Con una breve mirada a sus ideas, el CNH rinde honor a quien con su talento contribuyó a la divul-gación de la historia insurgente.
El mundo cultural venezolano conoce y recuerda a María Elena Rodríguez como una destacada editora, que probó su talento tanto en el campo privado como en el sector público. A lo largo de más de 30 años de carrera lideró proyectos de rescate y divulgación de la memoria histórica venezolana, desde instituciones como la Biblioteca Nacional y más recientemente en el Centro Nacional de Historia, donde tuvimos el honor de contar con su aporte profesional y su compromiso militante hasta el pasado miérco-les 22 de mayo, cuando dejó de respirar.
También encaró el reto de mantener activa Monte Ávila Editora, en uno de los momentos más difíciles que ha tenido que afrontar esta institución, afectada por los primeros embates de la guerra económica y los intentos desestabilizadores de la derecha. Fue una ocasión en la que pudo hacer valer la experiencia gerencial que la llevó a dirigir por varios la editorial Planeta en Venezuela.
Esa trayectoria en el mundo del libro no distrajo a María Elena Rodríguez de su otra gran vocación de vida: la antropología. Desde muy joven se destacó en este campo, en el que centró su interés en los procesos originarios de poblamiento y formación de la sociedad venezolana.
Su aproximación a ese tema -asumido desde la perspectiva de la geohistoria- la llevó a considerar que en nuestro origen hay una tendencia a la igualdad que ha prevalecido hasta nuestros días. Se trata de algo arraigado en nosotros, pues, al ser un elemento constitutivo de nuestro origen está «en nuestro incons-ciente colectivo», y forma parte de «nuestro ser ancestral», llegó a armar en entrevistas y conferencias.
Desde siempre fuimos «pueblos con relaciones igualitarias entre sí, estructuras de poder horizon-tales, con relaciones de complementariedad y solidaridad», por lo que la búsqueda de la libertad fue siem-pre para nosotros un solo proceso, sostenía María Elena Rodríguez.
Esa vocación social y política de igualdad, explica porque la lucha de resistencia a la conquista fue tan larga, en el caso especíco de Venezuela: «Doscientos años después (de la llegada de los españoles) toda-vía estábamos luchando, dando batallas increíbles, según narran los cronistas». Esa misma lucha se mantiene hoy, porque «a raíz de los cambios en la producción de las materias apetecidas por las potencias, seguimos siendo blanco de los imperios, lo cual se reeja en un control, en un dominio por el que hemos venido luchando para mantener nuestra soberanía».
Esta visión la resumía en una sentencia contundente: «Son cinco siglos de una misma lucha». Y con esa convicción defendía el hecho de que hoy en día, tenemos que «mostrar una visión de nuestra historia como un solo proceso de luchas». Y celebró que ahora «el pueblo venezolano participa en el conocimiento de la historia de una manera muy activa». Su contribución a divulgar esa visión se concretó con su trabajo como responsable de proyectos editoria-les especiales del Centro Nacional de Historia.
Fuente: Centro Nacional de Historia