Imagínense, por un instante. el hervidero de funcionarios gubernamentales estadounidenses que han trabajado lealmente, desde 1960, para hacer sufrir hasta lo indecible a los niños cubanos, a los ancianos y enfermos de un país diminuto, con el fin de castigar impunemente y doblegar a su población civil. Imagínense la cantidad masiva de funcionarios que, ahora más que nunca, siguen llevando a cabo esa labor diaria para cumplir la medidas contra las compañías navieras y las instituciones financieras del mundo entero, de modo que no lleguen a la isla de Cuba las remesas de famila a familia, ni los créditos imprescindibles ni el combustible necesario para la agricultura, el transporte y la electricidad de los hospitales.

Son hombres y mujeres normales, que juegan al tenis y comen hamburguesas, abrazan a sus hijos y a sus nietos, miran la televisión como todo el mundo y luego cumplen impecablemente con su deber de atormentar a los ciudadanos normales de un país al que desconocen, y por el que profesan un difuso desprecio mezclado con un ínevitable ingrediente de admiración. Pues todos los días de su vida esos funcionarios hacen lo mismo que sus predecesores en el cargo desde 1960, implementando la agresión silenciosa del bloqueo comercial, financiero y diplomático con el sencillo fin de infligir dolor, muerte, carencias y sufrimientos entre los seres humanos agredidos en Cuba. La implementación práctica del bloqueo hace innecesarias las explosiones, las invasiones y los desembarcos que ya fueron realizados en el pasado, e históricamente derrotados por ese mismo pueblo. Aquel tipo de derrotas ocasionó bajas y una consternación tan profunda en el todopoderoso agresor, que no ha cesado desde entonces.

Consternación imperial, disculpen esa expresión contradictoria. Un imperio racista de poderío inmedible, ¿consternado por un pueblo mestizo y pacífico, que en vez de bases militares, cañones y bombas tiene médicos en medio mundo combatiendo enfermedades, y que ha sido capaz de crear sus propias vacunas para salvar vidas contra la pandemia? Consternación imperial. Considero adecuada esa extraña frase, para entender la mentalidad vengativa y delictiva que pulula detrás de la impotencia de Washington con respecto a gente tan peligrosa como mis sobrinos, mis amigos y compatriotas víctimas de la Ley Helms-Burton en las ciudades y las guardarrayas de Cuba, donde no hay ni un solo niño sin hospitales ni escuelas.

El bloqueo contra Cuba socava moralmente los principios del Derecho Internacional. El tema de los derechos humanos, desde cualquier ángulo que se analice, es de por sí un contundente manifiesto contra la política de Estados Unidos contra Cuba. Todos esos empleados imperiales, ya sean estadounidenses o cubanos asalariados por ellos, saben que su guerra contra mis sobrinos y amigos es imposible de ganar. Justamente por ello es altamente rentable y curiosamente asquerosa. Pues hablo de una consternación imperial que no se basa en los daños ocasionados por ellos en el seno de un pueblo hasta ahora invencible, sino a causa del ya épico ridículo histórico de todos esos funcionarios que, en realidad, actúan como soldados de oficina. No son fanáticos. Sólo ejercen un fanatismo basado en el esfuerzo de dominación sobre una población indomable. Su maldad es banal y está tristemente bien documentada.

Ahora imagínense por un instante a los mercenarios cubanos que, en Estados Unidos y otras partes del mundo –tanto como asalariados del agresor como simples ciudadanos con una limitadísima  percepción del mundo y de su propio país–, apoyan el bloqueo contra la población civil de Cuba. Ese apoyo pone al descubierto una actitud cobarde y fratricida, de complicidad con los peores intereses de una potencia extranjera. Lo he dicho antes y lo repito. La maldad de esos mercenarios ni siquiera puede calificarse de banal.

 

René Vázquez Díaz

Escritor y periodista cubano .Fue Coordinador de los proyectos cubanos del Centro Internacional Olof Palme, de Estocolmo. En 1994 organizó, el llamado Encuentro de Estocolmo, y ha impartido conferencias en varias universidades europeas. Como periodista ha colaborado en los periódicos SUR, Le Monde Diplomatique, Rebelión y otros medios. Sus obras han sido traducidas al francés, inglés, finés, sueco, italiano y rumano. Ha escrito varias obras en sueco, entre otras una biografía de su maestro Artur Lundkvist. Es miembro de la Directiva de la Unión de Escritores de Suecia.

 

 

 

 

Por REDH-Cuba

Un comentario en «Consternación imperial. ¿Por qué el Gobierno de Estados Unidos le teme a la población civil cubana? Por René Vázquez Díaz»
  1. […] Como recordaba por estos días el escritor cubano René Vázquez Díaz, imagínense el ejército de funcionarios gubernamentales estadounidenses que han trabajado lealmente, desde 1960, para hacer sufrir hasta lo indecible a los niños cubanos, a los ancianos y enfermos, a las mujeres y a los hombres de un país pequeño que jamás ha agredido a su verdugo. «Imagínense la cantidad masiva de funcionarios que, ahora más que nunca, siguen llevando a cabo esa labor diaria». […]

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