Hablamos con Antonio Abal, periodista boliviano, que nos explicó lo que está ocurriendo en su país a partir del golpe cívico, militar, religioso, policial, mediático y cultural.
Por Carlos Aznarez
Fuente: TeleSur
-Antes que nada, una reflexión tuya sobre cómo está la situación en Bolivia hoy, sobre todo en este marco de la guerra bacteriológica que estamos sufriendo, pero, obviamente, con la explicitación de que el gobierno boliviano de la dictadura sigue aprovechando para avanzar y reprimir y tratar de consolidarse.
En Bolivia a partir del mes de noviembre lo que tenemos es un sistema basado en el miedo que fue acrecentado con el tema de la pandemia. Este miedo se ha transformado en una incertidumbre de parte de toda la población porque no termina de encontrarse el horizonte de la salida democrática que estaba obligado el Gobierno de facto a componer para el retorno a la democracia. Pese a que hay una fecha para que se realicen las elecciones, la incertidumbre está marcando estos tiempos porque se ha perdido la confianza, no solamente en el sistema político, sino en todo el armazón del estado. Hay una desconfianza total, el tema de la pandemia está descontrolada, no existe una política clara del gobierno que ha dejado la responsabilidad a los estamentos inferiores del estado que no tienen dinero. Por lo tanto, la recomendación que escuchamos todos los días en los medios de comunicación es quedarse en casa y arreglárselas como se pueda. Eso está confirmando una apreciación que tenía René Zavaleta, un sociólogo boliviano, que señalaba que los gobiernos de la oligarquía en Bolivia utilizan el discurso del país culpable para sentar sus raíces. Es esto lo que está pasando ahora, seguimos siendo un país culpable, del sufrimiento, del hambre, de los gobiernos de facto y, bajo un régimen de terror, este tipo de discursos se va afirmando.
-Pero, también está habiendo luchas, organización, sobre todo de los pueblos originarios y de aquellas personas más pobres que se han visto con este Covid en la necesidad, como aquí en Argentina, de hacer ollas populares, de compartir lo poco que se tiene. ¿Cómo es esta lucha que está habiendo en las clases populares?
En un principio ha habido un total estupor, la gente no sabía qué hacer, en los meses de noviembre, diciembre y enero. Pero, a partir de febrero han habido ya ciertas pulsaciones, especialmente en la ciudad de La Paz, en el Alto, esa ciudad combativa, que logró frenar una derrota catastrófica para el pueblo boliviano, digo que frenó porque reivindicó la Wiphala como el emblema de los pueblos originarios y la identidad colectiva de la resistencia y la lucha en Bolivia. A partir de febrero, ha habido una especie de recomposición, los gremios poco a poca han ido saliendo de su clandestinidad. Todavía no estamos en un máximo de coordinación de una lucha conjunta. El movimiento que se ha articulado rápidamente, y que acaba de sacar un pronunciamiento, es el Pacto de Unidad, que son las organizaciones de Pueblos Originarios, campesin@s, indígenas e interculturales, que son l@s migrantes internos en el país. Esta es la representación coordinada más sólida en este momento que está un poco liderizando la resistencia y las medidas de presión. La COB (Central Obrera Bolviana) no termina de recuperar su fuerza, ha hecho algunos intentos tímidos de oposición y articulación en el pueblo, pero no lo ha logrado. Algunos partidos de izquierda por fuera del MAS, con algunos pronunciamientos, están tratando de dar una orientación para el momento actual, para la coyuntura. Lo cierto es que no tenemos, más allá de la fecha electoral, un horizonte posible de lo que va a significar la resistencia y el desenlace de esta resistencia. Pero, hay una articulación y coordinación en estas organizaciones reunidas en el Pacto de Unidad.
-Nos cuesta imaginarnos que una dictadura, un golpe como este, que obviamente ha contado con apoyo internacional, sobre todo de Estados Unidos, la OEA y de todos los que se han movido detrás, vaya a soltar el gobierno solamente por una compulsa electoral. Es decir, si el MAS ganara, como seguramente si hubiera elecciones libres va a producirse, que le den el gobierno. ¿Cómo ves vos esa idea?
