Comenzamos a ser amenaza inusual y extraordinaria para el imperialismo estadounidense en 1999. Desde ese momento se declaró nuestro enemigo en el marco de una guerra, no convencional, pero guerra al fin. En sus inicios cubrió su rostro con las máscaras de los meritócratas de PDVSA, FEDECAMARAS, la CTV y los factores políticos de la oposición. Hoy, consecuencia del desespero, las caretas se han caído.
El origen de este conflicto fue nuestra decisión de ser libres e independientes y de avanzar hacia un modelo alternativo al capitalista: el Socialismo del siglo XXI. Es parte sobrentendida de esa decisión soberana, disponer nosotros, como pueblo, de todas las riquezas que anhela el imperialismo para recuperar el espacio que en la geopolítica mundial ha venido perdiendo desde hace décadas: el oro, el petróleo, minerales de todo tipo, además de nuestra ubicación geográfica estratégicamente envidiable.
Reconocer al verdadero enemigo en esta guerra no convencional y particularmente en vísperas de elecciones parlamentarias es estratégicamente necesario para garantizar la victoria y sobre todo la continuidad del proceso revolucionario en democracia y en paz.
Son los enemigos del pueblo venezolano aquellos quienes, en actitud apátrida y sin ningún pudor, recorren el mundo pidiendo más bloqueo económico para limitar la importación de alimentos, medicamentos, repuestos, maquinarias e insumos para la producción nacional.
Los que han promovido, con el financiamiento de Washington, acciones de violencia en las calles, han incentivado el odio entre venezolanos, al punto de quemar vivos a compatriotas por ser o parecer chavistas. Los que contrataron a mercenarios para asesinar a venezolanos, los de SilverCorp, los de Gedeón. Los de la supuesta ayuda humanitaria en enero de 2019 para justificar una invasión de nuestro sagrado territorio a través de la frontera con Colombia.
Son los monopolios que, siguiendo los manuales de las guerras económicas, escondieron y acapararon los alimentos y medicamentos, sometieron al pueblo a hacer largas colas, mientras los “dirigentes políticos” engañaban a sus seguidores en diciembre de 2015 prometiéndoles una “última cola”.
Los enemigos de la paz son los que manipulan calificando a la revolución bolivariana de dictadura, pero que, con una actitud antidemocrática, han llamado a la abstención. Los que sin pruebas han cantado fraude ante cualquier resultado electoral que no les favorezca de las 24 elecciones que en 22 años se han realizado. Los que exigieron cambios en el poder electoral y sin embargo acaban de manifestar su no participación en los próximos comicios del 6 de diciembre.
No quieren a su Patria y a su pueblo quienes un 11 de abril de 2002 en el marco de un golpe de Estado y secuestro del Presidente Constitucional Hugo Chávez, desconocieron a nuestro Libertador Simón Bolívar escondiendo su retrato en un acto vergonzoso en el Palacio de Miraflores. Los mismos que hoy irrespetan a nuestra gloriosa Fuerza Armada Nacional Bolivariana ofendiéndola e intentando chantajearla con supuestas promesas de amnistía para que legitimen una eventual ruptura del hilo constitucional.
Son los enemigos los que, desde 2013 han atacado nuestra moneda, el bolívar, manipulando en más de 300 mil millones por ciento su valor a través de portales web, llevándolo de 8,26 BsF/US$ a 300.000 millones de BsF/US$. Los mismos que con esa arma de guerra han inducido un aumento de todos los precios de la economía en 12.493.965.695% entre enero 2013 y mayo 2020 y una contracción de la producción nacional en más de 50%. Pero son también enemigos quienes, a estas alturas, no reconocen dicho ataque y pretenden explicar la hiperinflación con el velo teórico monetarista. Son los que además todos los días, a las 9:00 am y a la 1:00 pm, celebran un nuevo ataque a nuestra soberanía.
Todos ellos no son sino voceros del verdadero enemigo que, no nos confundamos, no es Donald Trump, éste, al igual que Barack Obama, George Bush y Bill Clinton han sido voceros.
El verdadero enemigo es el imperialismo constituido por los grandes capitales corporativos, financieros y comunicacionales transnacionalizados; por los dueños de la Reserva Federal de EEUU; por los del Foro Económico Mundial de Davos. Son los capitales que se sienten amenazados ante la posibilidad de la consolidación de un modelo justo y de iguales, los que temen a la palabra socialismo. Los de la Doctrina de Contención y la Guerra Fría contra la esperanza socialista de la URSS, cuyo vocero en 1947 fue Harry Truman.
El verdadero enemigo son los artífices de la Revolución Conservadora con Ronald Reagan y Margaret Tachert de voceros y quienes a partir de los 80´ instauraron el neoliberalismo en Nuestra América plagando de pobreza, hambre y miseria a nuestros pueblos; los que desmontaron el Estado de Bienestar en Europa; los mismos que confesaron haber hecho hasta lo imposible por destruir la Revolución Bolchevique.
Son esos capitales los que, no por casualidad, estuvieron detrás del golpe de Estado contra Federico Chaves (Paraguay, 1954), Jacobo Árbenz (Guatemala, 1954), Juan Bosch (República Dominicana, 1963), João Goulart (Brasil, 1963), Salvador Allende (Chile), María Estela Martínez de Perón (Argentina, 1976), Juan José Torres (Bolivia, 1971), Manuel Zelaya (Honduras, 2009). Los mismos que invadieron panamá en 1989. Los del Plan Cóndor. Los de la Contra en Nicaragua (década de los 80´). Los que, en la Higuera, Bolivia, mandaron a asesinar al Ché Guevara en 1967. Los que desde hace 60 años bloquean criminalmente al pueblo cubano y desde hace 40 años a los hermanos iraníes.
No es cualquier enemigo al que el pueblo venezolano, inundado de envidiables riquezas, se enfrenta desde 1999 por el hecho de gritar al mundo nuestra decisión de ser soberanos y socialistas. En estos 22 años de revolución hemos visto de lo que son capaces, de los niveles de criminalidad con los que nos han atacado sin importarles el sufrimiento de mujeres, niños y ancianos.
La Unidad de las fuerzas revolucionarias es más que nunca imprescindible en estos momentos de arremetida y amenazas por parte del imperialismo estadounidense, así como la participación masiva del pueblo patriota en los comicios venideros.
No veamos fantasmas donde no los hay. No perdamos las perspectivas, no nos distraigamos. El verdadero enemigo es el imperialismo. Concentremos los esfuerzos en derrotarlo, en reconocer que el ataque al bolívar es la más poderosa y efectiva arma que, desde lo económico, han empleado contra los venezolanos. Esforcémonos en destruirla. Centrémonos en sortear el bloqueo comercial y financiero en lugar de usarlo como excusa. Los cubanos, los rusos e iraníes tienen mucho que enseñarnos.
La única manera de derrotar al verdadero enemigo es profundizando la revolución bolivariana y eso pasa por formularnos día a día, en cada uno de nuestros espacios, decisiones y accionar, la pregunta de rigor del Comandante Chávez: ¿Y allí, dónde está el socialismo? Qué sea esta la guía para derrotar al verdadero enemigo.