Fidel se despidió entonces alentando  “Un mundo mejor es posible. Pero cuando se haya alcanzado un mundo mejor, que es posible, tenemos que seguir” luchando. Ya no están físicamente, pero sus legados harán posible  vencer la ola fascista, de un capitalismo salvaje en decadencia. Los recuerdos no son recuerdos solamente, son memoria viva, memoria combatiente  y creativa. Fidel y el Che. HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.   


Hay momentos inolvidables en muestras vidas. y  uno de ellos fue la noche  del 26 de mayo de 2003, cuando el comandante Fidel Castro Ruz después de haber participado el día anterior de  la asunción presidencial de Néstor Kirchner del peronista Frente para la Victoria, lo que era un gran acontecimiento en este país, habló desde  una tarima dispuesta delante de la Facultad de Derecho de la Universidad de  Buenos Aires ante una multitud inesperada,  mayoritariamente de jóvenes,

En realidad estaba invitado para dar una conferencia en el mayor salón de esa  Facultad que  comenzó a desbordar por la cantidad de asistentes para escuchar al líder cubano, a tal punto que las filas se extendían hasta la calle y ya era imposible entrar o salir.  Mientras se discutía qué hacer  Fidel sugirió que  no se podía defraudar a quienes llegaron para escucharlo y que se podía hablar en cualquier parte  y entonces se tomó una decisión extraordinaria.

Se decidió armar una  tarima  en el amplio frente del edificio que  tiene una larga escalinata en su entrada. Un lugar ideal, pero a la vez preocupante por las normas de seguridad, que era necesario tomar. Todo fue muy rápido. Los que estaban adentro eran tantos que incluso tardaron en Salir y   y centenares estaban afuera, lo que se convertiría muy rápidamente en una multitud.

Simultáneamente  una cantidad de  autobuses   del transporte público  que circulaban por la Avenida Figueroa Alcorta, donde está el edificio de la Facultad, comenzaron a desviar su recorrido y la mayoría de los pasajeros se enteró  de lo que estaba sucediendo y se bajaron  para llegar caminando o corriendo al lugar donde hablaría Fidel.

Nadie quería perderse la posibilidad de escuchar y ver  al líder cubano, a lo que se agregaron los que se enteraban por los medios de comunicación  del acto en la calle  y se largaron en una estampida para llegar a incorporarse entusiastamente al  imprevisto acto.

Como estaban una cantidad de periodistas de radio y televisión que  habían llegado para asistir a la conferencia   en la Universidad, esto posibilitó que millones de argentinos pudieran escucharlo. Todo se produjo con tal rapidez, que  cuando llegó el comandante a la tarima quedó asombrado y emocionado, como el mismo lo  admitiría después.

Lo primero que escuchó antes de su discurso es  que lo aclamaban miles y miles de jóvenes  que cantaban “¿Qué tiene Fidel que los imperialistas no pueden con él?!”. Su respuesta hizo delirar a la multitud:“Los tenemos a ustedes (…)He vivido algunos años, pero nunca ni siquiera imaginé un acto tan azaroso y tan increíblemente emocionante como éste,” dijo admirado por la capacidad de haber  organizado semejante movilización en poco más de una hora al que llegaron  más de 60 mil  personas cifra que aumentó porque siguieron llegando desde distintos barrios de esta capital..

“No se imaginan  ustedes lo  capaz que es la multitud para organizarse aquí. Nunca  jamás olvidaré lo que hicieron esta noche” continuó Fidel. Fue la primera vez que la voz  y la palabra del comandante se escuchó en la  mayoría de barrios de esta capital y de las provincias. Fue algo muy especial el diálogo que se generó entre el comandante  y los manifestantes jóvenes,  en un intercambio peculiar,  no sólo de preguntas y respuestas sino de  transmitir  ideas,  asombrados muchos por sus palabras sencillas y precisas.

En un momento preguntó de qué querían que les hablara y la respuesta de miles de jóvenes, que era una presencia mayoritaria, fue pedirle que hablara del CHE, lo que hizo con una visible emoción.  Querían escuchar en su voz lo que significó para él, para Cuba y el mundo el comandante Ernesto “CHE Guevara, el médico argentino  que conoció en México, donde estaban refugiados Fidel, Raúl y otros compañeros después de primer  intento guerrillero de tomar el cuartel Moncada, en 1953, que aunque fracasó fue el comienzo de  la lucha por la liberación de la dictadura de Fulgencio Batista, mayordomo del imperio.

