En Venezuela, para desconsuelo de los antichavistas, el año 2018 terminó con una nueva victoria del presidente Nicolás Maduro. Su formación política, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados en el seno del Gran Polo Patriótico (GPP) ganaron los comicios municipales del 9 de diciembre. Ya el 20 de mayo anterior, los venezolanos se habían pronunciado democráticamente en favor de la reelección del mandatario, cuyo segundo período de gobierno (2019-2025) comienza este 10 de enero.
Si en el campo político, el chavismo -que cumple veinte años en el poder- sigue teniendo un apoyo electoral mayoritario, en cambio, en otros ámbitos, afronta no pocas dificultades.
En la esfera de la vida cotidiana por ejemplo, la guerra económica y las sanciones impuestas por EEUU y sus aliados han creado una serie de inconvenientes -entre ellos la fuerte inflación- que complican cruelmente la normalidad ciudadana.
Por otra parte, el acoso financiero también obstaculiza la importación de alimentos, de medicamentos y de piezas de recambio. Y la persistente corrupción empeora las cosas. Todo lo cual tiene a veces dramáticos desenlaces. Consecuencia: muchas personas están descontentas. Otras están optando por salir del país.
Víctima de sus errores, de sus excesos y de sus propias pugnas internas, la oposición se ha mostrado incapaz de sacar provecho de este áspero contexto social. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se ha disgregado y atomizado hasta el punto de volverse invisible e inaudible. Sus principales dirigentes -tanto los que se instalaron en el extranjero como los que se han quedado en Venezuela- siguen denunciando la «dictadura» y la «represión política». Pero carecen de credibilidad.
A este panorama, ya de por sí intrincado, se añade la perenne guerra mediática contra la Revolución Bolivariana que pone en escena para el mundo, con los horrendos ingredientes del cine de catástrofes, un supuesto «desastre venezolano».
El pasado 26 de septiembre, en Nueva York, ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Maduro denunció con amplios detalles los diversos ataques de una «agresión internacional» contra su país. Sin omitir recordar la criminal tentativa de magnicidio contra él ocurrida en Caracas el 4 de agosto pasado.
Cualquier otro dirigente, ante semejantes adversidades, hubiese claudicado. No es el caso de Nicolás Maduro quien, una vez más, ha dado muestras de una resilencia excepcional. Para enfrentar la guerra económica, sorprendió de nuevo a sus adversarios con una triple ofensiva: consolidó la criptomoneda Petro, lanzó el Bolivar Soberano, y propuso el Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica.
Por otra parte, pese a las dificultades, la Revolución Bolivariana ha seguido cumpliendo sus objetivos de justicia social: entregó hace unos días la vivienda digna número 2,5 millones; los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) proveen de cajas de alimentos básicos a cerca de seis millones de familias humildes; se está a punto de alcanzar las tres mil comunas productivas; se avanza hacia la autosuficiencia en los rubros: maíz, arroz, azúcar, leguminosas, cacao, café y soja; y en materia de educación, más de 10 millones de personas acuden a las aulas de clases y el 75% de ellas lo hacen en escuelas públicas y gratuitas, desde la educación inicial hasta la universitaria, en permanente mejoramiento de la calidad.
En política internacional, las autoridades venezolanas han seguido enfrentando la hostilidad de Washington y de algunos de sus aliados, en particular europeos. Asi como los ataques de los gobiernos conservadores latinoamericanos reunidos en el seno del Grupo de Lima.
Muy distinta ha sido, en cambio, la actitud de diversas grandes potencias cuyos jefes de Estado han expresado su solidaridad con la Revolución Bolivariana.
A este respecto, por ejemplo, el presidente Maduro fue invitado a visitar China en septiembre pasado reuniéndose con el presidente Xi Jinping. Por otra parte, el mandatario venezolano recibió en Caracas al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en diciembre, con quien ha establecido una relaci ó n de gran confianza. Y ese mismo último mes de 2018 realizó otro importante viaje a Moscú donde firmó sustanciales acuerdos con el presidente Vladimir Putin. Confirmando de este modo que Venezuela no est á aislada.
Conozco a Nicolás Maduro desde hace más de diez años cuando era ministro de asuntos exteriores del presidente Hugo Chávez. Ha sido, por antonomasia, de 2006 a 2012, «el» canciller de la Revolución Bolivariana. Como los míticos Litvinov y Molotov lo fueron de la revolución soviética. Chu-Enlai de la revolución china. O Raúl Roa de la revolución cubana. Es el gran estratega, junto al Comandante Chávez, de todas las batallas ganadas en el árduo y complejo frente diplomático.
Como se sabe, Maduro fue un destacado dirigente estudiantil y un líder sindical legendario. Es también un hombre de amplia cultura, con tres pasiones: la historia, la música y el cine. Dirigió durante años el principal cine-club de Caracas, y sus conocimientos cinefílicos son de una vastedad y de una finura impresionantes.
Por su inteligencia política, siempre ejerció sobre su entorno una auténtica fascinación. «Es un cerebro con gatillo» dicen sus amigos para subrayar la celeridad de su mente. Por ello sin duda, el Comandante Chávez, al salir de la cárcel en 1994, no dudó en eligirle como uno de los pocos no militares que integraron su círculo más íntimo. Y le acompañaron en la conquista democrática del poder.
Puedo testimoniar del afecto profundo y de la confianza que le profesaba el Comandante Chávez. No me sorprendió por consiguiente que, aquel 8 de diciembre de 2012, en su último discurso público, antes de someterse a una intervención quirúrgica que resultaría trágica, el fundador de la Revolución Bolivariana definiera a Maduro, entre varios jóvenes y brillantes líderes chavistas, como el más capaz: «Es un revolucionario a carta cabal. Un hombre de gran experiencia a pesar de su juventud. De una gran dedicación al trabajo. De una gran capacidad para la conducción de grupos. Y para manejar las situaciones más dificiles en distintos frentes de batalla.»
Finalmente el Comandante Eterno lo designó al pueblo como su succesor con aquellas palabras tan típicamente chavistas y tan inolvidables: «Mi opinión firme. Plena como la luna llena. Irrevocable. Absoluta. Total. Es que -si es que yo no pudiera- ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se lo pido desde mi corazón. Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar dirigiendo -junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo- los destinos de esta Patria al frente de la Presidencia de la República. Con su mano firme. Con su mirada. Con su corazón de hombre del pueblo. Con su don de gentes. Con su inteligencia. Con su liderazgo. Y con el reconocimiento internacional que se ha ganado.»
Antes de sentarnos en su despacho del Palacio de Miraflores, en Caracas, para realizar esta entrevista, el presidente Maduro me invita a acompañarle a una ceremonia pública de entrega de viviendas sociales. Se va a entregar el apartamento subvencionado por el Estado número 2,5 millones… Los edificios, construidos en colaboración con una empresa china, están localizados a proximidad de la parroquia caraqueña del Valle, de clase media, donde precisamente el mandatario nació y en cuyas calles se crió.
La población presente, no muy numerosa, acoge al mandatario con ruidosas muestras de alegría y afecto. Maduro viste una guayabera blanca con el cuello de los colores de la bandera venezolana. Naturalmente elegante, de imponente estatura -mide más de 1,90m- es un hombre tranquilo, afable, sereno, dotado de un sentido muy fino del humor.
