«El pueblo cubano es sin duda la obra más grandiosa, humana, hermosa, útil y perdurable de la Revolución cubana» (Orlando Guevara Núñez)

Conocí más de cerca a Orlando Guevara a fines de la década del setenta y en su condición de director del periódico Sierra Maestra de Santiago de Cuba en que en mi desempeño como colaborador del diario compartimos ideas y proyectos. Siempre agradeceré su apoyo para la publicación de artículos de opinión sobre temas diversos entre los cuales mencionaré dos series: Las Crónicas angolanas y Los factores que determinan la calidad de la enseñanza.

Después de una trayectoria fecunda en el seno del diario y la Unión de periodistas de Cuba, UPEC, llegó el momento de su jubilación. En este periodo Guevara ha seguido “con la pluma en ristre” a través de sus colaboraciones periodísticas en el Sierra Maestra y el sostenimiento de un blog exitoso. También dedica su tiempo libre a mantener cuidado y productivo un pequeño huerto domiciliario.

Ahora paso a reproducir, por su esencia legítima, su artículo titulado La obra más grande y hermosa de la Revolución cubana contando con la anuencia de su autor.

“¿Cuál en estos más de 65 años de la Revolución es su obra más grandiosa?

Con frecuencia se habla de la obra educacional que borró en un año la ignominia de un millón de analfabetos y otro millón de semianalfabetos, que convirtió el saber en patrimonio gratuito de todos los cubanos, que ha desarrollado un potencial científico importante, ha logrado el país de mayor cantidad de docentes por alumnos y maestros por habitantes en el mundo. Y ha contribuido a erradicar el analfabetismo en varios países.

Se menciona la salud, entre las mayores realizaciones. La asistencia médica gratuita y al alcance de todos, sin excepción. La erradicación de enfermedades que cada año causaban cientos y miles de muertes, sobre todo de niños. Que los enfermos hayan dejado de ser clientes y la medicina una mercancía. Que no haya otro país que supere a Cuba en médicos por habitantes. Que de más de más de 60 niños muertos por cada mil nacidos vivos, hasta 1958, ahora se salven más de 50.

La seguridad en el empleo para todos es una gran obra social y humana. Aún bajo las condiciones más difíciles, la población cubana no ha sufrido el desempleo ni la bochornosa encontrada en 1959, de más de 600 000 desempleados y 500 000 obreros que solo laboraban tres o cuatro meses al año. Ahora la realidad de los cubanos es otra, los trabajadores por cuenta propia son un ejemplo, con derecho a la seguridad social y gozando de todas las gratuidades educacionales y de salud.

Esa seguridad y la asistencia social es otra de las grandes conquistas. Nadie en Cuba queda abandonado a su suerte.

Un país donde los flagelos de la droga, de la droga, de la prostitución, de la corrupción y la violencia no sean significativos –como puede proclamarlo Cuba-, es un logro; para muchos solo una aspiración quimérica.

Tener un país donde el pueblo es el ejército y el ejército es el pueblo, es un logro de trascendencia indiscutible. Un país donde se respetan los derechos humanos, donde no han existido en más de 60 años ni torturqados ni asesinados ni desaparecidos ni nadie juzgado al margen de los derechos otorgados por la Ley, es conquista de la cual carecen muchas naciones autoproclamadas con drechos humanos respetados.

Haber erradicado institucionalmente la discriminación racial, por sexo, por tipo de religión o en cualquiera de sus manifestaciones, es una de las obras más bellas. . Serían innumerables los ejemplos

Pero hay una creación de la Revolución desconocida por unos y omitida intencionalmente por otros. Una creación que, a mi juicio, es la obra más hermosa y grande de la Revolución; el pueblo cubano.

Este pueblo capaz de resistir más de seis décadas sin doblegarse ante la potencia más agresora y criminal que ha conocido la historia de la humanidad. Que ha vivido bloqueado, agredido, saboteado. Que junto a la guerra económica, ha enfrentado la introducción de plagas y enfermedades contra las personas y los cultivos, además de la sucia guerra mediática. Que no solo ha resistido, sino que también ha vencido.

Este pueblo capaz del sacrificio y dispuesto a perderlo todo, menos su dignidad y decoro. Pueblo capaz no solo de defenderse a sí mismo, sino de ofrendar su sangre y su vida por la libertad, la independencia y la felicidad de otros, en cualquier parte del mundo.

Este pueblo capaz de ir a los lugares más pobres de cualquier país a salvar vidas, curar o aliviar males y borrar la ignorancia. Capaz de compartir con otros no le que le sobra, sino lo que tiene, aunque sea poco.

Este pueblo capaz en los momentos de peligro de dar su vida por la de cualquier otro cubano.

Este pueblo altruista, culto, patriótico, internacionalista, antiimperialista, depositario del ideal martiano de que Patria es humanidad. Este pueblo que no teme a las amenazas ni a los sacrificos para continuar siendo lo que somos y no volver a ser lo que somos.

Este pueblo que convierte los reveses en victorias y las victorias en punto de partida para otras nuevas. Este pueblo capaz de empinarse sobre las dificultades y los escollos. Capaz de hacer realidad los sueños y continuar soñando y construyendo. Este pueblo heredero de Céspedes, Agramonte, Mariana, Martí, Maceo, Gómez, Mella, Villena, Guiteras, José´Antonio Echeverría y Frank País, de Fidel, de Raúl, del Che, Camilo, Almeida.

El pueblo cubano es, sin duda, la obra más grandiosa, humana, útil y perdurable de la Revolución cubana.

A este pueblo, que unido y alegre festejó el 1 de Mayo en toda la Isla, parecen dedicadas las palabras de José Martí cuando afirmó: “El cubano es independiente, moderado y altivo. Es su dueño y no quiere dueños. Quien pretenda ensillarlo, será sacudido (…) El cubano antes que la libertad, se arranca la vida”.

Este es el pueblo retratado en palabras de Fidel; “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consistamos en ser esclavos de nadie”.

A modo de epílogo, estas son mis conclusiones sobre el artículo de Guevara;

Buena síntesis sobre un proceso revolucionario que como experiencia histórica de 65 años ha tratado de llevar a cabo sus obras, bajo el asedio criminal de la potencia más poderosa de la historia, sin traicionarse a sí mismo.

Lo expresado tiene su confirmación en hechos concretos de la realidad y verificable con la comparación de esta con las de muchos otros países de América y el mundo de semejante desarrollo. Lo alcanzado pudiera haber sido mayor si no hubiera estado siempre presente el acoso continuo, una verdadera guerra patente y subrepticia por parte de sus enemigos naturales.

Como expresé en 1977 recalco la idea contenida en la dedicatoria en mi tesis de doctorado en ciencias: “A la Revolución cubana, como la obra más acabada y trascendente de nuestro pueblo a lo largo de sus duras batallas por la felicidad”.

En fin, el pueblo cubano parió por primera vez la gran revolución en 1868 y la mantuvo viva durante diez años; después de un largo periodo posterior en que siempre los sueños de independencia estuvieron presentes, la continuó hasta su triunfo relativo por la intervención estadounidense en la contienda, y la mantuvo latente con frustraciones y caídas hasta el triunfo definitivo del 1 de enero de 1959 en lo que se conoce contemporáneamente como Revolución cubana, que además de obra surgida de sí mismo, esta a su vez empezó a forjar un pueblo nuevo, partiendo de su naturaleza primigenia, con un desarrollo de estrategias, proyectos, idearios y valores nuevos y renovados que han engrandecido las realidades concretas en el curso de estos 65 años.

Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por la obra de la vida.

Por REDH-Cuba

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