2 de mayo de 2020
Después del almuerzo, se habían reunido en una esquina del parqueo. Esperaban la llegada del transporte que habitualmente los lleva y trae al lugar de residencia, al hospital o al comedor. Son jóvenes, y claro, sus intereses coinciden. Indagué un poco más: los cuatro son especialistas en Medicina Intensiva y Emergencias, así que trabajan en el Hospital General de Crema, en la sala de cuidados intensivos. Y comparten una característica: esta es su primera misión. El más “viejo” es Pedro Julio García, tiene 36 años y una segunda especialidad, Anestesiología y Reanimación. Casado, con dos hijos, uno de 8 años y otro de 3. Le siguen Juan Alberto Oliveras, de 31, y Leonardo Morejón, de 30. Ambos casados. Apunto el dato, porque esas mujeres están también en la trinchera del hogar y del trabajo. El hijo del primero cumplió 2 años el 4 de abril. El segundo, Morejón, tiene dos niñas y un varón que nació tres días antes de partir. El más bisoño, Fernando Grasso Leyva, de 28 años, es soltero pero con novia.
No tuve tiempo de hacer preguntas. Apareció, de la nada, el doctor Leonardo Fernández, el menos joven de la brigada, de 68 años, quien ha cumplido misiones en Nicaragua, Pakistán, Timor Leste, Haití, Mozambique, Liberia (durante la epidemia del ébola, ya con 64 años) y ahora Italia. “¡Una noticia agradable para nosotros! –llegó exclamando– ¡Estuvo 55 minutos ventilándose solito!” Los jóvenes asintieron. Uno de ellos confirmó la noticia. Leonardo continuó, eufórico: “Y lo más bonito es que la doctora fue buscando la broncoscopia para saber qué pasaba, y nosotros le dijimos, mire, no es esto, ni es esto, por estas razones, debe ser esto. Cuando lo comprobó con la tecnología, llegó diciéndome, ¡bravo!, ¡bravo!” “Es el paciente más viejo que tenemos en la sala –me dice Morejón–. Su nombre es Francesco Corbani y tiene 70 años. Lleva 30 días entubado”. “Estamos muy contentos –insiste Leonardo–, muy satisfechos con el resultado. Hoy los enfermeros nos aplaudieron. Es una gran victoria” Y Morejón explica, como si necesitara explicarse: “Un paciente recuperado es una victoria tremenda, que se va por encima de cualquier otro estímulo: dinero, reconocimiento social, de cualquier cosa. No se lo digo para que lo escriba, es lo que pensamos”.
Entonces el “viejo” me habló de sus jóvenes. “Yo he estado en múltiples misiones, en muchos equipos, nunca me había sentido tan bien, tan compenetrado; ellos son como mis hijos, excelentes profesionales, excelentes amigos, están muy bien preparados. No existe un dime que te diré entre ninguno de nosotros. Es a trabajar y a trabajar. Al principio me molestaba un poquito, porque ellos me protegen, me pusieron por la mañana, para que no haga las tardes y las noches, pero tu sabes que yo estoy acostumbrado a estar en la guerra, a estar alante, y al principio me molestaba, coño, estos muchachitos me están marginando, después me di cuenta de que lo hacen por mi bien”.
Estoy de regreso en Turín. Y llamé al doctor Carlos, jefe de la Brigada de Crema, para precisar unos datos. Se escuchaba tras su voz la algarabía y me explicó: “el doctor Rubén Martínez Artiles cumple hoy 28 años. Es internista y trabaja también en el Hospital del pueblo”. De esa amalgama de jóvenes y menos jóvenes de mayor o menor experiencia, saldrán grandes médicos; pero sobre todo, saldrán mejores seres humanos.