En su corto discurso denuncia la «indolencia» de muchos de sus propios colaboradores en el gobierno o en las administraciones locales. Los ciudadanos presentes aplauden con entusiasmo esas críticas. Y lo vitorean a pleno grito cuando el presidente carga contra la corrupción y se propone castigarla sin miramientos «caiga quien caiga».
Alterna comentarios afables, casi personales, dirigidos a algunas de las familias (entre ellas, una jóven pareja con discapacidad auditiva y su bebé) que reciben las llaves de sus nuevos apartamentos, y reflexiones profundas de política económica nacional o de relaciones internacionales. Un poco a la manera en que lo hacía el Comandante Hugo Chávez. Oscila desde lo personal a lo colectivo, desde lo concreto a lo general, desde la praxis a la teoría. Siempre dando pedagogicamente una impresión de liviedad para nunca resultar pesado.
Al día siguiente, 27 de diciembre, nos encontramos en su despacho de trabajo en el palacio de gobierno. Exactamente en aquella misma sala en la que Chávez, hace casi seis años exactos, señaló a Maduro como su continuador. Nos saludamos y, mientras los equipos terminan de preparar el set, caminamos conversando por el patio y los bellos jardines interiores de Miraflores sobriamente adornados con decorados de la navidad.
Hoy el Presidente viste una elegante camisa de color azul intenso. Aunque es una entrevista para prensa escrita, se van a tomar fotos de nuestro encuentro y se van a rodar, en video, algunas de las respuestas. Como es habitual en él, ha traído bajo el brazo un paquete de libros que coloca en la mesita que nos separa. Todo está listo. Entonces, sin más preámbulo, arrancamos.
IR. Buenas tardes, Presidente. Gracias por recibirnos. En esta entrevista vamos a abordar esencialmente tres temas: política, economía y asuntos internacionales. Empecemos por la política: quizás el principal evento político del año 2018 fue su reelección, en los comicios del 20 de mayo, con más de seis millones de votos obtenidos y más de 40% de diferencia con respecto al principal candidato opositor Henri Falcón. ¿Cómo explica usted -en un contexto tan dificil para los ciudadanos, creado por la guerra económica y las sanciones financieras impuestas por Washington- que los electores le hayan otorgado, por segunda vez, un apoyo tan masivo?
Nicolás Maduro. En efecto, el pueblo de Venezuela otorgó a la Revolución Bolivariana, al chavismo -que es una fuerza política y social real, que existe en las calles, en los barrios, en los campos, en las ciudades y en los pueblos- y otorg ó también, debo decirlo con humildad, a mi candidatura, el mayor apoyo -en términos porcentuales- que cualquier candidato haya obtenido jamás en una elección presidencial en Venezuela.
Ya veníamos notando -luego de la victoria de la paz con la elección constituyente de julio de 2017- una recuperación sostenida de nuestras fuerzas, un afianzamiento de la unidad revolucionaria -recibimos el apoyo de todos los partidos del Gran Polo Patriótico y de infinidad de movimientos sociales-, y un crecimiento organizado de nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que es el partido político con mayor número de afiliados de toda Latinoamérica.
Ese buen resultado se explica también, me atrevo a señalarlo así, por la madurez y sabiduría demostrada por nuestro pueblo en medio de la más brutal agresión que hayamos sufrido desde nuestra guerra de independencia. Nuestro pueblo se ha crecido, ha crecido en conciencia, en fuerza organizada, en patriotismo, frente a la guerra psicológica y a la ilegal e ilegítima guerra económica perpetrada por el imperio norteamericano junto a sus gobiernos satélites de este continente y de Europa, para tratar de doblegarnos. El resultado de esa hostilidad ha sido la terquedad demostrada por los ciudadanos y ciudadanas en su determinación de seguir siendo libres, independientes y soberanos.
Y otro factor fundamental, determinante, Ramonet, es que la Revolución Bolivariana ha atendido, en medio de las dificultades y del hostigamiento económico y financiero, las necesidades de la sociedad venezolana. Aquí no ha cerrado una sola escuela, ni una universidad. Al contrario, ha aumentado el número de estudiantes de la educación pública. Aquí continuamos atendiendo de manera gratuita la salud de todo el pueblo. Hemos protegido, con mucha fuerza y determinación, el salario y el empleo de todas y todos. Y aproximadamente cada tres semanas llevamos el alimento básico, las ya famosas «cajas CLAP», a unos seis millones de hogares de Venezuela; se las entregamos directamente en sus casas.
En las paredes de Caracas se pueden leer pintadas, grafitis en los muros, que quizás resuman esto que le respondo: «Voto por quien me aumenta el salario, no por quien encarece los productos.» Quizás eso explique por qué la Revolución Bolivariana se encuentra hoy más robusta, viva y amalgamada en un solo esfuerzo constructivo que nunca.
IR. Dentro de unos días, el 10 de enero de 2019, arranca su nuevo mandato presidencial de seis años. Algunos gobiernos que no reconocieron los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de mayo pasado amenazan con desconocerlo a usted como Presidente constitucional de Venezuela. ¿Qué les responde usted?
Bueno, en primer lugar, que Venezuela es un país que ha forjado, a lo largo de la historia, su identidad, su carácter republicano, su independencia. Y que, a Venezuela, la rige una Constitución que es la más democrática que haya existido en toda nuestra historia. Aprobada por nuestro pueblo hace diecinueve años en referéndum. Y esta Constitución se ha venido cumpliendo de manera impecable en estos diecinueve años.
En 2018, tuvimos dos certámenes electorales totalmente transparentes, regidos por las instituciones electorales del país. Debo recordar que el Poder Electoral, en Venezuela, es un poder público, el quinto poder público. Y ese poder utilizó toda su logística, sus sistemas electrónicos del más alto nivel de transparencia. Reconocido por personalidades internacionales de indiscutible prestigio como [el exPresidente de EEUU] Jimmy Carter quien afirmó en su momento que «el sistema electoral venezolano es el más transparente y pulcro que se haya visto en el mundo; el más perfecto«.
Las elecciones presidenciales del 20 de mayo del 2018 se realizaron bajo el control de observadores nacionales e internacionales. Y nuestro pueblo tomó una decisión. Las decisiones sobre Venezuela no las toman los gobiernos extranjeros. No somos un país intervenido, tutoreado por ningún imperio. Ni por el imperio del Norte, ni por sus satélites de América Latina y el Caribe, ni por Europa. En Venezuela gobierna y manda soberanamente el pueblo. Y el pueblo tomó una decisión muy clara y muy contundente: por primera vez, nosotros sacamos 68% de los sufragios… Usted lo señalaba: más de cuatro millones de votos de diferencia con el candidato principal de la oposición.
Así que: el pueblo ha decidido. Y nosotros vamos a cumplir la decisión del pueblo. No existe la posibilidad de que gobierno alguno diga la mínima palabra, desde el extranjero, para conocer, reconocer o desconocer la legitimidad constitucional y democrática del gobierno que voy a presidir desde el 10 de enero de 2019 hasta el 10 de enero de 2025. Dispongo del plan, del proyecto, de la experiencia, de la fuerza. Cuento con el pueblo, con la unión cívico-militar. Y sobre todo: con la legitimidad constitucional que es lo más importante.
