Ante las dinámicas del capitalismo global que, para consolidarse, acrecentaron en lo que va del Siglo XXI, una embestida de “guerras implacables contra los pueblos y contra la naturaleza”, Fidel planteó la centralidad de la defensa de la humanidad, como derrotero ineludible para preservar con dignidad la vida planetaria.
Desde su perspectiva, parte medular de los problemas globales resulta del relegamiento de la ética, o más bien del predominio de “la ética del tener y no de la ética del ser”, inherente a las lógicas de la acumulación del capital, que colocan “el dinero como valor supremo” y potencian la multiplicación del lucro por encima de todo principio de organización colectiva de las sociedades.
En ese contexto, Fidel planteó unas perspectivas de cambio que abarquen tanto la convivencia planetaria como la realización humana: ‘la dignidad plena’ de las personas dijo, parafraseando a Martí. Es un enfoque integral de la reproducción de la vida, distinto al del individualismo capitalista que ha potenciado la crisis de valores que afecta a la globalidad.
Desde esa mirada integral, Fidel identificó varias ‘urgencias’ asociadas al momento histórico del capitalismo global y su prospectiva, entre ellas: una luz roja relacionada con la exacerbación de la degradación de las condiciones de vida del planeta propiciada por el capitalismo: “…en apenas un siglo y medio agotaremos los recursos energéticos y sus reservas probadas y probables que la naturaleza tardó 300 millones de años en crear, sin que apenas se vislumbre un sustituto viable”.
Por eso mismo Fidel alertó sobre el calentamiento global, resultante del desmesurado usufructo de recursos naturales y del abuso de los principios de vida de la naturaleza, también cometidos por el capitalismo global. Esto último, expuso como preocupación relevante, no sólo porque pone en jaque la vida de los países insulares, tales como Cuba, sino porque amenaza el destino de la misma humanidad.
Por otro lado, advirtió sobre la importancia de los conocimientos, la ciencia y la tecnología, como elementos decisivos para la disputa de sentidos en esta fase del capitalismo, en cuyo modo de producción estos han ganado centralidad: “los conocimientos están en manos de un grupo privilegiado de potencias capitalistas, ricas y desarrolladas, asociadas al imperio más poderoso que existió jamás, construido sobre las bases de una economía globalizada, regida por las propias leyes del capitalismo…”.
Esas preocupaciones de punta son parte del legado vivo de Fidel, hasta aquí, en un mundo dominado por las reglas del capital global , sus ideas ya lograron influenciar desarrollos sobre soberanía del conocimiento y tecnológica, que ganaron espacio en las búsquedas de alternativas, como son las instancias de integración soberana y del Sur, especialmente CELAC, UNASUR, ALBA e incluso BRICS, que en su momento lograron colocar planteos relativos a la soberanía del conocimiento y tecnológica, que disputan contenidos frente a los poderes fácticos.
El legado de Fidel es insuperable, muchos de los conceptos e ideas que acuñó tienen indiscutible sentido histórico ahora, especialmente cuando a apenas 5 años de su trascendencia, se evidencia la necesidad ineluctable de defender la vida y los sentidos de humanidad, puestas en riesgo por el predominio de los intereses del capital.