Sin servir un banquete etimológico, la palabra que da título al artículo, tiene sus raíces en la antiquísima práctica de la adivinación. Nuestra cultura tiene asiento en la grecolatina y se sabe que en la Roma anterior a la era cristiana sirvieron unos sacerdotes, que por el arte de emitir augurios (presagios, adivinaciones), se les conocía como augures. Por tanto, un Augur era un sacerdote de la Antigua Roma que practicaba oficialmente la adivinación.

De augur son familias léxicas, augurio, agorero y agüero. Los adivinos, y su bien o mal agüero, a pesar de poseer “patente” en el Imperio Romano, no siempre han sido bien vistos, porque la inmensa mayoría ha aprovechado la ingenuidad o ignorancia; desesperación o desesperanza, de muchos infortunados y ambiciosos, para estafarles y vivir de múltiples engaños.

Dante Allighieri, en su obra magna “La Divina comedia”, específicamente en su primera cántica: “El Infierno”,  hace una detallada caracterización de la parte mísera de la naturaleza humana y en qué lugar del Infierno se atormenta su alma como castigo divino a sus pecados terrenales. En uno de los círculos más distantes del Paraíso y por ende de Dios, ubicó a los adivinadores.

Se refiere en la Enciclopedia Wikipedia, del año 2019[i], que en “Derecho español, los adivinos incurrían en la pena de muerte; sus encubridores, en la de extrañamiento perpetuo (una suerte de destierro); los que acudían a ellos y los creían, en la pérdida de la mitad de sus bienes y las justicias negligentes para su castigo, en la de privación de oficio y confiscación de la tercera parte de la hacienda según las leyes 1, y 3, tit 23, Parí. 7 y leyes 1 y 2, tit. 4, lib. 12, Nov. Rec. Posteriormente, la pena capital se conmutó por la práctica de los tribunales en la de azotes a los hombres y en la de sacar emplumadas y encorozadas a las mujeres”.

Dante, sin ser un agorero, anticipó con su amplia cultura y genialidad literaria, este, nuestro tiempo. Dividió el Infierno en 9 Círculos.

En el octavo y noveno, estaban los pecados más irreconciliables con la condición humana. Allí se castigan los pecados relacionados con el fraude consciente o traición.

Están custodiados por Gerión, un monstruo alado representado con tres cabezas o con tres cuerpos unidos: humano, bestia y reptil. Gerión es la imagen del fraude, con la cara que parece de un hombre honesto, su cuerpo hermosamente coloreado, pero con una punta venenosa en la cola.

Los fraudulentos están localizados en un lugar llamado Malebolge («Malas fosas»), dividido en diez Bolgias (fosas circulares y concéntricas) unidas por puentes, donde cada uno de los cuales se dedica al castigo de una especie de fraudulento:

  1. Rufianes
  2. Aduladores
  3. Simoníacos.
  4. Adivinos.
  5. Malversadores.
  6. Hipócritas.
  7. Ladrones.
  8. Mal consejeros (los que hacen incurrir en fraude mediante consejos malintencionados).
  9. Sembradores de la discordia (los que incitan a la guerra civil y la división religiosa).
  10. Falsificadores

En el Primer recinto se ubican a los Rufianes (proxenetas y seductores), quienes marchan en líneas separadas en direcciones opuestas, golpeados por demonios. Dado que los rufianes y los seductores usaron la pasión de otros para llevarlos a donde querían, están ahora guiados por demonios a marchar por la eternidad.

Es la seducción el mejor maquillaje del rostro y la entraña salvajes del Capitalismo. Es el arma efectiva de su guerra cultural. Son los seductores las grandes empresas del entretenimiento, el comercio consumista y el glamour (con sus tintes de chismes y bretes de farándula). Seducidos son los que esperan del “sueño americano” y de su “american way of life”, el pináculo de la realización personal y profesional. El Paraíso para los “exitosos” y “winners”.

De manera engañosa observamos “conciliadores”, “gentes de buena voluntad”, solicitando unir lo “bueno” del Capitalismo con el Socialismo, emplear más fórmulas capitalistas para salir de la “ineficiencia” socialista, abandonar el “Estado fallido” y dejarnos tutelar por un Estado fuerte y exitoso como Estados Unidos.

¿Confiaremos en esos seductores?

