Día 11 de mayo de 2020
En el Hospital covid-OGR de Turín, entran y salen pacientes todos los días. Hoy, llegó a tener 69 camas ocupadas. Y ya son 25 las altas conseguidas. Diferentes médicos y enfermeros jóvenes se entrenan cada día en sus salas. Hoy se efectuó el ritual de colocar once nuevas tiras blancas en el Árbol de la Vida. Es un momento de regocijo. No ha fallecido nadie, pero hay siete pacientes en terapia intermedia. “Se está complicando la cosa –me comenta el doctor Manuel Acebo, neumólogo, quien está al frente de la parte respiratoria de la terapia–, porque nos están llegando casos con traqueoctomía, con ventilación mecánica, neumonías complicadas, pacientes que llegan de la calle con criterio de terapia intermedia, la situación se ha vuelto más dinámica y más difícil; muy rápido un paciente puede pasar de un estado leve, a uno moderado, a uno severo. Y hay que estarlo monitoreando constantemente, en un pestañazo puede complicarse”. Esta Brigada Henry Reeve es atípica: aunque responde al sentido primigenio de acudir a zonas de emergencia natural y epidemiológica, practica en realidad una medicina secundaria, propia de hospitales. Pero con el coronavirus nada es típico. El mundo está patas arriba.
Ayer, ¿quién no lo sabe?, fue el Día de las Madres. Las madres están con nosotros, dondequiera que estemos. Y hoy algunos de los más jóvenes me hablaron de sus contactos de ayer.
Doctor Adalberto García López, 32 años
“Tengo unos vecinos que tienen Internet y me hicieron el favor de hacer una videollamada temprano en la mañana; es la primera vez que pasamos este día separados en muchos años, porque vivimos juntos en la misma casa, y esta es mi primera misión. Está contenta de saber que su hijo se encuentra cumpliendo la tarea más importante de estos tiempos, en el caso del personal de la salud, que es estar en la batalla contra el covid. Han vinculado a las cooperativas con las madres de los médicos en misión, y van a la casa a vendernos módulos de comida; lo mismo sucede con las tiendas TRD, y también con la dirección de mi Hospital. Mi abuela tiene 77 años, está postrada, tuvo una hemorragia cerebral hace aproximadamente diez años, y se ha convertido en la niña de mi mamá. Esas son las tres mujeres de mi vida”.
Doctor Yoidel Santínes Acuña, de la Isla de la Juventud
“Ayer me comuniqué temprano con mi mamá y con mi esposa, pero como estaba trabajando en la zona roja, hice que me escribieran en el traje que habitualmente usamos, “felicidades mamá”. Era una felicitación para todas las madres que nos siguen. Me tomaron una foto y se la envié. Pero ayer, una paciente de terapia intermedia se sentía mal, y la atendimos, y hablamos con ella, y nos preguntó qué significaba lo que había escrito en mi traje y le dije, y empezó a llorar”.
Doctor Karel Peña González, de 31 años, especialista en MGI y en Anestesiología y Reanimación:
“Siempre dice que me cuide, que cumpla con todas las medidas de protección, igual le digo yo a ella. Se preocupa por cómo estoy comiendo, a veces me ve más gordo, a veces me ve más flaco, bueno, son las cosas de una madre. Pero en general el estado de ánimo es bastante bueno. De mi trabajo le han llevado algunas cosas necesarias para la casa, ella está sola en estos momentos, y se le puso un trabajador social para que la atienda, para que le busque los mandados, tiene 71 años, así no tiene que salir de la casa”.
Doctor Luis Miguel Osoria Mengana, 30 años, especialista en MGI y en Cirugía General:
“Yo hablo todos los días con la familia. Incluso, hasta dos y tres veces, depende de cómo tenga el día. Hoy por ejemplo fue bastante ajetreado y difícil. Mi mamá se pone super contenta cada vez que hablo con ella, y ayer, imagínate, la llamé a las doce de la noche, las seis de la mañana para nosotros, estaba despierta, siempre se acuesta tarde, yo fui el primero que la felicitó por supuesto. Se puso a llorar, pero estaba feliz. Está bien atendida, por Salud Provincial y por el Hospital al que pertenezco. Yo soy delegado de circunscripción, y ya tu sabes, ella es como mi secretaria, y todo el mundo va a mi casa a verla”.
Doctor Roberto Javier Avilés Chis, 26 años, especialista en MGI, acaban de aprobar su plaza para estudiar la especialidad de Cirugía Ortopédica y Traumatología.
“Trabajo en Artemisa, aunque vivo en Centro Habana, en el barrio de Los Sitios. Fue una sorpresa bien grande que me seleccionaran. No pensé que mi nombre figurara entre las personalidades de este grupo –porque los colegas que están acá con nosotros para mí son personalidades, con una experiencia inmensa, tanto nacional como internacional–, y más que una sorpresa, fue un honor. Ayer hablé con mi mamá. Es un poco difícil, porque ella no tiene celular y tengo que depender de mis amigos, que hasta ahora me han dado un apoyo incondicional. Soy hijo único tanto por parte de madre como de padre, pero él vive en Santa Clara y yo vivo solo con mi mamá. Y dependo completamente de mis amigos, que los adoro, y me han demostrado que son de verdad unos hermanitos míos, porque van a la casa, llaman a mi mamá todos los días. Yo quisiera hablar con ella todos los días pero también tengo que entenderlos a ellos, tienen sus necesidades, y la situación epidemiológica ahora no permite frecuentes visitas a hogares ajenos. Y a pesar de eso, se han esforzado, y llaman a mi mamá por teléfono. A veces yo llamo por WhatsApp a un amigo y él llama a mi mamá por el fijo de su casa, y hablamos por ahí, es una locura, pero escucho su voz. Así lo hemos hecho. Ella está locamente orgullosa de su único hijo, que con 26 años ya forma parte de una brigada que pone en alto la medicina cubana y el nombre de Cuba. Le estamos dando un golpe sin mano a quienes quieren empañar la imagen de nuestra medicina. Todas las noches mi mamá se para a aplaudir y los vecinos van a la casa, y la aplauden, y ella me dice que a veces se le salen las lágrimas”.