El Grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología (GALFISA) y la Cátedra de Pensamiento Crítico Franz Hinkelammert, tuvieron la oportunidad de convidar a una entrevista para las páginas de la Revista Cubana de Ciencias Sociales, a la reconocida intelectual, la doctora Irene León, feminista, coordinadora de la Red en Defensa de la Humanidad de Ecuador. Invitada por el espacio Feminista Berta Cáceres para intervenir en un diálogo con las participantes del curso de posgrado «Feminismo y marxismo. Encuentros y desencuentros. Historia, teoría y actualidad del debate feminista y marxista por la emancipación humana», con- versamos en la tarde del 27 de abril de 2022, en la sede del Instituto de Filosofía. Irene ha sido una el compañera de los Talleres Internacionales sobre Paradigmas Emancipatorios, promueve de manera incansable la solidaridad con Cuba y su Revolución, desde su pensamiento crítico feminista y anticapitalista nos acompaña en los derroteros del socialismo cubano, para lograr cada vez más la necesaria radicalidad de la emancipación, que es ir a la raíz de ser humano y de la vida toda.

Entrevista publicada en Revista Cubana de Ciencias Sociales. enero/diciembre 2022


Yohanka León: La realidad en su variabilidad acelerada impuesta por la lógica del capital y del mercado total cada vez más devorador, injusto e inhumano ha tocado fondo en contradicciones insalvables y crisis permanentes, arrasadoras de la diversidad de la de la naturaleza, de la vida humana, su espiritualidad y cultura. Como feminista preguntamos a Irene cómo ve esta situación y en cuanto impacta en la vida de las mujeres.

Irene León: El patriarcado y el capitalismo están estrechamente imbricados. El patriarcado, que marca la desigualdad sistémica entre los géneros, precede al capitalismo, pues ya se expresó en los modos de producción previos e histórica- mente aparece mimetizado a varios tipos de modelos en todas las sociedades y en cada una con expresiones específicas. En cada sociedad ha tenido y tiene sus especificidades, sus expresiones en los distintos modos de concebir la historia y organizar la vida. El análisis de esas singularidades es clave entre otros para definir las construcciones políticas, las estrategias para cambiar, desde el feminismo por ejemplo, e incluso para pensar en perspectiva de un mundo diverso, complejo y en movimiento.

Hubo y hay una tendencia a enfocar el patriarcado solo desde su universalismo, muchas veces incluso desde una mirada linear e ahistórica, que toma como referente único la progresión occidental, presuponiendo que todo comenzó en un punto y evoluciona hacia otro, y no, las sociedades en el mundo entero han tenido distintos modos de organizar la vida, de organizar las interrelaciones entre las personas, de relacionarse con la naturaleza y de construir sus propias cosmovisiones, culturas, creatividades.

Entonces, importa dilucidar las manifestaciones singulares en cada forma societal, cultural y, en la América Latina y el Caribe, donde la diversidad es con- sustancial a la historia, esto es indispensable y se muestra como una clave del feminismo que, como la principal expresión política antipatriarcal, se nutre tanto de una perspectiva situada como de una visión distinta de mirar al mundo y de enfocar lo global.

Con ese matiz, luego de decir que el patriarcado es un elemento constitutivo y fundante del capitalismo, importa poner en perspectiva cuales son los elementos gravitantes en la simbiosis entre capitalismo y patriarcado en el siglo XXI, especialmente ahora que el mundo experimenta un momento de importantes cambios geopolíticos y geoeconómicos, que marcarán importantes cambios en la vida de las mujeres.

Es cada vez más evidente que se está operando un cambio de modelo de acumulación capitalista, signado principalmente por dos factores clave: la hegemonía de los poderes fácticos globales —las corporaciones transnacionales, el capital financiero, los complejos militares, industriales, comunicacionales— que actúan incluso por encima de los estados, las instancias multilaterales y la legislación internacional, y por otro lado, está en curso un cambio impulsado por la transición tecnológica digital, que apunta hacia la digitalización del mundo, que implica una reorganización de la vida, con la producción totalmente mimetiza- da con la reproducción del capital, al igual que el trabajo, reformateado por la digitalización y tecnologías, como la robótica por ejemplo.

En ese escenario, es imprescindible visualizar las implicaciones de estos cambios para las mujeres, en el trabajo, por ejemplo, urgen interrogantes sobre cómo se expresarán las conocidas brechas de desigualdad en las llamadas sociedades digitales; cómo se podrán cristalizar las formas asociativas para reivindicar los derechos de las trabajadoras en las modalidades de trabajo digitalizado, donde se viven importantes niveles de aislamiento (trabajo en casa, salas virtuales, etcétera).

