Venezuela representa uno de los ejemplos más claros de cómo el imperialismo estadounidense continúa amenazando la soberanía de los pueblos que eligen un camino alternativo al capitalismo neoliberal. Nacido de la Revolución Bolivariana e inspirado en principios de justicia social, el proceso venezolano ha garantizado al pueblo conquistas fundamentales: alfabetización masiva, acceso gratuito a salud y educación, políticas de vivienda y alimentación para los sectores más pobres.

A pesar de ello, el país ha sido constantemente agredido por una guerra económica y mediática sin precedentes. Embargos, sanciones financieras, campañas de desinformación e intentos de golpe han tratado de doblegar a Caracas a la lógica de Washington. Venezuela ha sido atacada no porque no sea democrática, sino precisamente porque ha elegido serlo de una manera que rompe con los modelos impuestos por Estados Unidos.

Luciano Vasapollo, economista y experto en procesos revolucionarios latinoamericanos, subraya cómo las agresiones contra Caracas tienen un carácter claramente político: “Venezuela ha sido castigada por Estados Unidos por atreverse a construir un modelo social alternativo al neoliberalismo, basado en participación popular, redistribución de los recursos y soberanía nacional”.

La campaña contra el gobierno bolivariano, según Vasapollo, forma parte de una estrategia más amplia de dominio:
“Estados Unidos no tolera que un país del Sur global se emancipe de su control, defendiendo el derecho de los trabajadores, los pobres, los campesinos y los indígenas a una vida digna. Por eso utilizan todos los medios – sanciones, bloqueos, amenazas militares – para desestabilizar y derrocar gobiernos legítimamente electos”.

La paradoja es que Venezuela, a pesar de ser acusada de ser una “dictadura”, continúa realizando elecciones monitoreadas por observadores internacionales y promoviendo procesos de democracia participativa inéditos en el continente. El verdadero escándalo, entonces, no es la supuesta falta de libertad, sino el coraje de un pueblo que quiere decidir autónomamente su futuro.

“Venezuela es hoy una bandera de resistencia – afirma nuevamente Vasapollo – porque demuestra que otro mundo es posible. A pesar de los sufrimientos causados por el asedio económico, el pueblo venezolano defiende con orgullo su revolución, consciente de que se trata de una batalla no solo nacional, sino universal contra el imperialismo”.

Venezuela, por lo tanto, no es una “amenaza” para la seguridad de Estados Unidos, como afirma la propaganda, sino para su hegemonía. Es la prueba concreta de que un sistema político basado en justicia social e igualdad puede resistir y consolidarse. Y es precisamente esto lo que el imperio no puede aceptar.

Según el profesor Vasapollo: “Un ejemplo de respuesta por parte del internacionalismo del Sur global es el pluripolarismo, también con la elección política de una ética revolucionaria. Así se concreta el rechazo de la dictadura cultural, es decir, de la ideología del capital, que en el pensamiento gramsciano y martiano podemos ver como conflicto en la violenta dialéctica de la contraposición con un internacionalismo de clase; donde se reconoce universalmente a la clase de los excluidos, de los hijos de los explotados, como el pueblo de la nueva humanidad. Hoy, a los grandes históricos revolucionarios de la descolonialidad, Martí y Gramsci, añadiríamos sin duda a Bolívar, Guevara y a los dos comandantes eternos Fidel Castro y Chávez: recuperar hoy su pensamiento es importante, en cuanto batalla por la liberación antiimperialista”.

Una operación psicológica en el Caribe: William Serafino explica la estrategia de los espejos

“En una atmósfera de creciente tensión, las voces de un supuesto despliegue militar estadounidense en el Caribe, frente a las costas de Venezuela, siguen circulando con insistencia. Sin embargo —señala el politólogo venezolano, analista e investigador en el campo de la geopolítica, William Serafino—, el hecho de que estas noticias no hayan recibido ninguna confirmación oficial, ni del Pentágono ni del Comando Sur, revela una posible y sofisticada operación psicológica. Detrás de esta cortina de humo, cuya eficacia reside precisamente en la falta de claridad, se esconden objetivos muy precisos, destinados a ejercer presión tanto sobre el nuevo Gobierno de Trump como sobre la propia Venezuela”.

En efecto, observa el politólogo, “es un juego de espejos que se sustenta en la contradicción. Mientras las instituciones militares mantienen un silencio inusual para una operación de tal envergadura, figuras políticas como el senador Marco Rubio impulsan públicamente una narrativa beligerante, sin aportar ninguna prueba concreta. El momento de esta maniobra es, cuando menos, sospechoso. La narrativa se desarrolla en un momento en que el Congreso está en receso hasta septiembre, lo que facilita las maniobras políticas sin contrapesos institucionales, permitiendo influir en la opinión pública sin un debate formal”.

