Para Trump, Almagro y los mercenarios de toda laya, «abril es el mes más cruel», como acaso bien lo presagiara en su texto canónico T.S. Eliot. En la VIII Cumbre de las Américas, realizada en Lima,  el 13 y 14 de este mes, todos  recibieron su merecido. Nunca hubo una Cumbre tan desangelada, tan gris y tan pobre de ideales humanistas. Sin la presencia de Trump, los títeres recurrieron a gestos trasnochados y trataron de lucirse con aspavientos y pantomimas tan faltos de gracia que, ahora, ya son pastos del olvido.

Para quienes tuvimos la oportunidad de participar, en diversas y apremiantes  jornadas, en la VIII Cumbre de las Américas y en la Cumbre de los Pueblos, podemos dar fe del fracaso total de las pretensiones imperialistas y de la Oea y de  los gobiernos títeres en la Cumbre preparada por la de denominada sociedad civil. Desde un principio, sonó patético convocar a los jefes de estado y cancilleres de Nuestra América a un encuentro sobre «Gobernabilidad democrática frente a la corrupción». Y hacerlo en el Perú donde los sobornos y los lobys y las cuentas cifradas campean por doquier, realmente era la muestra de un cinismo sin parangón en nuestra historia continental. La Cumbre de Lima, pues, ha dejado tan sólo un descomunal despropósito, una agenda pendiente por debatir sobre la gobernabilidad y bien vivir en Nuestra América.

ABRIL ES EL MES MÁS COOL

La Asamblea Nacional del Poder Popular, en Cuba, el 18 y 19 , en plena celebración del aniversario de la victoria cubana en Playa Girón, eligió al flamante presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, cumpliendo así un cronograma ya diseñado hace años por Fidel y que Raúl ha cumplido de la manera más transparente en un gesto que lo honra: dar paso a la nueva generación, nacida dentro de un proceso revolucionario que se enraíza en el pensamiento de Martí y se fortalece con el predicamento de Fidel.

La prensa bajo el mandato hegemónico del imperio especula sobre el carácter del nuevo gobierno, sibilinamente difunde sospechas sobre el derrotero futuro de la revolución cubana. Dicen que no habrán cambios sustantivos ni en lo económico ni en lo político ni en los derechos humanos ni ¡ay! en la libertad de prensa.Insisten, finalmente, en que el nuevo gobierno se desgastará entre la nostalgia de algunos por volver a los tiempos del socialismo radical y los ansiosos por instaurar, como una huida al futuro, una dinámica pro capitalista. Para ellos Díaz-Canel es un enigma.

Para quienes se abruman con tantas incertidumbres, les decimos que escuchen los versos de un juglar contemporáneo,  Raúl Torres, dedicados a la gesta de Raúl: podrán percibir que no hay misterio alguno, pues, bajo el cielo revuelto de nuestra América aparece un protagonista nuevo, alguien que sabe reconocer los aportes invalorables de La Generación Histórica. El nuevo presidente de Cuba, sin duda alguna,  continuará creativamente la doctrina martiana. Acaba de afirmarlo para que no haya dudas de ninguna clase: «la revolución cubana seguirá adelante». Díaz-Canel, pues,  encarna una herencia histórica. Como canta el trovador: la patria agradecida sabe que él es un mambí.Que todas y todos somos un mambí. Que quede claro.

Por REDH-Cuba

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