También nos preguntamos sobre cómo se podrán cristalizar los derechos económicos de las mujeres, en un contexto de aguda concentración de las riquezas y el poder relacionado, ahora constituido por pocas corporaciones de corporaciones, que concentran índices mayores al producto interno bruto (PIB) de varios países, como es el caso de la gestora de inversiones BlackRock,[1] que ya ha sido ya considerada como el tercer poder del mundo, después de Estados Unidos y China. Cómo se concretarán los derechos de las mujeres en un contexto de la «autorregulación» que las corporaciones están imponiendo, según sus propios intereses y valores corporativos, en sus propias instancias privadas ajenas a las legislaciones nacionales y a la normativa internacional.

El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), por ejemplo, que empezó como una instancia de arreglo de controversias entre países y corporaciones, creado bajo la égida del Banco Mundial, es reconocido por actuar en función y bene cio de las corporaciones. Estamos transitando hacia ese poder omnímodo, sin regulación, sin corresponsabilidad humana, sin rendición de cuentas a nada ni a nadie, por encima de todo.

La misma geopolítica está en una suerte de transición o disputa, pues las corporaciones que han declarado obsoletos a los estados, proponen una organización social o más bien una no organización social, constituida por individuos, un modo de organización del mundo en la que ellos se proponen como mediadores entre los «individuos» y el poder, pero el poder son ellos mismos autorregulados.

En esa misma línea, esta fase del capitalismo proyecta la plena realización del mercado total, con los poderes fácticos del capital a la cabeza de una reorganización del mundo, con la acumulación como ideología. Es un proceso que se emprendió desde la segunda mitad del siglo XX, con la globalización y con el neoliberalismo como su instrumento. Ahí puedes decir no hay novedad, que el capitalismo siempre tuvo esos lineamientos, pero la diferencia ahora es que la mundialización ya opera.

Pero esos planes del capital no solo están en disputa, pues también están sobre la mesa iniciativas como las del mundo multipolar que ha ganado fuerza, sino que el capitalismo lleva en sus entrañas sus contradicciones y crisis constantes, por pretender organizar a la humanidad en función de la reproducción del capital, de la acumulación, lo que implica servidumbre y desigualdad, como hemos visto en todo su trayecto.

Entonces hay una suerte de punto de llegada del capitalismo en tanto ha lo- grado casi el mercado total, ha colocado en el mercado casi todo, incluso la vida de las personas, que están siendo abiertamente comercializadas en el mercado global, como se puede constatar en la trata de personas que es uno de los negocios más lucrativos del mundo. Se venden personas, órganos y también la movilidad humana es parte de los negocios «liberados» en el mercado. Todo tiene su precio, las mujeres sobre todo.

Con el mercado total y la expansión capitalista como objetivo, el mundo enfrenta una reorganización en la que el vínculo productivo es cada vez más escaso, las personas, sobre todo ciertas personas aparecen como accesorias y hasta descartables, mientras las nuevas modalidades tecnológicas y financieras apuntan a todo menos a la inclusión. Se coloca así la contradicción capital-vida como característica de la época.

Se percibe un ejemplo concreto de estas dinámicas en la producción de alimentos, área que involucra a mujeres, donde se ha puesto en jaque la pequeña agricultura, su concepto de modo de vida, con las respectivas culturas campesinas, para ser reemplazadas por cultivos/ fábricas de gran extensión dirigidos al mercado global, mismos que ahora están transitando hacia la digitalización de la agricultura, con su respectiva des-organización social.

Immanuel Wallerstein, advertía sobre los riesgos de que el capitalismo en esta fase llegue a una suerte de callejón sin salida, puesto que su reproducción exige cada vez más demandas hacia el planeta, hacia las personas, y que ese punto implique una bifurcación, que se solvente por un cambio para la reificación humana, o que su recomposición y expansión de mercado total solo se consigan con una dictadura global, un fascismo global como estamos presintiendo ahora.

No cabe duda, el destino del mundo está en disputa y, en ese marco, el feminismo tiene por delante el reto de apurar sus desarrollos políticos y teóricos sobre el lugar de las mujeres en estas perspectivas de reorganización de la sociedad. Entre otros porque de concretarse ese capitalismo de mercado total e individuos, esas sociedades o más bien esas no sociedades, sino ese todo distópico de individuos a su suerte y/o entidades identitarias en lugar de las colectividades históricas, el escenario relacional entra en unas reglas del juego, inéditas, porque hasta aquí, hasta donde conocemos, los seres humanos somos interdependientes, somos relacionales, necesitamos de los principios de vida colectivamente, para poder crecer como individuos y sociedades.

Yohanka León: Muchos y diversos feminismos hoy beligeran en el entorno social, político de la región de América Latina y el Caribe. Cuál es tu opinión sobre los signos de estos y sus impactos en la lucha antipatriarcal.

Irene León: En América Latina, el siglo XXI sí está marcado por el surgimiento del feminismo, que es una de las propuestas más efervescentes, más creativas que están sobre la mesa ahora. Es un feminismo diverso, hay una bandeja muy heterogénea, que corresponde a las realidades múltiples que las mujeres experimentan en todas las esferas de la sociedad.