En el Cuarto recinto Dante ubicó a los brujos, astrólogos, y falsos profetas, tienen la cabeza mirando hacia atrás. Dado que quisieron ver hacia adelante sin mirar el presente, ahora están obligados a no poder ver hacia adelante, solo hacia atrás.

Aquí habría que ubicar a esos adivinos (agoreros) que “predicen” el final de la Revolución y su posible “salvación” abandonándola, sumándonos al concierto de su destrucción, desmovilizándonos en su defensa, porque ya caducó su tiempo histórico.

En el Sexto recinto se encuentran los hipócritas, que llevan aparentes capas doradas que resultan ser de plomo, de manera que los hacen andar inclinados bajo su peso. Se simboliza su falsedad contrastando la apariencia dorada que los hipócritas muestran, con un interior innoble, agobiado por los malos pensamientos. Una subcategoría particular de hipócritas está representado por los miembros del Sanedrín (asamblea hebrea), que llevaron a Cristo a la muerte «en beneficio de todo el pueblo», pero causando la ruina de los judíos. Con evidente contrapaso están crucificados en tierra, en medio del camino, de modo que los hipócritas que caminan por el círculo los pisan a su paso.

Aquí habría que ubicar a los que piden “intervenciones humanitarias” (invasiones armadas) para eliminar las penurias del pueblo cubano, los que piden perpetuar el Bloqueo genocida para descabezar la “Dictadura Comunista”, los que organizan y financian a terroristas, vándalos, delincuentes, odiadores y violentos, para “traernos” más democracia, libertad y derechos humanos a Cuba.

El Séptimo recinto está dedicado a los ladrones, quienes están custodiados por el centauro Caco, que escupe fuego. Los ladrones son perseguidos y mordidos por serpientes. El horror de la pena de los ladrones se revela poco a poco: al igual que robaron la sustancia de otras personas en vida, aquí ellos son objeto del robo de su propia identidad, y al ser mordidos por una serpiente sufren una transformación: uno es convertido en cenizas y posteriormente revivido, para que en inacabable ciclo sea atormentado, y otro es  mezclado con un reptil de seis patas, entre otras transformaciones.

¿Cabrían en este recinto los ladrones de independencias, soberanías, libertades, derechos, dignidades, de utopías, de voluntades dispuestas a hacer y defender, a pesar del precio a pagar?

En la octava Bolgia, se castiga a los consejeros fraudulentos, que andan revestidos en una llama que los abrasa. Allí están condenados los que convencieron al rey Príamo para que aceptara el regalo del caballo de Troya, sin más observancia que la “buena fe del enemigo”, desconociendo que ese enemigo sitiaba, atacaba y que por la fuerza no podía rendir a la inclaudicable Troya, ¿entonces cómo aceptar propuestas de prebendas de un adversario que quiere tu desaparición?

En esa fosa pena un mercenario que aconsejó viperinamente a un Papa ambicioso y, débil en su justicia, sobre la ventaja y beneficio de horadar el fuerte de Palestrina, un pequeño municipio romano. En abuso de la confianza que acompaña a su autoridad le ofreció a la familia Colonna, de la rancia nobleza italiana, un falso armisticio. Ellos creyeron en la protección papal y en la conveniencia de la rendición. Las fuerzas hostiles a Palestrina aplicaron la política de “tierra arrasada”: es el destino de los que claudican.

En la Novena fosa los demonios con espada en mano dividen a quienes en vida dividieron a las personas. Al curarse sus heridas, los demonios vuelven a lastimarlos.

Quienes dividen personas dividen pueblos. Aquí debieran perpetuarse los que quieren tasajear a la nación y ofrecerla al diente imperial como manjar de 15 débiles repúblicas. Ya en los días sucesivos a los disturbios del 11 de julio en Cuba, observamos en algunas publicaciones digitales la “proclamación” de las “repúblicas” de Holguín, Villa Clara y Camagüey.

El Noveno Círculo lo reserva Dante para los traidores. Si la imagen generalizada del Infierno es la de un ambiente conquistado por el fuego, en este cántico el ambiente es de hielo. El símbolo de la frialdad con que se ejecuta cualquier traición es el destino de los comisores.

