Trump no solo saltó las alarmas entre los países que están en el foco de sus ataques cotidianos, sino entre las potencias occidentales que históricamente han permanecido al lado de los Estados Unidos.
Fuente: Granma
Si alguien esperaba ver un estadista, un presidente ecuánime capaz de convencer siquiera a sus aliados, un líder que por lo menos asumiera los compromisos mundiales, se quedó con las ganas. Donald Trump fue sencillamente Donald Trump en su primer discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El mandatario norteamericano retomó su retórica aislacionista y lanzó amenazas contra medio planeta.
«Como presidente, siempre pondré a Estados Unidos primero», sostuvo ante un organismo que es símbolo del multilateralismo y los esfuerzos conjuntos entre las naciones del globo.
En una belicosa alocución, alardeó del poderío militar de su país y del presupuesto de 700 000 millones de dólares que dedica a la guerra. Añadió que Washington está dispuesto a utilizar las armas cuando considere necesario.
«Estados Unidos tiene gran poder y paciencia, pero si es forzado a defenderse y defender a aliados, no tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte», dijo al referirse a las tensiones en la península coreana, que han marcado la agenda internacional durante los últimos meses.
Sus palabras levantaron un murmullo en la sala y no tardaron en llegar los llamados a la calma.
Durante un mitin electoral en Schwerin (noreste de Alemania), la canciller Angela Merkel prometió luchar con «todas sus fuerzas» para que se imponga una «solución diplomática» en el conflicto con la República Popular Democrática de Corea.
A pesar de la retórica belicista, los principales expertos coinciden en que no existe una «solución militar» para la situación en la península coreana, donde una guerra implicaría millones de muertos y un número sin precedentes de desplazados, incluso si no se llega al uso de armas nucleares.
Trump cargó una vez más contra el pacto nuclear alcanzado en el 2015 entre Irán y seis potencias (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China).
Calificó el acuerdo firmado durante el gobierno de Barack Obama como una «vergüenza para Estados Unidos» y dio señales claras de que su gobierno sopesa cancelarlo.
Desde Nueva York, el presidente iraní Hasan Rohani advirtió que Estados Unidos perderá la confianza de la comunidad internacional si abandona sus compromisos con Teherán.
«Después de un posible escenario así, ¿qué país estaría dispuesto a sentarse a una mesa con Estados Unidos y hablar sobre temas internacionales?», se preguntó Rohani.
El discurso de Trump solo parece haberse llevado las palmas de su aliado israelí, Benjamin Netanyahu, quien lo calificó como el más «valiente» de los últimos 30 años en la ONU.
NUEVAS AMENAZAS CONTRA VENEZUELA Y LA MISMA RETÓRICA CON CUBA
Venezuela, la última obsesión del inquilino de la Casa Blanca, fue otro de los temas abordados en su intervención.
Con lenguaje injerencista y desconociendo a las autoridades legítimas de la nación bolivariana, Trump dijo que Washington está listo para adoptar nuevas medidas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Durante los últimos meses, Estados Unidos ha aplicado sanciones contra funcionarios venezolanos y el propio presidente. Pero en agosto pasado escaló las agresiones al decretar un bloqueo contra las finanzas de Caracas, que enfrenta una difícil coyuntura económica.
El pronunciamiento del mandatario estadounidense llega apenas un día después de que se reuniera en Nueva York con otros presidentes latinoamericanos que son puntas de lanza contra la nación bolivariana.
«¿Qué quiere Venezuela con Estados Unidos? Relaciones de altura, de igualdad; no aceptamos relaciones de subordinación, de sumisión, no aceptamos ser esclavos de nadie», respondió el presidente Maduro desde el Palacio de Miraflores, donde recibió a los participantes en la marcha antimperialista convocada para este martes.
Maduro afirmó que «nadie puede pararse en una tribuna a dar órdenes al mundo».
Por su parte, desde Naciones Unidas, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, denunció el mensaje de guerra que llevó Trump a la ONU.
