En el aniversario 95 del natalicio del Comandante Ernesto Che Guevara, es vital hoy recordarlo con una cámara fotográfica en busca del mejor ángulo en el mar de personas, el trabajo y el momento de pensar.

Para su hija, la doctora Aleida Guevara March, fue un ser humano con todos sus anhelos y deseos de conocimiento, un hombre que nunca dejó de estudiar.

En diálogo con este reportero en una de sus visitas a la cuarta villa cubana, Sancti Spíritus, abordó su preferencia por el arte fotográfico y especificó “fotógrafo era mi padre”, yo “aficionada”.

En los momentos más difíciles, comentó, su progenitor, el revolucionario argentino-cubano, tenía siempre un libro cerca y en muchas ocasiones una cámara fotográfica, era como una compañía donde conformaba ideas y proyectos. Le encantaba captar a los niños, a los jóvenes.

Y es que el Che es una leyenda desde su tierra natal Rosario, Argentina, su paso por América y la Revolución cubana. Soñador y viajero de ideas formadoras del hombre nuevo, médico, intelectual y fotógrafo.

A la vez que era terapeuta tenía cerca de él una cámara, con la cual en muchas ocasiones saca el sustento personal, dice.

Recordando tiempos de su juventud, su trayectoria familiar, se comprende que la afición venía de su padre Ernesto Rafael Guevara Lynch (1900-1987) quien siempre llevaba su cámara fotográfica o de cine.

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El propio guerrillero había dicho a un medio europeo interesado en conocer porqué siempre andaba con una cámara, y le aclaró: antes de ser comandante fui fotógrafo…

Los estudiosos de la vida y obra de Ernesto Guevara consideran de gran importancia su sensibilidad estética y artística en su relación con el mundo que conoce y lo rodea.

Al repasar esta faceta de su vida nos deja constancia de su juventud en la tierra natal, del estudiante, y el relevante periplo junto a Alberto Granado su compañero de sueños por América hasta su llegada a México, unos dos años entre 1953-1955.

Aquí va a descubrir una riqueza cultural única y a convertirse en fotógrafo profesional, como me aseguró el veterano zapatista Diego Castillo que lo conoció caminando por la calle Insurgentes, tenía que buscarse la vida de todas formas.

Diversos medios conservan en ediciones de la época sus imágenes de historias incas, de su cultura, naturaleza, el volcán activo más prominente el Popocatépetl.

En México se forja como gráfico al lograr importantes momentos de los Juegos Panamericanos de 1955, etapa en que ya era parte de los revolucionarios dirigidos por Fidel Castro para regresar a Cuba y derrocar la tiranía de Fulgencio Batista.

A los cubanos nos regala nuevas industrias, tareas sociales, trabajo voluntario y diversos momentos en su actividad, incluyendo una autofoto en el Ministerio de Industrias.

No olvida entregar sus encuentros de trabajo por el mundo al visitar diversos países asiáticos y de Europa.

Lo más relevante, motivo a acentuar en este aniversario 95 son las constancias dedicadas a sus espacios familiares, el amor por los suyos en su trayectoria de vida en Cuba, hasta la aparición y partida de Ramón (octubre de 1966) en la nueva experiencia guerrillera por la emancipación del pueblo boliviano.

Como colofón dejó constancia de una expresión ofrecida por el fotógrafo espirituano -natural de Cabaiguán- Perfecto Romero, quien acompañó al Che como miembro de la Columna Ocho Ciro Redondo: la fotografía era una pasión para el Che.

Fuente: Prensa Latina

Por REDH-Cuba

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