Entramos en un mundo multipolar, desafiados por la visión unipolar de Estados Unidos. En este contexto, América Latina y Brasil ocupan un lugar importante en el debate geopolítico. Aquí residen los elementos esenciales que garantizan la continuidad de nuestra civilización y nuestra vida. Tanto Trump como China, en una disputa, los han puesto bajo su mirada codiciosa.
En cuanto al aumento de aranceles, no se trata solo de una medida muy personal de Trump, sino de todo un sistema que ve al Sur global como una amenaza para el dólar y la hegemonía estadounidense. El aumento de aranceles a Brasil pretende servir de lección para toda América Latina y para los BRIC, en sumisión a los intereses imperialistas. Brasil, como ningún otro país, se opone soberana y serenamente a esta pretensión imperialista de alineamiento e incluso sumisión. ¿Qué queremos, en definitiva? Queremos la América Latina y el Brasil que soñamos. El gran sueño es este:
Ante todo, no queremos una América Latina ni un Brasil como otros siempre han deseado: una fábrica permanente del capitalismo en sus diversas formas históricas, un espejo de las metrópolis, un eco de la voz de los amos del mundo, una neocolonización, una exótica porción del mundo donde habitan pueblos indígenas, pueblos ancestrales, loros y el infierno verde.
En particular, queremos una América Latina que recupere el significado original del nombre con el que la han llamado quienes la han habitado durante milenios: Abya Ayala, que significa Tierra Madura. Este nombre es profético para todas las tierras. Todas ellas deben madurar aún más para que la Tierra, como planeta, se convierta verdaderamente en Abya Ayala, la Tierra Madura, para ser el hogar común de todos los humanos, unidos entre sí y con todos los demás seres de la naturaleza, como se afirma en la Carta de la Tierra (2003: Preámbulo) y en la encíclica del papa Francisco Laudato Si´s: Sobre el cuidado de la casa común (2015). Queremos una América Latina y un Brasil que sean una América indo-afro-asiática-latinoamericana, un lugar donde seguramente se está llevando a cabo el mayor experimento histórico de sincretización de todas las razas. Porque representantes de casi todas las razas humanas han llegado a esta parte de la Tierra. Representantes de 60 pueblos diferentes han llegado solo a Brasil.
Aquí, en los trópicos, emerge una civilización tan sincrética como la naturaleza misma, con raíces multiculturales, un anticipo de lo que la humanidad debería ser, unificada en un solo planeta con la conciencia de un destino común. Se asienta sobre una base ecológica prometedora: la mayor biodiversidad de la Tierra y los mayores recursos hídricos del planeta.
Queremos una América y un Brasil que hagan de su patrimonio natural e histórico una ofrenda de esperanza y el sueño de una humanidad más unida, más tolerante, más respetuosa de las diferencias, más benévola y más espiritual. Sudamérica es un continente místico. La realidad se vive imbuida de energías divinas que acompañan al ser humano en su camino, dándole sentido de trascendencia, cordialidad, humor y ligereza.
Queremos una América y un Brasil que consideren a la Tierra como la Pacha Mama, la gran Madre, la Tierra sin Males y la Gaia de los hombres modernos, y que la respeten y veneren como se venera y respeta a la propia madre.
Queremos una América y un Brasil donde los seres humanos, hombres y mujeres, se sientan hijos e hijas de esta gran Madre y se esfuercen por vivir en sinergia y hermandad, el ideal andino del buen vivir y la convivencia.
Queremos una América que ya no se sienta como América, sino como la Tierra misma, que ha llegado aquí a esta conciencia universalista, cargada de fraternidad y del deseo de construir una sola historia: la historia de la humanidad que ha encontrado el camino de regreso a su patria común, al planeta Tierra, tras milenios de dispersión entre continentes, estados-nación y las fronteras de las culturas. Ahora es el momento de construir nuestra Casa Común. Queremos una América y un Brasil que vean a sus pueblos como tribus del único pueblo de la humanidad, la especie del homo sapiens sapiens, en sintonía con otras especies en la misma aventura histórica y cósmica en este planeta: una fraternidad universal y terrenal.
Queremos una América y un Brasil que se sientan bajo el arcoíris de la nueva alianza (un contrato social planetario) que los humanos están estableciendo entre sí, una alianza de coexistencia en sinergia, en compasión mutua y por los demás seres, convergentes en la diversidad y diversos en la unidad, un arcoíris que simbolice la alianza permanente de Dios con todo lo que existe y vive, para que nunca más se repitan las devastaciones de las inundaciones naturales e históricas, sino que todos vivamos siempre más y mejor.
Esta América y este Brasil solo serán uno de los nombres de la Tierra si nosotros, sus hijos e hijas, asumimos este llamado y vivimos conforme a este imperativo. Es la Tierra misma la que habla y nos llama a través de nosotros para que inauguremos esta nueva fase de la historia planetaria. Ojalá este sueño ancestral, soñado por Bolívar, José Martí y Darcy Ribeiro, se haga histórico mientras aún estemos a tiempo y si no sucumbimos al calentamiento global ni a ninguna otra tragedia de proporciones planetarias.
Leonardo Boff escreveu Habitar a Terra, Vozes 2022; Brasil:Concluir a refundação ou prolongar a dependência? Vozes 2018;Terra Madura, Planeta, São Paulo 2023.
Fuente: Blog del autor