«Primera vez que viene a las Naciones Unidas y en vez de hablar de paz, en la casa de la paz, y de respeto al derecho internacional, en la casa del derecho internacional, no hizo más que promover acciones guerreristas y de destrucción de determinados países», dijo Arreaza en declaraciones a la prensa.
Respecto a Cuba, Trump mantuvo la misma retórica utilizada en la ciudad de Miami el pasado 16 de junio, cuando anunció una revisión de la política hacia Cuba que fortalece la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero.
«No levantaremos las sanciones al Gobierno cubano hasta que haga reformas fundamentales», dijo el presidente estadounidense, frente al mismo hemiciclo que cada año rechaza abrumadoramente las agresiones de Washington contra la Isla.
Cuba ha ratificado su voluntad de resolver por la vía del diálogo las diferencias con Estados Unidos y colaborar en temas de interés mutuo, pero ha sido clara en que no debe esperarse que para ello realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, criticó que Trump actúe como el dueño del mundo y cuestionó su doble moral en materia de respeto a la soberanía de los estados y la paz global.
«Como siempre el presidente de Estados Unidos tiene doble moral, habló de soberanía, dignidad, paz y respeto mutuo; sin embargo, se siente como dueño del mundo», dijo en entrevista a Telesur.
Mientras Estados Unidos siga con sus políticas intervencionistas, militaristas y de saqueo de los recursos naturales, nunca habrá paz, declaró el mandatario desde la sede de la ONU en Nueva York.
Expresó el presidente que Venezuela tiene su democracia y lo importante es apoyar el diálogo, no seguir planificando intervenciones, golpes de Estado y conspiraciones.
Respecto a Cuba, señaló que Washington, de manera salvaje, mantiene el bloqueo cuando todo el mundo apoya a Cuba y está contra ese cerco.
PREOCUPACIONES ENTRE LOS ALIADOS
Trump no solo saltó las alarmas entre los países que están en el foco de sus ataques cotidianos, sino entre las potencias occidentales que históricamente han permanecido al lado de los Estados Unidos.
«Ya no podremos entrar en acuerdos que no nos beneficien y que sirvan para aprovecharse de nosotros», dijo ante la mirada atónita de muchos de sus aliados.
Con anterioridad, el mandatario ha removido pilares del dominio global estadounidense como la OTAN y ha tratado de desmarcarse de los compromisos económicos con ese bloque, al que pertenecen algunos de sus principales aliados.
Trump volvió a criticar en su discurso que Estados Unidos gasta demasiado en Naciones Unidas, a la que aporta el 22 % de su presupuesto bienal.
El organismo enfrentaría una difícil coyuntura si Washington decide cesar los pagos.
En la actualidad, la ONU mantiene 15 misiones de paz en el mundo y miles de proyectos sociales y humanitarios se sustentan con sus finanzas.
Otro portazo estadounidense en la cara del mundo fue la salida del Acuerdo de París, una alianza global para tratar de hacer frente al cambio climático.
Cuando llegó su turno de hablar en la Asamblea General, el presidente francés, Emmanuel Macron, exhortó a la comunidad internacional a mantener el Acuerdo de París y se pronunció en contra de una posible renegociación, como impulsa el gobierno de Trump.
El mandatario estadounidense también trató de rebajar los compromisos de su país con los refugiados y señaló que la mejor opción es ayudar a los desplazados en sus países de orígenes.
Minutos antes, el secretario general de la ONU, António Guterres, criticó en su intervención las «puertas cerradas» y la «hostilidad abierta» contra los refugiados.
«Hay una crisis de solidaridad», añadió.
El Gobierno de Trump limitó este año a 50 000 el número de refugiados que pueden entrar anualmente, menos de la mitad de los 110 000 permitidos en el 2016. Además, mediante su veto migratorio, prohibió temporalmente la entrada al país de la gran mayoría de esas personas desplazadas.
Si la tendencia aislacionista, el proteccionismo económico y la xenofobia de la actual administración ya generaban tensiones, el primer cara a cara de Trump en las Naciones Unidas hizo poco para calmar las preocupaciones globales.