Recordemos que el G20 emergió como “Cumbre de Presidentes” en medio de la crisis mundial capitalista de 2007/08, montada sobre una estructura global gestada desde 1999 entre responsables de la política económica y financiera, la que estaba abocada entonces a tratar los problemas del endeudamiento endémico de algunos países.

Esa es la razón primigenia de la inclusión desde el origen de los países latinoamericanos: Argentina, Brasil y México. No integran el G20 por ser parte de los países más grandes por su producción o actividad económica, sino por ser grandes deudores, ayer y hoy.

De todos modos, el G20 como Cumbre Presidencial incluye la ampliación del consenso a la hegemonía disputada de EEUU en el G7 (EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá) a la que se suman los emergentes, especialmente China, que en rigor es la potencia que hoy concreta la disputa por la hegemonía del sistema mundial. No solo da cuenta de ello la capacidad productiva, de relaciones comerciales y financieras de China con el mundo, sino las alianzas que despliega.

Esta semana, China junto a la Unión Europea demandaron ante la OMC a EEUU por las restricciones arancelarias a la comercialización del acero. Además, hay que destacar la alianza de China con Rusia y más allá, con Irán y otras potencias con capacidad de intervención en el sistema mundial desde ciertas y relativas ventajas en la producción petrolera o en sus capacidades defensivas/ofensivas del punto de vista militar.

Como podemos observar, los problemas son diversos en el sistema mundial contemporáneo, expresados en la disputa por la hegemonía, en el ámbito económico, político, militar e incluso cultural. Lo que está en juego es quién dirige los destinos del mundo. Es un tema que afecta a toda la humanidad.

EEUU decretó la guerra comercial a China y el gigante asiático responde al nivel de la agresión y con iniciativa mundial por instalar su moneda en la disputa global. La mundialización del yuan actúa contra la hegemonía del dólar en el sistema monetario. El despliegue militar de China y sus aliados contienen las agresiones imperialistas en diversos territorios amenazados desde Washington, sean Siria, Venezuela o cualquier punto de interés estratégico para EEUU.

Con la cumbre bonaerense del G20 en pocos días, difícilmente pueda avanzarse en “resolver” estas contradicciones del sistema mundial, e incluso, está en dudas cualquier acuerdo global que suponga alguna declaración pública más allá de los parámetros del lenguaje profesional y anodino de  la diplomacia internacional.

Igualmente, para el gobierno de la Argentina resulta atractivo codearse con el poder gubernamental del mundo para imaginar atracción de inversiones que sustenten el funcionamiento del capitalismo local. Es lo que vienen logrando con la asistencia financiera del FMI por 57.000 millones de dólares y la ampliación del crédito chino (swap) en unos 19.000 millones de dólares.

Sin asistencia financiera no puede sustentarse la estrategia macrista para el funcionamiento del capitalismo local, que favorece la fuga de capitales de la clase dominante.

Contra Cumbre de los NO y de los SÍ

Sin perjuicio de las tensiones en el poder mundial y la estrategia del gobierno Macri, destacará la diversa presencia crítica durante la semana de acción contra el G20 y el FMI entre el 25/11 y el 1/12; donde sobresalen las actividades de las diferentes redes de movimientos sociales, la Cumbre de los Pueblos con su cierre formato “festival” en las puertas del Congreso de la Argentina y la movilización popular del 30/12.

A contramano del secretismo oficioso en el G20, el movimiento popular coincide en las consignas críticas al G20 y al FMI por lo que representan sus estrategias para el conjunto de la sociedad popular, es decir, todo aquello que está más allá del 1%, o siendo generoso, del 20% de mayores ingresos, los que concentran lo principal en la apropiación del producto social del trabajo.

La articulación diversa en la movilización argentina o en otras ciudades del mundo expresan el NO a una agenda que solo favorece a las grandes empresas transnacionales y que se evidencia en las demandas de reformas previsionales y laborales. Lo central de la agenda de los monopolios y del poder mundial apunta a la quita de derechos de trabajadoras y trabajadores para favorecer y recuperar capacidad de producción de ganancias y su acumulación para la mayor dominación en el ámbito global.

El NO sigue constituyendo el centro de la articulación popular, aunque en el camino aparecen algunos SÍ que necesitan extenderse para transformare en programa generalizado del imaginario para una sociedad alternativa al orden capitalista.

Destaca en ese plano de los SÍ la lucha por la soberanía alimentaria, esencial en cualquier proyecto emancipador que se proponga un proyecto alternativo. El primer desafío de cualquier intento de liberación nacional y social debe resolver la condición de posibilidad para alimentar a la población. Solo desde allí puede sustentarse a largo plazo un proceso liberador.

En el mismo camino actúa la soberanía energética, ya que los hidrocarburos constituyen desde más de un siglo el principal insumo de la producción contemporánea. La dominación del petróleo, el gas, la energía es la base del conflicto territorial hegemónico que hoy despliegan las potencias dominantes del sistema mundial. Por eso es fundamental recuperar el sentido de la producción y el consumo energético para un proceso de independencia y liberación nacional y social.

La soberanía financiera constituye un tercer eslabón en la construcción de los SÍ de los pueblos. Superar la dependencia financiera y la lógica subordinada que supone la integración al sistema financiero mundial con los organismos internacionales a la cabeza del mismo. El FMI y el Banco Mundial son parte dirigente de una lógica financiera y especulativa internacional que sustenta la dominación monopolista y transnacional en nuestro tiempo.

Todo lo dicho supone al mismo tiempo la lucha por los derechos a la educación o la salud entre muchos, ya que la educación pública y gratuita puede sustentar el aliento a la formación técnico profesional para la independencia tecno científica para sustentar nuevos y alternativos modelos productivos y de desarrollo. Ni hablar de la salud pública gratuita que asegure el disfrute de la mayor expectativa de vida de la población contemporánea, a contramano de las tendencias privatizadoras subordinadas a la lógica de la ganancia.

Esto es lo que se debate en el G20 de Buenos Aires entre el 30/11 y el 1/12, con una agenda del poder atravesada por las tensiones en la disputa del poder mundial, lo que se conjuga con la dinámica popular en confrontación contra el poder, más allá de sus propias internas. La articulación popular, aun con proyectos políticos ideológicos y culturales diferenciados es la base para pasar de los NO compartidos a los SÍ en construcción y a profundizarlos como resultado de la experiencia de organización y lucha del movimiento popular.

Con el programa desplegado en los días previos a la Cumbre presidencial y en su desarrollo se juegan dos estrategias.

Una resulta del poder mundial, incierta y con variadas tensiones. La otra se juega en el campo de las organizaciones populares, confluyendo en los NO al G20 y al FMI, a la agenda de liberalización, a la dependencia, etc.

La cuestión de fondo en la agenda de los de abajo pasa por los SÍ señalados y lógicamente ensayando una mejor respuesta táctica y estratégica para el objetivo de transformación social más allá y en contra del capitalismo.

Por REDH-Cuba

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