Permítame repetirle que las presiones y las agresiones del imperio norteamericano y de sus gobiernos satélites no significan nada frente a la voz de nuestro pueblo. Nuestra democracia posee una fortaleza real que se ha expresado en 25 elecciones en los últimos veinte años… Vale decir que, en veinte años de Revolución Bolivariana, ha habido casi el triple de elecciones que las realizadas durante el mismo período, por ejemplo, en EEUU…
En la campaña electoral de abril y mayo de 2018, que duró veintiún días, visité los veintitrés estados de Venezuela varias veces. Y al pueblo que colmó calles y avenidas, yo le preguntaba: «¿Quién elige al Presidente en Venezuela? ¿Washington o Caracas? ¿Miami o Maracaibo?» Y la respuesta enérgica de todo el pueblo, incluido el que vota por la oposición, es que nosotros tenemos el derecho inalienable de elegir a nuestros gobernantes. Nada ni nadie va a cambiar ese derecho elemental y sagrado.
A quien le moleste eso le decimos que Venezuela tiene una larga tradición de no injerencia en los asuntos de otros Estados. La Revolución Bolivariana ha sido solidaria con todos los países de nuestro continente y del mundo si así lo han requerido frente a catástrofes naturales o de otra índole. Lo menos que exigimos es la reciprocidad. Que se nos respete en tanto y cuanto somos soberanos e independientes.
Aunque usted no ha cesado de apelar al diálogo democrático, el grupo opositor más importante -reunido en el seno de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD)- decidió no participar en las elecciones del 20 de mayo. El resultado es que hoy la MUD se halla fragmentada, dividida y, de hecho, autodisuelta. ¿Qué opinión le merece a usted esta oposición?
He convocado a la oposición venezolana a un diálogo político en más de trescientas ocasiones… Eso sin contar el diálogo permanente que mi gobierno mantiene con los sectores privados, y con la sociedad en general. Este diálogo no ha buscado a convencer a nadie de que asuma nuestros modelos. Entendemos que tenemos formas muy diferentes de ver la vida, de que son propuestas confrontadas para asumir los retos de nuestra sociedad. Nuestro empeño siempre ha consistido en fortalecer la convivencia política pacífica de las fuerzas políticas de Venezuela.
Pero todos esos esfuerzos de diálogo han sido boicoteados por la embajada de EE.UU. en Venezuela. Alguna vez se sabrá de las visitas que hizo el encargado de negocios de la embajada de EE.UU., casa por casa, a cada uno de los precandidatos de la oposición para obligarles a no participar en la elección presidencial del 20 de mayo. Logró conminarlos a casi todos, con dos excepciones [Henry Falcón y Javier Bertucci] que sí participaron, y obtuvieron la votación que obtuvieron.
Usted no sabe lo feliz que yo me sentiría si pudiéramos contar con una oposición en Venezuela que se mantuviera apegada a la política, que se alejara de aventuras conspirativas y golpistas, que defendiera una voz propia. Y no la voz autoritaria de la embajada gringa.
En el marco de la Revolución Bolivariana ¿cual es el espacio político del que dispone la oposición? En otras palabras: ¿la Revolución aceptaría que la oposición ganase unas elecciones presidenciales?
La oposición en Venezuela cuenta con todas las garantías que la Constitución establece para el libre ejercicio de la política. Y le digo más, de las veinticinco elecciones que ha habido en Venezuela en 20 años hemos ganado veintitrés, es cierto, pero hemos perdido dos: la reforma constitucional de 2007 y las legislativas de 2015. Cuando perdimos, de inmediato reconocimos nuestra derrota, minutos después de que el Consejo Electoral emitiera su boletín. Chávez en 2007 y yo en 2015 reconocimos el resultado y llamamos al pueblo a respetarlo en paz.
Yo presenté mi mensaje a la nación, en enero de 2016, ante la Asamblea Nacional de mayoría opositora, presidida por el líder de la oposición Henry Ramos Allup. Y ¿cuál fue la respuesta de la derecha envanecida por su victoria electoral? Decir que me sacarían del poder en seis meses, violando la Constitución y el mandato electoral otorgado por el pueblo.
Ya se ven las consecuencias de sus actos: ahora tenemos a una oposición fragmentada, dividida, odiándose sus dirigentes entre ellos, y muy disminuida en su fuerza política. Quiero decir con esto que siempre hemos reconocido todos los resultados electorales, cuando hemos ganado y cuando hemos perdido. La oposición ha ejercido el poder regional y local en aquellas elecciones de gobernador y de alcalde en las que ha resultado favorecida. Por cierto con el mismo sistema electoral automatizado con que cuenta Venezuela desde 2004.
El problema es que ellos reconocen sólo las decisiones electorales cuando ganan… No reconocieron el resultado del Referendo Revocatorio de 2004, y eso que Chávez les ganó con 20 puntos de diferencia. Ni el de la elección presidencial de 2006, cuando Chávez les sacó 23 puntos de diferencia. Ni mi victoria de 2014, ni la de mayo de 2018.
Usted ha calificado varias veces a algunas fuerzas opositoras de «golpistas» ; y el 4 de agosto pasado fue usted víctima de un espectacular intento de magnicidio con drones cargados de explosivos. ¿Qué nos puede decir a propósito de ese atentado?
Efectivamente, el 4 de agosto de 2018 nosotros vivimos lo que nunca pensé que pudiera suceder: un atentado terrorista con uso de la más alta tecnología para asesinarme. Y más que asesinar a mi persona como ser humano, se trataba de acabar con la Presidencia de la República y acabar con los poderes del Estado. Fue un atentado verdaderamente terrible. Gracias a los mecanismos tecnológicos de securidad de los que disponemos, logramos neutralizar en parte ese ataque.
Utilizaron drones. Un dron voló por encima de la tarima en la que yo me hallaba, y vino a colocarse en frente de mi cuando estaba pronunciando el discurso principal. Luego se acercó pero fue neutralizado por nuestra tecnología. Si hubiese explosionado donde los criminales querían, hubiese causado mucha sangre, dolor y muerte.
Y había un segundo dron que, por fortuna, se desorientó a causa de nuestra misma tecnología de protección. Y explosionó… Era el dron más poderoso porque traía una carga de C-4, un explosivo plástico de uso bélico. Ese dron explosionó contra un edificio de apartamentos muy cerca de la tarima principal. Creó un hueco gigantesco en el muro exterior del edificio, y hasta prendió fuego a un apartamento. La misión de ese dron era rematar, desde arriba, la labor del primer dron una vez que éste hubiera destruido frontalmente la tarima principal.
Tuvimos la capacidad -junto al pueblo venezolano, junto a las fuerzas de seguridad y de inteligencia, junto a la policía- de capturar de inmediato a los autores materiales. Y luego fuimos capturando a los demás autores materiales, y a quienes lo dirigieron. Y pudimos establecer la identidad de los tutores del ataque.
El atentado fue ordenado, desde Bogotá, por el presidente Juan Manuel Santos, cuyo mandato terminaba curiosamente tres días después del ataque terrorista, el 7 de agosto… Con participación directa del ex-diputado Julio Borges, dirigente de la oposición venezolana. Todo el atentado fue preparado desde Colombia. Todos los operadores directos de los drones fueron entrenados en Colombia. Los drones y sus explosivos se prepararon en Colombia. Bajo la dirección del gobierno del aún entonces presidente Juan Manuel Santos.