Guevara llegó a México desde  Guatemala , donde  lo sorprendió la invasión de Estados Unidos  a ese país en 1954, para derrocar al coronel  Jacobo Arbenz Guzmán, presidente electo  por el pueblo en una experiencia única porque quien lo antecedió Juan José Arévalo, el presidente de las primeras elecciones libres, fue el mismo  que lideró el  alzamiento cívico militar de octubre de 1944, para instalar lo que se llamó  “la primavera guatemalteca”, dejando atrás, lamentablemente, por un corto tiempo  las eternas dictaduras, que asolaron ese país .

Ante la invasión de 1954, una cantidad de guatemaltecos buscó refugio en la embajada argentina en Guatemala, cuando el general Juan Domingo Perón era presidente, entre  ellos estaba Ernesto Guevara quien cuando se dispuso la salida al exilio de los refugiados hacía Argentina, eligió ir a México, donde  se encontró con Fidel . Un encuentro histórico.

El vínculo con Fidel y sus compañeros de exilio  cambió la vida de Ernesto quien sería reconocido para siempre como el Che Guevara. Integró el  grupo de revolucionarios  que partió un día  en el barco Granma, en 1956  desde las costas mexicanas más cercanas a Cuba, y  nadie creía que podría llegar a destino. Allí comenzó otra historia.

El recuerdo del Che   emocionó más a Fidel porque en los rostros de los miles de jóvenes, lo veía multiplicado y asó lo dijo. En esos momentos  preguntó a los manifestantes de que quería que les hablara y un grito salió de la multitud: “del CHE” en aquella noche inolvidable  aquí en Buenos Aires

“Me han preguntado por el Che (aplausos) hablé de él esta mañana durante el homenaje ante  la estatua de San Martín, porque lo recuerdo siempre como una de las personalidades más extraordinarias que he conocido. El Che no se unió a nuestra tropa como soldado, era médico. Estaba en México casualmente, había estado antes en Guatemala, había recorrido muchos lugares de América; había estado en mineras (Bolivia)  donde el trabajo es más duro; había estado, incluso, en el Amazonas en un leprosorio trabajando allí como médico(en Perú)

“Pero les voy a decir una de las características del Che y una de las que yo más apreciaba, entre las muchas que apreciaba mucho: él todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl, un volcán que está en las inmediaciones de la capital (mexicana). Preparaba su equipo de alta la montaña, por las nieves perpetuas, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima.

“El asma obstaculizaba sus intentos. A la semana siguiente intentaba de nuevo subir el «Popo» como le decía él y no llegaba; pero volvía a intentar de nuevo subir, y se habría pasado toda la vida intentando subir el Popocatépetl, aunque nunca alcanzara aquella cumbre. Da idea de la voluntad, de la fortaleza espiritual, de su constancia, una de esas características.

“¿Cuál era la otra? La otra era que cada vez que hacía falta, cuando éramos un grupo todavía muy reducido, un voluntario para una tarea determinada, el primero que siempre se presentaba era el Che  uno  de los hombres más nobles, más extraordinario, más desinteresado que he conocido

Recordó Fidel que ya en la Sierra Maestra  “Él se quedaba, como médico, con los enfermos, porque en determinadas circunstancias en la naturaleza, montañas boscosas y perseguidos desde muy diferentes direcciones, la fuerza que pudiéramos llamar principal, era la que tenía que moverse, dejar un rastro bien visible para que en alguna zona más cercana pudiera permanecer el médico con los que estaba asistiendo. Hubo un tiempo en que el único médico era él, hasta que otros médicos se acercaron,  allí estaba.

“Puedo recordar, ya que ustedes me piden anécdotas, una acción que fue sumamente riesgosa para todos, sencillamente porque habían llegado las noticias a un lugar donde estábamos en las montañas de un desembarco que se había producido por el Norte de la provincia. Nos acordamos de nuestras peripecias, de nuestros sufrimientos en los primeros días y, como acto de solidaridad a favor de aquellos que habían desembarcado, decidimos realizar una acción bien audaz que no era, desde el punto de vista militar, correcto hacerlo, y fue sencillamente atacar una unidad que estaba bien atrincherada en la orilla del mar.

