El pasado viernes 19 de abril, se cumplieron 63 años de la primera victoria del Socialismo sobre el imperialismo yanqui en el hemisferio occidental.
Del impacto y significación del triunfo revolucionario de enero de 1959 y después de la hazaña militar de Girón, las sucesivas administraciones norteamericanas, han tenido el celo de no permitir que tal ejemplo irradie en su “patio trasero”, que es lo que han considerado siempre a “Nuestra América”.
Desde la “Alianza para el Progreso”, supuesto Plan de ayuda económica y social a la América Latina y el Caribe, del Gobierno de Kennedy, diseñada para contrarrestar “el mal ejemplo” de Cuba, e intentar pintar con “rostro humano” el capitalismo salvaje y colonizador, en cuyas contradicciones es donde se generan la causas objetivas y subjetivas para que se construya el socialismo; pasando por la siembra y sostén de bases militares y dictaduras sangrientas a nuestros países; de ejércitos contraguerrilleros y bandas paramilitares que son el azote de los campos, campesinos y líderes sociales de nuestras comunidades rurales; de la introducción rigurosa y milimétrica del neoliberalismo socioeconómico; de la aplicación del método antidemocrático del “lawfare” para perseguir, quitar, condenar y hasta encarcelar a gobernantes incómodos a sus intereses de clase híper burguesa; de sancionar económica, financiera y comercialmente a gobiernos, pueblos y personas que no se someten al poder imperial; de construir politiqueros y personajes ampliamente rechazados por los pueblos, pero lograr colocarlos en el poder a través de los lavados de cerebros y la anulación de la capacidad de pensar de las amplias masas populares, que inducidas por los grandes medios de comunicación tradicional y digital, herramientas para la destrucción y colonización de las culturas e identidades nacionales, logran confundir, desorientar, redireccionar los objetivos e intereses de nuestros pueblos e inducirlos acríticamente a los fines del “poder en la sombra”, todo concebido y articulado, para afianzar el dominio imperilista norteamericano en nuestras tierras de América e importante, alejar cualquier vestigio de multiplicación del ejemplo de Cuba revolucionario. No les conviene a Cuba socialista como verdadera alternativa a sus proyectos hegemónicos en el mundo.
Para impedir totalmente que se vuelva a dar otro Girón en cualquier país de la América Latina y el Caribe, tales mecanismos de dominación no son suficientes, pues dentro de sí mismos están también sus contrarios, y esto a la larga serán las causas de las revoluciones populares, pues ninguna revolución puede exportarse y para alcanzar tan pérfido propósito, se han dado al “histórico” designio de destruir a la Revolución Socialista de Cuba.
Hoy se valen de las dos partes de una misma tenaza: la guerra económica, reforzada por las 243 medidas de la administración Trump y mantenidas por la administración Biden, y la guerra psicológica, liderada por la feroz, intensa y diversa campaña de intoxicación comunicacional e ideológica.
Esta es la “nueva” invasión imperialista y mercenaria que enfrentamos 63 años después.
Nos corresponde enfrentar de manera resuelta el genocida bloqueo, por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, sin esperar ayuda oportunista de nadie ni contraer deudas de gratitud con el Norte revuelto y brutal que nos desprecia.
Es en los terrenos económico e ideológico donde se decide la batalla con el imperialismo. Tenemos fuerzas y reservas con las que podemos hacer mucho más y a veces no lo hacemos.
Hemos demostrado y está probado, que hemos superado las adversidades que nos han impuesto la colonia, la neocolonia, el capitalismo hegemónico, el subdesarrollo, las crisis multidimensionales del mundo, los eventos meteorológicos, el desorden y la injusticia global y nuestros propios errores.
Ello ha sido posible, en primer lugar, por nuestra vocación y capacidad de lucha, de resistencia, sin miedo al cansancio, asumiendo todos los sacrificios en aras de ser libres, autodeterminados, soberanos e independientes. El cubano y la cubana, somos incompatibles con la esclavitud y el sometimiento a potencia extranjera alguna o a algún anexionista o vendepatria local.
En segundo lugar por la unidad de este pueblo, en torno al Partido Comunista y sus líderes, desde Céspedes hasta Fidel, Raúl y Díaz-Canel. Unidad entendida como el consenso y voluntad de todo un pueblo de compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, las estrategias y objetivos, los sueños y los anhelos, que desde nuestros antepasados hasta hoy, juramos defender con nuestras vidas.
A 63 años de la epopeya, cabe exactamente rememorarla y reflexionar, como Generación de la Continuidad, que somos, desde las enardecidas y profundas palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en aquella histórica ocasión y que es como si nos estuviera hablando hoy:
“Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”.[1]
“Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos!”.
“¡Y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles!”.
“Y esa Revolución, esa revolución, esa Revolución no la defendemos con mercenarios, esa Revolución la defendemos con los hombres y las mujeres del pueblo”.
“Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”.
“Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria, ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?”
“Aquí, frente a la tumba de los compañeros caídos; aquí, junto a los restos de los jóvenes heroicos, hijos de obreros e hijos de familias humildes, reafirmemos nuestra decisión, de que al igual que ellos pusieron sus pechos s las balas, al igual que ellos dieron sus vidas, vengan cuando vengan los mercenarios, todos nosotros, orgullosos de nuestra Revolución, orgullosos de defender esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, no vacilaremos, frente a quienes sean, en defenderla hasta nuestra última gota de sangre”.
“…dispongámonos a salirle al frente al enemigo, con el Himno Nacional, con las estrofas del himno patriótico, con el grito de al combate, con la convicción de que morir por la patria es vivir y que en cadenas vivir es vivir en oprobios y afrentas sumidos”.
Esa tiene que seguir siendo la convicción inconmovible de hoy y de siempre, junto a la fe infinita en la victoria.
A nuestros enemigos les decimos: que la guerra económica, la guerra ideológica y nuestros propios errores, les derrotaremos, porque nuestra, es la victoria.
Como en Girón: ¡VENCEREMOS!
[1] Todas las citas fueron extraídas del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en las honras fúnebres de las víctimas del bombardeo a distintos puntos de la república, efectuado en 23 y 12, frente al cementerio Colón, el 16 de abril de 1961. http://www.fidelcastro.cu/es/discurso-en-las-honras-fúnebres-de-las-víctimas-del-bombardeo-a-distintos-puntos-de-la-república