Mientras que la incendiaria investigación de la interferencia de Rusia en las elecciones de Estados Unidos amenaza con consumir la presidencia de Donald Trump, su negacionismo del calentamiento global provocado por el hombre sigue amenazando a un planeta que ya está ardiendo. El mundo observó con asombro cuando el 1° de junio Trump cumplió su promesa de campaña de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Desde entonces, los gobiernos de todo el mundo, desde los países más poderosos a los más pequeños, se han unido para criticar la decisión y prometieron acelerar sus propios compromisos para combatir el cambio climático, con o sin Donald Trump y Estados Unidos. Queda poco tiempo para evitar un cambio climático irreversible.
Donald Trump estuvo claramente aislado en la Cumbre del G20 la semana pasada. Más de 100.000 manifestantes marcharon, a pesar de la fuerte, y por momentos violenta, represión policial. Dentro de la Cumbre, los otros 19 líderes del mundo expresaron su oposición al rechazo de Trump del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Sin embargo, como señaló esta semana la organización Oil Change International, los países del G20 tomados en conjunto proporcionan 72.000 millones de dólares en subsidios anuales a la industria de los combustibles fósiles, cuatro veces más de lo que gastan en energía renovable.
Alex Dukas, de Oil Change International, habló sobre esta contradicción en una entrevista con “Democracy Now!”: “Si bien es genial que los otros líderes del G20 acorralen a Donald Trump, no alcanza simplemente con cuestionar su negacionismo del cambio climático. Estos líderes deben adoptar medidas. Deben responder con hechos, y no solo con palabras”. Oil Change detalla los subsidios en un informe publicado durante la cumbre del G20, titulado “Hablar no cuesta nada: cómo los gobiernos del G20 están financiando el desastre climático” (Talk is Cheap: How G20 Governments are Financing Climate Disaster). Oil Change está instando a los Gobiernos del G20 a que pongan fin a los subsidios a los combustibles fósiles antes de 2020 y a que, en su lugar, financien la energía renovable.
Según otro informe que acaba de publicarse, “Carbon Majors Report 2017”, tan solo 100 empresas son responsables de la contaminación emitida desde 1988. En el informe se sostiene que “Desde 1988, tan solo 25 empresas y países son responsables de más de la mitad de los gases de efecto invernadero ( GEI ) emitidos en todo el mundo”. La empresa de carbón estatal China encabeza la lista, junto con las empresas petroleras de Arabia Saudí e Irán. Empresas como ExxonMobil, Shell, BP y Chevron también son algunos de los principales responsables de la contaminación. Al finalizar la cumbre del G20, la canciller alemana Angela Merkel dijo que “deploraba” la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, ex director ejecutivo de ExxonMobil, viajó de Hamburgo a Estambul, Turquía, para recibir un premio a la trayectoria otorgado por el Congreso Mundial del Petróleo, donde elogió a la industria petrolera como “maravillosa”, antes de dirigirse a Arabia Saudí.
Mientras tanto, en Estados Unidos, los impactos del cambio climático se sienten en todas partes. En el oeste de América del Norte, desde la frontera con México hasta British Columbia, en Canadá, y Yukon, Alaska, los incendios forestales siguen ardiendo. El organismo interinstitucional estadounidense denominado Grupo Nacional de Coordinación de los Incendios Forestales ha registrado 109 incendios forestales actualmente tan solo en Estados Unidos. En Phoenix, Arizona, el mes pasado, cuando las temperaturas alcanzaron los 49 grados Celsius, los aviones pequeños no pudieron despegar ni aterrizar, y American Airlines canceló alrededor de 50 vuelos debido a que el aire estaba demasiado caliente. El asfalto puede derretirse a causa de las temperaturas elevadas y las pistas de aterrizaje pueden volverse inutilizables.
La Unión de Científicos Preocupados acaba de publicar un amplio estudio sobre los crecientes impactos del aumento del nivel del mar en las poblaciones costeras de Estados Unidos. Según el estudio: “En 2035, alrededor de 170 poblados, aproximadamente el doble que hoy, afrontarán inundaciones crónicas”. En 2100, la cifra aumentará a casi 500 poblados, algunos del tamaño y la vitalidad económica de Galveston, Texas, gran parte del área metropolitana de Nueva Orleans (ya vimos el daño que allí puede causar un huracán), Miami y Boston. El cambio climático, junto con la superpoblación y el consumo, es uno de los factores causantes de la sexta gran extinción de la Tierra, que los científicos denominaron esta semana “aniquilación biológica”.
Pero hay una noticia aún más reciente sobre el cambio climático: una sección de la barrera de hielo Larsen C se desprendió de la Antártida. Se trata de un iceberg del tamaño del estado de Delaware, cuatro veces el tamaño de Londres. Los científicos prevén que si toda la Antártida se deshiela, el nivel del mar podría aumentar al menos 48 metros. El grupo de acción por el clima 350.org realizó una petición para nombrar al nuevo iceberg “Exxon Sabía 1” (Exxon Knew 1), en referencia al hecho de que ExxonMobil escondió su investigación sobre el cambio climático durante varias décadas.
Dado que muchas de las empresas consideradas las “grandes del carbono” (Carbon Majors) cotizan en bolsa, pueden ser influenciadas por sus accionistas. El movimiento para dejar de invertir dinero en empresas de combustibles fósiles e invertirlo en energía renovable se llama “Desinvertir/Invertir”. En diciembre de 2016, los inversores se comprometieron a transferir más de 5 billones de dólares de una industria a la otra. Mientras el Gobierno de Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París sobre el cambio climático, siete estados, entre ellos California y Nueva York, se organizaron bajo el lema “Todavía somos parte”, junto a cientos de ciudades y miles de empresas y universidades que se sumaron a ellos en el compromiso de reducir las emisiones de carbono.
Donald Trump quizá haya ganado los votos del Colegio Electoral en 2016, lo que elevó su negacionismo del cambio climático a niveles peligrosos, pero la resistencia es real, fuerte, cada vez mayor y no se puede negar.