El director del Hospital y nuestro jefe de brigada, junto a otros especialistas, visitamos un Hogar – Refugio de carácter público, que atiende en Turín a los más necesitados: los sin casa, que en el argot eufemístico de los especialistas suelen ser llamados “personas en situación de calle”. Un segmento del edificio se destina a los consumidores de drogas, y otro, a las mujeres que han sido víctimas de tráfico humano. El espacio es limitado, pero no se mezclan las diferentes categorías. Las que “viven” en la calle (en este centro se reciben mujeres) acceden solo en la noche –comida y cama–, y nunca de forma permanente. Es un salvavidas sobre el asfalto de la urbe. La pandemia y el necesario recogimiento en los hogares, obligó a la institución –en la que laboran abnegadas trabajadoras sociales, muchas de ellas de forma voluntaria–, a disminuir aún más la capacidad, y a retener en el edificio a las que primero llegaron. Hace un mes que permanecen entre sus paredes 14 de ellas: italianas, rumanas, nigerianas. No hay más camas. Pero no puede extenderse más el encierro. Sus directivos solicitan a las autoridades de Salud una capacitación epidemiológica mínima para las que volverán a la calle, y para el personal de la institución. Cómo debe comportarse una persona “en situación de calle” para no enfermar de coronavirus, qué medidas preventivas deben tomarse en el ordenamiento de la vida interna del Hogar. La solicitud es para los epidemiólogos cubanos. El jueves darán las primeras charlas. Contaré más detalles sobre esta nueva colaboración.
Hoy es del Día Mundial de la Enfermería, una profesión vital en el sistema de salud de todas las naciones. Las y los enfermeros italianos se entregan con la misma pasión que los cubanos. Todavía debo presentarles a muchos de ellos. Lo haré. La dirección de la Brigada les obsequió una memoria con videoclips de música cubana. Pero una paciente escribe una cartica para los enfermeros, y la colega italiana trae el papel y lo pega en el cristal que separa a la zona roja de la amarilla. El texto, lógicamente en italiano, agradece por el amor recibido.
Hay otras conmemoraciones más personales: el doctor Samuel Isaac Prada López, especialista en MGI, de La Habana, hoy cumple 34 años. Comparte su vida con la doctora Geidys Arias Sánchez, especialista en MGI y en Gastroenterología; como novios, desde hace 11 años, y como esposos, desde hace 8. Trabajan en el mismo Hospital y fueron compañeros de curso en la carrera. Tienen dos hijos: un niño de seis años, y una niña de uno, que apenas cumplió en abril. A las doce de la noche (6 de la tarde de ayer en Cuba), ella lo llamó y sus hijos le cantaron las “felicidades”. Pero ya hablaron hoy. Él estuvo antes en la República Popular de Angola, como MGI. Lo visito en su cuarto, y me encuentro que están sus amigos, a distancia unos de otros, pero risueños, festivos. “Cada seis años mi cumpleaños coincide con el Día de las Madres –me dice–, y hay que repartirse entre la esposa y la madre, pero tratamos de celebrarlo en familia. Pero sí, los compañeros de la brigada, ahora que prácticamente cumplimos un mes, somos una gran familia, nos hemos cohesionado mucho, lo que al final redunda positivamente en el tratamiento a los pacientes”. Recibe una llamada por WhatsApp, y es su mamá. Ella quiere decirme algo, pero se le anuda la garganta: “Todos los días de este mundo a las nueve de la noche yo aplaudo por él, y por ustedes”, repite.
En el cuarto también está su compañero de trabajo en Cuba y en Italia, el doctor Leonel Toledo Gálvez, de 29 años, MGI. Hoy es su tercer aniversario de bodas. Su esposa, la doctora Eilyn Rodríguez Abreu, también es MGI. “Soy feliz en mi relación”, me dijo sonriente. Busco en el perfil de Facebook de ella y le robo un comentario que aparece debajo de su foto de boda: “Te amo mucho amor, lo que no podemos volver a casarnos para así ponerte doble camisa de fuerza, ja,ja,ja”. Él vive en La Habana, pero es de Cienfuegos. Estaba de visita en su ciudad natal cuando vio en el Noticiero que salía la brigada médica hacia Lombardía. “Y les advertí a todos, que si me daban la oportunidad, yo también iría. Mi familia me apoyó, incluyendo a mi esposa. Hace dos años que perdí a mi mamá, por eso el éxito de esta misión se lo dedico a ella principalmente. El domingo fue un día muy triste para mí. Ella pudo estar en la boda. Todo lo que soy se lo debo a ella”.