“No voy a dar más datos. Como resultado de aquel combate que duró tres horas, y tuvimos bastante suerte, porque habíamos logrado neutralizar las comunicaciones, y después de tres horas, cuando terminó aquel combate en que él tuvo, como siempre, una actitud destacada, estaban muertos o heridos una tercera parte de los combatientes que participaron en esa acción, cosa no muy usual; entonces él, como médico, atendió a los adversarios heridos, había adversarios que estaban vivos y no estaban heridos, pero había un número elevado de heridos y él los atendió como a los compañeros que estaban heridos (Todo lo que contaba era aplaudido por la multitud que escuchaba con silencio expectante sus palabras).

“¡No se imaginan ustedes la sensibilidad de aquel argentino!. Y hay algo que me viene a la mente: un compañero, cuya herida era mortal, y él lo sabía; en aquel momento el lugar debía ser abandonado rápidamente, porque muy pronto, no se sabía cuándo aparecían los aviones, milagrosamente no aparecieron durante aquel combate, porque era lo primero que aparecía a los 20 minutos; pero creo que tuvimos la suerte de destruir las comunicaciones con algunos disparos certeros.

“Dispusimos de ese tiempo, pero había que atender a los heridos, retirarse rápidamente. Y no se me puede olvidar, y me lo contó él, cuando un compañero que iba a morir inexorablemente. No se podía movilizar; hay heridos más graves que no se los puede movilizar, tiene que confiar ahí, puesto que usted ha atendido los adversarios, ha logrado un número de prisioneros, que nosotros siempre respetábamos; no hubo un solo caso jamás que, prisionero en un combate, fuese alguna vez maltratado o ejecutado, Nosotros les entregábamos, incluso, nuestros medicamentos, que eran muy escasos.

“Esa política, sinceramente, nos ayudó mucho al éxito en la guerra, porque usted en cualquier lucha debe ganarse el respeto del adversario.  En cualquier lucha lo vuelvo a repetir, de una forma o de otra, el comportamiento de los que defienden una buena causa, debe dirigirse a ganarse el respeto del adversario.

“En aquella ocasión tuvimos que dejar un número de compañeros heridos que no podían evacuarse, entre ellos algunos muy graves. Pero lo que me impactó fue cuando me contó, con dolor, recordando aquel momento en que uno sabía que no tenía salvación posible y él se había inclinado y le había dado un beso en la frente a aquel compañero, que, herido allí, sabía que inexorablemente moriría,

“Son algunas de las cosas que les menciono del Che como hombre, como ser humano extraordinario. Era, además, un hombre de elevada cultura, era un hombre de gran inteligencia; ya mencioné su tesón, su voluntad. Cualquier tarea que se le asignara, después del triunfo de la Revolución, era capaz de aceptarla.

“Fue director del Banco Nacional de Cuba, donde hacía falta un revolucionario en aquel momento, y en cualquier otro, desde luego; pero acababa la Revolución de triunfar y los recursos con que contaba eran muy pocos, porque las reservas se las habían robado.

“Los enemigos bromeaban, siempre bromean, también nosotros bromeamos; pero la broma, que tenía una intención política, se refería a que un día yo había dicho: Hace falta un economista. Pero entonces se habían confundido y creyeron que yo decía que hacía falta un comunista, y por eso es que había ido el Che (..) Pues el Che era un revolucionario, era un comunista y era un excelente economista (…)porque ser economista excelente depende de la idea de lo que quiera hacer quien dirige un frente de la economía del país y quien está al frente  del Banco Nacional de Cuba, así que en su doble carácter de comunista y economista; no es porque se hubiera llevado un título, sino porque había leído mucho y observaba mucho.

“Che fue el promotor del trabajo voluntario en nuestro país, porque todos los domingos se iba, un día a hacer trabajo en la agricultura, otro día a probar una máquina, otro día a construir. Nos dejó la herencia de aquella práctica que, con su ejemplo, conquistó la simpatía o la adhesión, o la práctica para millones de nuestros compatriotas.

