La acusación de “violencia estatal racializada” hecha recientemente por instituciones académicas estadounidenses y medios de prensa hostiles a Cuba, forma parte —a todas luces— de la campaña mediática y política contra el gobierno, las instituciones y el pueblo de la Mayor de las Antillas. Esta vez, utilizan el tema racial, para “revelar” supuestas violaciones de los derechos humanos en la nación caribeña.


Por Roxana Romero Rodríguez/ Taymi Medina Hernández

Fuente: La Jiribilla

Desconocen —con toda intencionalidad— los avances de Cuba en el tema, partiendo de la voluntad política y las acciones para erradicar todas las manifestaciones y actitudes que laceran la condición humana. El enfrentamiento a la discriminación, en todas sus formas, está en la esencia del socialismo cubano.

A decir del periodista, escritor e investigador Pedro de la Hoz, los argumentos acusatorios —visiblemente falaces, por cierto— se estrellan contra “políticas y medidas con sólidas bases científicas y fundamentos ideológicos, contenidas en el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, instaurado por acuerdo del Consejo de Ministros en noviembre de 2019 y ejecutado por una Comisión Gubernamental encabezada por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

“La plataforma integra a 18 organismos de la administración central del Estado, e igual número de organizaciones de la sociedad civil, con la coordinación de los Ministerios de Cultura; Relaciones Exteriores; de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; así como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba”. El también vicepresidente de la Uneac encabeza la Comisión José Antonio Aponte, creada por prominentes intelectuales cubanos para aportar, desde la mirada cultural de académicos, escritores, artistas e investigadores de todo el país, al debate sobre racismo y a la lucha por erradicar ese flagelo en Cuba.

En sus sesiones, se han escuchado también las voces de activistas antirracistas y de los miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

“Desde el congreso de 1998, en diálogo con Fidel, se fueron construyendo las bases para darle un vuelco a esta situación, para hacer programas, para cometer acciones concretas que apuntaran al menos a la erradicación del fenómeno. La Uneac acogió también el espacio Color Cubano, que mucho hizo en el plano del debate, para conjugar intereses y visiones dentro del movimiento artístico e intelectual, discutir los problemas y, sobre todo, para proponer soluciones.

“El Programa —retoma— es un salto de calidad, pero no es el primer paso… La Revolución, desde el mismo 1959, tuvo conciencia de que había que librar una gran batalla contra el racismo.

“De hecho, se libró desde el punto de vista estructural. Hubo medidas que desmantelaron la institucionalidad racista que existía hasta entonces, propiciando la igualdad de oportunidades para todos, y la participación, al tomar en cuenta las necesidades de la población de negros y mulatos en la construcción de la nueva sociedad”.

Por esa vía —refiere De la Hoz— no se logró completar todo el ciclo de “racializar” las relaciones sociales en Cuba. En repetidas ocasiones se ha hablado de la permanencia de patrones subjetivos, actitudes, miradas que reproducen ese tipo de prejuicio: el racismo, dicho así, con todas sus letras.

“La discriminación se da más en el plano individual o en planos grupales pequeños, localizados, pero no a nivel de una comunidad, porque es que esa comunidad no existe. No existe una minoría étnica cubana o afrocubana —puntualizó—.

“En Cuba no hay comunidades negras ni mulatas, en Cuba no existe una minoría étnica. En Cuba casi nadie, y digo casi para dar la ventaja de la duda, casi nadie dice yo soy afrocubano; sino yo soy cubano, un cubano con piel negra o un cubano mulato. Existen cubanos con diferentes colores de la piel”.

Por ello el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, pone de relieve las desventajas históricamente acumuladas asociadas al color de la piel, así como las asimetrías económicas y sociales, y vulnerabilidades medibles y perceptibles en la realidad cubana actual.

Asimismo, enarbola el antirracismo como valor sustancial en la labor política-ideológica revolucionaria. “Para completar toda la justicia, necesariamente la Revolución tiene que afrontar la lucha contra el racismo, contra los prejuicios, contra la discriminación, contra todo tipo de manifestación que implicara menoscabo de la dignidad”, destaca el Vicepresidente de la Uneac.

Comenta que además de la adopción de políticas públicas, que ahora van a tener sus primeras formulaciones específicas, y las estrategias de comunicación para sensibilizar a la sociedad cubana en torno al tema, el Programa canaliza todas las denuncias de actitudes racistas, de actos discriminatorios… Son actos punibles en nuestra legislación.

“También hacen falta acciones de concientización y acciones desde la educación y la cultura. En ello los organismos formadores, dígase el Ministerio de Educación, Educación Superior, Salud Pública, Ministerio de Cultura, tienen un papel decisivo en orientar desde la propia educación, desde la formación incluso de sus cuadros docentes, una actitud antirracista, una educación antirracista…”.

El Programa Nacional de Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial es pertinente; como lo es, por ejemplo, el de Adelantos de la Mujer, o los otros programas sociales que la Revolución ha emprendido, de camino al perfeccionamiento en su modelo económico-social, del Estado y la sociedad civil.

Por REDH-Cuba

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