El pasado año, por esta fecha y en esta misma sección, nos referíamos a la valoración y significado que tuvieron y tienen para la historia de Cuba, de América y del mundo las acciones del 26 de julio de 1953 cuando aquel puñado glorioso de jóvenes, organizados y encabezados por Fidel Castro, atacó los cuarteles militares de Santiago de Cuba y Bayamo con el fin de ocuparlos convocar y armar al pueblo y desatar la acción popular que, una vez victoriosa, permitirán poner en práctica el programa político, económico y social de redención nacional, “de los humildes, por los humildes y para los humildes”, sintetizada en el Manifiesto que debía radiarse en esos momentos y Fidel expondría meses después ante el tribunal, bajo el nombre hoy conocido mundialmente de ·”La Historia me absolverá”.

A partir de aquellos acontecimientos, todo cambió. Cuba nunca más volvió a ser la misma. La sangre generosa de los héroes y mártires del 26 de julio y días subsiguientes, de los torturados y asesinados cruelmente tras ser hechos prisioneros, pasó a engrosar los anales patrios, no quedó jamás olvidada y cimentó el camino de lucha hacia el futuro,

No fue por tanto, solamente un golpe de acción violenta o militar, sino un preludio para la decisión de las masas populares armadas no solo materialmente sino armadas en primer lugar de las ideas contenidas en aquel Programa emancipador y de justicia social que los llevó al combate.

Tras la victoria revolucionaria del 1º de enero de 1959, -culminación de aquella larga y dura epopeya,- ese Programa fue cumplido y aun sobrecumplido, como nunca lo había sido en la historia política de la nación cubana, plagada de frustraciones y engaños.

Como señalamos anteriormente y reiteramos hoy, la acción del 26 de julio y su Programa fueron la plasmación directa del ideario martiano, con métodos nuevos de organización y ejecución, combinando sabiamente, -como hizo Martí,- la guerra de pensamiento con la lucha armada, la estructura clandestina a la vinculación con las masas y la emigración, la influencia sobre la opinión pública  mediante la prensa propia y ajena tanto de la isla como del extranjero,- y gran sentido de la amplitud y la unidad de fuerzas afines.

Como también le ocurrió a Martí, no todos comprendieron enseguida la verdad y el valor de esas ideas y fue necesario poco a poco ir abriendo el camino de la comprensión, y la certeza de tales métodos y objetivos, que en su momento irradiaban novedad  y aportes sin precedentes,

En su esclarecedor e importante artículo aparecido en 1961 en la revista “Fundamentos”, con motivos del VIII Aniversario y así titulado, Raúl Castro ofrece detalles y juicios oportunos sobre aquel acontecimiento y sus consecuencias, de las que fue protagonista excepcional.

Por supuesto, el 26 de julio de 1953 no puede quedar solo como material de estudio o conmemoración, hay que cumplir inexorablemente su legado glorioso y su herencia eterna, fieles a su carácter como Día de la Rebeldía Nacional.

 

 

 

 

 

Por REDH-Cuba

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