Leí con deleite la novela histórica del escritor polaco Henryk SienkiewiczQUO VADIS?”, publicada en Cuba en dos tomos. Ver a mis padres disfrutarla me motivaron a ser parte de las vicisitudes de muchos y variopintos personajes en la época del emperador romano Nerón; fui sufridamente cómplice de la historia de amor entre Vinicio y Ligia​, me creí Ursus en su victoriosa batalla en la arena del circo contra un toro, e interesante me resultó el vestimento psíquico del personaje Chilón Chilonides, a todas luces inquietantemente contradictorio, porque se nos presenta inmoral, con disposición arribista para satisfacer su ego y caprichos, capaz de incriminar al más inocente y terminar crucificado en defensa de aquellos a los que atormentó: los cristianos.

Fue el dominico Santiago de la Vorágine, quien a mediados del siglo xiii ofició como arzobispo de Génova, reunió en una compilación, que denominó La Leyenda áurea o dorada, una serie de lecturas sobre la vida de unos 180 santos y mártires, en ella se relata, que después de derrotar a Simón el Mago, san Pedro es liberado y, aconsejado por los cristianos, sale de Roma. En la “Via Appia” (La Vía Apia, conocida tradicionalmente como regina viarum: la reina de las calzadas, empezó a construirse a finales del siglo IV a.C. a instancias del senador romano Apio Claudio el Ciego, del cual recibe su nombre) se le aparece Jesucristo, y san Pedro le hace la pregunta al Cristo: Domine, quo vadis? (Señor, ¿dónde vas?), a lo que Jesucristo le responde que va a Roma, a que lo crucifiquen de nuevo. Entonces san Pedro comprende su debilidad y regresa a Roma para encontrarse con el martirio y la muerte.

La interrogante de Pedro, la respuesta del Nazareno y la posterior reacción del apóstol evangélico, tiene mucha carga simbólica si se trae sin fuerzas ni sesgos a la realidad cubana.

¿A dónde vas Cuba?, se preguntan muchos dentro y fuera; unos pocos con la certidumbre, firmeza y claridad de Cristo y de Castro, (creo que así diría el entrañable Frei Beto), logran ver que no vamos al sacrificio ni al tormento, pero sí dispuestos a todo sacrificio y a capear con nuestra resistencia e inteligencia todo el tormento imperialista, hacia la sempiterna batalla en los campos ideológico, cultural y económico (los fundamentales) contra la decadente Roma yanqui, para preservar la independencia de la Patria, la soberanía de la Nación y el proyecto de justicia social y prosperidad que nos merecemos, preservando y defendiendo la Revolución Socialista.

Para comprender la fuente de la pregunta habría que remitirse a algunas ideas de Carlos Marx y Federico Engels. Ambos descubrieron la Ley del desarrollo de la historia humana: “…de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.”[1] Quiere decir, que la producción y reproducción de la vida material define, en última instancia, como explicaré más adelante, el modo de hacer, pensar, sentir y ser de todos los humanos. En otras palabras, nuestra actuación y conducta humanas están directamente condicionadas a la vida material social y natural con la que interactuamos.

Si a ello, se le suma la perversidad de la política imperial contra Cuba, que desde 1960 rige el curso de las relaciones entre Estados Unidos y nuestro país, se comprenderá mejor el sentido de las expectativas, inmediatas y a largo alcance; con certezas e incertidumbres, que visten la conciencia y el imaginario social del pueblo cubano, amigos y enemigos: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar…”[2]

Llegamos a una conclusión, y nuestro pueblo tiene que saberlo: el enemigo mantendrá el bloqueo económico, financiero y comercial, reforzado por la administración Trump y mantenida en su esencia por la administración Biden; nos mantendrá en la onerosa lista de países patrocinadores del terrorismo e ideará cuanta iniciativa perversa y genocida se le ocurra, por dos razones fundamentales, la primera, sabe que el ser humano, por ley, necesita para vivir y existir como tal, de la vida material: alimentos, bebidas nutritivas (incluyendo el agua), calzado, vestuario, viviendas, medicinas y la amplia infraestructura social, industrial y tecnológica, que asegura el sistema de relaciones humanas: transporte, electricidad, redes hidráulicas, agricultura, fábricas… y un largo etcétera. Por tanto, golpear la base económica cubana, les tiene convencidos y obsesionados, de que es la estrategia efectiva, no importa cuánto dure, para destruir a la Revolución cubana o lo que es lo mismo, cambiar el proyecto humano, social, cultural, político, jurídico y económico del país; que le ha costado valiosas vidas a varias generaciones de cubanas y cubanos para alcanzarlo, mantenerlo, defenderlo y perdurarlo.

La otra razón (en el esquema lógico imperial) es que, al golpear la base económica, esta se refleja de manera directa en el modo de pensar de las personas. Si marcha bien la Economía, deben “pensar bien” las personas. Si está mal aquella, se deteriora la línea de pensamiento humano. De ahí que consideren que sembrando penurias, carencias y enfermedades en la sociedad cubana se lograrían quebrar los componentes de conciencia y psicología social del pueblo que están ligados a la cultura de resistencia, de lucha y de sacrificio de los cubanos.

Sin embargo, Marx y Engels, por antonomasia, dialécticos-materialistas, no definieron como dogma la tesis del determinismo material en la historia humana, sino todo lo contrario: “… Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta -las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.”[3]

Esta tesis nos conduce a una segunda conclusión: en el ser humano no solo está determinada su conducta, actuación y formas de sentir, pensar y hacer por los bienes materiales y los beneficios de servicios de producción y reproducción económicas a las que tendría acceso; o sea, dicho desde la fraseología popular: “no solo piensa como se vive” o expresado bíblicamente: “no solo de pan vive el hombre”.