Tuvieron conocimiento de ello en la Casa Blanca, en Washington. No tengo ninguna duda. Detrás de ese ataque hubo un «sí», un «ok» de la Casa Blanca. Ya sabemos que John Bolton, actual consejero de seguridad nacional del presidente Donald Trump, está dirigiendo planes para asesinarme. Yo lo he denunciado. Bolton tuvo conocimiento de ese atentado. Y dio su «ok» para que se ejecutara. Washington y Bogot á mantienen una política permanente de terrorismo contra nosotros.
Por eso me acusan de «dictador»… Cuando acusan a un dirigente progresista de «dictador» y hacen una campaña mundial tan bestial… Y toda la derecha y la extrema derecha mundial retoman la acusación de «dictador» contra Maduro, un dirigente sindical, un hombre del pueblo, forjado en las luchas de los barrios caraqueños, en las luchas del movimiento estudiantil, en las luchas por la Constituyente, en los debates parlamentarios, forjado en el frente diplomático… Cuando a alguien como yo lo acusan de «dictador», y acusan a Venezuela de «dictadura», es para poder justificar cualquier cosa contra nuestro país. Hay una conspiración permanente de la oligarquía colombiana y del imperio estadounidense contra la Revolución Bolivariana.
Yo digo que, de ese atentado, me salvó Dios. Estableció en torno a mí un manto protector. Me salvó también la Virgen de la Chinita, muy milagrosa, patrona de la Guardia Nacional bolivariana. De todos modos aquí estamos, muy comprometidos, dispuestos a seguir. Obviamente con medidas especiales de seguridad para que los fines criminales de esa gente nunca se realicen.
En reiteradas ocasiones, el Presidente Chávez y usted mismo han hablado de la necesidad de contar con una oposición democrática que abandone la línea golpista y su subordinación hacia alguna potencia extranjera, ¿Considera usted que, en 2018, ha habido algún avance en ese sentido?
En Venezuela, la oposición, el bloque opositor, la MUD, lamentablemente han venido desgajándose, desintegrándose. Y estoy convencido de que la causa principal de ese desmoronamiento es su dependencia de las políticas de Washington y de Bogotá. No es una oposición nacional, no tiene una política en función de los intereses nacionales, de un pensamiento o de una doctrina nacional. Es una oposición financiada, mantenida y dirigida directamente -como si fueran drones teledirigidos- desde Washington y Bogotá. Y eso los ha desintegrado a todos porque no piensan con cabeza propia. No tienen capacidad para tomar decisiones.
Basta con ver el lamentable espectáculo que dieron en el último proceso del Dialogo Nacional, cuando se planteó la inscripción de candidaturas para las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018. Sólo atendieron al llamado de las fuerzas internacionales de la derecha y del imperialismo norteamericano. Aquello fue lamentable. Porque Venezuela necesita una oposición política. Yo he llamado al dialogo centenares de veces. Y me mantengo firme : todo aquel sector de la oposición que quiera dialogar me hallará con los brazos abiertos, con la mente abierta, listo para dialogar sobre el futuro del país.
Creo profundamente que, más temprano que tarde, en Venezuela, se va a instalar un diálogo político diverso, con todas las fuerzas ideológicas de esa oposición. Tengo esa fe. Y voy a trabajar para conseguir ese objetivo. Para que, en Venezuela, en el 2019, haya un diálogo político fructífero que permita reconstruir una oposición auténtica que nuestro país requiere para tener paz, para tener tranquilidad. Y para tener una democracia diversa que es la que necesitamos.
Varios líderes de la oposición han lanzado una campaña internacional de desprestigio contra su gobierno acusándolo de la existencia de «presos políticos». ¿Cómo juzga usted estas graves críticas?
Mire, aquí hay personas que, por estar acusadas de cometer un delito como, por ejemplo, estar involucradas en golpes de Estado o intentos de golpes militares, e incluso de intento de magnicidio como el del pasado 4 de agosto del que acabamos de hablar, deben responder ante la justicia. Ya sean políticos o no. No hay que confundir un político preso con un preso político. Eso es así en Venezuela y en cualquier país del mundo.
Imagine usted por un momento que un actor político -un diputado, un alcalde, un concejal, un ex ministro- intente asesinar al Presidente de Francia, o dar un golpe de Estado al Presidente de España ¿cuál sería la respuesta legal que recibirían por parte de los tribunales de esos Estados? Pues bien, en Venezuela, hay un Estado de Derecho que debe ser respetado por todos.
Digo más, como resultado del diálogo con la oposición en 2017, una Comisión de la Verdad nombrada por la Asamblea Nacional Constituyente, otorgó generosas medidas sustitutivas y beneficios a casi todos los acusados que habían actuado contra la Constitución y las leyes, desde el golpe de Estado de 2002 hasta las acciones violentas -las «guarimbas«- de 2014 y 2017, con excepción de quienes hubieran cometido delitos graves, como homicidio o narcotráfico.
En Venezuela hay actualmente dos Asambleas legislativas. Por una parte, la Asamblea Nacional surgida de las elecciones de 2016 y dominada por la oposición pero que el Tribunal Supremo ha declarado «en desacato». Y por otra parte, la Asamblea Nacional Constituyente surgida de las elecciones del 30 de julio de 2017 y dominada por el oficialismo pero que varias potencias internacionales no reconocen. ¿Cómo piensa usted que se puede resolver esta situación?
Realmente son dos figuras de representación popular claramente establecidas en la Constitución y con funciones específicas también contenidas en la letra constitucional.
Por un lado, el poder legislativo, que desacató de manera flagrante una disposición del máximo tribunal de la República, obligando a este tribunal a una acción de resguardo constitucional que se supera en el mismo momento en que la Asamblea Nacional se ponga a derecho y acate la decisión de la sala constitucional.
Por otro lado, atendiendo a la iniciativa que me otorga la Constitución en su artículo 348, convoqué a la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) por el voto del pueblo, en un contexto en que la derecha había sumido sectores del país en una grave violencia homicida, con más de 130 muertos, personas quemadas vivas por su color de piel, niños que eran inducidos a actuar con violencia bajo efectos de drogas… En suma, una situación muy lamentable y dolorosa. Pues bien, fue sabia y balsámica la elección de la ANC. Trajo la paz al país.
En idénticas circunstancias, volvería a hacerlo. Se lo aseguro. Y ahora la ANC se encuentra cumpliendo con la función constitucional establecida de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.
Bien, pasemos a abordar, en una segunda parte, algunos temas de economía. Una vez superado el escenario de violencia política, la batalla económica y en particular la lucha contra la inflación se presentan como las principales tareas nacionales para el 2019. ¿Qué balance hace usted del «Plan de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad» lanzado el 20 de agosto pasado? ¿Y cuales son las perspectivas para 2019?
Yo creo que el logro principal del Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad es que tenemos las riendas ya de lo que es un plan de crecimiento y de recuperación. Tenemos las riendas para la protección del empleo, la protección del ingreso de los trabajadores. Tenemos las riendas para el crecimiento organizado de los sectores fundamentales de la economía.
Y estamos en mejores condiciones para afrontar la batalla cruenta, durísima, contra las sanciones internacionales que le han hecho perder a Venezuela, por lo menos, sólo durante el año 2018, unos veinte mil millones de dólares… Son pérdidas multimillonarias, colosales. Nos persiguen las cuentas bancarias. Nos impiden las compras de cualquier producto en el mundo: alimentos, medicinas, insumos… Es una persecución salvaje, un acoso criminal lo que se hace contra Venezuela.
