Una vez más, la estrategia del imperio parece derrumbarse. De John F. Kennedy a Joe Biden, de Ronald Reagan a Donald Trump, demócratas y republicanos, cada uno con su estilo, con sus modos y sus tiempos, han intentado destruir la Revolución Cubana. Todos han fracasado.
No se puede analizar ni entender la actualidad cubana sin tener como marco general la sistemática e incesante política criminal que Estados Unidos mantiene hace más de 60 años contra el pueblo y el gobierno de esa isla. El principal y más conocido de esos actos criminales es el bloqueo económico, comercial y financiero que tiene como finalidad –según las propias palabras de las autoridades de Washington– asfixiar al pueblo de la isla para generar caos y, así, provocar un cambio de gobierno y un cambio de sistema político (lo que se suele definir como «cambio de régimen»).
Playa Girón y los intentos de magnicidio
La agresión norteamericana comenzó prácticamente con el triunfo de la revolución, pero para señalar uno de los hechos más trascendentes se puede marcar que en 1961 un grupo de mercenarios, entrenados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y con centro de operaciones en la ciudad Miami y el estado de Florida, intentaron desembarcar en Playa Girón para invadir Cuba. Fue la primera derrota de los planes imperialistas contra la isla.
Entre los muchos intentos de asesinato –se registran más de 600– promovidos por Estados Unidos contra el líder de la Revolución, Fidel Castro, se destacan los que fueron organizados por quien, tal vez, haya sido el más conocido terrorista cubano-americano al servicio de la CIA: Luis Posada Carriles.
Entre los muchos intentos de atentar contra la vida de líder cubano en los que falló el terrorista Posada Carriles, los investigadores resaltan el intento de asesinarlo durante la visita de Fidel Castro a Chile, en 1971, invitado por el gobierno de Salvador Allende. En noviembre de 1994, el terrorista y cinco sus cómplices intentan atentar contra Fidel en Cartagena, Colombia, durante la celebración de la IV Cumbre Iberoamericana. También cabe mencionar el fallido atentado en 2000 durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en Panamá (intento de atentado por el que Posada Carriles fue arrestado. Luego la entonces presidenta Mireya Moscoso, alidada de la Casa Blanca, lo indultó y el terrorista pudo volver a refugiarse en Miami).
La bomba en el vuelo de Cubana de Aviación y el ataque a los hoteles
El 6 de octubre de 1976, un grupo de terroristas al servicio de Posadas Carriles y su cómplice Orlando Bosch (también vinculado a la CIA) colocaron una bomba en un avión de pasajeros de la empresa Cubana de Aviación que volaba de Barbados a La Habana. Los terroristas hicieron estallar el artefacto en pleno vuelo. El atentado provocó la muerte de las 73 personas que viajaban en la aeronave.
En 1991 el derrumbe del campo socialista, representado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hizo que Cuba perdiera a su principal aliado político y económico. Las mafias de Miami y los halcones de Washington pensaron que era el momento de darle un golpe letal a la economía cubana y así producir la caída del gobierno. Para ello decidieron atacar la principal fuente de ingresos de ese país: el turismo.
En octubre de 1992 se realiza un ataque armado contra el Hotel Meliá Varadero. Luego de ser detenidos en Estados Unidos, los terroristas que efectuaron este ataque fueron puestos en libertad por el FBI. En enero de 1993, cuando se dirigían hacia las costas cubanas, son detenidos por el servicio de guardacostas norteamericano cinco terroristas a bordo de una embarcación artillada con ametralladoras pesadas. Al poco tiempo fueron puestos en libertad. En marzo de 1994, un grupo terrorista procedente de Miami realizó disparos contra el Hotel Guitart Cayo Coco, entidad que volvería a ser atacada en octubre de 1994 y en mayo de 1995. En julio de 1995, cuando se disponían a infiltrarse en Cuba, son detenidos en Estados Unidos tres terroristas. A pesar de hallárseles armas y explosivos, fueron liberados por las autoridades norteamericanas.