Allí son devorados por Satanás (que sufre igual destino de permanecer congelado hasta la cintura) los que traicionan la confianza (una redundancia) de los hermanos, de los amigos, de los compañeros, de los superiores, de los subalternos, de los que esperan algo y de los que desconfían, de los que creen y de los incrédulos, de los pueblos y de las naciones, de Dios y de cualquier mortal con su fuerza telúrica en la Tierra; pero sobre todo, de los que traicionan a sus madres y a sus patrias.

Concluyo con dos referencias a Martí y Fidel.

En 1891, abatido por los vaticinios de los agoreros de entonces, que esparcían las “ventajas” para Nuestra América los resultados de aquel convite de Washington, en donde se reunieron por cortesía, miedo o ignorancia, bajo el águila temible, los pueblos latinoamericanos:  “¿Cuál  de nosotros ha olvidado  aquel escudo, el escudo en que el águila  de Monterrey  y de Chapultepec,  el águila  de López  y  de Walker,  apretaba  en sus garras los pabellones  todos de la América?”[ii].

Echado por su médico al monte, entre ríos y sierras, y porque ama la sencillez, y cree en la necesidad  de poner  el sentimiento  en formas  llanas  y sinceras, escribe sus “Versos Sencillos”. El penúltimo de sus poemas, el 45, salta la métrica consonante y octosílaba de los otros. Pero también es clave para entender el espíritu que hay que anteponer como respuesta a los malos augurios humanos y patrios, que nos ondean los falsos profetas.

Les rememoro las últimas estrofas: “… Dicen (alusión a los agoreros) que beben tus hijos/ Su propia  sangre en las copas/ Venenosas de sus dueños!/ iQue  hablan  la lengua  podrida/ De sus rufianes!  iQue comen/ Juntos  el pan del oprobio,/ En la mesa ensangrentada!/ iQue  pierden  en lengua  inútil/ El último  fuego! iDicen,/ Oh mármol,  mármol  dormido, / Que ya se ha muerto  tu raza!”[iii] 

Y aquí la respuesta que trasciende por su valor y dignidad: “Échame  en tierra  de un bote/ El héroe que abrazo: me ase/ Del cuello: barre la tierra/ Con mi cabeza: levanta/ El brazo,  ¡el brazo le luce/ Lo mismo  que un sol!: resuena/ La piedra:  buscan el cinto/ Las manos  blancas:  ¡del  soclo/ Saltan  los hombres  de mármol!”[iv] 

La talla intelectual de Fidel fue proporcional a su talla ético-revolucionaria. Sus definiciones de Pueblo en 1953 durante su alegato de defensa; de Cubano, en un mitin de concientización y recaudación de fondos para la lucha de liberación nacional, en Estados Unidos en1955; el de Revolución en el año 2000, en la Plaza de la Revolución de La Habana frente a un millón de compatriotas; el de Batalla de ideas durante  el acto central en conmemoración al 40 aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas en 2002, trascienden por la coherencia, exactitud y profundidad de sus postulados, pero especialmente uno es resumen de todos y su materialización fue el alfa y omega de su estrategia de resistencia, defensa y desarrollo de la obra revolucionaria: La UNIDAD.

En ese concepto, además de que enuncia, en plena madurez ideológica y lucidez biológica y psicológica, los elementos que unen a los cubanos de todos los tiempos; los cuales no debemos de perder, para no perder lo que tanto esfuerzo y sangre nos ha costado, Fidel nos define quiénes son los enemigos de nuestra UNIDAD. En esos también están los agoreros.

“Para mí, unidad significa compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias, a los que se llega mediante debates y análisis. Unidad significa la lucha común contra anexionistas, vendepatrias y corruptos que no tienen nada que ver con un militante revolucionario. A esa unidad en torno a la idea de la independencia y contra el imperio que avanzaba sobre los pueblos de América, es a la que me referí siempre”.[v]

Coincido con él y es el rotundo mentís y mi enérgico rechazo a todos los agoreros

Notas:

[i] La totalidad de las referencias a la obra de Dante que se expone en el trabajo fueron extraídas de esta enciclopedia.

[ii] José Martí. “Versos Sencillos”. Obras Completas. Tomo 16. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1991. Edición Digital. P. 61.

[iii] Ídem. P. 124.

[iv] Ídem.

[v] Fidel Castro. Reflexiones de Fidel “Lula. I Parte”. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana. 2008. Pp. 42-43. Edición Digital.

Por REDH-Cuba

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