La pregunta que no podemos obviar ni retrasar ya su respuesta: ¿Estamos preparados en términos de militancia y en los saberes necesarios para contener las olas cibernéticas que son las nuevas modalidades para derrumbar los gobiernos populares?
La nueva llamada yanqui es para una juventud que ya nació con el celular y la computadora, que tiene facilidad de aprendizaje y manejo y que piensan que el mundo siempre fue conducido con la velocidad de un clic y la inmediatez de las teclas.
Esos que fueron colonizados culturalmente a través de juegos electrónicos donde la naturalización de la violencia y la competencia solían tener una recompensa a cada muerte o destrucción, hoy traen consigo el gen de esa distorsión de la realidad instalada en sus mentes.
Pero no solamente los juegos electrónicos, sino también las incontables series y películas con contenidos concebidos para formatear las mentes de quienes pasan horas al frente de un celular, una tableta o computadora, y el omnipresente televisor.
Esos aparatos que cada vez más sufren la obsolescencia programada porque además de tener que consumir –que es la palabra de orden impuesta por el capitalismo– tienen que reflejar la realidad de la mejor manera posible. Al menos la realidad construida por quienes pretenden dominar el mundo a costa de seres manipulados y sin pensamiento crítico. Por eso tanto efecto especial, tanta inversión en sonidos, en imágenes, en escenarios que alienan y deconstruyen al ser humano, incluso en términos biológicos y morfológicos. Androides, humanoides, ciborgs, metahumanos y un largo etcétera más bien monstruoso. Luego surgirán avatares pensados para preparar el terreno y que las masas populares acepten de buen grado la propuesta criminal de la agenda DAVOS en el caso de la transhumanización.
Pensar críticamente es un acto de rebeldía y por lo tanto considerada una condición enemiga. O como escribió el novelista británico, George Orwell: “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. Y ya sabemos lo que piensan los dueños del mundo. Hay que exterminar a todos los revolucionarios. Y si decir la verdad es un síntoma subversivo, habrá que exterminar a todos lo que dice la verdad.
Por ello tampoco legitiman a las democracias logradas a través de revoluciones hechas con el protagonismo del pueblo, porque saben que cuando el pueblo tiene consciencia causal en las relaciones entre explotado y explotador, entre oprimido y opresor, se rebela. Y si se rebela todo un pueblo (pensemos en Chile alzado contra Piñera) el opresor poco puede hacer, más que seguir y tratar de mantener su opresión. Para ellos, todas las relaciones sociales se reducen a una degrada categoría simplificada en mandar y ser obedecidos. O explotar y obtener beneficios del explotado
Extrapolando estos razonamientos a la geopolítica, vemos que los EEUU están invirtiendo en formación orientada a los jóvenes. Incentivándolos para que ellos puedan ser los lideres digitales del futuro, aunque la verdadera estrategia subyacente sea mantener cada vez más la relación de asimetría y desigualdad social y por tanto la relación de dependencia.
Bajo esta mirada, vemos que las publicidades son las más atractivas, usan la semiótica, la programación neurolingüística y otras estrategias comunicacionales que –ya lo han estudiado–dan resultados satisfactorios. Resultan obvias estas estrategias cuando están dispuestos a gastar millones de dólares en estos objetivos a largo plazo. Usan el espíritu de aventura y la energía de la juventud para canalizar sus intenciones y para eso proponen que quienes acepten eso, tendrán un futuro de éxito y reconocimiento personal. Aprovechan la era de la exposición y el culto al individuo en las redes sociales para fomentar el prestigio y la visibilidad. La trama por detrás es usar esa mano de obra barata para a través de las redes sociales desestabilizar los gobiernos populares usando la cibernética.
¿Cómo vamos a hacer frente a eso? ¿Estamos preparados? ¿Cómo se interrumpe esa trama?
En lo personal creo que necesitamos urgente volver a hablar y encarar la realidad desde la lucha de clases y lo que ella significa en las relaciones humanas entre explotado y explotador. Interpelar a los individuos sobre las consecuencias que trajo el capitalismo para la sociedad. Explicar que no existe un capitalismo bueno y que tampoco sus fines políticos están orientados para satisfacer las demandas del pueblo. Dentro de la lógica capitalista, siempre habrá un cobro que abonar, incluso por encima de cualquier derecho. La contrapartida va a estar siempre esperando su pago. Por eso hay que pensar si vamos a continuar sentados frente a un aparato electrónico pensando que ese es solo un medio de comunicación o vamos a pensar críticamente y mirarlo también como medio de destrucción. O peor aún… de deconstrucción (individual, social, o colectiva).
Queda en cada persona tratar de comprender lo que realmente está manejando y como lo va a administrar en su universo personal. Yo ya entendí lo que debo hacer… ¿Y vos?