En enero de 1996, autoridades de EEUU interceptan en Cayo Maratón una embarcación con cinco terroristas armados cuando se dirigían a Cuba; nuevamente fueron liberados ese mismo día por el FBI. El 12 de abril de 1997 se produce la detonación de una bomba en el Hotel Melía Cohíba, en La Habana, el día 30 de ese mismo mes fue descubierta otra bomba en el mismo hotel y el 4 de agosto se produce allí otra explosión que causa la muerte de un turista italiano. En julio de 1997, estallan bombas en los hoteles Capri y Nacional. En septiembre de 1997, los terroristas detonan bombas en los Hoteles Tritón, Chateau Miramar, Copacabana y en el restaurante La Bodeguita del Medio. Todos estos ataques terroristas tuvieron el aval de las autoridades del gobierno y la inteligencia de Estados Unidos.
Diplomáticos desaparecidos en Argentina
Un dato poco estudiado de la oscura noche que vivió Argentina durante la última dictadura cívico-militar es la desaparición de dos diplomáticos cubanos: Jesús Cejas Arias, de 22 años, y Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, de 27 años.
El 9 de agosto de 1976, cuando salían de la Embajada de la República de Cuba en Buenos Aires, Cejas Arias y Galañena Hernández fueron secuestrados por un grupo de tareas y trasladados al Centro Clandestino de Detención Automotores Orletti, donde, según diversos testigos, habrían sido interrogados y torturados por agentes de la CIA.
En 2013, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) logró identificar los restos del joven diplomático Jesús Cejas Arias, cuyo cadáver fue hallado dentro de un tambor metálico de 200 litros, rellenado con cemento y abandonado en un predio de la localidad de Virreyes, partido de San Fernando.
La USAID y la NED: la guerra por otros medios
La agresión de Washington contra Cuba no ha sido solo a través de la organización, entrenamiento y apoyo a mercenarios, también ha sido disfrazada en la articulación con la sociedad civil a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y su ramificación de fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y medios de comunicación y periodistas supuestamente «independientes», en definitiva brazos económicos y comunicacionales de la CIA.
La campaña de mentiras y desinformación sobre las acciones del gobierno revolucionario tuvo uno de sus puntos más altos en lo que se conoció como la Operación Peter Pan. En 1960, con la complicidad de miembros de la Iglesia Católica, se hizo circular un documento falso que planteaba que el gobierno les quitaría a todos los padres cubanos la patria potestad sobre sus hijos. Las mentiras, el miedo y la desinformación hicieron que entre noviembre de 1960 y octubre de 1962, al menos 14.000 niños fueran enviados solos en aviones hacia Miami (los aviones cargados con niños surcando los aires en soledad le dieron el sarcástico y cruel nombre a la operación, una metáfora de la obra teatral sobre un mundo sin adultos en el que los niños tienen la capacidad de volar). La mayoría de esos niños nunca volvieron a reencontrarse con sus padres.
Entre 2009 y 2011 la USAID intentó implementar en Cuba una operación desestabilizadora a través de un proyecto denominado ZunZuneo. Según denunció la agencia de noticias norteamericana Associated Press (AP), el programa denominado ZunZuneo (por el vuelo del ave conocida en Cuba como zunzun y en otras partes del mundo como colibrí) dejó al descubierto el verdadero rol de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
El ZunZuneo es una red social similar a Twitter que fue creada por la USAID de manera secreta. Esa institución norteamericana la hizo circular en la red de telefonía celular de Cuba con el fin de influir en los jóvenes de la isla.
Según informó la agencia de noticias EFE, esta red social «llegó a tener unos 40.000 usuarios que compartían a través de sus mensajes contenido ‘no controvertido’ sobre fútbol y música, pero, según la información publicada, el propósito era introducir después el matiz político para inspirar a los jóvenes a organizar marchas y concentraciones contra el gobierno cubano».
Para implementar el programa se emplearon empresas que le servían de fachada en España, Irlanda, Costa Rica, Nicaragua y cuentas bancarias fantasmas mediante las cuales canalizaban los fondos.
Según denunció la agencia AP, el propio Congreso de Estados Unidos, que es quien aprueba las partidas presupuestarias para la USAID, desconocía el verdadero fin que tendrían esos fondos, que habían sido aprobados para ser destinados a la recuperación de Pakistán.
