Hay cuestiones por la importancia vital que entrañan para los directamente implicados en ellas que fuerzan a uno en un principio a guardar silencio.
Tal es el caso de la propuesta de Mister Trump, Netanyahu y otros, a Hamás, al Gobierno de Palestina y al pueblo palestino, para poder alcanzar la paz en la Franja de Gaza.
De la forma que originalmente fue anunciada por Mister Trump y su aliado incondicional sionista, lucía como un ultimato no apto para negociarse.
Aunque, algo ha cambiado. Según los informes de la prensa Hamás se ha pronunciado favorablemente a la propuesta de paz, a salvo de algunas imprecisiones importantes por aclarar.
Tiene que ser verdaderamente terrible para la luchadora Hamás, estar confrontada con este dilema: -la gloriosa resistencia, o la alternativa de no saber qué le espera a ese abnegado pueblo con semejantes condiciones para poder lograr la paz-. Han sido terribles los sufrimientos del pueblo palestino viviendo en Gaza, durante los últimos dos años, bajo el embate criminal de las Fuerzas Armadas sionistas. El cual aún en estos momentos perdura. Son más de sesenta y siete mil muertos, cientos de miles de discapacitados, más todos aquellos miles que están desaparecidos. Sin que se nos olvide la desesperante hambre y todas las otras desgracias; la abrumadora mayoría de las víctimas siendo niños, mujeres y ancianos. Hemos sido testigos de un espantoso holocausto.
Esta horrorosa situación me hace recordar vivamente lo sucedido al pueblo cubano al finalizar la última de nuestras guerras por la independencia de España al finalizar el siglo XIX. Cuando otro maldito renacuajo estadounidense, Leonardo Wood, el Interventor, imperialista, engreído y prepotente, le dictó -en inglés también- a nuestra Asamblea Constituyente, otro ultimato, éste sin derecho al más mínimo cambio: la Enmienda Platt; frustrando nuestros sueños y sacrificios de treinta años de arduo batallar por nuestra independencia. En aquel momento Cuba era un país desbastado por una guerra destructora. Cuando entonces no tenía millón y medio de habitantes -la mayoría de ellos famélicos; acabado de padecer la infame Reconcentración ordenada por el criminal Capitán General español Valeriano Weyler, cuyo objetivo era exterminar lo más posible la mayoría de su población campesina la cual supuestamente le prestaba ayuda a los miembros del Ejército Libertador cubano. En comparación Estados Unidos tenía entonces una población que excedía los setenta y seis millones de habitantes. ¿Qué podían hacer los cubanos ante esta cruel y desconcertante situación?
Salvando la distancia del tiempo, encuentro similitudes entre las dos situaciones. Aunque hoy los palestinos, particularmente los que viven en Gaza, están acompañados por la inmensa mayoría de la humanidad y sus gobiernos. Los genocidas de allá y de Washington lo saben.
Ahora, todos, los buenos y los malos, tienen que hilar muy fino.□
Brigada Antonio Maceo
6 de octubre, 2025
La Habana