La escena contemporánea, para decirlo en modo mariateguista, está siendo azotada por una pandemia que no sólo trae consigo muerte y desolación sino que muestra ferozmente la usura y el abuso que se han ido incubando bajo el inhumano sistema social imperante. Frente al desamor de quienes detentan el poder y no prestan la debida atención a los requerimientos más urgentes para preservar la vida, un ejército generoso de Batas Blancas recorre el mundo asistiendo a los más necesitados, llevándoles medicinas y el fraterno abrazo solidario y el bálsamo de la palabra esperanza, vale decir confianza en la vida y en la condición humana.
Honrar, honra dice el predicamento martiano. La Brigada Médica Cubana «Henri Reeve» merece un reconocimiento planetario, por su abnegada y desinteresada labor por preservar la vida humana. Este ejemplar puñado de mujeres y hombres fidelistas, ya se han ganando la admiración y la gratitud de de todos los pueblos del mundo. Y si acaso aún falta algún reconocimiento, qué mejor que el Premio Nobel de La Paz del presente año.