El pensamiento político de Fidel Castro Ruz y los clásicos del marxismo. Por Oneyda García Hernández

La necesidad del estudio del pensamiento de un líder revolucionario como Fidel Castro Ruz y seguidor de las ideas de Marx Engels y Lenin, resulta incuestionable, sobre todo en las circunstancias especiales por las que atraviesa el país en que arriesga formas anteriores en pos de una oportunidad más para el desarrollo ansiado por la población. El riesgo consiste en que se pone en peligro, una vez más, lo logrado en materias tan elementales como la seguridad de la vida, la educación de alto nivel, la asistencia médica con sentido humano y otras conquistas del período revolucionario, que deben mucho a la forma en que el líder de la Revolución concibió y realizó el proceso en su conjunto. Conocer en su esencia el pensamiento que dio origen a esta revolución socialista a tan corta distancia del centro de poder económico, político, militar más grande del mundo contemporáneo, es garantía de continuidad para la dirección del país. Pudiera parecer que la tarea de su investigación está bastante adelantada por la cantidad de trabajos que se han escrito acerca del tema, pero un acercamiento preliminar arrojará la problematización natural en la que se debe mover la reflexión en busca de un resultado científicamente provechoso.

También es válido mencionar a nuestro Apóstol José Martí, quién también tuvo estrecha relación en algunas aristas del pensamiento, de las que Fidel Castro Ruz toma como paradigma a los clásicos del marxismo y a nuestro José Martí. Según Plá-León (2019) se refirió a que las ideas de ambos intelectuales tienen puntos de contacto. En el pensamiento martiano, por ejemplo, hay una carga ética de fuerte inspiración estoica que no se aprecia en el pensamiento marxista-leninista, el cual daba a la ética un segundo lugar en la teoría que fundamentaba la revolución social que preconizaba.

 En el marxista-leninista se privilegia la clase obrera, exactamente el proletariado industrial, como la clase dirigente de una revolución social contra el capitalismo, mientras que Martí tenía ante sí la tarea de una revolución anticolonial, y los proletarios entraban aquí como una fuerza más de apoyo a la lucha, pero no la principal. El partido de Martí era una amalgama de fuerzas sociales unidas por la sola misión de darle a Cuba y a Puerto Rico la independencia; el partido marxista-leninista a mediados del siglo XX se trataba de una organización clasista de sólida disciplina, con un propósito definido de cambio social.

No debemos obviar otras corrientes de pensamiento en un análisis de la configuración del pensamiento de Fidel Castro. Pueden haber pesado, además, el humanismo –que en la época postulaban corrientes como el existencialismo, opuesto al marxismo en la consideración del hombre como individuo y no como ser social–, la ilustración –que marcó hasta el último momento de su vida su visión de la formación del hombre– o el extraordinario peso que al parecer jugó su formación dentro de los jesuitas –por esa forma de apreciar la realidad como un reto hacia lo alto. Si fuésemos a definir el régimen social que impulsó el pensamiento de Fidel en su Cuba natal, habría que considerar el peso específico que en ello desempeñó la forma político-militar de organización social de la Compañía de Jesús. Por último, habría que mencionar el legado político y moral que, evidentemente, hubo de tomar de Eduardo Chivás, así como la deuda con el pensamiento de José Ingenieros, de quien aparecen al menos tres referencias en un texto básico como La Historia me Absolverá.

Marx y Engels marcaron pautas en la concepción científica de la historia de la sociedad, concebida como proceso complejo, único sujeto a leyes. Muchas de sus obras analizan medulares procesos ocurridos en las épocas Antigua, Medieval y Moderna, sus análisis y valoraciones sobre la sociedad trascienden la época que les tocó vivir y hoy tienen plana vigencia. Ellos no solo escribieron sobre la historia pasada, sino que participaron en acontecimientos ocurridos en Europa en el siglo XIX y XX, por lo que su obra se convierte en fuente imprescindible para el análisis científico de la historia.

