La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, capítulo de EE.U, expresa su rechazo al trato en la frontera de los Estados Unidos que enfrentan los inmigrantes que intentan escapar de la pobreza y violencia en sus países de origen, particularmente de América Central y México.
Expresamos nuestro repudio a la separación de padres e hijos y alertamos a la comunidad internacional sobre el daño que se está provocando a estos niños cuyas secuelas serán de gravedad. Se ha denunciado que muchos de ellos, una vez bajo custodia, han sido objeto de abuso físico y psicológico, incluido asalto sexual e inyección forzada de drogas.
En los últimos meses, hemos sido testigos de la violación más grave de los derechos humanos contra familias de inmigrantes, incluidos lactantes de solo tres meses de edad. Es inhumano e inaceptable permitir que continúe el sufrimiento que esta nueva política ha causado a miles de familias.
La indignación generalizada a nivel nacional e internacional ha obligado a que el presidente Trump modificara en apariencias su posición sobre el tema. El 20 de junio anunció que los niños ya no serían separados de sus padres, pero la orden conducirá a la detención indefinida de familias enteras. La Casa Blanca no ha delineado ningún plan para reunificar a los niños inmigrantes que ya estaban separados de sus familias. Al menos 2,300 menores han sido separados de sus padres desde que el Fiscal General de los Estados Unidos, Jeff Sessions, anunció su política de «tolerancia cero» en abril.
Resulta inadmisible la solución actual de encarcelar a las familias. Los inmigrantes que cruzan la frontera no son criminales, ni infrahumanos, como enfáticamente sugieren los comentarios de Trump. Tampoco constituyen amenaza alguna a los Estados Unidos. Por lo contrario, se trata de personas que huyen de situaciones terribles en su país de origen, en los que Estados Unidos desempeñó un papel clave para su creación.
Es crucial que se conozca el daño que ha causado a los países de América Central y México las políticas de las distintas administraciones de Estados Unidos de las que intentan escapar los inmigrantes. Tenemos el triste record de haber apoyado a los escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala durante los años ochenta y principios de los noventa, en los que se creó un ambiente de violencia brutal del que estos países aún no se han recuperado. Más de 75,000 civiles fueron asesinados en El Salvador, en gran parte por fuerzas estatales que Estados Unidos apoyó
En Guatemala, alrededor de 200,000 personas, en su mayoría de los pueblos originarios mayas, fueron asesinados en lo que el ex presidente Bill Clinton admitió más tarde que fue un genocidio. Los jóvenes salvadoreños que llegaron a los Estados Unidos durante la guerra civil se convirtieron en miembros de pandillas como parte de la cultura que enfrentaron en sus comunidades. En los años 90, cuando el fenómeno de las pandillas se recrudeció, Estados Unidos comenzó a deportar a El Salvador a miembros de pandillas que habían cometido crímenes y asesinatos en los Estados Unidos. Muchas de las mujeres que vienen a los Estados Unidos con sus hijos pequeños lo hacen debido a la violencia de las pandillas, también conocidas como maras
Estados Unidos también apoyó a las fuerzas represivas en Honduras durante el mismo período, luego en 2009, provocó un golpe militar que derrocó a un presidente democráticamente elegido y que sustituyó por un gobierno tutelado abriendo un período de represión que continúa hasta nuestros días.
En México, las políticas de comercio agrícola de los Estados Unidos bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte destruyeron el sustento de 2 millones de pequeños agricultores, ellos tuvieron que migrar a ciudades donde el empleo precario y la falta de asistencia devastaron el tejido social de México.
Siendo el principal receptor y vendedor de drogas la política de EE.UU. para supuestamente combatir ese flagelo ha patrocinado una guerra contra las drogas que depende de las fuerzas de seguridad represivas en México. Una violencia brutal ha surgido de esta guerra, que incluye el asesinato de 100.000 personas y la desaparición forzada de decenas de miles
Las políticas económicas y militares de los Estados Unidos han sido impuestas por las élites económicas y militares locales. Ellos se han beneficiado, mientras que la mayoría ha sufrido la pérdida de sus trabajos y la seguridad básica.
En lugar de criminalizar y humillar a las familias inmigrantes, Estados Unidos debería recibirlos como un pequeño gesto de expiación por lo que nuestra nación ha hecho con los suyos.
Ya es hora de que los Estados Unidos reconozcan cómo ha generado la inmigración masiva en nuestro hemisferio, así como en Europa, donde las personas huyen de las numerosas guerras que Estados Unidos ha creado en Medio Oriente y el norte de África desde 1990.
Estados Unidos, que afirma adoptar valores judeocristianos, debe asumir la responsabilidad de la violencia que ha provocado al mundo, en el que la pobreza y la violencia extrema constituyen la razón de la emigración masiva como consecuencia de las mismas.
La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad exige que los miles de niños que ya han sido separados de sus padres sean localizados y devueltos inmediatamente a sus familiares.
Levante su voz, organice sus comunidades cívicas y religiosas y exija a los legisladores de los Estados Unidos, tanto republicanos como demócratas, que abandonen el encarcelamiento cruel e inhumano de adultos y niños inmigrantes.
Demandemos que en lugar de reprimir con tanto odio se legalice y normalice la situación de millones de inmigrantes trabajadores y honestos forzados a vivir en las sombras de la sociedad de los Estados Unidos.
Desarrollemos una política de inmigración humana. Trabajemos hacia un mundo más justo, tolerante y equitativo dentro y más allá de las fronteras de EE. UU.
Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, (Capítulo de EE.U.)
25 de Junio, 2018