Sin hablar del bloqueo financiero… Que es más que un bloqueo… Porque un bloqueo, a veces, cuando te quieren bloquear, te ponen una barrera ahí, y ya t ú no puedes pasar para acá… Pero es más que un bloqueo lo que nos hacen, es una auténtica persecución… Una persecución de las cuentas bancarias, de los negocios que Venezuela realiza en el mundo, del comercio, de las compras…
Por ejemplo, Euroclear [uno de los mayores sistemas de compensación y liquidación de valores financieros del mundo cuya sede está en Bruselas.] nos secuestró, en el año 2018, mil cuatrocientos millones de euros que teníamos ya comprometidos para comprar medicinas, insumos y alimentos. Y nadie responde. Lo hemos denunciado en las Naciones Unidas, ante el Secretario General de la ONU. Lo he denunciado ante los distintos organismos internacionales… Y nadie dice nada.
Entonces, nosotros tenemos una lucha por liberarnos, por independizarnos de toda esa persecución y de ese bloqueo. Y eso sólo se logra a través de la producción de riquezas.
Yo estoy muy empeñado en la elevación de la producción petrolera, en la elevación de la capacidad de Venezuela en su petroquímica, en la producción de oro, de diamantes, de coltán… En la elevación de la producción de hierro, acero, aluminio, etc.
Riquezas abundantes que posee Venezuela y que, por mucha persecución internacional que decreten los EEUU de Norteamérica, son materias primas que tienen un mercado internacional sin ningún tipo de cortapisas.
Debo añadir que los ataques contra nosotros son constantes, despiadados y de toda índole. Y non son sólo económicos. Por ejemplo, ahora, con las fiestas de fin de año, han llegado desde afuera, cruzando la frontera, decenas de comandos terroristas especializados en los sabotajes eléctricos. Vuelan los transformadores, cortan los cables de alta tensión, dinamitan las centrales eléctricas… Dejan barrios enteros, a veces ciudades enteras, sin luz, sin energía para las industrias, los congeladores, los transportes, los hospitales… Ponen vidas en peligro… Amargan las fiestas de miles de familias.
Otros comandos se infiltran con consignas de provocar cortes en la distribución del agua. Destruyen tuberías, sabotean aqueductos, provocan cortes de agua… Complican la vida cotidiana de cientos de familias. Otros terroristas sabotean los transportes públicos… Otros se especializan en hacer desaparecer el dinero efectivo de papel que se llevan masivamente para Colombia…
Son actos criminales que nosotros calificamos de «terroristas». Nuestras fuerzas de seguridad están desplegadas por todo el país y son cada día más eficaces… Ya han detenido a decenas de estos comandos mercenarios. Pero siguen llegando porque los recursos de nuestros enemigos son infinitos…
Y debo decir, con admiraci ó n, que el pueblo venezolano enfrenta todas estas agresiones con una conciencia pol í tica asombrosa. Muy determinado a resistir, con el apoyo decidido de nuestras fuerzas de seguridad, a tan cobardes ataques.
Por eso yo digo que el pueblo de Venezuela está siendo víctima de una persecución feroz que he comparado, me he atrevido, con la persecución de Hitler contra los judíos, con el permiso de la comunidad judía mundial. Nos persiguen sin piedad. Nos asedian. Nos acosan desde los EEUU con obsesión, con sadismo, y nos quieren hacer daño económico para asfixiarnos, estrangularnos, derrotarnos.
No lo han logrado. Ni lo van a lograr. Y creo que con ese Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad, en el año 2019 va a haber grandes sorpresas muy positivas, en torno a la elevación de la producción, y la creación de riquezas diversas para el país y para la poblaci ó n. Decididamente, nuestra economía va a despegar gracias al control de la inflación y de los elementos que han venido perturbando la vida de los venezolanos en los últimos años.
Según nuestras informaciones, la producción de petróleo de Venezuela se sitúa en torno a 1.200.000 barriles diarios, o sea por debajo de la producción óptima. ¿Cuál es la situación real de la empresa estatal de petróleos PDVSA?
Hemos emprendido un proceso -y mi gobierno se ha empeñado en ello-, de defensa de los precios internacionales del petróleo. A pesar de que una de las formas de agresión multiforme contra las economías de Rusia, Irán y Venezuela -por mencionar algunos de los grandes exportadores- sea por vía de la manipulación de formas peligrosas de producción, el llamado fracking del petróleo de esquisto, y la especulación financiera en los contratos a futuro, para bajar los precios de modo artificial.
Nosotros procuramos y defendemos un precio de equilibrio que favorezca a productores y consumidores. Y seguiremos actuando de esa manera en el marco del acuerdo de países productores miembros de la OPEP [Organización de Países Exportadores de Petróleo] y no miembros de la OPEP.
Acerca de su pregunta específica, le confieso: es cierto, Venezuela está produciendo menos petróleo del que debería, y esa ha sido una de mis mayores preocupaciones. Lamentablemente se enquistaron, en el seno de PDVSA [Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima] , verdaderas mafias. La maldita corrupción que, como un cáncer, ha minado nuestra fuerza y nos ha impedido aumentar la producción de petróleo. Las hemos enfrentado con í mpetu, con determinación.
Hemos puesto a la disposición de la justicia, y están siendo procesados, varios gerentes corruptos y altos funcionarios que traicionaron nuestra confianza, su palabra de honor y su lealtad para convertirse en meros ladrones.
Estoy seguro de que 2019 será el año de la recuperación en la producción petrolera, con el concurso de la PDVSA honesta y de las empresas privadas que, por vía de la conformación de empresas mixtas y de contratos de servicios, están ya produciendo y acelerando este esfuerzo.
¿Qué le responde usted a los medios internacionales que hacen campaña contra su gobierno hablando de «carencia crónica» de alimentos básicos, de «penuria» de medicamentos de primera necesidad, y que denuncian una «crisis humanitaria»?
Ha quedado demostrada, por parte de investigadores de la información serios, la realidad de la brutal e infame campaña psicológica y mediática de los centros imperiales contra Venezuela y contra los venezolanos. Quieren doblegar nuestra moral y nuestra inquebrantable decisión de ser independientes y libres.
De todas las noticias publicadas sobre Venezuela en medios de EEUU y de Europa, el 98% son noticias negativas. El 98%!!! Una barbaridad. No dicen -como ya le se ñ alé- que seis millones de hogares venezolanos reciben cada tres semanas en sus hogares, de forma casi gratuita, los alimentos esenciales para la familia… Silencian que estamos garantizando la alimentaci ó n para el pueblo, como así lo reconocen organismos multilaterales como la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura]. No mencionan que, en estas semanas de vísperas de fiestas, nuestro gobierno ha distribuido unos 14 millones de juguetes a niños y niñas de familias humildes… Callan que hemos entregado -usted fue ayer, en parte, testigo de ello- dos millones y medio de viviendas sociales… ¿En qué otro pa ís se ha hecho eso?…
Ocultan que estamos enfrentando una dur í sima guerra económica y un bloqueo promovido por el imperio norteamericano y algunos países de Europa. Omiten indicar que casi toda la población de Venezuela tiene acceso a atención médica, gratuita y de calidad. No hay un rincón de Venezuela al que no llegue la atención de nuestros médicos de la misi ó n Barrio Adentro. No dicen -como también ya se lo señalé- que toda la población tiene acceso a educación gratuita y de calidad desde el preescolar hasta la universidad y postgrado. Por cierto, en el año 2018, aumentó en Venezuela la matrícula en toda la educación… ¿No le parece raro, Ramonet, que hayamos conseguido aumentar la matrícula escolar en ese supuesto contexto «catastrófico» que intentan difundir?
