La semana estuvo signada, esta vez, por el debate parlamentario; y las movilizaciones de calle, alentadas por la fuerza de un pueblo crecientemente indignado. Y tuvo un desenlace doble: el otorgamiento de la confianza solicitada por el Ejecutivo; y la derrota del Keiskimo, que, por primera vez en lo que va de este gobierno, pierde ostentosamente una votación dado el desbande espectacular que se operara en sus filas.
Cuando el Presidente Vizcarra planteó “la confianza” para abrir camino a las reformas propuestas, puso el dedo en la llaga. No porque estuviese dispuesto a encarar asuntos de fondo, ni temas que abrieran paso a transformaciones reales, como los que reclama urgentemente el país; sino simplemente porque gatilló un arma que puso de rodillas a la alianza forjada entre el alanismo y el keikismo, las dos fuerzas más corruptas de la vida nacional.
Ambos sectores han sumado fuerzas hoy no por un interés patriótico, ni por afirmar un camino democrático en bien de la sociedad peruana. Lo han hecho, simple y llanamente, por proteger privilegios, y encubrir delitos. Una manera de preservar beneficios alcanzados a la sombra del Poder, y gestar impunidad, a fin de no ser ni denunciados ni juzgados por acciones incompatibles con la honradez que debe caracterizar cualquier gestión pública.
Está claro que para enfrentar a estas fuerzas hay que dar varios pasos. El primero de ellos, es debilitarlas. Y, para eso, resulta indispensable, ponerlas en evidencia. Descubrir sus acciones, y demostrar que ellas son incompatibles con los requerimientos nacionales. En otras palabras, generar una situación que nos permita colocarlas al desnudo, y en derrota. Después, vendrá un nuevo accionar, que aún no se vislumbra en la ruta del Jefe del Estado.
Es claro que el Referéndum propuesto por el Presidente Vizcarra resulta apenas cosmético. Y no aborda los grandes retos nacionales. Pero ya está en el escenario peruano y debe ser abordado con sentido político. Y ayudar a generar conciencia democrática en la población. En otras palabras, debe servir para politizar a las grandes mayorías nacionales. A enseñarles a vibrar con los intereses del Perú, y no solo con los golpes de la selección de futbol.
Por eso, de este debate, hay que ganar puntos para defender mejor lo que se avecina. Y lo que viene, debe estar signado por el cambio de Constitución y por las valientes denuncias de Manuel Dammert en torno a Petróleo y Gas
El que Keiko Fujimori y los suyos hayan quedado reducidos a unos pocos votos, y que aún a regañadientes, varias de las figuras identificadas con su imagen hayan terminado votando la “Confianza”; implica la quiebra de una política sucia. Ahora, hay que seguir adelante.