La verdadera intención era, una vez que la mayoría de los jóvenes cubanos tuvieran esa aplicación en su teléfono, comenzar a hacer circular comentarios de protestas, de malestar contra el gobierno, convocar a marchas, provocar incidentes e instalar la idea de una «primavera de colores», que fuera reprimida por el gobierno y, así, justificar una intervención militar extranjera (en otras palabras, crear la excusa para una invasión, como ya se vio en Libia y en tantos otros países que fueron el blanco Estados Unidos).
El bloqueo: asfixiar al pueblo para provocar caos
El criminal bloqueo, unilateral, arbitrario e ilegal, ha sido rechazado por la amplia mayoría de la comunidad internacional: en la última votación en Naciones Unidas 184 países votaron a favor de la resolución que plantea poner fin al bloqueo norteamericano, tres se abstuvieron (Ucrania, el Brasil de Bolsonaro y la Colombia de Iván Duque) y dos votaron contra esa resolución (Estados Unidos e Israel).
En la presentación del libro de Keith Bolender “Objetivo: voltear a Cuba”, el intelectual norteamericano Noan Chomsky señala que «el desenfreno tal vez sea el rasgo más destacado de la guerra que ha librado Washington contra Cuba desde que, por fin, este país se atrevió a liberarse en 1959». Chomsky recuerda que según las palabras de Robert Torricelli, representante demócrata por Nueva Jersey, el objetivo del endurecimiento del bloqueo era «sembrar el caos en Cuba».
La realidad es que el bloqueo ha limitado enormemente el desarrollo de la isla, le impide acceder a los organismos internacionales de crédito, genera desabastecimiento y escases de productos e impide la adquisición de insumos básicos para la producción. Lo que ha provocado para la isla la pérdida de miles de millones de dólares.
El gobierno de Donald Trump tomó 264 medidas que buscaban endurecer el bloqueo. Al menos 50 de las mismas se tomaron durante la pandemia, lo que refuerza su carácter criminal. Todas ellas son sostenidas aún por el gobierno de Joe Biden.
Se ha limitado al extremo la llegada de remesas del extranjero, en un marco en el que la principal generación de recursos para la isla, el turismo, se encuentra prácticamente paralizada por la pandemia. En el contexto del crecimiento de los casos de covid-19 en el mundo y en la isla, producto de las nuevas variantes, se mantienen las medidas que impiden la llegada de medicamentos (entre otros, para combatir la fiebre, uno de los principales síntomas de esta enfermedad). La escases de productos básicos ha aumentado y la falta de repuestos y de combustible ha hecho que la generación de electricidad disminuya, lo que ha hecho que el gobierno priorice la electricidad para los hospitales y los centros de aislamiento de pacientes con covid.
Todo ello (falta de medicamentos, escases de productos, cortes de luz, la falta de la llegada de dinero por la caída del turismo o porque ya no llegan las remesas del extranjero) sumado a que, según señaló el propio presidente Miguel Díaz-Canel, hubo barrios (en especial en La Habana) que han quedado relegados en el desarrollo del país o cuyas necesidades no fueron atendidas apropiadamente, generó un clima de malestar que fue aprovechado por sectores que buscaban desestabilizar al gobierno.
Se convocaron a marchas y algunos grupos provocaron disturbios o hechos de vandalismo. Mediante una campaña en las redes, a través de robots que replican miles de tuits por minuto, y de los medios de comunicación hegemónicos, se buscaba desinformar y así justificar nuevas agresiones contra la isla, justificar las sanciones y hasta un intento de intervención militar.
Una vez más, la intención era crear la lógica de las «primaveras árabes» o «primaveras de colores». Los esbirros regionales, violadores de derechos humanos en sus países, como Iván Duque, Sebastián Piñera, Lacalle Pou y Mauricio Macri, salieron a hablar sobre los derechos humanos en Cuba. Por supuesto, el principal alfil del imperio, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), se hizo presente para pedir sanciones contra la isla.
Sin embargo, una vez más, la estrategia del imperio parece derrumbarse. De John F. Kennedy a Joe Biden, de Ronald Reagan a Donald Trump, demócratas y republicanos, cada uno con su estilo, con sus modos y sus tiempos, han intentado destruir la Revolución Cubana. Todos han fracasado.
Fuente: Diario Contexto –