Hace varios días el régimen del presidente Donald Trump informó públicamente que destinaría a Cuba ayuda humanitaria para los habitantes del oriente de la isla caribeña afectados por el potente huracán Melissa, hasta ahora sin concretarse.
Por supuesto que era de esperar que Washington pregonara el supuesto envío a los damnificados del reciente ciclón que azotó a la mayor de las Antillas, y en la práctica no lo materialice, teniendo en cuenta la agresiva conducta de la actual administración de la Casa Blanca, que supera con creces las de otras predecesoras.
En declaraciones a la prensa, esta semana, el viceprimer ministro cubano y titular de Comercio Exterior, Oscar Pérez-Oliva Fraga, expresó que nada se ha recibido del gobierno de EE.UU., a diferencia de alrededor de 30 países del mundo y de agencias del sistema de las Naciones Unidas (ONU) que sí están apoyando al pueblo del decano archipiélago del Caribe.
La solidaridad es una palabra inexistente en el diccionario de Trump y de su secretario de Estado, Marco Rubio, quienes persisten en asfixiar a su vecina isla con el arreciado bloqueo económico, comercial y financiero que se prolonga por más de 60 años, pese a ser condenado reiteradamente por la comunidad internacional en la Asamblea General de la ONU y otros organismos globales.
Precisamente, Cuba acusó hace pocas horas a la Casa Blanca, y particularmente a Rubio, de dirigir y financiar acciones especulativas contra su moneda nacional (el peso) para conseguir depreciarla cada vez más con respecto al dólar, actuar que calificó de terrorismo financiero.
La guerra sin cuartel de EE.UU., que es sustentada al mismo tiempo por severas y continuas campañas mediáticas, daña todas las esferas de la sociedad de la nación antillana, y es sin duda alguna el principal obstáculo para su desarrollo.
El objetivo de siempre de Washington ha sido destruir a la Revolución cubana, y dar al traste así con su ejemplo de resistencia, dignidad y solidaridad.
Vuelven a chocar con la misma piedra los gobernantes del imperio del norte, que mientras hoy no cumplen con su anunciada ayuda, al mayor archipiélago caribeño le tienden la mano numerosos países y pueblos.
