Día intenso. Varias personas salieron de alta. Ya son diecisiete. Varias entraron. La cifra se mantiene: 68 camas ocupadas. En la mañana temprano me reúno con uno de los más importantes epidemiólogos de la Región de Piamonte, el doctor Giovanni Di Perri, responsable de Enfermedades Infecciosas del Hospital Amedeo di Savoia de Turín. Ante la pregunta sobre el efecto que podrían tener las medidas de relajamiento progresivo, se encoge de hombros y sonríe sarcáticamente: “habrá un nuevo ascenso en la curva de infestados y más muertes”.
La brigada sigue el estricto cumplimiento de las normas de seguridad. Como no estoy en el hospital de campaña, el doctor René, celular en mano, organiza las fotos para la despedida de otra anciana, pero esta, sorpresivamente, lo abraza: “gracias, gracias”, le dice. Descargo las fotos y la grabación de la entrevista en mi cuarto-oficina, y salgo apresurado para el hospital. En unos minutos llegará nuestro Embajador. Al doblar la esquina, en la entrada de otro de los edificios del Politécnico, descubro que el conserje ha puesto una pegatina con la bandera de Cuba. Le tomo una foto.
Casi llegamos juntos. El Embajador de Cuba en Italia José Carlos Rodríguez y el Cónsul en Roma, Félix Lorenzo González, vienen de Milán. Ayer estuvieron con la brigada de Crema. Y se reunieron con el Gobernador de Lombardía, Attilio Fontana, quien en su página de Facebook, ha escrito: “He reiterado las gracias especiales, mías y de todos los lombardíes, por Cuba, el primer país en responder al llamado para el envío de personal sanitario en nuestra ayuda. Su presencia es un apoyo importante y su profesionalidad fuente de gran estima. ¡Gracias de nuevo!”. Estamos reunidos en el pasillo lateral, que podría considerarse un patio, dada su extensión. Pero no acaban de llegar. Tras ellos arriba Alberto Cirio, el Gobernador de la Región, y sostiene un diálogo amistoso con nuestro representante. Bromean. Han retirado, en tiempos de pandemia, la invisible lámina ideológica que los separa. Se acercan y saludan a los brigadistas. Hay reuniones pendientes. El encuentro real será a las cinco de la tarde.
Converso, entre tanto, con otro de los jóvenes de la brigada. Su nombre es Alejandro Bombino Rodríguez, tiene 29 años, pero es especialista en MGI y en Dermatología. Su historia personal encaja en un chiste recurrente de la pandemia: tenía fecha de bodas, incluso una primera firma dada, pero se interpuso la cuarentena, y después, la misión. No puedo evitar completar la pregunta: ¿la vida te dio una segunda oportunidad? Ríe mientras dice “nooooo”, y agrega: ella espera un hijo mío, ya tiene 20 semanas de embarazo. Su nombre es Laura Borges Moreno y es fotorreportera de Prensa Latina. Hurgo en su página de Facebook, y encuentro esta declaración pública de amor, que disipa dudas: “Soy la mujer más afortunada del mundo porque gracias a Dios encontré a la persona que me acompañará por el resto de mi vida”. “Mi novia está embarazada y el sustento de la casa soy yo –reitera él–, vivo con ella y con mi suegra que es una persona mayor, pero siempre tuve presente que si me llamaban estaría en completa disposición. La familia se preocupa, y más en una situación como esta de incertidumbre, estaban de acuerdo pero tenía que decirles que me iba a cuidar”.
A las cinco, se produce el encuentro. Los brigadistas le cuentan su experiencia al Embajador. El intercambio es fluido. Una hora más tarde, el incansable José Manzaneda contacta con la brigada por Skype desde Bilbao y entrevista a su responsable, el doctor Julio, y al director italiano del Hospital, Sergio Lavigni, y a varios brigadistas. Hoy, como cada jueves, un restaurante de lujo de la ciudad prepara un menú gratis para los cubanos. Es una manera de consentirlos, de reciprocar la solidaridad recibida. Ha sido un día intenso.