Creo que es la hipótesis que va a ser confirmada, no van a entregar el gobierno, eso queda claro, si es que no ganan en las elecciones. Pero, hay que tomar en cuenta que en Bolivia, en estos momentos, hay una dura campaña para, primero, postergar las elecciones, una prórroga de este gobierno de facto y, segundo, otra campaña también muy fuerte para anular al MAS como contendiente electoral. Las dos cosas tienen un mismo origen, por supuesto, obedecen a una misma postura política. Entonces, ahí es donde es necesario que las fuerzas populares, más allá de la coyuntura electoral, se planteen las estrategias en un escenario, primero prorroguista y, segundo, si se da el hecho electoral, de resistencia para entregar el gobierno.
Estamos en una de las encrucijadas más definitivas para continuar con las modificaciones del estado, especialmente a partir de la reforma de nuestra Constitución. Hay una tendencia muy fuerte para anular, para desbaratar, todos los avances que se han podido lograr, aunque sea simbólicamente, en términos de modificación de un Estado diferente, plurinacional, que reemplace a un estado monocultural con una democracia liberal guayabalera, como diría Zavaleta, que quiere decir una democracia basada en estos famosos doctores de Charcas con toda la carga leguleya que tiene, una democracia que inventa mil piruetas para no ser una democracia auténtica. Entonces, ese es el escenario más o menos en el que nos estamos moviendo hoy.
-¿Cómo queda, desde tu punto de vista, el papel de Evo en estas definiciones que se van a ir dando? Evo sigue teniendo consenso fuerte en Bolivia, pero está afuera. ¿Es el momento de que tienen que agarrar el testigo o la posta dirigentes, como Andrónico Rodríguez u otros nombres que seguirán surgiendo, para revindicar la lucha allí en Bolivia?
Vi en las redes sociales una propuesta de un militante del MAS que decía que hay que hacer una gran concertación y levantaba nombres como Felipe Quispe, por ejemplo, y de Oscar Olivera, un dirigente de la Guerra del Agua, por ejemplo. Pero, inmediatamente hubo una avalancha de gente que le decía que el MAS es el instrumento y que el líder indiscutible es Evo Morales. Ahora bien, los círculos de gobierno han tratado de separar la figura de Evo Morales de la resistencia boliviana con una noticia de que Evo ya no era más el representante o el jefe del MAS, tuvo que salir el vicepresidente del MAS para aclarar la situación. Están en eso, en ese entuerto.
Orgánicamente el MAS todavía no está totalmente rearticulado, se están realizando un duro trabajo en estas circunstancias de cuarentena de organizaciones distritales, departamentales. Hay un papel muy decisivo de la juventud en esto, que están viendo los escenarios locales primero como escenarios de lucha y resistencia para luego ir subiendo en el escalón. Esto quiere decir que, posiblemente, se llegue a una serie de consideraciones a nivel superior del MAS para ver cuál es la coyuntura más favorable para afrontar, no solamente las elecciones, sino lo que se viene después.
No hay que olvidar que hay sectores de lucha femenina, movimientos feministas de diferentes tipos, en Bolivia, que por su lado también están en una dura resistencia. Pueden o no coincidir en estos momentos con el MAS, pero lo que puede unificar y articular es el tema del retorno a un sistema democrático. Entonces, ahí también hay otros actores de la sociedad civil con los que se tiene que empezar a dialogar.
El que está ganando terreno en ese sentido es el gobierno, hace unos pocos días ha preparado ya su staff intelectual donde se ha juntado el viejo MNR, sus élites en materia política, económica y social, gente del MIR y de ADN, o sea, toda la derecha con sus élites que estuvieron manejando el Estado, incluidos, principalmente más bien, el sector financiero como el expresidente del Banco Central, Gonzalo Sánchez de Lozada y todo lo demás. Entonces, sí hay un equipo del que carecía este gobierno, no tenía un equipo de ese calibre, ahora lo ha conformado, entonces hay un proyecto consistente neoliberal en este momento en Bolivia. A eso nos estamos enfrentando y el MAS tiene que dotarse de un estado mayor de ese tipo que también tenga la capacidad de enfrentar la arremetida que vamos a tener.