aparte de aburrida, la farsa tiene dos graves defectos: sólo puede ser representada en un mundo unipolar y requiere la progresiva inmolación de los aliados que la representan. La unipolaridad sólo admite cómplices subordinados o muertos. Estados Unidos dispone de 5.580 ojivas nucleares; según su Nuclear Energy Institute para 2023, además tiene 94 reactores nucleares activos, que producen 18,2 % de la energía que consume. La restante procede en un 68,3 % de combustible fósil, 10% del viento, 5,6% es fotovoltaica, 5,5% hidroeléctrica (https://www.nei.org/resources/fact-sheets/u-s-nuclear-plants). Con sólo el 4,2% de la población mundial, la potencia norteña es el mayor consumidor de energía planetario, con 16% del total mundial, e, importa un tercio de la que consume. A esta masiva concentración de la expoliación y el consumo de energía se la llama Unipolaridad. La una depende de la otra.
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¿Con cuál derecho, moral, ética o fundamento se opone Estados Unidos entonces a que otro país intente desarrollar energía atómica con fines pacíficos? Irán, que suscribió el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, se somete a periódicas y minuciosas verificaciones de la Comisión de la Energía Atómica de la ONU en tal sentido. Ninguna de ellas ha revelado el menor intento de desarrollo de una sola arma nuclear. Según Thierry Meyssan, lo que investiga Irán es la producción de energía mediante fusión nuclear. Estados Unidos avanza desde 1997 un proyecto paralelo, que tras un cuarto de siglo y la inversión de 3,5 billones de dólares apenas produjo energía equivalente a un décimo de kilo de dinamita. No es como para justificar la inmolación de un país (https://www.nytimes.com/2022/12/13/science/nuclear-fusion-energy-breakthrough.html).
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Pero la farsa unipolar requiere monopolio de la energía nuclear y de la potestad de exterminio. Por ello Israel (que sí tiene armas nucleares y no ha firmado el tratado contra su proliferación) añade a su tarea de exterminar Gaza la de liquidar Irán invocando imaginarias “armas de destrucción masiva”. La información cómplice repite que la agresión es contra “instalaciones nucleares”, como si se tratara de destruir arsenales de bombas, como los que sí tiene Israel, y no equipos para fines pacíficos, como los que construye Irán.
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Pero una cosa es asesinar niños, mujeres y civiles desarmados y otra enfrentar a un país que ejerce el derecho a defenderse. La agresión israelí recibió una respuesta contundente. Sus superdotados servicios de inteligencia ignoraban lo que cualquier niño sabe: que a un país de 9 millones de habitantes y 22.153 km2 le es difícultoso controlar militarmente a otro de 92 millones de personas y 1.648.195 km2. Y sobre todo, desconocían qué es un proyectil hipersónico y qué le pasa a quien ataca a un país pertrechado con ellos.
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Hay una sola explicación para la prepotente estrategia de Netanyahu. Es la de un hijito de papá que arma una trifulca en un bar y llama desesperado: Papi, papi, hay unos chicos malos a quienes estoy buscando pelea, ven, mátalos a todos y no olvides repartirme sus bienes. Pero papi tiene bastantes problemas propios y está quizá cansado de sacar al hijito malcriado de pleitos inoportunos que culminan en guerras desastrosas. Ganas le deben haber dado a Trump de, como a Zelensky, cobrarle a Netanyahu el colosal monto de la “ayuda” que Estados Unidos ha aportado a Israel para malquistar a Estados Unidos con todo el Medio Oriente. Esperemos con calma: todo es posible.
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Preguntémonos cómo ha funcionado la multipolaridad en el presente conflicto, que es como preguntarnos si ella existe. Ni la Federación Rusa ni China ni Pakistán ni Yemen enviaron tropas o bombarderos, ni intentaron protagonizar la mediación. Exigieron en la ONU un inmediato cese al fuego, y es probable que los rusos hayan tenido que ver con el diluvio de proyectiles ultrasónicos que pulverizó el invulnerable “domo de acero” hebraico.
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Irán, lejos de amedrentarse, replicó demoledoramente al asalto israelí, amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, y atacó bases estadounidenses en Qatar y Siria. No tuvo que buscar demasiado; Estados Unidos ha cercado con bases militares y “presencias” todo el Medio Oriente: 2 en Egipto, 3 en Siria, 1 en Jordania, 2 en Irak, 5 en Kuwait, 2 en Arabia Saudita, 1 en Bahrain, 1 en Qatar, 2 en los Emiratos Árabes Unidos, 1 en Omán. Este formidable ejército de ocupación no le sirvió a Trump más que para implorar un “cese al fuego”, que Irán condicionó al inmediato cese de la agresión de Israel, el cual no tardó.
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Según Ruel F. Pepa dicha tregua “es una bandera blanca que anuncia la silenciosa rendición de Estados Unidos e Israel. Señala que, tras años de escalamiento de tensiones y presión militar, el actual balance de poder en el Medio Oriente ha variado en formas que ni Estados Unidos ni Israel pueden permitirse ignorar” (Globalresearch.ca/ceasefire-not-peace-strategic-surrender/5892522?__cf_chl_tk).
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No sólo la dupla Estados Unidos-Israel no puede darse el lujo de ignorar el cambio en la región cuya energía fósil mantiene funcionando el planeta. Tampoco el BRICS la OPEP, la ONU, la OTAN, el AUKUS, el ASEAN, la UE, el G-20, el G-7, ni MERCOSUR, ni UNASUR, ni la CELAC, ni el ALBA ni Venezuela pueden fingir ceguera o sordera. Todo país con coherencia interna, decidido a mantener su identidad y la propiedad social sobre sus recursos naturales, y que para ello establezca inteligentes alianzas multipolares, sobrevivirá a la agresión unipolar y vencerá a pesar de ella.
Fuente: Blog del autor