Vueltas y revueltas que tiene la historia. Memorias que se concentran en números que designan días, años, meses y que coinciden en las coyunturas definitorias. Son marcas en el calendario donde gracias al destino, los astros, las energías o la voluntad de los seres humanos -según creencias- se juntan varios hechos que hablan de la genética libertaria del aguerrido pueblo de Venezuela, de su inquebrantable decisión de autodeterminación y del calibre de sus líderes, aquellos hombres y mujeres que vieron más allá de la comodidad de sus fronteras y llevaron la libertad hacia el continente. Ejemplo de una fecha epicentro, fecha ojo del huracán en varias tormentas, una memorable, donde a lo largo de la historia han concurrido sucesos: el día 9 de diciembre.

El sol de la mañana del 9 de diciembre de 1824 salió temprano a calentar la Pampa de Quinua en la sierra central del Perú, para iluminar la batalla que llevaría por nombre “Ayacucho” por suceder a 37 kilómetros de la ciudad del mismo nombre. Un enfrentamiento que supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que seguía en América y consuma la victoria republicana de todo un continente.  Y mientras el ejército español aún se daba a la fuga, el General Antonio José de Sucre, líder indiscutible de la batalla, escribe al Libertador lo siguiente: “Los últimos restos del poder español en América han expirado el 9 de diciembre en este campo afortunado de Ayacucho. Tres horas de un obstinado combate han asegurado para siempre los sagrados intereses que Vuestra Excelencia se dignó a confiar al Ejército Unido.”

Y precisamente un día 9 de diciembre, pero de 1825, para celebrar un año de las victorias que aseguraron la independencia del Perú y el nacimiento del proyecto bolivariano de unidad continental, Simón Bolívar entrega en un acto público en la ciudad de Lima, una espléndida espada al Gran Mariscal Antonio José de Sucre, en reconocimiento por su papel en la Batalla de Ayacucho. La pieza de oro y joyas es una de las dos armas obsequio del pueblo peruano a ambos generales venezolanos por su papel en la lucha por la independencia.

Paso de hoja a otro suceso -uno menos festivo, otro más bien nefasto- sucedido en diciembre del año de 1902, cuando 15 unidades de la armada inglesa atacan por sorpresa y sin ninguna declaración de guerra a naves venezolanas en el puerto de La Guaira y hacen desembarcar a sus tropas invasoras. Fuerzas alemanas se juntan a la agresión: asaltan barcos de vapor y embarcaciones en Guanta y en la Isla de Trinidad. Entre los días 12 y 13 de diciembre una expedición allana el Fortín Solano de Puerto Cabello y dos días después la armada italiana se une al festín. De los tres grupos invasores, los ingleses son los más previsivos; donde llegan se atreven cambiar la bandera venezolana por el estandarte inglés. El 22 de diciembre el vicealmirante Archibald Lucas Douglas, a nombre del imperio británico, publica en el diario El Heraldo de La Guaira una asombrosa información: «Por la presente se notifica que un bloqueo ha sido declarado para los puertos de La Guaira, Carenero, Guanta, Cumaná, Carúpano y las bocas del Orinoco, y se hará efectivo desde y después del 20 de diciembre…».

¿Cómo qué unas potencias imperiales van a bloquear, secuestrar propiedades y mandar en tierras de Bolívar? ¿Quiénes son para tumbar las banderas venezolanas? ¿Cómo el pueblo va aceptar la injerencia imperialista en la administración de los recursos de la Patria? Cipriano Castro, presidente de Venezuela pronuncia una impactante proclama como respuesta el día 9 de diciembre: “¡La planta insolente del Extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!” y las calles se llenan de manifestantes prestos a alistarse para luchar por la defensa de la soberanía nacional. El doctor José Gregorio Hernández figura entre los primeros. Castro en un gesto libertario, enarbola la espada del Perú, arma que perteneció a Simón Bolívar. Con ella encabeza una manifestación que llega hasta el Panteón Nacional y rinde honores al Libertador. En el Diario caraqueño “La prensa” del 15 de diciembre de 1902, quedan registradas sus palabras: “En este recinto sagrado no se puede mentir y yo juro que esa espada, que [despertó] fulgores en manos de nuestro Libertador para legarnos la Independencia, la Libertad y la seguridad nacional, espada que se desenvaina hoy para conservar y [defender] La obra de nuestros antepasados, no se desnudará después que hayamos dado el ejemplo que se espera de nosotros, para derramar sangre hermana en nuestras luchas intestinas …”

Hoy Venezuela se encuentra cercada y amenazada militarmente por las tropas del imperio estadounidense que pretenden arrebatarle su petróleo. Y hoy como en el año de 1902, el pueblo venezolano salió masivamente a alistarse, presto a defender su proyecto de nación, su soberanía en la gestión de los recursos y sobre todo listo a reafirmar su inquebrantable independencia de toda dominación extranjera.

Y en uno de esos torbellinos de la historia, los hilos invisibles vuelven a entretejerse en sucesos y simbologías cuando este 25 de noviembre de 2025, un presidente de Venezuela vuelve a empuñar la espada de Bolívar y vuelve a levantarla como señal de su firme decisión de defender a Venezuela por sobre toda amenaza imperial.  En un acto para conmemorar el Bicentenario de la entrega de la mencionada Espada del Perú al Libertador Simón Bolívar, por parte de la Municipalidad de Lima, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro hace nuevamente el gesto de empuñar este poderoso objeto de memoria. Maduro invoca el gran poder simbólico que tiene la espada con la fuerza que su antecesor y maestro de lucha le enseñó.

El 29 de febrero del año 2004, en Caracas, en respuesta a las amenazas imperiales de los Estados Unidos, el comandante Hugo Chávez habla en representación de su pueblo libre y soberano: “Bueno, bastante montaña hay aquí.  Yo les voy a decir algo, bastante sabana hay aquí, bastantes islas hay aquí, bastante selva hay aquí, bastante tierra hay aquí. Y Saben una cosa, bastante pueblo hay aquí. Y saben otra cosa, bastantes cojones hay aquí para defender esta tierra, para defender esta patria de cualquier intruso que pretenda venir a humillar la dignidad de esta tierra sagrada de la Venezuela de todos nosotros ¡carajo! Y saben otra cosa, bastante historia hay aquí, bastante heroísmo hay aquí (…) Pero esta patria es libre, y seguirá libre, para nuestros hijos, para nuestros nietos y para las generaciones que vienen en lo adelante…”

Fuente: TeleSur

Por REDH-Cuba

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