Hay un feminismo antisistémico que articula sus enfoques antipatriarcales con las aspiraciones de cambio de toda la configuración socio económica y cultural de América Latina y el Caribe. Es un feminismo que dialoga con las búsquedas de alternativas anticapitalistas o antineoliberales, es más, es un eje gravitante de las visiones de cambio, con perspectiva de horizonte histórico, tales como el buen vivir/vivir bien o el socialismo en el siglo XXI, que se contextualizan en la región. En ese marco, están en construcción iniciativas feministas con alcances inéditos, como lo es la despatriarcalización del Estado, planteada en el Estado Plurinacional de Bolivia como un eje de los cambios de paradigma que conlleva el horizonte del vivir bien. Asimismo, el socialismo feminista, conceptuado por Hugo Chávez como condición ineludible del proceso revolucionario: «sin feminismo no hay socialismo» o «el socialismo tiene que ser feminista», marca la pauta de unos cambios sistémicos de amplio alcance, para la construcción de una nueva Venezuela.

Estas concreciones resultan, sin duda, de las propuestas antisistémicas gestadas y planteadas por los movimientos sociales y populares, en cuyo seno el feminismo se ha abierto un espacio sustantivo, con enfoques innovadores en todos los campos, es un ejemplo el posicionamiento de los cuidados en el marco de la economía, pero también como un modo de reorganizar la gestión de la vida.

El feminismo campesino y popular es una de las expresiones más interesantes de esta perspectiva de cambio integral. En este caso, su originalidad es que las propuestas antipatriarcales se contextualizan en las transformaciones que se operan en la ruralidad, como resultado de la transnacionalización y la mercantilización del agro. Las iniciativas de igualdad entre los géneros se articulan ahí con reivindicaciones en torno a la soberanía alimentaria, la preservación y curaduría de las semillas nativas, el reconocimiento de los conocimientos, tales como los asociados a la invención de la alimentación, la gastronomía incluso, entre otros. Varios elementos tienen que ver con la defensa del modo de vida campesino y el derecho a continuar existiendo como forma de organización social, que ha sido puesto en jaque por el avance de las transnacionales y las dinámicas de libre comercio. De ahí también grandes resistencias simbólicas, tales como aquellas contra los desiertos verdes, en defensa de la agroecología, como se expresan en Brasil por ejemplo.

Estas son perspectivas de cambios sistémicos que no teníamos antes. Son grandes aspiraciones que no han llegado todavía a su concreción histórica, no obstante, es un avance de gran magnitud el haber colocado perspectivas de tanta amplitud.

Hablaba de la efervescencia del feminismo y de su gran diversidad, de sus múltiples tendencias. Y entre esa heterogeneidad hay también vertientes asocia- das al poder institucional, neoliberal, liberal y otros, que se visibiliza especial- mente por sus presencia en las grandes instituciones, desde las nacionales hasta las internacionales, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional e incluso la Conferencia de Davos o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), donde se enfoca la igualdad para las mujeres principal- mente a través del acceso a diversas esferas y con una búsqueda de superación de ciertas brechas, pero dentro del sistema, con una organización de la sociedad con algunas mujeres en algunas partes de ella.

Por su asociación al poder, más de una vez, se ha legitimado a esta última corriente como «el feminismo», al punto que varias de las iniciativas que se aso- cian al cambio socioeconómico se han visto, paradójicamente, forzadas a colocar un «apellido» a su feminismo para marcar su diferencia. Paradójico decía pues el feminismo siempre fue una propuesta política de cambio, para subvertir las relaciones de poder patriarcal.

En síntesis, la irrupción del feminismo en todos los escenarios es interesante y desencadena un proceso rico en propuestas transformadoras de diversos tonos y matices, que plantean retos a todas partes. En el caso de las corrientes anti- sistémicas, que han colocado propuestas de cambios en profundidad, el reto es mayor en tanto alude a la integralidad socioeconómica, cultural, geopolítica que deberá reconceptualizarse desde una perspectiva antipatriarcal.

Yohanka León: Agradecemos a Irene profundamente su amistad invariable y su saber compartido en el caminar de las luchas y las resistencias del movimiento de mujeres de la región y el mundo.

 

Notas:

[1] BlackRock (BLK) es una empresa de gestión de inversiones, con sede en New York, fundada en 1988. Es considerada la empresa más grande del mundo en gestión de activos y es uno de los principales grupos de presión política tanto en Estados Unidos como en Europa. Actualmente la lidera el politólogo estadounidense Larry Fink. (N. de la R.).

Entrevista publicada en Revista Cubana de Ciencias Sociales. enero/diciembre 2022

 

rccs_56-57_enero-diciembre_2022

Por REDH-Cuba

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