La respuesta a esas patrañas ya la sugirió, en 2015, el general John Kelly [actual Jefe de Gabinete del presidente Donald Trump; ex Secretario de Seguridad Nacional. En 2015, era comandante del Comando Sur de los EE UU ] cuando señaló que Washington «intervendría» en Venezuela en caso de que se presentara una «crisis humanitaria«.
No negamos los problemas que hay en nuestro país. Al contrario, los afrontamos, los discutimos con nuestro pueblo y estamos decididos a resolverlos. Si los EEUU nos quieren ayudar, podrían empezar por no ser hipócritas. Podrían liberar los recursos que nos robó Euroclear, 1 400 millones de euros… Podrían permitirnos el acceso al crédito del sistema financiero internacional al que tienen alcance todos los Estados del mundo… Y mire que Venezuela es buena pagadora… En los primeros cinco años de mi gobierno, pagamos más de 70 mil millones de dólares… Pues bien, a pesar de nuestra condición de buenos pagadores, a Venezuela se le niega el acceso al crédito internacional, se le persigue y se le cierran cuentas bancarias de manera ilegal, abusiva, ilegitima, injusta.
A lo largo del año 2018, algunos medios internacionales han difundido imágenes de venezolanos «huyendo» de su país a causa del pretendido «derrumbe económico» y de la «crisis humanitaria». Se ha hablado de «millones de emigrantes». Y varios países vecinos receptores de esa emigración -azuzados por EEUU, la Unión Europea y Canadá- están reclamando ayudas internacionales para los supuestos «gastos de atención» a esos migrantes. ¿Qué reflexión le merecen estos fenómenos?
Estos fenómenos, como usted mismo lo observa, se han construido, en parte, a base de «fake news«, de «verdades alternativas» y otras desinformaciones fabricadas con la complicidad activa de varios conglomerados de medios de comunicación.
Sobre una base mínima de realidad -que nadie niega, Ramonet-, unos hábiles guionistas han elaborado un relato antichavista para multitudes. Se trata de una gigantesca operación de «falso positivo» coordinada por los campeones mundiales en «falso positivo», o sea el gobierno de Colombia, acompañado en la comparsa por algunos países satélites del imperialismo norteamericano.
Es una historia bien triste. Da mucha pena. Por un lado, estos ilusionistas estafaron a un grupo de venezolanos, cuyo número -aprovecho para denunciarlo- jamás alcanzó, ni remotamente, las cifras que de forma mentirosa los grandes medios repiten mil veces. Nosotros, insisto, no negamos que un grupo de venezolanos salió del país comprando esa oferta engañosa de «mejores condiciones de vida y de trabajo«. Fue un grupo atípico, por decirlo de algún modo, porque los que salieron, lo hicieron llevando dinero: los unos, diez mil dólares; los otros, veinte mil dólares, o incluso cantidades mayores… Y se dirigieron al Perú, a Colombia, a Ecuador, a Chile… y allí se encontraron con la brutal realidad del capitalismo salvaje, de la xenofobia, del odio racial… A muchos les robaron el dinero, a otros los maltrataron, los vejaron y los sometieron a trabajo esclavo…
En paralelo, los propagandistas elaboraban el expediente mentiroso de la «migración masiva» y la «crisis humanitaria«. Afirmando cosas francamente absurdas, mentiras flagrantes… Llegaron, por ejemplo, a repetir que, a Ecuador, entraban un millón de venezolanos cada mes… Yo hice un pequeño ejercicio de aritmética, Ramonet: ¿Sabe usted cuantos autobuses se necesitan diariamente para trasladar a esa cantidad de personas a Ecuador? ¡Ochocientos viajes diarios! ¿Usted se imagina ochocientos autobuses ingresando diariamente a Quito…? ¿Dónde están las fotografías mostrando ese millón de personas? Todo el mundo ha visto a los miles de migrantes caminando hacia EEUU provenientes de Honduras. Todos vimos que era una fila inmensa… Y, sin embargo, apenas se trataba de algo así como ocho o nueve mil personas… ¿Usted se imagina una fila de cien mil migrantes? ¿Una fila de ochocientos autobuses -¡diarios!- colapsando las calles de Quito?
Resulta increíble que personas pensantes hayan podido creer mentiras de semejante calibre… Pero ese es justamente el propósito de los «falsos positivos» y de las «fake news«: sembrar la mentira para que ésta se imponga sobre el razonamiento y la verdad.
Además, el gobierno de Colombia y su presidente Iván Duque, en un arresto de insólito descaro, están tratando de sacar dinero de la operación…¡Es increíble! ¿No? Dinero que, seguro, se perderá, se robará… Todavía hay quienes se preguntan, en el Congreso de EEUU, qué hizo el gobierno de Colombia con los 72 mil millones de dólares que Washington les dio para «la lucha contra las drogas»… ¿Qué hicieron con esos miles de millones? Yo se lo puedo decir a ciencia cierta: lo robaron.
Colombia sigue siendo el primer país productor de cocaína del mundo, y los cultivos ilícitos no han hecho sino aumentar. Es increíble que el presidente Duque esté buscando estafar a la comunidad internacional y al sistema multilateral con las patrañas que él mismo se inventó. Podría empezar a ocuparse, por ejemplo, de sus propios ciudadanos, los colombianos, quienes a poco más de cien días de su toma de posesión ya lo repudian ampliamente.
Podría ocuparse, por ejemplo, de los colombianos que viven en Venezuela…¿Sabía usted que aquí, en nuestra patria, hemos acogido a unos seis millones de hermanas y hermanos de Colombia? Constituyen el 12% de la población de Colombia pero ¡viven en Venezuela! Y aquí les hemos brindado seguridad, trabajo, alimentación, educación, atención médica gratuita y sobre todo, paz, hemos garantizado su derecho a la vida digna. Jamás se nos ha ocurrido pedirle un centavo a nadie para atender a los millones de hermanos colombianos, peruanos, ecuatorianos, chilenos, brasileños, españoles, portugueses, italianos, libaneses que llegaron a esta patria venezolana. Aquí los recibimos con los brazos abiertos.
En fín, que toda esa patra ña de la «migración masiva» ya se les cayó… Se les cayó la careta… Y ha ocurrido algo más insólito… No recuerdo que haya sucedido en otra parte: a mediados de 2018, se empezaron a producir grandes concentraciones de compatriotas nuestros en las puertas de nuestras embajadas y consulados en Perú, Ecuador, Brasil, Colombia, etc. Compatriotas clamando por regresar a Venezuela. Hartos del racismo, de la xenofobia, de las estafas, de la precarización, de la mala vida, del trabajo esclavo…
Ahí fue cuando imaginamos el plan «Vuelta a la Patria»… Ya van mas de veinte mil venezolanos que han regresado. Y seguiremos facilitando el retorno de todas y todos quienes deseen hacerlo. Aquí los esperamos para seguir juntos construyendo nuestra patria bonita.
Varios gobiernos latinoamericanos, de izquierda y de derecha, han sido acusados recientemente de estar implicados en importantes tramas de corrupción ligadas en particular al «caso Odebrecht». ¿Cual sería, según usted, el nivel de corrupción en Venezuela? ¿Qué medidas ha tomado su gobierno para combatir esa corrupción?
