Discurso pronunciado por José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el Acto político-cultural por el Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, celebrado en el teatro Karl Marx, el 7 de noviembre del 2017
Compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del PCC
Compañeras y compañeros:
Nos convoca la conmemoración de uno de los acontecimientos más trascendentales del siglo XX: la Gran Revolución Socialista de Octubre, con la que se inició una nueva época para la humanidad.
En la actualidad, en algunos medios existe la tendencia a menguar la importancia de la Revolución que condujo a la fundación del primer Estado socialista del mundo y abrió un camino de esperanza, al dar paso a un nuevo régimen social que demostraría que era posible un mundo sin explotadores ni explotados. Se intenta disminuir y hasta desconocer el papel desempeñado por su eminente conductor, Vladimir Ilich Lenin.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al referirse a Lenin expresó: «fue un genial estratega revolucionario que no vaciló en asumir las ideas de Marx y llevarlas a cabo en un país inmenso y solo en parte industrializado… Lenin fue un hombre verdaderamente excepcional, capaz de interpretar toda la profundidad, esencia y valor de la teoría marxista», fin de la cita.
Tuvo el mérito de aprovechar un momento de crisis del imperialismo, provocada por su propia guerra, y el crecimiento del movimiento obrero en la Rusia zarista, para llevar a cabo la Revolución socialista. Era el hombre que encontraba incomprensión en su propio entorno, pero a la vez tuvo como nadie, en aquel momento, la mayor comprensión de los humildes, de los obreros conscientes de que la toma del poder político era la única forma de llevarlos a su emancipación.
Fue precisamente la brillante conducción de Lenin la que propició esa gran Revolución, con la que sobrevinieron cambios trascendentales para los oprimidos de este mundo.
Cien años después no es posible negar la inmensa contribución y el legado de la Revolución bolchevique, que dio paso a otras grandes revoluciones sociales del siglo XX, surgidas pocos años después de la victoria contra el fascismo, como la china, la vietnamita y la cubana.
Los acontecimientos que sucedieron a Octubre, la puesta en práctica de la teoría marxista en las condiciones específicas de aquel momento, demostraron la pertinencia de la revolución social mundial, para la cual, al decir de Lenin, la rusa era solo el prólogo o un peldaño.
El proceso de descolonización no hubiera sido posible sin la enorme influencia de la Revolución de Octubre, en tanto contribuyó decisivamente a que el derecho de los pueblos a su autodeterminación e independencia se hiciera realidad en numerosos países del mundo.
Una contribución innegable de esta gran gesta fue el inicio del proceso de estructuración político-económica de un nuevo sistema: el socialismo.
La Revolución propició el cambio drástico de la correlación mundial de fuerzas, demostró que era posible la eliminación de la explotación, que había otras formas de gobierno y de democracia y que existían alternativas más allá de las fórmulas ofrecidas por el capitalismo, generador de guerras y divisiones, avasallador de pueblos y naciones.
En el ámbito de las relaciones internacionales inauguró una nueva forma de hacer y actuar. En el Decreto de la Paz y en la Declaración de derechos de los pueblos de Rusia, quedaron plasmados los principios que debían regir las relaciones entre los Estados y pueblos, que conservan hoy total validez.
La URSS alcanzó, en un periodo históricamente muy corto, el desarrollo tecnológico e industrial. Erradicó el analfabetismo, generalizó la escolarización, alcanzó un elevado nivel científico, aseguró el empleo y la protección social, eliminó la discriminación de la mujer y elevó sus derechos, así como el de los niños y jóvenes.
Estos logros fueron obtenidos en medio de agresiones militares, económicas y políticas. El naciente Estado socialista hizo realidad los postulados de su Revolución a sangre y fuego y comenzó a construirse en un país totalmente arruinado, desangrado y bloqueado, que requirió no menos duros y heroicos esfuerzos.
Fueron muchos los aportes y contribuciones de los pueblos que conformaron la URSS, pero ninguno más significativo que la derrota del fascismo, lo que merece un agradecimiento eterno.
El influjo de la Revolución de Octubre y la batalla por el desarrollo multifacético que se libraba en el que fuera el país imperial más atrasado de su época, también llegó a América Latina, donde se difunden las ideas de la Revolución y comienzan a surgir los partidos comunistas, entre ellos el de Cuba, en medio de las condiciones de una república intervenida primero y neocolonial después.
En este y otras agrupaciones revolucionarias cubanas que se enfrentaban al dominio imperialista y a sus cómplices gobiernos de turno, estaban presentes, junto a las ideas de Martí, las ideas de la Revolución de Octubre, las ideas del marxismo leninismo.
En 1970, en ocasión de conmemorar el centenario del natalicio de Lenin, el líder histórico de la Revolución Cubana afirmó: cito «… Sin la Revolución de Octubre de 1917 no habría podido constituirse Cuba en el primer país socialista de América Latina». Posteriormente, en 1972, en una profunda reflexión sobre las raíces de nuestra Revolución socialista precisó: «el proceso revolucionario de Cuba es la confirmación de la fuerza extraordinaria de las ideas de Marx, de Engels y de Lenin», fin de la cita.
Durante estos 100 años, pero fundamentalmente a partir de la desaparición del sistema socialista en Europa, mucho se ha escrito y debatido, desde muy diversas posiciones ideológicas, sobre esta Revolución. Lamentablemente, posiciones extremas convergen para señalar que sus ideas fracasaron, con una marcada tergiversación de sus causas y consecuencias, con la intención de imponer un pensamiento único destinado a resaltar la supremacía del capitalismo frente al socialismo.
La Revolución de Octubre inició un proceso extraordinariamente complejo, con logros y desaciertos, pero para juzgarla hay que tener en cuenta, en primer lugar, los condicionamientos históricos en que se desarrolló, el contexto internacional y las contradicciones que genera todo proceso revolucionario. Fue también el primer gran intento de transformación del mundo, de convertir la utopía en realidad.
El imperialismo busca hoy nuevas alianzas y trata por todos los medios posibles de ahogar y destruir cualquier tentativa de cambio social.
En este contexto histórico podemos afirmar que las ideas que la inspiraron y el socialismo como sistema mantienen plena vigencia. Los principios de igualdad, solidaridad, internacionalismo, justicia social, derecho de los pueblos a su autodeterminación, independencia y soberanía, que fueron el sustento de la Revolución de Octubre, continuarán siendo también los nuestros.
¡Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre!
Muchas gracias.