 Es necesario mencionar que en nuestros documentos rectores de nuestro país se rigen por una concepción marxista. En la Primera Conferencia Nacional de Partido Comunista traza objetivos que implican directamente a los docentes de Marxismo-Leninismo e Historia, el No. 63. Plantea “Continuar el desarrollo y utilización de la teoría marxista leninista. Adecuar su enseñanza al momento actual, en correspondencia con los requerimientos de los diferentes niveles educacionales y promover espacios de debates sobre el tema”.  El No. 64. “Perfeccionar la enseñanza y la divulgación de la Historia de Cuba y de la localidad en el interés de fortalecer la unidad nacional y promover la comprensión sobre el origen y desarrollo de la nación, consolidación del pensamiento propio y la tradición patriótica y cultural solidaria e internacionalista de nuestro pueblo. Profundizar además en la Historia de América y Universal para una mayor comprensión de los procesos que rigen el desarrollo de la humanidad”.

“(…) En el Modelo del Profesional de la carrera Licenciatura en Educación Marxismo-Leninismo e Historia se plantea la finalidad de formar un profesional que se caracterice por una sólida preparación política e ideológica basada en los principios de la Ideología de la Revolución Cubana: martiana y marxista leninista para dar respuesta a las necesidades de preparación de la sociedad cubana y en especial, de los adolescentes y jóvenes como continuadores del proceso de construcción del socialismo. Modelo del profesional (2019).

Para cumplir con los referidos propósitos de la Conferencia Nacional de Partido Comunista y del Modelo del profesional es imprescindible la consulta y utilización de las obras de los clásicos del Marxismo en el proceso de enseñanza aprendizaje de la Historia ya que realza la cientificidad que debe caracterizar a este decurso, a pesar de que , Marx, Engels, y Lenin no fueron historiadores, sus estudios sobre la sociedad hicieron que la Historia adquiriera la condición de ciencia, a la vez que se auxiliaron de esta para llegar a trascendentales conclusiones sobre los disimiles procesos económicos, políticos y sociales que sometieron a su consideración.

El pensamiento de Fidel Castro está registrado, en lo fundamental, en una extensa lista de discursos, cartas, documentos políticos, artículos para la prensa, entrevistas ofrecidas a medios de prensa, entre otros, para no hablar de la obra en sí, de la acción fundadora, de la cantidad de cosas que emprendió que habrá quedado sin testimonio escrito. La tarea de historiar ese pensamiento es ya de por sí ardua y meritoria, pues brindaría una perspectiva organizada para valoraciones posteriores.

Se impone el enfoque histórico de su pensamiento ante el hecho de que, con su inmensa autoridad, los estudiosos pasen por alto circunstancias que evidencian contradicciones que necesitan explicación. Una vez captado los aportes de su pensamiento, se presentan sus distintos momentos como indiferentes en el tiempo, como si no se hubieran dado fuertes contradicciones con el mundo socialista soviético o el mundo chino o yugoslavo; se relacionan ideas pronunciadas en la segunda mitad de los sesenta y, seguidamente, fragmentos de discursos de viajes por los países socialistas de Europa, sin que medie una explicación de las diferencias (Fernández, 2012). La reconstrucción histórica del pensamiento de Fidel Castro Ruz es necesaria no solo para ver su evolución, sino para apreciar con mayor certeza sus constantes y sus principios.

La opción marxista-leninista en el pensamiento del líder de la Revolución cubana se hace manifiesta en un plazo relativamente breve para un proceso histórico como el que se vivió en Cuba. Ya en el tercer año de la Revolución se proclamó su carácter socialista y con extraordinaria rapidez se radicalizó el proceso, pasando a la nacionalización de las empresas norteamericanas y cubanas de gran capital.

La declaración de la filiación marxista-leninista del pensamiento de Fidel Castro no debe haber sorprendido al pueblo cubano, a pesar de que confirmaba las campañas enemigas que acusaban a la dirección revolucionaria de comunista. Esa acusación –en extremo peligrosa para ganar la confianza de las masas en una época de macartismo– fue desmentida en su momento con astucia y sin que hiciera mella en la conciencia de las masas. En los primeros tiempos los argumentos eran los hechos, las leyes revolucionarias a favor del pueblo, mientras que haber declarado el rumbo comunista hubiera levantado obstáculos enormes en el camino. Cuando se consideró que se habían derrotado los principales prejuicios ideológicos hacia el socialismo, entonces la declaración de filiación ideológica era necesaria para poder aprovecharla como nuevo impulso.