Pero, ¿cuáles son los objetivos reales detrás de esta estrategia? “En primer lugar —enumera Serafino—, la operación busca presionar a Donald Trump para que adopte un discurso más agresivo y una postura beligerante hacia Venezuela. En esencia, se intenta empujar al Presidente hacia una línea de acción que quizás aún no ha definido del todo. En segundo lugar, la amenaza de una intervención militar, aun manteniéndose en la sombra, crea un ambiente ideal para la desestabilización interna del país sudamericano, a través de tácticas no convencionales como ciberataques y sabotajes, evitando así los costos y riesgos de una acción militar abierta. Finalmente, un clima de tensión de este tipo sirve para blindar las sanciones económicas vigentes y bloquear de raíz cualquier posible intento de diálogo entre Estados Unidos y Venezuela”.

Este juego de ambigüedad, concluye el politólogo y experto en geopolítica venezolano, “es una estrategia orientada a generar miedo e incertidumbre, justificando la adopción de medidas coercitivas que eluden la necesidad de una acción militar directa. Es una lección de cinismo político, donde la amenaza implícita se convierte en un instrumento más eficaz que la fuerza explícita”.

La respuesta de la Asamblea Nacional y del Gobierno de Caracas

El miércoles, la Asamblea Nacional venezolana inició una sesión extraordinaria, presentando un borrador de acuerdo para apoyar y defender la soberanía, el territorio, las instituciones y la paz de Venezuela frente a los recientes ataques de la Casa Blanca contra el presidente constitucional Nicolás Maduro.

El proyecto de acuerdo, basado en el artículo 111 del Reglamento Interno y de Debates de la Asamblea, busca reafirmar la integridad territorial y la autonomía de Venezuela contra las injerencias externas, fortaleciendo las instituciones del Estado y garantizando la seguridad nacional.

La Asamblea Nacional aprobó el borrador de acuerdo, reiterando su apoyo al presidente Nicolás Maduro frente a las recientes acusaciones de Estados Unidos que, sin pruebas, intentan vincularlo con el narcotráfico y que siguieron al anuncio del despliegue de una fuerza aérea y naval en el Caribe, supuestamente para combatir este flagelo.

El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, afirmó en el hemiciclo que “no existe país con más victorias contra el narcotráfico que Venezuela” y denunció la voluntad de Washington de destruir a los países que defienden su independencia. Señaló el apoyo que el presidente Maduro ha brindado a los venezolanos en el exterior y expresó la convicción de que la unidad nacional es fundamental para enfrentar los desafíos actuales.

“Nosotros, 30 millones de venezolanos, estamos obligados a defender esta tierra sagrada, este cielo sagrado, nuestros mares y nuestros ríos”, afirmó Rodríguez, advirtiendo que la seguridad de todas las Américas está en riesgo debido a las políticas de la élite gobernante estadounidense, que, según dijo, está interesada en promover la violencia en la región.

“No hay país que en términos porcentuales haya tenido una incautación más elevada de cocaína y marihuana en 2025 o en 2024”, repitió Rodríguez, quien aseguró que el primer logro de Venezuela en este ámbito fue la expulsión de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos —a la que calificó como “el principal narcotraficante del planeta”—, un evento que tuvo lugar en 2005, durante el mandato del presidente Hugo Chávez.

Rodríguez cuestionó el empleo de una fuerza aeronaval en el Caribe para combatir el tráfico de drogas, cuando se sabe que el 90 por ciento de la droga enviada a Estados Unidos, el principal consumidor mundial, sale a través del Océano Pacífico desde naciones como Ecuador y Colombia. También solicitó una ofensiva diplomática parlamentaria para ayudar a los representantes de otros países a comprender el peligro que se cierne sobre Venezuela y toda la región debido a la agresividad de la élite en el poder liderada por Estados Unidos.

El proyecto de acuerdo busca fortalecer las instituciones del Estado y garantizar la seguridad nacional, reafirmando la integridad territorial contra las amenazas externas.

Por su parte, Diosdado Cabello, ministro para la Justicia, Seguridad y Paz, subrayó el trabajo realizado por los agentes de policía en todo el país para garantizar la paz y la tranquilidad de todos los venezolanos.

Desde el populoso sector de El Guarataro, donde acompañó al Presidente de la República, Nicolás Maduro, el ministro destacó la importancia del logro de coordinación entre las fuerzas policiales, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y la población para garantizar la seguridad en cada rincón del país. “Quiero expresar el reconocimiento que usted (Presidente Maduro) le ha dado a nuestros agentes de policía porque están en alerta todos los días y ahora tenemos una coordinación especial con nuestras Fuerzas Armadas; nos movemos juntos”, observó.

Al respecto, subrayó que, ante las recientes amenazas, esta fusión entre el Pueblo, las Fuerzas Armadas y la Policía garantiza que “quien se meta con nosotros nos encontrará unidos y unidos con el Pueblo, unidos con las Fuerzas Armadas y unidos con la Policía por la defensa y la paz de todos”.

Rita Martufi y Salvatore Izzo

Fuente: Faro di Roma

Por REDH-Cuba

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