En estos días hemos leído diversos comentarios sobre el Presidente de los Estados Unidos, que van desde enajenado mental, terrorista con grandes botones para detonar su arsenal nuclear, dictador del mundo, mentiroso, ególatra, racista, homofóbico, acosador sexual, hombre cohete, incendiario furioso, desconocedor de la historia, olvidadizo, títere de la mafia de Miami y satélite de Israel.
Otros comentarios indican que fue llevado a la presidencia por las grandes transnacionales ante el análisis de que Estados Unidos esta sufriendo agudas contradicciones, crisis política, económica, social y que puede incendiarse en cualquier momento y el fuego extenderse desde las regiones heladas del norte hasta las áridas zonas del sur y su función es la de bombero, apagar las llamas que cada vez pueden alcanzar mayor altura. Probablemente tienen razón en la mayoría de esos comentarios.
A estas llamaradas se añadió el libro “Fuego y Furia». del periodista norteamericano Michael Wolff, que destaca la incapacidad del Presidente de liderar el país, de convertir a la Casa Blanca en un lugar caótico, traidor, falta de concentración, que no lee, no escucha y de comportamiento infantil. Se plantea que su actitud se parece a la de un niño travieso, mal educado y con frecuentes perretas, pataletas o berrinches, capaz de destrozar todo lo que encuentra en su casa, la de los vecinos, la comunidad, el país y el mundo.
Con relación a la política de Trump contra Cuba, hay que interpretarla desde los orígenes del peor pensamiento conservador de ese país. Recientemente obtuvimos en archivos peruanos un documento revelador, fechado el 4 de abril de 1878 donde el Ministro peruano, ante el Gobierno de Estados Unidos, envió un detallado informe a su Gobierno de las conversaciones entre un emisario español con el Secretario de Estado norteamericano para informarle los pasos que estaba dando esa metrópoli para la firma de la Paz en Cuba, conocido como el Pacto del Zanjón, que garantizaba a España la continuidad de la posesión de la Isla, sin obtener ésta su independencia, ni la abolición de la esclavitud.
Este documento demuestra el sometimiento y la subordinación de las autoridades españolas y fundamentalmente la prensa de ese país a los gobiernos e intereses de Estados Unidos. Algunos estudiosos han señalado que este documento demostraría una vez más que tantos españoles como norteamericanos no querían la independencia de los cubanos.
Tal vez esa posición les permitía a importantes sectores del poder norteamericano considerar a los españoles como una raza inferior, no apta para administrar sus colonias en América Latina y menos las islas de Cuba y Puerto Rico. Los dirigentes norteamericanos despreciaban y desprecían a la clase dirigente de España y poco a poco los fueron desplazando de sus colonias hasta terminar convirtiéndola en una colonia completamente subordinada a los intereses norteamericanos.
El 22 de octubre de 1852, el New York Times señalaba que, ese era el momento de resolver la situación cubana. Los anexionistas sostenían que a una nación joven y vigorosa como Estados Unidos no podían fijársele límites para su expansión porque había vigor y poderío en su sanguínea raza angloamericana que estaba destinada a extenderse por el mundo con la enorme fuerza de un huracán.
La raza hispanomora —decían— se echará atrás y desaparecerá ante nuestra marcha victoriosa. : “El inferior tiene que ceder al superior: tal es la irrevocable ley de Dios”.
El magistrado J. C. Lame, de Luisiana, declaró que Cuba tenía que ser americanizada: “La providencia ha forjado un destino para este país (Para Estados Unidos). No habrá de haber más que un solo idioma, y leyes e instituciones homogéneas, desde las regiones heladas hasta el istmo. Cuba, por decreto de la Providencia, pertenece a los Estados Unidos y tiene que ser americanizada”.
El Delta de Nueva Orleans, planteó: “Su lenguaje será lo primero en desaparecer, porque el idioma latino bastardo de su nación no podrá resistir apenas por tiempo alguno el poder competitivo del robusto y vigoroso inglés
(…) Su sentimentalismo político y sus tendencias anárquicas seguirán rápidamente al lenguaje y de modo gradual, la absorción del pueblo debe ser completa —debiéndose todo al inevitable dominio de la mente americana sobre una raza inferior”.