Escuche bien lo que le voy a decir, Ramonet: no existe, en la historia de Venezuela, un proceso y un gobierno que hayan combatido la corrupción, en su carácter estructural, con mayor rigor que la Revolución Bolivariana y los gobiernos de Hugo Chávez y míos. No ignoro que uno de los frentes de ataque de nuestros adversarios contra nosotros, consiste en acusarnos de laxismo con respecto a la corrupción. Es absolutamente falso.
Yo denuncio la corrupción en prácticamente cada uno de mis discursos. Usted me ha oído, sin más tardar, ayer… Soy el primero en reconocer que hay mucha corrupción, que hay muchos bandidos por ahí , en la función pública, robando, estafando y aprovechándose del pueblo. Lo he denunciado con la mayor severidad de nuevo recientemente, el 20 de diciembre pasado, en el Congreso Bolivariano de los Pueblos donde he propuesto la creación de un Plan de lucha contra la corrupción y el burocratismo. Lo que nunca se había hecho en Venezuela.
Pero es que no son sólo palabras o discursos, Ramonet. Hemos emprendido, con las herramientas de la justicia y del Estado, una auténtica cruzada contra la corrupción y contra la indolencia. Y hemos logrado que el Ministerio Público [Fiscalía General del Estado o de la Nación] procese y encarcele a decenas y decenas de altos funcionarios y representantes de alto nivel de empresas privadas que deshonraron su juramento de lealtad, honestidad y que violaron las leyes de la República. Para citarle s ólo el sector del petróleo, por ejemplo, más de cuarenta altos gerentes de PDVSA y de Citgo [Citgo Petroleum Corporation] se hallan en la cárcel por actos de corrupción contra la República. Y hasta un expresidente de PDVSA se encuentra prófugo de la justicia por gravísimos actos de corrupción.
Así que dudo que haya gobierno en el mundo que enfrente la corrupción con mayor energía y ahínco que como lo estamos haciendo nosotros. De hecho, para el año 2019, he definido tres líneas básicas de acción de la revolución y de mi gobierno en su nuevo comienzo. A saber. En primer lugar, la preservación de la paz de la República, con apego estricto a la letra constitucional, y con resguardo de la tranquilidad frente a amenazas internas o externas. En segundo lugar, la consolidación del Programa de Recuperación económica para lograr por fin derrotar, en el primer semestre de 2019, la criminal inflación inducida, y fortalecer el aparato productivo de nuestro país.
Y en tercer lugar precisamente: una lucha incansable contra la indolencia, la negligencia, la pereza, y sobre todo la corrupción. Le he pedido todo el apoyo en esta cruzada al pueblo. Y cuento con su aliento y su colaboración para que me acompañe. Esta es una causa eminentemente popular, profundamente avalada por la población. La gente sabe que la corrupción es su enemigo, un enemigo en la sombra y un enemigo de la revolución. La vamos a erradicar. Lo lograremos. Usted ser á testigo. Derrotaremos la indolencia de los funcionarios que incumplen. Y profundizaremos en la batalla contra la corrupción. Venga de donde venga. Caiga quien caiga.
Vamos a abordar ahora, para terminar, algunas cuestiones internacionales. En estos últimos seis años, en varios países de América Latina hemos visto resurgir la derecha neoliberal. En su opinión, ¿este auge de las fuerzas conservadoras -confirmado por la reciente victoria de Jair Bolsonaro en Brasil- es una tendencia duradera o se trata de una simple crisis pasajera?
Bueno, América Latina es un territorio en disputa, y basándose en la Doctrina Monroe, retomada por la actual Administración estadounidense, ha habido estos últimos años una ofensiva brutal contra los movimientos populares, contra los liderazgos alternativos que, a partir de los años 1990, enfrentaron y desmontaron el neoliberalismo en América Latina. Recordemos, por ejemplo, el presidente Lula da Silva de Brasil, la ex presidenta Cristina Fernández de Argentina, entre otros liderazgos. Ha habido una persecución contra estos líderes que ha promovido el surgimiento de gobiernos y liderazgos muy tirados a la derecha, al extremo de la derecha.
Ha habido, es cierto, como un ciclo regresivo de las conquistas sociales, de los progresos que se habían obtenido con liderazgos progresistas de gran diversidad. Nosotros lo sentimos no solamente en el impacto de esas políticas en los pueblos, sino también en los procesos de privatización. En Brasil, por ejemplo, después de haber derrocado a Dilma Rousseff, se ha privatizado el petróleo, se han privatizado los servicios públicos, la electricidad, el agua, etc. Han privatizado todo, de un día para otro. Y ahora con la llegada al poder -hoy mismo 1 de enero- del gobierno de extrema derecha neofascista de Jair Bolsonaro, bueno, prácticamente ellos entregan en bandeja de plata lo que significa el Brasil en Suramérica, en América Latina, a las transnacionales estadounidenses. Realmente es un proceso de triste regresión.
En esa misma perspectiva quisiera preguntarle, después de la llegada a la presidencia recientemente de Andrés Manuel López Obrador en México, si también observa usted que hay una posibilidad de retorno al poder de las fuerzas populares en América Latina.
De hecho, en la perspectiva de lo que le estaba diciendo, debo añadir que todo proceso de regresión impulsa y estimula -sin quererlo- a las fuerzas internas que lo combaten. Según el principio físico de acción vs reacción. Por consiguiente, nosotros constatamos que, al lado de esa gran regresión actual, en varios países gobernados hoy por equipos neoliberales, está fortaleciéndose la capacidad de acción de los movimientos populares y sociales en los barrios, en el campo y en las ciudades. Movimientos urbanos de los sin techo, movimientos campesinos de los sin tierra, movimientos estudiantiles, universitarios, feministas, de afrodescendientes, de la sexodiversidad, etc.
Hay un resurgimiento poderoso que, a mí, me recuerda el renacer de los formidables movimientos populares que enfrentaron el ALCA [Área de Libre Comercio de las Américas] en los años 1990. Aquellos movimientos de resistencia no tenían entonces mayor perspectiva de alcanzar el poder político. Pero surgió, en Venezuela, la Revolución Bolivariana. Y entonces, esa victoria del comandante Hugo Chávez convenció a los movimientos de resistencia contra el ALCA que la conquista del poder político era posible. Lo había sido en Venezuela en 1998, y luego en el referendum constituyente del año 1999.
Esas dos victorias nuestras le dieron un aliento especial a las luchas sociales en América Latina. Y abrieron paso para que luego triunfaran electoralmente los gobiernos populares de Lula en Brasil, de Néstor Kirchner en Argentina, de Fernando Lugo en Paraguay, del Frente Amplio en Uruguay, de Rafael Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia, del Frente Sandinista y el comandante Daniel Ortega en Nicaragua, de Michelle Bachelet y la Concertación de partidos de la democracia en Chile, de Manuel Zelaya en Honduras, de Salvador Sánchez Cerén y el FMLN [Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional] en El Salvador…
Todo ese, digamos, resplandecer de las fuerzas populares permitieron que América Latina y el Caribe jugaran, a comienzos de este siglo XXI, un papel preponderante en el escenario geopolítico de la izquierda mundial. Hoy, paradójicamente, la situación es semejante. Ha habido algunos retrocesos debido, a veces, a ataques inclementes y a golpes de Estado de los adversarios del progreso y de la justicia social. Pero las fuerzas populares, en todo nuestro continente, ya están de nuevo en orden de batalla. Y los nuevos éxitos electorales, democráticos, no van a tardar.
