Fuente: La Jornada
El domingo 15 de octubre de 2017 permanecerá en la memoria como el día del más rotundo mentís al relato dominante generalizado en los últimos años sobre la política y la sociedad venezolanas. Ese día el chavismo ganó 18 de 23 gubernaturas y se impuso a sus adversarios por más de 9 puntos porcentuales a escala nacional con 54 por ciento de los sufragios. Después de 17 años de continuas victorias en que sólo perdió una elección, la derrota chavista en los comicios parlamentarios de 2015 coadyuvó a reforzar la ilusión de una pérdida de hegemonía por parte de esta singular e indomable fuerza antimperialista y revolucionaria.
Aunque arrasadora, su gran victoria en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) hace dos meses y medio, no permitió medir la fuerza electoral revolucionaria en comparación con la de la oposición, que optó por marginarse, a pesar de los esfuerzos del presidente Nicolás Maduro por persuadirla de participar.
Esta segunda victoria, en elecciones a las que sí concurrieron los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) confirmó el empuje extraordinario que conserva el chavismo como la opción política preferida de los venezolanos. El hecho de que se haya conseguido, al igual que en los comicios para la CNE, bajo los efectos de la implacable guerra económica que ya dura más de tres años, con posterioridad a las asfixiantes sanciones ordenadas por Trump y en medio de una descomunal campaña mediática anti Maduro, demuestran la alta conciencia política del votante chavista. Además de ser militantemente antimperialista puede discernir claramente que la guerra económica es la fuente principal de sus penurias cotidianas. No debe obviarse, además, que el chavismo consiguió imponerse en estados particularmente golpeados por esa guerra.
No sólo eso, el votante venezolano percibió que ante la estrategia imperialista y contrarrevolucionaria de conducir el país a la guerra civil, el chavismo es la garantía de paz, estabilidad y buen gobierno. Sus argumentadas propuestas atraen al elector frente a una MUD que sólo promete salir de Maduro
. Resulta altamente significativo que dos estados tan poblados e importantes como Miranda y Lara, además de Amazonas, hayan sido arrebatados convincentemente por el oficialismo a la oposición. Miranda, con el valor simbólico de haber sido un bastión opositor gobernado por Henrique Capriles durante dos periodos. Miranda y Lara, segundo y cuarto graneros de votos del país.
Es indudable que todas las medidas tomadas y supervisadas personalmente por Maduro para proteger de la guerra económica a los más vulnerables rindieron sus frutos. Los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción (CLAPS) y el carnet de la patria permitieron hacer más eficientes y focalizar los beneficios de las misiones sociales creadas por Hugo Chávez.
Como de costumbre, la MUD cantó fraude pero poco duró su alegato cuando entre lunes y martes líderes opositores como Henry Ramos Allup o candidatos perdedores como Henri Falcón reconocieron abiertamente la derrota. Estados Unidos descalificó los comicios antes y después de su celebración, seguido, claro, por su perro faldero Almagro, el impresentable secretario general de la putrefacta OEA. En su delirio, Almagro está acariciando ahora la descocada idea de crear un gobierno venezolano en el exilio.
Estas elecciones han confirmado que el chavismo ha arrebatado la iniciativa política a la oposición, que por ahora difícilmente se recupere para los comicios que quedan por delante hasta 2018. El desafío mayor que tiene ante sí el gobierno bolivariano es la reanimación de la economía frente a la guerra económica y las sanciones de Trump. Se trata de asegurar la regularización del abasto de alimentos y medicinas y avanzar a la ruptura con el modelo petrolero rentista, profundizar la democracia participativa y protagónica y combatir sin tregua la corrupción que tanto daño moral y político hace. Los gobernadores opositores deberán jurar sus cargos ante la ANC. Podrán decir que eso no implica reconocerla pero la realidad política se impone.
Maduro ha reiterado que está listo para suscribir los acuerdos adoptados con la oposición en República Dominicana en el diálogo mediado por ex presidentes y el gobierno de ese país. Habrá que ver si la oposición acepta la invitación o continúa por el camino golpista y antinacional que tan desastrosos resultados le ha granjeado.