“Son muchos los recuerdos que nos dejó, y es por eso que digo que es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido, lo cual no tendría importancia si uno no cree que hombres como él existen por millones y millones y millones en las masas”. Mencionó el amor del pueblo cubano al CHE.  Por cierto los aplausos interrumpieron varias veces a Fidel, y había quienes lloraron de emoción en esa noche única que pudimos vivir.

Hubo un diálogo refrescante entre Fidel y los manifestantes, ante los cuales analizó la realidad mundial, aludiendo a los temas centrales que enfrentaba su país, nuestra América  y los pueblos del mundo por la   política de Estados Unidos y una amplia temática.  Destacó la importancia que tendría en este aspecto la llegada de Néstor Kirchner al gobierno y su histórico discurso al asumir el poder. ”Si alguien me preguntara  por qué sentí gran satisfacción y júbilo cuando llegaron las noticias de un resultado electoral en nuestra queridísima Argentina (…) mi opinión es que una de las cosas extraordinarias es que el símbolo de la globalización neoliberal ha recibido un colosal golpe. Ustedes no saben el servicio que le han prestado a América Latina. Ustedes no saben el servicio que le han prestado al mundo al hundir en la fosa del Pacífico -no sé cómo se llama ahora-, que tiene más de 8000 metros de profundidad, el símbolo de la globalización neoliberal”.

Entendió rápidamente que la llegada de Kirchner, estando ya el presidente Hugo Chávez Frías en Venezuela,  Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil podía ser el comienzo de  un ciclo de gobiernos  populares  en toda la región, lo que así ocurrió. Desde que Fidel conoció al comandante Hugo  Chávez, que fue en 1994 mucho antes de que  el líder venezolano  llegara a la presidencia su vida se iluminó con el sueño posible y necesario de la unidad latinoamericana, que ambos  habían comenzado a tejer, bajo las sombras de José Martí y Simón Bolívar.

Estaba Fidel en el país de otro libertador de América, el general José de San Martiín, que el mundo reconoció por una hazaña militar que fue el cruce de los Andes en las condiciones en que lo hizo para llegar a Chile  y comenzar su enfrentamiento con el ejército colonial del reino de España, liberando tofo a su paso hasta llegar a Perú triunfante y encontrarse con Bolívar .

Fidel también se refirió a la resistencia del pueblo argentino, a través de los años  y entendía –como sucedió- que detrás de los gobiernos populares (comenzando el siglo XXI) que fueron surgiendo en esos tiempos, estaban los pueblos que se levantaron a lo largo de toda América Latina contra el neoliberalismo rampante  que se quería imponer. Sorprendió a todos el conocimiento que tenía Fidel de  lo sucedido con las protestas y levantamientos populares  en Argentina,  como el de fines de 2001,  cuando el pueblo salió a las calles ante la mayor crisis social, política  y económica de su historia, como consecuencia  de las reformas neoliberales  de los ‘90.

Así, en una fría noche de otoño, miles de jóvenes, trabajadores, militantes estudiantes  e incluso familias con sus niños  y los que siguieron llegando   pudieron grabar en sus memorias el histórico discurso del  comandante de la Revolución cubana, Todo lo abarcó ese discurso memorable, pero en este caso le di todo el espacio, al cumplirse hoy el aniversario de la muerte –siempre luchando- de Ernesto Che Guevara, asesinado cuando estaba herido, en una humilde escuelita de La Higuera de Bolivia, a cuyo pueblo  conoció y amó desde su viaje primero por América Latina

Fue un discurso muy importante  iluminado por la esperanza, pero sin duda lo dedicado a Ernesto Che Guevara fue el momento de comunión de amor  entre Fidel y los que escucharon. La figura del Che fue esa noche una luz en las oscuridades vividas en nuestra Argentina que a tantos años de aquel momento, ahorra  en 2024 ha retrocedido entre 50 y cien años.

Fidel se despidió entonces alentando  “Un mundo mejor es posible. Pero cuando se haya alcanzado un mundo mejor, que es posible, tenemos que seguir” luchando. Ya no están físicamente, pero sus legados harán posible  vencer la ola fascista, de un capitalismo salvaje en decadencia. Los recuerdos no son recuerdos solamente, son memoria viva, memoria combatiente  y creativa. Fidel y el Che. HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.

Por REDH-Cuba

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