Recientemente, usted realizó dos importantes visitas a dos socios fundamentales de Venezuela. Una a Pekín en septiembre; y la otra a Moscú en diciembre. ¿Qué conclusiones saca usted de estos viajes a China y Rusia, dos de las principales superpotencias mundiales y dos firmes aliados de la Revolución Bolivariana?
Bueno, desde el inicio de nuestra Revolución, el Comandante Hugo Chávez puso especial empeño en la consolidación de las relaciones de respeto y amistad con todos los pueblos del mundo, y en la conformación de lo que él llamaba los «anillos de alianza estratégica» para un planeta distinto al que nos imponían los polos imperiales. Luego, con su creatividad política prodigiosa, y en íntima complicidad con Fidel Castro, Chávez fue favoreciendo la fundación del ALBA [Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América], la UNASUR [Unión de Naciones Suramericanas], Petrocaribe, TeleSur, la CELAC [Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe]… Para concretar un amplio esfuerzo de integración latinoamericana.
La relación de Caracas con China y Rusia, dos gigantes económicos y militares, también fue directamente nutrida por Chávez y los líderes de estas potencias, hasta la situación actual.
Debo decirle que, con Beijing y Moscú, más que una relación de socios, tenemos una relación de verdadera hermandad entre nuestros gobiernos y nuestros pueblos. Otro tanto ocurre con otros Estados del mundo árabe, musulmán, iraní, africano y del lejano oriente.
Fui el canciller de Chávez por más de seis años y soy testigo directo de sus desvelos por la edificación de un «mundo multipolar y pluricéntrico». En los actuales momentos, de brutal agresión del imperio norteamericano y sus satélites contra nosotros, percibimos los frutos de las relaciones que Chávez supo tejer y elaborar.
Permítame recordarle que, en este momento, Venezuela preside el MNOAL [Movimiento de Países No Alineados], que es la agrupación de Estados más importante del planeta después de las Naciones Unidas. Por otra parte, cuando esta entrevista se publique, o sea el 1 de enero de 2019, estaremos asumiendo la presidencia de la OPEP en Viena. No es casco de ajo. Y en las recientes visitas mías a Rusia y China, que usted citaba, llevamos al nivel más alto posible nuestras relaciones económicas, comerciales, políticas, militares y culturales con dos de las principales superpotencias mundiales.
Con Turquía nos unen igualmente lazos de auténtica amistad, entre el gobierno del Presidente Erdogan y el mío, e incluso -le confesaré- existe una verdadera amistad personal entre el líder turco y mi persona. Nunca antes había tenido Venezuela un intercambio económico y comercial tan importante, tan diverso y tan favorable con una gran potencia histórica como Turquía.
Hoy, Venezuela no está sola. Al contrario, cada día lucen más aislados nuestros agresores. Mientras son más diversas y más vigorosas nuestras relaciones con el mundo entero.
Esta entrevista se publica en efecto el 1 de enero de 2019, día en que se cumple el 60 aniversario del triunfo de la Revolución Cubana. ¿Qué importancia piensa usted que ha tenido y tiene esa revolución en América Latina?
La Revolución Cubana marcó profundamente la segunda mitad del siglo XX. Significó y significa una referencia fundamental para todos los pueblos que luchan por la libertad, la dignidad, la soberanía, la justicia y el socialismo. Varias generaciones de revolucionarios -la mía sin duda-, los jóvenes de los años 1960, 1970 y 1980 vimos en las gestas de Fidel, de Raúl, de Camilo y del Che, un faro que iluminó la esperanza en medio de la larga noche neocolonial en la que estuvo sumido nuestro continente americano por más de un siglo.
Ese pequeño país que se plantó frente al imperio más brutal que haya conocido la historia de la humanidad, resistió y sigue resistiendo frente a las agresiones de su vecino del norte y sus lacayos. Un país que hizo realidad los sueños de redención, de igualdad, de solidaridad, de construcción heróica del socialismo. Que nos llevó a tantos jóvenes a la lucha en las calles con la esperanza recuperada.
Una revolución que ha defendido y alentado la unidad latinoamericana, ese gran sueño de Simón Bolívar y José Martí. Sueño de unidad -sin jamás olvidar a Puerto Rico, ni a las Malvinas- al que tanto le temen las oligarquías genuflexas del continente. Un país que ha sido ejemplo de solidaridad internacional. ¿Cuantas vidas han salvado los médicos cubanos en todo el mundo?
Yo celebro este 60 aniversario de la Revolución Cubana. Y le doy gracias a la vida por tantas madrugadas que pasé conversando con Fidel, escuchando su verbo pleno de sabiduría, de reflexión, de búsqueda de la idea que le permitiera pasar a la acción. Siempre para hacer el bien. Le doy gracias a Hugo Chávez porque, junto a Fidel y Raúl, construyeron un nuevo comienzo de dignidad para todo nuestro continente.
El pasado 4 de diciembre se cumplieron veinte años de la primera victoria electoral del Comandante Hugo Chávez. Y, para concluir, desearía preguntarle lo siguiente: si tuviera hoy la ocasión de hablar con Chávez acerca de su propia experiencia de casi seis años de gobierno ¿qué le diría usted?
Son tantas las veces, en medio de la batalla, en la reflexión de madrugada, después de la árdua jornada, que me he hecho esa pregunta: «¿Qué hubiera hecho Chávez?» «¿Cómo hubiera abordado tal o cual problema?»… Son tantas las conversaciones íntimas, tantos los recuerdos… Afortunadamente, y de esto estoy seguro, Chávez estableció con nosotros, con su equipo cercano, una labor pedagógica permanente, un proceso de formación sobre las inmensas dificultades existentes en la construcción de un proceso revolucionario: sus retos, sus obstáculos, sus desafíos, sus imprevistos… Los ataques, las amenazas, las traiciones… Eso nos educó, nos formó, nos forjó.
Chávez previó muchos de los eventos que actualmente vivimos. Nos puso en guardia. Las últimas preocupaciones que nos transmitió giraban en torno a lo que él vislumbraba que sería la «guerra económica» -esa expresión es de él- que el enemigo emprendería contra nosotros. Una agresión de nuevo tipo, con múltiples frentes, contra nuestro pueblo. Le preocupaba hondamente que la producción petrolera estuviera declinando…
Así que la inmensa soledad que nos dejó su pasaje a otro plano se ve de algún modo compensada por tantos consejos que nos prodigó. Y que jamás olvidamos. Tantos ejemplos de firmeza y lealtad con los ideales bolivarianos. Esa «revolución bonita» con la que él soñaba, con democracia y libertad, para que desapareciera el analfabetismo, se multiplicaran las artes y la cultura, hubiera plena salud, pleno empleo, paz, alegría, progreso, prosperidad y amor. Cuando pienso con cuanta crueldad lo atacaron por tener ese hermoso sueño… Como hoy me atacan a mi, con mayor saña aún, si cabe, por desear lo mismo, querer hacer el bien y sembrar felicidad…
Por eso yo casi convoco a Chávez a diario. Lo necesito, lo reclamo, lo requiero, y como en aquel verso del poeta Miguel Hernández, le digo : «Tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.»
(Entrevista realizada en Caracas, en el palacio de Miraflores, el 27 de diciembre de 2018. Las respuestas han sido releídas y enmendadas por el entrevistado.)