Del conocimiento de estos descubrimientos marxistas, con cobardía científica y oportunismo político se aprovechan las élites hegemónicas, y desde el imperialismo cultural y mediático, someten a pueblos y descargan toda su estrategia de subversión ideológica y colonización cultural para sembrar reflejos condicionados que hagan desaparecer nuestras identidades, costumbres, educación, tradiciones, modos de ser y convivir; que nos conduzcan a aceptar un colectivo complejo de inferioridad, que nos reconozcamos como liliputienses culturales, políticos, económicos e ideológicos; que perdamos la Dignidad y el Orgullo nacionales, que no solo olvidemos y desconozcamos nuestra Historia Patria, sino que no nos reconozcamos como parte de ella y hasta que la aborrezcamos.

Por tanto, ¿a dónde va Cuba?, pues CUBA VA, a más socialismo, que como sentenció Martí: “¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra.”[4] VAMOS, como refrendamos en la Constitución Socialista[5] a encauzar los esfuerzos de la nación en la construcción del socialismo y fortalecer la unidad nacional, a mantener y defender la independencia, la integridad y la soberanía de la patria, a preservar la seguridad nacional, a garantizar la igualdad efectiva en el disfrute y ejercicio de los todos derechos, y el cumplimiento de los deberes consagrados en la Constitución y las leyes; VAMOS a promover un desarrollo sostenible que asegure la prosperidad individual y colectiva, y obtener mayores niveles de equidad y justicia social, así como preservar y multiplicar los logros alcanzados por la Revolución, a garantizar la dignidad plena de las personas y su desarrollo integral, a afianzar la ideología y la ética inherentes a nuestra sociedad socialista, a proteger el patrimonio natural, histórico y cultural de la nación, y asegurar el desarrollo educacional, científico, técnico y cultural del país. En una idea: A CONQUISTAR, ASEGURAR Y MANTENER donde lo hemos alcanzado TODA LA JUSTICIA.

Si el sempiterno plan enemigo es destruirnos por la tortura económica y la manipulación ideológica; antepongamos nuestro Plan de DESARROLLO ECONÓMICO ENDÓGENO, con más EFECTIVIDAD desde la CIENCIA y la CONCIENCIA, DEJANDO DETRÁS la lastrante, desmovilizadora e inconsciente compañera y cómplice de la política asfixiante del Bloqueo Imperial que emerge desde la EMPIRIA, la IMPROVISACIÓN y el VOLUNTARISMO.

LEVANTEMOS donde esté a media asta y MANTENGÁMOSLA EN ALTO en las muchas trincheras de combate patriótico EL TRABAJO POLÍTICO-IDEOLÓGICO que, como bandera mística del Juicio Final, detuvo “el escuadrón de acorazados” económico e ideológico del imperialismo yanqui en los momentos más duros del PERÍODO ESPECIAL. Ese fue uno de los más destacados aportes de Fidel a la teoría marxista-leninista de construcción del Socialismo. LO QUE SALVÓ LA PATRIA, LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO después de la estrepitosa caída del socialismo en Europa y en la URSS, no fue tener una PODEROSA ECONOMÍA, sino una INVENCIBLE IDEOLOGÍA.

En el socialismo, Economía e Ideología deben actuar como par dialéctico, uno depende del otro. Uno no podría existir sin el otro. Deben actuar en perfecta armonía y equilibrio, sin desproporciones coyunturales. No caigamos en el error de creer que el estado de ánimo popular es solo consecuencia del pulso económico mundial y del país, es también consecuencia directa de la efectividad del trabajo político ideológico que se desarrolle en el pueblo.

La historia del socialismo este-europeo, en la URSS y en las experiencias progresistas de América Latina y el Caribe, apuntan a que no se sostuvieron solo por garantizar mejores condiciones materiales de vida, porque eso originó en la gente una mentalidad consumista y cuando no se pudieron mantener los niveles de consumismo (para unos pocos), que sí garantiza el capitalismo depredador de la naturaleza y esquilmador de sociedades, entonces esos proyectos sociales colapsaron y se destruyeron.

Las riquezas deben generarse con valores y conciencia y no al revés. El trabajo político-ideológico debe dirigirse, en materia económica, a ello. A nuestro pueblo hay que informarle, explicarle, argumentarle, persuadirle, concientizarle, entusiasmarle, comprometerle y movilizarle hacia ese propósito. E insistir, que mantener y desarrollar el proyecto social socialista exige trabajo social, honrado, disciplinado y útil.

Notas:

[1]Discurso de Engels ante la tumba de Carlos Marx. OBRAS ESCOGIDAS TOMO III C. Marx y F. Engels Edición: Progreso, Moscú 1980. Lengua: Castellano. Digitalización: Koba. Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com. P.91

[2] Lester Mallory. Ecured. 2023.

[3] Carta de Engels a José Block en Königsberg Londres, 21-(22] de septiembre de 1890. OBRAS ESCOGIDAS TOMO III C. Marx y F. Engels Edición: Progreso, Moscú 1980. Lengua: Castellano. Digitalización: Koba. Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com. P.275

[4] José Martí. La Futura esclavitud. Obras Completas. Tomo 15. P. 392. Centro de Estudios Martianos. 2001. Edición digital

[5] Constitución de la República. TÍTULO I FUNDAMENTOS POLÍTICOS CAPÍTULO I PRINCIPIOS FUNDAMENTALES. Artículo 13. P. 2

Por REDH-Cuba

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