Las elecciones del domingo 7 de octubre revelaron que la política brasileña será cada vez más conservadora. El próximo presidente del país, que tomará posesión el 1ro de enero de 2019, se definirá en la segunda vuelta de la contienda electoral — que tendrá lugar el 28 de octubre– entre Jair Bolsonaro (PSL) y Fernando Haddad (PT).
Todo el proceso electoral se dirigió desde la cárcel y el hospital. Desde la cárcel por el expresidente Lula (PT), detenido en Curitiba por una acusación carente de pruebas. Y desde el hospital por el capitán Jair Bolsonaro, ingresado después de ser apuñalado en plena campaña electoral.
Bolsonaro recibió 49,3 millones de votos (46,05%), y Fernando Haddad, propuesto por Lula, 31,3 millones (29,24%) de 147,3 millones de electores. Vale resaltar que el capitán candidato casi no ocupó tiempo de campaña en la TV, no participó en los debates de septiembre con sus contrincantes ni hizo campaña en las calles. Fue el elector del Nordeste el que aseguró la presencia del PT en la segunda vuelta. Las otras cuatro regiones de Brasil le dieron la victoria al PSL.
Bolsonaro también vio electos a sus hijos Flávio, senador por Río, y Eduardo, diputado federal por Sao Paulo. Y además, llevó al Congreso Nacional a varios pastores evangélicos, militares y policías.
El resultado significa la liquidación del PSDB, el partido socialdemócrata, que en las últimas seis elecciones presidenciales polarizó la disputa con el PT de Lula. Geraldo Alckmin, apoyado por Fernando Henrique Cardoso, obtuvo solo un 4,76% de los votos.
El gobierno Temer fue aparatosamente derrotado en las urnas. Ninguno de sus 11 ministros que participaron en la contienda electoral resultó electo. Quedaron sin mandatos los caciques Romero Jucá, Eunício Oliveira y Edison Lobão, todos exministros de Temer.
La ambientalista Marina Silva, de la Red de sostenibilidad (Rede), que en cada una de las dos elecciones anteriores mereció cerca de 20 millones de votos, recibió ahora poco más de un millón.
La abogada Janaína Paschoal, autora del proceso de impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff, fue la candidata al parlamento más votada de la historia de Brasil. Fue electa diputada estadual por Sao Paulo con 2 millones de votos.
El Congreso Nacional sufrió una renovación sorprendente. Nombres que salían como preferidos en las encuestas electorales, como los de los candidatos a senadores Dilma Rousseff y Eduardo Suplicy, resultaron derrotados, al igual que Cristovam Buarque, candidato a senador por el Distrito Federal. En la Cámara de Diputados, el PSL –el partido de Bolsonaro– tendrá la segunda bancada de parlamentarios (52). La mayor será la del PT (56).
En Maranhão, la dinastía Sarney parece definitivamente acabada. Roseana, la hija del expresidente, fue derrotada por Flávio Dino, del PCdoB, reelecto gobernador. Por primera vez en 60 años, la familia Sarney no tendrá ningún representante en el Congreso Nacional. En la segunda vuelta de la elección presidencial, Haddad deberá contar con el apoyo de Ciro Gomes, del PDT, que recibió el 12,4% de los votos, y de los demás candidatos progresistas.
Bolsonaro, por su parte, cargará con el peso de reafirmar sus declaraciones en defensa de la tortura, la homofobia, la discriminación de indios y quilombolas y el pago de salarios inferiores a las mujeres. Y de mantener en su programa de gobierno los siguientes puntos: cambiar la política de derechos humanos, liberar el uso de armas de fuego, “expurgar la ideología de Paulo Freire” y “tipificar como terrorismo las invasiones de propiedades rurales y urbanas”.
Hadadd, a su vez, se verá perjudicado por las denuncias de corrupción contra dirigentes del PT.
¿Cómo se explica el ascenso de Bolsonaro? Aunque haya sido diputado federal siete veces consecutivas, a lo largo de 28 años, ahora se valió del vacío político creado por el Lava Jato y logró presentarse como “lo nuevo”, al adoptar un discurso moralista de defensa de la familia y de combate a la violencia urbana. Atrajo a los electores desencantados con la política y, en especial, fortaleció en todo el país la onda antipetista.
A Haddad no le resultará fácil vencer a Bolsonaro. Tendrá que insistir en la importancia de la democracia contra el discurso autoritario del capitán, ya que una encuesta reciente indica que el 69% de los brasileños prefiere ese régimen de gobierno y solo el 12% la dictadura. Pero, ¿qué se entiende por democracia? ¿El derecho del ciudadano a armarse para enfrentar a los delincuentes según la ley del talión?
No hay dudas de que Bolsonaro reforzará el discurso de Temer de que todos los males de Brasil, como el desempleo de 12 millones de personas y la recesión económica, son culpa de los 13 años de gobierno del PT. Y explotará el hecho de que los principales dirigentes del PT son acusados de corrupción en el Lava Jato.
Haddad no podrá mantener su consistencia con el discurso del PT como hizo en la primera vuelta, so pena de no conseguir el apoyo de amplios sectores de la población brasileña que no simpatizan con las propuestas de Bolsonaro. En otras palabras, según algunos analistas, Haddad tendrá que asumir un discurso más próximo a la ideología del PSDB que a la del PT, prometiendo un gobierno de conciliación de clases, como intentó Dilma en su segundo mandato.