Uno de los puntos clave en el pensamiento político revolucionario de Fidel Castro es el tema de la construcción de un partido que diera la garantía de continuidad. Su idea consistió en lograr armar ese instrumento con la misma materia heterogénea que hizo la Revolución, salvando la mar de prejuicios que tenía el pueblo cubano respecto al comunismo como movimiento político y social. El partido que se creó fue comunista, pero no se diseñó como la integración de las distintas organizaciones revolucionarias al viejo partido comunista (que en la época se nombraba Partido Socialista Popular, PSP). Ni siquiera las más destacadas autoridades de aquel partido ocuparon, a la larga, los puestos más decisivos en la nueva organización.  Se conoce también de los contactos que tuvo Fidel con las bibliotecas del partido y su iniciación, ya en la etapa universitaria, con la literatura marxista. En ella aprendió las claves de la revolución según la teoría de Marx y de Lenin, la orientación clasista de su pensamiento, tan bien reflejada en un documento como La Historia me Absolverá. Pero, igualmente, se percató que con el partido de los comunistas no se podía lograr el apoyo de las masas, ni realizar una táctica que permitiera la necesaria toma del poder del Estado para, desde allí, impulsar la revolución social. De modo que, la independencia era el rasgo más característico del pensamiento de Fidel Castro en lo tocante a la forma de entender el marxismo y a la forma de conducirse políticamente dentro del mundo comunista. No se sentía atado a ninguna disciplina de partido que le impusiera una concepción determinada y, de esa forma, podía enrumbar la fuerza creadora de su pensamiento. Cuando tuvo que enfrentar las naturales contradicciones entre la potencia socialista que lideraba el movimiento comunista internacional y la revolución naciente que cuidaba celosamente de su soberanía, el pensamiento vivo de Fidel no dudó en poner los puntos sobre las íes; detrás de las palabras radica una crítica a la forma de los soviéticos de interpretar el movimiento comunista:

Cada pueblo, cada país, tiene su forma de hacer su revolución; cada pueblo, cada país tiene su forma de interpretar las ideas revolucionarias. […] tenemos nuestra forma de interpretar esas ideas, tenemos nuestra forma de interpretar el socialismo, nuestra forma de interpretar el marxismo-leninismo, nuestra forma de interpretar el comunismo (Castro, 1968, p. 9).

Desde los años noventa, con la caída del campo socialista y la recomposición geopolítica del mundo, comenzaron a proliferar reuniones mundiales y regionales a las que Fidel prestó especial atención política. Comenzaron a predominar en sus reflexiones temas acerca del futuro de la humanidad, seriamente amenazado por el modo capitalista de relación con la naturaleza y las culturas. En la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) denunció que “las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente” (Castro, 2007a, p. 13). No se refería solo al hecho evidente del saqueo del Tercer Mundo por las potencias otrora coloniales, sino también responsabilizaba al mundo desarrollado de transferencias de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinaban el medio ambiente (Castro, 2007a, p. 15).

Fidel Castro fue un defensor apasionado de las ideas de Marx, Engels y Lenin, pero también un líder que supo adaptar y aplicar creativamente el marxismo-leninismo a la realidad cubana.

Sus reflexiones y acciones revelan su profunda comprensión de la teoría revolucionaria y su capacidad para aplicarla en la práctica. A lo largo de su liderazgo, plasmó una síntesis única entre la Teoría revolucionaria clásica y las demandas concretas de la revolución cubana.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

Castro, F. (1968). Discurso del Comandante Fidel Castro en el decimoquinto aniversario del asalto al cuartel “Moncada”. La Habana

____________. (1992). Un grano de maíz. Conversación con Tomás Borge. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

_____________. (2007a). El diálogo de civilizaciones. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

Fernández, R. (2012). El marxismo en Fidel Castro: Estado y transición socialista. Marx Ahora, (34), La Habana, 48-73.

Plá-León, R. (2019). Contribución al estudio del pensamiento de Fidel Castro. Revista Santiago, no. 150

 

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