Otras opiniones reflejadas en la prensa decían que con la anexión de Cuba, el Golfo de México se convertiría en el centro de un comercio más rico del que jamás pudo vanagloriarse el Mediterráneo. Nueva Orleans se convertiría muy pronto en la Alejandría, y La Habana en la Constantinopla, de su imperio, al que consideraban que sería mucho más poderoso y más extenso que el romano.
La revista De Bow’s Review publicó: “No es demasiado decir que si nos apoderamos de Cuba, entraremos en posesión del destino del más rico y más vasto comercio que jamás deslumbró a la codicia del hombre y con ese comercio tendremos en nuestras manos el poder del mundo”.
Pero la patria que Mariana Grajales, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí y muchos otros forjaron con el ejemplo y la sangre, demostró que Cuba no será nunca una presa fácil a la codicia de los gobernantes norteamericanos. y la complicidad de los gobiernos españoles y su prensa vasalla.
Quieren a Cuba, pero sin los cubanos, como desean a Puerto Rico, sin sus habitantes, por ello cuando el huracán María, Donald Trump, en lugar de ayuda les llevó papel sanitario, porque al igual que a los cubanos, mexicanos, centroamericanos y otros pueblos de nuestra América los consideran personas indeseables y perniciosas, que entre las cosas que mejor pueden sucederle es morirse para apropiarse de sus tierras y sus recursos naturales, como hacen con Puerto Rico, comprando las tierras a precio de gallina muerta después de las afectaciones del huracán.
Desde aquellos remotos tiempos recomendaban que el hambre y las enfermedades minaran a la población cubana, para disminuirla al máximo posible, ahora le añaden el bloqueo recrudecido y las afectaciones a las alteraciones del cambio climático, mientras que la prensa reaccionaria española aplaude.
El gobierno norteamericano fue cómplices de la salvaje reconcentración implantada por España en los años de 1896-1897. donde el pueblo cubano estuvo sometido a una brutal y despiadada política de exterminio, a sangre y fuego, que tuvo su momento más criminal con la reconcentración de la población sin importarles que entre ellos se encontraban ancianos, mujeres y niños.
Cuando en 1898 el gobierno de Estados Unidos declaró la guerra a España, aplicó el bloqueo naval a Cuba impidiendo la entrada de alimentos y medicinas, lo que agravó la situación de los reconcentrados y de la población en general. Algunos historiadores calculan en más de 300 000 las personas que murieron en los campos de concentración.
El general Miles recibió de Mr. J. G. Breckenridge un memorando con las últimas instrucciones de cómo conducir la guerra en Cuba y Puerto Rico, se plantea: “La anexión de territorios a nuestra República, ha sido hasta ahora la de vastas regiones con muy escasa población y fue siempre precedida por la invasión pacífica de nuestros emigrantes, de modo tal que la absorción y amalgama de la población existente ha sido fácil y rápida.
”El problema antillano se nos presenta bajo dos aspectos: Uno está relacionado con la isla de Cuba y otro con Puerto Rico; también nuestras aspiraciones y la política que debemos observar en cada caso difieren…
”Cuba, con su territorio mayor, tiene una población mayor que Puerto Rico. Esta consiste en blancos, negros y asiáticos y sus mezclas. Los habitantes son generalmente indolentes y apáticos. Es evidente que la inminente anexión de estos elementos a nuestra propia Federación sería una locura y, antes de hacerlo, debemos limpiar el país, aunque sea por la aplicación de los mismos métodos que fueron aplicados por la Divina Providencia en las ciudades de Sodoma y Gomorra”.
En otra parte del memorándum se expresa: “Debemos destruir todo lo que esté dentro del radio de acción de nuestros cañones. Debemos concentrar nuestro bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera, la peste, minen a la población civil y diezmen el ejército cubano.
”Resumiendo: nuestra política debe ser siempre apoyar al más débil contra el más fuerte, hasta que hayamos obtenido el exterminio de ambos a fin de anexarnos a la Perla de las Antillas”.
El pueblo cubano no dejó de luchar, combatir y resistir la penetración e injerencia norteamericana y el 1ro. de enero de 1959 el Ejército Rebelde guiado por Fidel derrotó la tiranía de turno. Cuba obtuvo la plena independencia y soberanía del país y al fin fuimos dueños del futuro.